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lunes, 15 de noviembre de 2021

Primera persona del singular. Haruki Murakami

 


     "Pese a ser la protagonista de la historia que me dispongo a narrar a continuación, no hay mucho que pueda contarles de aquella mujer de quien incluso he olvidado su rostro y su nombre, y de la que, no obstante, confío en que haya hecho lo propio conmigo".

     Siempre me ha gustado más el Murakami cuentista que el que escribe novelas. Por eso apenas esperé para traerme a casa su último título. Hoy traigo a mi estantería virtual, Primera persona del singular.

     Una cosa que me ha llamado la atención simplemente al abrirlo es ver Charlie Parker plays bossa nova. Y es que los lectores somos así, sencillos en nuestras gracietas y asociaciones. Y Murakami tiene cierta tendencia además a citar libros y música a lo largo de su obra. Total, que lo empecé...

     El libro consta de ocho relatos en los que un narrador en primera persona, que incluso una vez se llama Murakami, recorre varios de los temas habituales del autor acudiendo también a su sempiterno tono nostálgico para ganar, o contentar, a su multitud de fans. Como ya nos tiene acostumbrados, sus relatos son mucho más sencillos que sus novelas y, quizás por eso, suelen estar mejor rematados. En esta ocasión hay confusiones de nombres y almohadas de piedras, mujeres feas (pero muy feas) y grandes amistades bajo la música de Schumann, hay metaficción (un tanto impostada) y también monos que hablan en relatos de corte infantil. Relatos que en esta ocasión no me han emocionado porque tanta nostalgia parece estar recubierta de una suerte de tranquilidad del escritor que se cree bueno y no se esfuerza y deja al lector esperando la sorpresa que solo comienza a llegar en el séptimo cuento y vemos en el octavo lo que podría haber sido. 

     Murakami habla en su último título de recuerdos y también de los sentimientos asociados a ellos, pero se repite. Y ya sabemos que es un rasgo del autor, pero en este caso le falta la chispa que convierte esa repetición en marca de la casa y por ello el lector se arrastra de forma casi perezosa de relato en relato. A fin de cuentas, ¿no os sucede que cuando alguien deja de esforzarse perdéis también el interés? Pues más o menos eso es lo que me ha sucedido a medida que iba leyendo este título que queda tan lejos de aquella "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" como para que me haya resultado un poco triste estar ante un recuerdo (sic) más que ante una nueva obra.

     Primera persona del singular es un libro de relatos más apropiado como toma de contacto con el autor que como novela para quienes ya somos sus lectores. En este último caso puede resultar una lectura decepcionante.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

miércoles, 28 de octubre de 2020

Música, sólo música. Haruki Murakami y Seiji Ozawa

 


     No tenía yo muy claro de si esto eran cartas, ensayo, divulgación... pero sí que, tratándose de Murakami, podía darse por leído. Hoy traigo a mi estantería musical Música, solo música.

     Ya sabía que a Murakami le gusta la música y todos sabemos que a Murakami le encanta hablar de aquello que le gusta así que no es de extrañar que en este libro aparezcan seis conversaciones con Ozawa. Pero mejor, empecemos por el principio.
     Murakami y Ozawa tuvieron una amistad que se prolongó durante años. Sin embargo, y supongo que por esa parte cultural que respeta tanto al prójimo, Murakami pensó que no era adecuado hablar de trabajo, así que no hablaron de música hasta que Ozawa no comenzó a trabajar menos debido al cáncer del que había sido diagnosticado. En ese momento, Murakami, aficionado a la música clásica, comenzó a hablar de música con su amigo, que había dirigido, entre otras, la Orquesta Sinfónica de Boston, la de Toronto o la Ópera de Viena.
     Este libro recoge seis conversaciones que tiene, según mi opinión, el encanto de mostrar a un Murakami "de andar por casa" que muestra sus apreciaciones a veces casi infantiles mientras su amigo habla y lo explica lo que sintió o cómo se toca determinada pieza. Esto puede provocar que a veces el libro se sienta como para aquellos que son particularmente aficionados a la música más que a los aficionados a las letras. Es más, el propio Ozawa afirma que no había hablado así de música lo que, dada su formación, da muestra del valor que puede tener el libro para muchas personas. Y es que Ozawa imprime su propia forma a la hora de expresarse ante un Murakami que se va destapando como un no tan "laico" en temas musicales. Se habla de la calidad musical, de los supuestos problemas de no dominar el inglés y de la forma adecuada a la hora de interpretar demasiadas piezas. Seis conversaciones de títulos musicales que se produjeron en un intervale de poco más de otros tantos meses. Se habla de Mahler y de Böhm, y vemos, para deleite de los seguidores del autor, como reconoce las palabras de su interlocutor a regañadientes en un par de momentos. De la admiración a la amistad y pasan por el jazz, no todo va a ser música clásica, en un libro verdaderamente interesante. Tiene, y es imposible no mentarlo, un cierto poso de tristeza cuando trata Murakami de explicar la flaqueza de fuerzas de su amigo ante los viajes y el trabajo motivada por su enfermedad, pero precisamente eso humaniza las conversaciones. Acerca al lector que hasta ese momento, y utilizando una anécdota del propio libro, se había sentido como escuchando desde una habitación secreta en la que nadie le podía ver.

     Música, solo música es un libro interesante para aficionados al autor o a la música. Aquellos que no lo sean tanto pueden sufrir, como efecto secundario, una cierta curiosidad sobre cómo es acudir a un concierto. Avisados estáis.

     Venga, la duda del millón, ¿os gusta Murakami?

     Gracias.

lunes, 15 de octubre de 2018

La muerte del comendador. Haruki Murakami


     "Hoy, al despertarme de una breve siesta, el hombre sin rostro estaba frente a mi. Se había sentado en una silla delante del sofá donde yo dormía y me miraba fijamente con sus ojos imaginarios en un rostro inexistente".

     La publicación de una nueva novela de Haruki Murakami siempre causa cierto revuelo. Es cierto que en España, entre la demora de sus primeras obras y las reediciones ilustradas, no somos tan conscientes de la espera entre título y título, pero, aún así, muchos son los que corren a las librerías. Hoy traigo a mi estantería virtual su último título, se trata de La muerte del comendador.

     Conocemos a un narrador sin nombre con talento para ser artista y de profesión retratista que, a sus treinta y tantos años, lleva una vida anodina. En el momento en que le conocemos su mujer le deja, y decide comenzar un viaje a ninguna parte en coche, utilizando este camino para reflexionar. Sin embargo, la espalda y el cerebro hacen que su viaje termine y nuestro protagonista se encuentra de pronto viendo en una vieja cabaña que pertenece al padre, artista también, demenciado de un amigo. En esa casa remota se encontrará con un vecino muy peculiar llamado Menshiki, un cuadro titulado "Killing Commendadore", la historia de una niña y un mundo al que llega tras una suerte de campana.

     Dicen que La muerte del comendador es un homenaje personal del autor a El gran Gatsby, libro que entusiasma a Murakami. No lo pongo en duda, de hecho,  me encontré reconociendo el homenaje en la escena en que conocemos al vecino, descubrimos que es millonario y excéntrico (aunque este no de fiestas, en realidad prefiere desaparecer de la parte pública) y también asistí a como ese reconocimiento se escurría de entre mis dedos a medida que la irrealidad irrumpía en la novela de Murakami, casi tomándola durante la segunta mitad del libro.
     Murakami es un autor capaz de planchar camisas durante páginas y páginas y también capaz de crear mundos irreales a partir de una simple marca en la piel, casi como Alicia a través del espejo. Bien, pues en este libro mezcla ambas cosas, de tal modo que comenzamos en la realidad y conocemos al protagonista, que es abandonado por una mujer a la que eligió mas por recordarle a su hermana que por amor, viaja, da clases de arte y se acuesta con un par de mujeres en relaciones nada entusiastas, conoce vecinos, pinta, mira o no mira senos... y mientras todo eso sucede somos consciente de que algo acecha en esa cabaña, y es la irrealidad, que parece esperar al protagonista para engullirle y junto a él también al lector.

     El lector de Murakami encontrará sus habituales: desde el hombre casado, hastiado  cansado al que tampoco parece importarle su propio hastío con tal de no moverse, hasta los deseos, la sexualidad y sexualización, el arte y en esta novela la música, ya que el cuadro que marcará su vida representa una escena de Don Giovanni y una melodía será la que le conduzca  al templete. En la cabaña hay además una colección musical. y es que, poco a poco vamos reconociendo sus temas fetiche de aparición asegurada, y también esa tendencia suya a dejarse llevar de repente  sin previo aviso por lo irreal.
En este caso, al ser un primer libro, el autor se queda un tanto confuso, esperando que las respuestas lleguen el próximo año en una segunda parte, y eso que confieso me gustan más los libros de Murakami que dejan un pequeño espacio abierto que aquellos que parecen ser cosidos en su final sin fisura alguna proporcionándome más datos de los que me hubiera gustado.

     La muerte del comendador es, en definitiva, un libro que encantará a los habituales de este escritor eternamente nombrado en las quinielas del nobel y que este año decidió retirar su nombre de la lista del "Nobel alternativo", pero que no recomendaría a los no iniciados. No se trata en este caso de si estamos ante un libro entretenido o no, con Murakami, la mayoría de las veces, de lo que hablamos es de la dureza para el lector del ejercicio de comprensión lectora que supone su obra.

     Y vosotros, ¿pertenecéis a la legión de seguidores de la obra de Murakami?

     Gracias.

martes, 5 de junio de 2018

La chica del cumpleaños. Haruki Murakami



     "En el día de su vigésimo cumpleaños también trabajó de camarera, como de costumbre. Le tocaba todos los viernes, pero, de hecho, aquel viernes por la noche no debería haber trabajado".

     Me encantan los libros ilustrados. Y me encanta Haruki Murakami. Así que hoy traigo a mi estantería virtual, La chica del cumpleaños.

     Una chica, de la que solo sabemos que es camarera y que cumple veinte años, ve como su plan de celebrarlo con su novio se ve frustrado por una discusión. En un descalabre continuado recibe una llamada y tiene que trabajar esa noche, noche en que el encargado enferma y es ella quien tiene que subir la cena al misterioso dueño del local. Allí, esta chica pidió un deseo.

     Este relato fue publicado en un primer momento en el periódico The Guardian, allá por el año 2006. En España lo vimos en el volumen Sauce ciego, mujer dormida y ahora es la editorial Tusquets la que se ha unido a unas ediciones bellamente ilustradas de los cuentos de este escritor que van apareciendo en las librerías en estos últimos años.

     La chica del cumpleaños no tiene nombre en este cuento de Murakami, solo sabemos que es camarera. En realidad nadie tiene nombre, ni importa. Solo sabemos que ahora es adulta y que poco queda de aquella muchacha que trabajaba por horas en un restaurante, y que el día de su vigésimo cumpleaños, pidió un deseo. Pero tampoco se nos dice el deseo que pidió. Y, al igual que sucede con su nombre, tampoco importa demasiado. Poco afecta al relato lo que pidiera porque nos deja claro aquello que no se le ocurrió pedir: la chica no pide dones directos porque no sabe de qué le van a servir para el resto de la vida. Y esa es precisamente la parte central de la historia: las elecciones, las espontáneas y las meditadas, lo que queremos hacer con la vida y la mirada atrás hacia aquellas que un día tomamos. ¿Cuándo podemos asegurar que hemos fallado al tomar una decisión? Pocas veces en realidad, ya que somos el resultado de cada decisión tomada y, si hubiéramos cambiado una sola, no estaríamos ahora aquí hablando de Haruki Murakami.
     Al estar ante un cuento corto, el autor entra rápido en materia mostrando sus cartas habituales: ese punto excéntrico, casi mágico, pero que no se despega en este caso de la realidad. La incertidumbre ante el futuro, el futuro que existe siempre hasta el último momento de nuestras vidas y las vidas cuyas marcas son como las abolladuras en el parachoques del coche. Pero para eso están los parachoques, así es la vida y, por muchos avisos que nos den, es imposible salir sin uno solo de ella.

     Me ha gustado La chica del cumpleaños. Lo que es un bello cuento en una primera lectura, va ganando en profundidad y mensaje a medida que uno vuelve a leer las palabras, que deja pasar el tiempo entre línea y línea. Y, por si fuera poco, la edición se acompaña de unas bellísimas ilustraciones que convierten el libro en una joya. Y de un relato autobiográfico en el que el autor nos habla de su propio cumpleaños, de las fechas compartidas y cómo hay quien puede buscar lazos en ellas. 

     Murakami, eterno candidato al Nobel, con una legión de seguidores y temido por otros por sus rarezas a la hora de escribir deja así una historia al alcance de todos. Una pequeña muestra que bien puede servir de toma de contacto con el autor.

     Y vosotros, ¿sois de los lectores que cruzan los dedos cada años (menos este) pidiendo el Nobel para Murakami?

     Gracias.

martes, 9 de mayo de 2017

De qué hablo cuando hablo de escribir. Haruki Murakami


     "La mayoría de los escritores (calculo que alrededor del noventa y dos por ciento), y me incluyo a mí mismo, pensamos: 'Lo que yo hago o esscribo es lo correcto. Salvo unas pocas excepciones, los demás se quivocan, ya sea en mayor o menor medida'. Vivimos condicionados por ese pensamiento por mucho que no nos atrevamos a decirlo en voz alta. Aunque nos expresemos con cierta modestia, dudo que a mucha gente le gustara tener como amigo o como vecino a alguien así."

     Hay escritores cuyos nombres resuenan tanto que terminan por convertirse casi en personajes. Legiones de lectores, bromas sobre si alguna vez llegará al Nobel y anécdotas sobre sus peculiaridades, acompañan siempre al nombre de Murakami. Y hoy traigo a mi estantería virtual su último título, De qué hablo cuando hablo de escribir.

     Hace ya unos años que Murakami nos hablara de correr, centrándose en sus rodillas y convirtiendo su físico en el mundo, convirtiendo casi, la escritura, en un deporte. Ahora Murakami se deja de rodeos, o eso parece, y nos habla de escribir. Pero no nos engañemos, no son consejos que pueda seguir cualquiera porque en este conjunto de reflexiones, además de alguna estocada no exenta de sentido del humor en la que incluso reafirma clichés ya convertidos en chistes, habla más de su visión del mundo, que de la técnica o las formas. Murakami, siempre esquivo, quizás ha optado por un terreno más personal en esta obra, aunque sin excederse. Eso permite observar algunos de sus títulos con un ángulo un poco más cercano a la concepción del autor, que también dará pinceladas del mundo editorial que ha vivido y de la sociedad nipona. A fin de cuentas, Murakami lleva cuarenta años escribiendo, y viviendo de ello, algo tendrá que decir al respecto. Y sí, también habla del premio Nobel.

     Aquellos que se acerquen a este libro buscando una suerte de manual iniciático en los mundos literarios, no me cabe duda de que saldrán terriblemente decepcionados. Sabrán al finalizar que la constancia y el trabajo son primordiales, al igual que para cualquier otra profesión, y es que el autor, también deja ver sus obsesiones personales ya conocidas. Por todo esto me ha gustado el juego que Tusquets ha decidido utilizar en una cubierta que alude a la obra del autor, porque es una gran parte de lo que encontraremos durante la lectura: pistas.

     En mi caso, tengo que reconocer que me gusta más el Murakami de ficción que este otro capaz de alargarse para que al lector le quede claro un detalle, por pequeño que parezca. Pero me ha gustado igualmente la lectura. Porque es una lectura para lectores de Murakami, y solo ellos sabrán disfrutar de cada parte. El resto posiblemente se sientan decepcionados. Pero si os gusta Murakami, y si además sentís algún tipo de inquietud sobre lo que es escribir, entonces no lo dudéis, este es vuestro libro. Y mientras lo digo, dejo ahora la cubierta japonesa de lo que si será la nueva novela del autor, que bajo el título provisional "Matar al condenado" se publicará en dos volúmenes, el primero de los cuales salió a la venta en Japón a finales del mes de febrero. En España nos toca esperar...


     Murakami es uno de esos autores que despiertan odios y pasiones, pero pocas indiferencias. Así que decidme, ¿ya habéis conocido la pluma de Murakami? ¿Y de qué lado estáis?

     Gracias.

martes, 12 de abril de 2016

El elefante desaparece. Haruki Murakami


     "Estoy en la cocina preparando unos espaguetis cuando llama la mujer. Apenas falta un minuto para que estén cocidos y ahí me encuentro yo, silbando el preludio de La gazza ladra de Rossini que suena en la radio. Una música perfecta para preparar un plato de pasta."

     Murakami es uno de esos autores que se han ido abriendo hueco en el mundo literario hasta situarse en todas las librerías, la mayoría de las casas y en un montón de revistas especializadas. No es de extrañar que cada nuevo título suyo nos llame la atención, al menos a mi. Hoy traigo a mi estantería virtual. El elefante desaparece.

     En esta ocasión Tusquets nos trae un libro que recopila diecisiete relatos de Murakami, abriendo el libro El pájaro que da cuerda y las mujeres del martes y cerrándolo el que da título al volumen completo.

     Como siempre digo, comentar un libro de relatos es bastante más complicado que hablar de una novela. Sobre todo si, como es el caso, son relatos cortos que corren el peligro de quedar expuestos totalmente a un análisis. Salvo si el autor es Murakami, en cuyo caso un análisis podría ser contraproducente, ya que sus realidades imposibles arropadas con un Japón occidentalizado y vestidas de una prosa musical y característica, son las señas de la mano del autor. Y es precisamente en estas realidades imposibles en las que se asientan los relatos de este volumen en el que todos los protagonistas parecen aceptar como normal lo que al lector desconcierta durante su lectura.
     Ya en el primer relato, germen de lo que sería Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Murakami, que comienza hablando de espaguetti (y algún lector empedernido del autor se sonreirá en este momento) nos deja confiarnos con la respuesta ante unas extrañas llamadas de teléfono al protagonista, para luego enviarle a una improbable situación tras un gato sin dejarle perder la compostura. Pero así es Murakami, y nos presentará enanos fascinantes, obsesiones con canguros y lo acompañará con cerveza, música y comida a lo largo de sus títulos hasta llegar a ese elefante que desparece de un recinto de una forma más que improbable.

     Como curiosidad, decir que además de ese germen de lo que sería luego una novela, he echado de menos el relato que cuenta el primer asalto a la panadería y que puede buscarse en otros idiomas, ya que aquí nos encontramos con El segundo asalto a la panadería. Algunos de sus cuentos han sido publicados, como precisamente este segundo asalto, que lo publicó libros El Zorro Rojo bajo el título Asalto a las panaderías en un volumen con unas preciosas ilustraciones. Además tengo que decir que es uno de los relatos que me han gustado más, y que habla de cómo una decisión puede pesar, del vacío que se llega a sentir y que es como un agujero, tal vez en el estómago provocando una sensación similar al hambre, y que no podemos llenar por mucho que comamos porque es el hambre de la conciencia el que necesita ser saciado.

     Esta vez me ha costado un poco más la lectura de Murakami, no sólo porque ante un recopilatorio con tanto cuento, es imposible que no haya unos mejores que otros, sino porque me ha costado encontrar un nexo común a todos ellos, salvo tal vez ese perder pie de los personajes y que se traduce en muchos relatos en una impasibilidad que descoloca durante la lectura. Con todo, y como siempre, se disfruta de su prosa, de ese Japón cercano a nuestras calles que se mezcla a la perfección con las tramas y con costumbres que nos resultan ajenas y se nos relatan cotidianas.

     Y vosotros, ¿soís de los que han sucumbido a las letras de Haruki Murakami?

     Gracias

lunes, 23 de noviembre de 2015

Escucha la canción del viento y Pinball 1973. Haruki Murakami


     "Muchas personas -y con ello me refiero, en la mayoría de los casos, a la sociedad japonesa- terminan primero sus estudios, después encuentran un empleo y, por último, tras un corto intervalo de tiempo, se casan. Esto era lo que yo también, en un principio, tenía la intención de hacer. Al menos era lo que, a grandes rasgos, pensaba que acabaría haciendo. Pero, en realidad, resultó que primero me casé, empecé luego a trabajar y entonces, por fin (como pude), acabé mis estudios. Es decir, que seguí un orden completamente inverso al habitual."

     Así comienza el prólogo del último libro de Murakami que, siguiendo también un orden inverso al habitual, nos deja los dos primeros títulos que escribió. Antes, de La caza del carnero salvaje, que muchos considerábamos su primera obra. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Escucha la canción del viento y Pinball 1973.

     El libro de hoy conta de los dos relatos mencionados en el título que vienen precedidos de un más que estupendo prólogo en el que Murakami reflexiona sobre su vida y la literatura volviendo a recordarnos ese momento en el que decidió que tenía una historia que contar. Los relatos son protagonizados por un hombre sin nombre y su amigo "Rata". En el primero, las fantasías y musas se entremezclarán en la historia mientras su protagonista acaba por tropezar con una mujer de nueve dedos. Este joven estudiante, su amigo, el bar J y un escritor con tendencias suicidas completan la historia. En el segundo relato, el mismo estudiante reaparece como protagonista. Han pasado años ya, y en este momento mantiene una relación con dos gemelas. En una atmósfera de soledad en la que su amigo parece permanecer en J, nuestro protagonista se obsesiona por encontrar una máquina de pinball Spaceship y no cejará hasta hacerlo.

     Cuando un escritor de la talla y con la repercusión que tiene Murakami da por fin luz verde a que se publiquen sus dos primeros títulos, es difícil no sentirse intrigado. El propio autor afirma sentirse casi avergonzado por ellos, posiblemente sabiendo que eso actuará como acelerante en la curiosidad de sus lectores incondicionales. Y así es como llegamos rápidamente a tener este libro entre las manos y nos encontramos con un extenso prólogo en el que el autor nos hace un boceto de tú a tú recordándonos algunas cosas que ya sabemos (como la anécdota del jugador de baseball) y añadiendo pinceladas nuevas a su propia personalidad. Una vez nos metemos ya en los relatos, nos encontramos con muchas de las características de la escritura actual de Murakami. Un protagonista solitario, esa mezcla tan curiosa y que tanto sigue llamando la atención, de su naturaleza oriental que literariamente suele venir marcada en las prosas cuidadas, hermosas muchas veces, y la mezcla de expresiones mucho más anglosajonas y actuales. Esa suerte de fusión que le ha proporcionado su propio espacio dentro de la literatura, ya estaba allí, junto al Rata y al Jay's. Por eso precisamente nos hace sonreír. Exactamente igual que lo hacemos cuando descubrimos que ese estudiante del primer relato, pasa sus vacaciones de verano sin hacer nada de particular para acabar fijándose en una chica que, no podía ser de otro modo en una novela de Murakami, tiene nueve dedos.

     El sello personal del autor ya estaba allí, mucho más perceptible en esa segunda historia sobre la obsesión melancólica por una máquina de pinball, que tiene alguna escena memorable y que mantiene la altura incluso durante el reencuentro, que ya no tememos porque conocemos perfectamente al autor. Dos historias que comparten protagonista sin ser por ello una novela en dos tiempos, porque este protagonista improvisado hace tantos años, ha cambiado más veces de nombre y cara y ha sido protagonista en otras muchas historias del Haruki Murakami. Eso lo sabemos apenas hemos comenzado a leer: ya estaba allí.
     Un título (o dos) que pueden servir perfectamente como un primer acercamiento a la obra del autor, pero que también harán las delicias de quienes seguimos su obra título a título.

     Y vosotros, ¿os habéis acercado ya a leer a Haruki Murakami?

     Gracias

miércoles, 4 de marzo de 2015

Hombres sin mujeres. Haruki Murakami


     "Un buen día, de repente, te conviertes en un hombre sin mujer. Ese día sobreviene de repente, sin mediar el menor indicio o aviso, sin corazonadas ni presentimientos, sin llamar a la puerta y sin carraspeos. Al doblar la esquina, te das cuenta de que ya estás allí. Y no puedes dar marcha atrás. Una vez que doblas la esquina, se convierte en tu único mundo. En ese mundo pasan a decir que eres uno de esos "hombres sin mujeres". En un plural gélido."

     De todos los motivos que puede haber para leer un libro, el que más me gusta argumentar es "porque está escrito". Dicho así parece una tontería, pero es el argumento que reservo para esos autores de los que soy incondicional y cuyas publicaciones espero impaciente. Ese es el caso de Murakami, y por eso hoy traigo a mi estantería virtual su última obra, Hombres sin mujeres.

     Esta vez Haruki Murakami regresa al mundo de ficción tras haber publicado Underground, y lo hace con un libro formado por siete relatos, dando el último nombre al libro y siendo este, además, el único inédito hasta el momento. Drive my car, Yesterday (en una más que clara alusión a los Beatles), Un órgano independiente, Sherezade, Kino y Samsa enamorado, serán los títulos que le acompañen en este homogéneo conjunto de historias en torno a los sentimientos que desencadena el amor.

     Murakami explora en ellos, no el sentimiento amoroso, ni siquiera el desamor o el desengaño que se produce en una relación que se rompe, sino el último de los estadíos del enamorado: la soledad. Una soledad que se puede compartir, ya sea con un ex amante de tu esposa, o con un compañero de gimnasio, pero nunca se logra evitar. Y es que, si nos habla de amores plenos, que cortan la respiración y quitan el hambre, o de aquellos que parecen destinados a ser nuestros desde el día en que nacemos, incluso de los desconocidos en una historia sobre quien se convierte en Gregor Samsa y no al revés como nos contara Kafka, también lo hace del hueco que dejan una vez desaparecen. Y convierte de este modo a las mujeres que desaparecen, ya sea muertas o huidas, en las protagonistas fantasma de su libro, consiguiendo hacernos sentir el espacio que queda libre al no ser ocupado por ellas, como si fueran fantasmas. Los mismos fantasmas que sufren uno a uno sus hombres sin importar para ello su clase o condición; del actor entrado en años, al profesional de éxito, del marido despechado al estudiantes, todos y cada uno conocen ese vacío que deja el sentimiento al desaparecer. Y también la sombra que puede llegar a proyectar en el corazón una vez se ha conocido. Aunque sea por la necesidad de volverlo a sentir en el siguiente encuentro... con esa misma mujer.

     Murakami es fiel a su estilo y encontramos en el libro muchos de sus clásicos, como referencias musicales o ciertas dobleces de la realidad que harán las delicias de los aficionados a la ficción del autor.
Hombres que sostienen conversaciones en coches, referencias a cuentos narrados mil y una noches que provocan que pensemos en cuentos dentro de cuentos, incluso un Samsa que realiza el proceso inverso adentrándose con piernas temblorosas en un mundo desconocido, se conjugan en este libro cuya lectura se disfruta intensamente. Seamos aficionados a las letras de Murakami o no.

     Pese a todo lo expuesto, creo que el mejor para resumir lo que nos podemos encontrar en este libro es el propio Murakami, quien en uno de sus relatos al poner en boca de uno de sus hombres sin mujeres:
La honda sensación de pérdida tras haberse encontrado con la mujer amada, haberse unido a su cuerpo y haberle dicho adiós.
Por mi parte solo puedo recomendaros que os acerquéis a las letras de este escritor; y este libro es un gran modo de hacerlo.

     Y vosotros, ¿a qué escritor seguís la pista de sus publicaciones?

     Gracias

martes, 20 de enero de 2015

Underground. Haruki Murakami


     "Me gustaría que durante la lectura de este libro prestasen atención a las historias de la gente. Antes de eso, quisiera que imaginaran lo siguiente: es 20 de marzo de 1995. Lunes. Una mañana agradable y despejada de principios de primavera. El ciento aún es fresco y la gente sale a la calle con abrigo. Ayer fue domingo."

      Murakami es uno de esos nombres que suenan de forma constante cuando uno habla del panorama literario contemporáneo. Con su particular prosa y sus mundos escondidos, cada vez son más los adeptos a sus letras que esperan cada nueva publicación. Sin embargo, su último libro nos ofrecía algo totalmente diferente. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Underground.

     El 20 de marzo de 1995, una secta japonesa llamada Aum Shinrikyo liberó gas sarín en cinco trenes de metro durante la hora punta matutina. Este hecho dejó once víctimas mortales y miles de afectados de un modo u otro y una cicatriz en la historia de Japón marcada por la incomprensión. Este libro, publicado originariamente en dos partes, recoge en la primera el testimonio de sesenta personas que iban en esos metros y en la segunda el de algún miembro y ex miembro de Aum Shinrikyo,

     Si hay algo que caracteriza cualquier ataque terrorista es la incomprensión y el dolor. El dolor que provocan las muertes unido a lo difícil que resulta comprender lo terrible de los hechos sucedidos. Ese momento que hace que un lunes cualquiera cambie, es el momento en que unos paraguas atraviesan unos paquetitos liberando un líquido en 5 puntos diferentes. Y con ese gesto aparentemente simple, mover un paraguas, el mundo cambia y la sociedad es estremece.
Murakami también se siente preso de esa incomprensión, de ese dolor, y dedica un año a recoger testimonios de personas afectadas, víctimas, y construye este libro. En él, en una sucesión de entrevistas convertidas en una narración en la que el propio Murakami se convierte en un mero narrador, obtenemos una visión que va más allá de los hechos. Nos deja el retrato de la sociedad nipona actual, con sus rutinas y costumbres, para pasar a ese momento de confusión y ruptura un día cualquiera. Hay una crítica a la cobertura mediática, una muestra de las reacciones provocadas en una sociedad que se nos antoja diferente incluso en estos momentos. Y siempre con la elegancia que caracteriza sus letras, sin buscar el dato escabroso, sino relatando de forma natural y dejando que sea el propio lector quien se vaya metiendo en el torbellino de emociones que llega a desatar esta lectura.
La segunda parte: El lugar que nos prometieron nace después, cuando el propio autor se pregunta cuanto sabe sobre esta secta y si es cierta la información recibida al respecto tanto sobre ella, como sobre su autoría, y deja que se vea siendo un poco más partícipe durante la narración de las entrevistas. Murakami explica el propósito en el prólogo a esta segunda parte: no pretende juzgarlos, ni tampoco justificarlos, eso se lo deja al lector. Pero no esconde su rabia por lo sucedido.

    Esta vez Murakami cambia totalmente de registro. Nos muestra su cultura a través de la historia coral de unas vidas que cambian drásticamente un día cualquiera, como si encajara las piezas de un complicado rompecabezas para lograr que el lector salga con una visión de la vida y la sociedad en una ciudad como Tokio. Como si escribiera este libro de forma personal para que cada uno de los lectores pudiera ver lo sucedido a través de los ojos de uno de los entrevistados. Y para ello no necesita recurrir a dramatismos ni grandes golpes de efecto.

     Hay temas complicados, no me cabe duda. Y posiblemente este sea uno de ellos. Pero nunca me ha gustado esquivar temas y tampoco mirar hacia otro lado. Por eso me dirigí a este título, y no sólo porque me guste quien lo firma. El resultado va más allá del relato de un ataque; mucho más allá. Ha merecido la pena.

     Y vosotros, ¿hay algún tema que esquivéis en vuestras lecturas?

     Gracias

martes, 13 de enero de 2015

La biblioteca secreta. Haruki Murakami




     "La biblioteca estaba mucho más silenciosa que de costumbre.
     Yo llevaba, aquel día, unos zapatos de piel nuevos que al pisar el linóleo de color gris, dejaban escapar unos crujidos duros y secos. No sé por qué, pero no parecía que aquellos pasos fuesen míos. Cuando te pones unos zapatos nuevos, tardas un tiempo en familiarizarte con el sonido de tus propios pies."

     Tengo que reconocer que me he dejado llevar por esta moda del libro ilustrado. No diré que compre muchos, pero hay alguno que se me antoja irresistible desde el momento en que salen a la venta. Y eso sucede con el que hoy os traigo a mi estantería virtual. Hoy traigo, La biblioteca secreta.

     Contada en primera persona, la historia nos relata la aventura de un niño en una biblioteca. Movido por la curiosidad, pedirá un libro a la bibliotecaria y eso lo llevará a adentrarse en los sótanos del edificio. Allí, un terrible anciano pretenderá obligarlo a estudiarse los libros solicitados... y eso es sólo el principio en una historia en la que todo es posible.

     Concebir una biblioteca como una puerta a un mundo mágico es fácil para cualquier lector. Y Murakami tiene esa tendencia a buscar mundos dentro del nuestro, así que no es extraño que al final, se haya acercado precisamente a una biblioteca. En este libro maravillosamente ilustrado, es justo lo que nos presenta. Narrado de una forma pausada pero continua, consigue dar a la narración ese tono intermedio que va de la fantasía al sueño en el que todo lo que sucede es aceptado con naturalidad por su protagonista mientras que el lector tiene la sensación de avanzar empujado por una fuerza oculta que lo lleva a no poder detenerse, exactamente igual que le sucede a nuestro personaje.
     Recorreremos así un sótano laberíntico, para entrar en una suerte de celda en que será encerrado y custodiado por un  hombre oveja para que estudie. Y, pese a lo extraño que pueda parecer, lo aceptaremos como si nosotros también hubiéramos entrado en este mundo, bajando las escaleras que conducen al sótano con nuestros zapatos nuevos.

     Las ilustraciones que completan esta fábula, convierten al libro en un objeto casi de colección. Dibujos en los que predominan los colores oscuros acentuando la sensación de adentrarnos en una zona desconocida. No me cabe duda de que el autor fabula, no ya con las mil historias que hay en cada libro, sino tal vez con las que nosotros mismos llevamos en nuestro interior, incluso en los rincones más oscuros, aquellos a los que no miramos pero sabemos que están ahí. Tal vez por eso nuestro protagonista no pone objeciones, y entra en la celda, ve al hombre carnero, la chica muda e intenta salir pero sin desesperarse jamás, como si todo ello fuera algo irremediable. Porque en el mundo de los sueños todo es posible, y Murakami ha sabido transmitir esa sensación al papel en poco más de cien páginas en las que tampoco nosotros tendremos prisa porque el protagonista escape, no vaya a ser que si lo hace, termine la novela. Un final en el que ha sabido dar un "golpe de gracia" fantástico que no puedo evitar mencionar sin daros más pistas.

     Hoy os invito a compartir un sueño denso y extraño en el que los contornos del mundo se desdibujan demostrándonos que nunca somos demasiado mayores para dejarnos enredar por los cuentos. Aunque haya sueños, que al contarlos, parezcan pesadillas... o no.
     No dejéis de darle una oportunidad. Merece la pena

     Y vosotros, ¿también habéis sucumbido a los libros ilustrados?

     Gracias

     PD. El book traíler, una buena muestra de las ilustraciones que encontramos en esta corta historia



viernes, 8 de noviembre de 2013

Los años de peregrinación del chico sin color. Haruki Murakami




     "Desde el mes de julio del segundo curso de carrera hasta enero del año siguiente, Tsukuru Tazaki vivió pensando en morir. Entretanto, cumplió veinte años, pero esa muesca en el tiempo no significó nada para él. Durante esos meses, la idea de acabar con su vida le parecía de lo más natural y legítima. Todavía ahora, mucho tiempo después, ignoraba la razón por la que no había dado ese último paso, a pesar de que, en aquel entonces, franquear el umbral que separaba la vida de la muerte le habría resultado más fácil que tragarse un huevo crudo."

     Vuelve Murakami, eterno nominado entre lectores y críticos a los grandes premios; amado, odiado, pero sobre todo, leído. Esta vez no hemos tenido que esperar demasiado para tener su obra en las librerías y muchos nos hemos lanzado a buscarla con avidez deseando saber lo que escondía esa portada llena de lápices de colores capitaneados por el blanco. Así, hoy traigo a mi estantería virtual, Los años de peregrinación del chico sin color.

     Conocemos a Tsukuru, un joven en la treintena que se dedica a diseñar y construir estaciones. Recuerda, de hecho es incapaz de olvidar, la pandilla de jóvenes a la que pertenecía en su adolescencia. Un singular grupo en el que todos llevaban el color en su apellido, del rojo al azul pasando por el blanco y el negro... bueno, todos menos él. Él no tiene color. Recuerda que un día cualquiera sus amigos decidieron que ya no pertenecía a el grupo y lo echaron, y también la sensación de verse apartado sin conocer el motivo y la vergüenza por preguntar. Y la soledad y la desolación que le supuso esta situación, dejándolo al borde del suicidio sin comprender lo que había pasado. Y nos enseña también su vida actual, porque es evidente que no se suicidó.

     Y esta es la historia que Murakami nos presenta. Y lo hace fiel a sus constantes, casi cayendo en sus propios clichés. Un chico joven con heridas, una mirada introspectiva, hacia dentro y otra que nos muestra el mundo que lo rodea con un narrador omnisciente, inseguridades, sexo, complejos, y las luces y sombras del pensamiento. Ese poner un pie en nuestro mundo y otro en el suyo, el que nos enseña en sus libros. Acompañamos de este modo al protagonista en su peregrinaje por la vida con el estigma que le supone no tener color hasta llegar a ese punto de inflexión que lo empuja finalmente a moverse, y lo hacemos a través de las letras cargadas de simbolismos de Murakami. Hermosas, tranquilas, fluidas... incluso en sus partes oscuras. Porque por supuesto que hay una zona oscura, tiene que haberla. Exactamente igual que hay heridas en el interior de cada persona. Y ahí estamos nosotros para mirar.

     Alguna vez he hablado de los finales de Murakami.  Me obliga a hacerlo. No por sus letras sino por las sensaciones que despierta. Tal vez lo más llamativo de esta novela es la posibilidad que se le ofrece al lector de asomarse a si mismo mientras observa a Tsukuru, la de vernos de alguna forma o distinguirnos en alguna de sus partes. Y por eso llegamos a un final perfecto, como la vida. Hace mucho tiempo que renuncié a esos finales habituales con mundos atados y amordazados al acercarme a este autor. Y ni siquiera los hecho de menos, ni tampoco lo hace el lector consecuente que se deja llevar disfrutando del libro página a página.

     Tengo que decir que para mi es un placer leer a Murakami. Y releerlo buscando las palabras escondidas que me había perdido, que siempre las hay. Por eso hoy os invito a descubrir su último libro. O cualquiera de los anteriores.

     Y vosotros, ¿habéis descubierto ya a Murakami?

     Gracias

   
   

jueves, 11 de octubre de 2012

Tokio Blues. Haruki Murakami

   


     "La memoria es algo extraño. Mientras estuve allí, apenas presté atención al paisaje. No me pareció que tuviera nada de particular y jamás hubiera sospechado que, dieciocho años después, me acordaría de él hasta en sus pequeños detalles. [...] estaba enamorado, y aquel amor me había conducido a una situación extremadamente complicada. No, no estaba en disposición de admirar el paisaje que me rodeaba."


     Y ví que decía el autor eso de "No tengo interés en escribir novelas largas con estilo realisa, pero decidí que, aunque sólo fuera una vez, iba a escribir una novela realista. Tokio blues fue un simple experimento."  Conociendo al autor por la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, y fascinada como terminé, esa declaración en El país era más que suficiente para lanzarme a por esta novela. Hará.... unos cuatro años, aunque he tardado un poco menos en traerla a mi estantería virtual. Hoy me redimo y traigo Tokio blues.

     Conocemos a Toru, un hombre de 37 años, ejecutivo, que al escuchar a los Beatles por casualidad, evoca su juventud en el Tokio de los años 70.  Recuerda a la novia de su mejor amigo, una mujer que lo fascinó hasta que el suicidio de este los separó... temporalmente; pues un año después tenían relaciones sexuales. Cuando la joven empieza a tener problemas se distancian y poco después se enamorará de Midori, una joven muy diferente que lo acompañará en su camino a la madurez.

      Lo curioso de Murakami es que vive en su propia historia, su atmósfera, esa que nos va desarrollando con sencillez a lo largo de toda su obra entre argumentos endiablados. En este caso es un libro muy natural en el que nos desgrana una historia de amor y libertades. Lo hace a su forma habitual, despreocupado de quien entra y sale siempre que ya conozcamos el camino de ida y vuelta. Hace, además, referencias literarias que hará las delicias de los amantes de la literatura, a obras como Gatsby. Guiños que se esconden teñidos de sentido del humor en esta novela que coge ritmo haciéndonos creer que vamos a conocer la historia entera cuando él es quien domina mediante preciadas informaciones. Porque si algo no pierde Murakami es el mando en las historias que nos cuenta. Nos dirige en su paso entre mundos como si estuviéramos hipnotizados.

     Da la sensación que buscara que nos identificásemos con alguno de los personajes cuando en realidad lo que hacemos es asomarnos a sus vidas buscando conocer el final de la parcela que nos cuenta y temiéndolo al mismo tiempo, como pasa siempre con este autor. Cada uno de ellos parece tener un punto que hace que lo sintamos cercano, casi propio. Y ahí reside la grandeza. Yo lo leí hace tiempo y aún recuerdo a Midori, con sus cosas y la media sonrisa que me hizo sacar alguna vez. Es muy difícil hablar de Murakami, de sus obras que parecen lentas pero en las que nunca dejan de pasar cosas. De  como es leer un libro de esos en los que apenas pasa nada y jamás dejan de pasar cosas, que se ve fluído, ténue, que nos engancha enredándonos hasta que cerramos su última página. Pero así es leerlo, y terminas con una resaca literaria que te hace buscar más del mismo autor.

     No se si Murakami se llevará finalmente el Nobel,  ni entraré en si ya ha demostrado merecerlo con su carrera literaria o tiene que esperar más para demostrar algo. Pero evidentemente es uno de los autores a tener en cuenta dentro del panorama literario habitual. El título que hoy os traigo es el que lo hizo saltar de unas buenas ventas al privilegiado lugar que ocupa hoy, ese que lo empezó a colocar en el punto de mira y le hizo guardián de su intimidad. Así que la pregunta es bien fácil, ¿ya conocéis a Murakami?

     Gracias

     PD. Por cierto, esta es la canción. Cuidado, tal vez os haga recordar una historia

domingo, 4 de diciembre de 2011

1q84 (libro 3). Haruki Murakami


     "Nunca había sido demasiado sociable. Pasar mucho tiempo sin ver a nadie ni hablar con nadie no la incomodaba. Cuando era pequeña, en el colegio apenas hablaba con sus compañeros. A decir verdad, nadie le hablaba a menos que fuera necesario. En su clase, ella era el elemento discordante e «incomprensible» que debía ser excluido o ignorado. A Aomame no le parecía justo. Si hubiera hecho algo malo, quizá se merecería que la excluyeran. Pero no era así. Para sobrevivir, una niña debe obedecer en silencio lo que le ordenan sus padres."

     En su momento ya hablé de las dos primeras partes de este libro, publicadas en un único tomo.  Cuando lo compré desconocía que era una historia inconclusa, puedo ampararme en que Murakami tampoco sabía que no iba a concluir la historia, que se iba a alargar necesitando una tercera parte. El caso es que que entre Tengo y Aomame, sus protagonistas, y ese mundo que abrían relacionado con la música y el relato que encontraban, me absorvieron lo suficiente como para dejarme deseosa de acceder al fina de la historia. Y así acabé con 1Q84, libro 3.

     Seguimos con nuestros dos protagonistas, a quienes se une Ishikawa, que lo conocía del libro anterior pero que gana fuerza al ser un investigador con un misterio por resolver.

     No cuento más, no. Por si alguien no ha leído la primera parte de la historia.

     Siempre digo que Murakami es un autor que o me emociona o me fastidia, pues en este título hay un poco de todo. El Murakami que me emociona aparece en 1Q84, con su personaje masculino habitual e introduciendo por primera vez una fuerza femenina. Mezclando mundos y personas corrientes que resultan ser no tan corrientes, en mundos comunes que sufren una fisura y se desmarcan como mundos nada habituales. Pero no concluye, y nos trae un tercer volumen que no me ha terminado de llenar. Creo que no he comprendido bien la necesidad de este título para un autor que siempre deja pensando al lector. Sus protagonistas, los dos de siempre, existen pero no figuran, buscan una historia de amor que no queda clara ni concreta. Ya sé que es normal, pero esperaba más ante la necesidad manifiesta de Murakami de darnos otras 400 páginas de historia.
     Me ha sorprendido más el investigador. Un hombre que recopila pruebas y respuestas y las busca, por detrás siempre del lector, que ya conoce todas las soluciones. Y aún así no aburre sino que lo acompañamos. Desde un punto de vista diferente. No necesitamos apremiarlo por saber sino que lo observamos como a un insecto en una urna, con curiosidad por saber sus siguientes deducciones. Me hubiera gustado, por pedir, un poco más de crítica social, ya que se había embarcado en ella, más secta y menos recordatorio de lo ya sabido.
Seguimos disfrutando de sus mundos abiertos y ambiguos, pero, y esto tal vez sea porque nos tiene acostumbrados a una sorpresa en cada libro, no nos pilla de nuevas. Me he tropezado esta vez, con un libro de los que no me han gustado demasiado. Sigo reconociendo sus trazos maestros, ya dije que era uno de los candidatos que siempre parecían sonar para el Nobel, pero no siempre es suficiente.

     Esperaré su siguiente título para redimirlo, un patinazo lo tiene cualquiera. O tal vez sólo me lo haya parecido a mí.

     Gracias

     PD. Os dejo la dirección de la reseña de las dos primeras partes de 1Q84.


http://entremontonesdelibros.blogspot.com/2011/07/1q84-haruki-murakami.html

martes, 25 de octubre de 2011

Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. Haruki Murakami




     "Las lágrimas goteaban produciendo ruido, una tras otra, en el charco blanco del claro de luna y eran absorbidas por él. Las lágrimas, mientras caían, se bañaban en la luz de la luna y brillaban hermosas como un cristal. Y he visto que mi sombra también derramaba lágrimas. Incluso se veía, nítida, la sombra de las lágrimas. Señor pájaro-que-da-cuerda, ¿has visto alguna vez la sombra de una lágrima? La sombra de las lágrimas no es una sombra cualquiera. Es muy distinta. Viene de un mundo lejano especialmente para nuestros corazones. O tal vez no. Quizá las lágrimas que derrama la sombra son las auténticas y las que derramo yo son sólo la sombra. Lo he pensado entonces. Oye, señor pájaro-que-da-cuerda, seguramente no lo entenderás. Pero cuando una chica de diecisiete años, desnuda, derrama lágrimas a medianoche bañada por el claro de luna, puede ocurrir cualquier cosa. Es así."


     Si ayer contaba como una portada puede repelerme hay veces que un título me atrae. Sobre todo si viene de la mano de Murakami. Ver un título así de la mano de este hombre es motivo suficiente para que me pique la curiosidad. Y eso que soy asidua a las discusiones sobre su calidad literaria, que dudan de si su éxito es una moda pasajera.

     En Crónica del pájaro que da cuerda al mundo conocemos a Tooru un joven que trabaja en un bufete de abogados y, tras ponerse en contacto con él una mujer, su mundo se ve invadido por sucesos extraños que hacen la la realidad ondule. Su mujer desaparece y entran en escena personajes extraños que conducen a nuestro protagonista a un mundo mental, una dimensión que está reflejada en un lunar que le aparece en la cara.

     Murakami es un autor que unas veces nos trae historias y otra ideas, este libro, que me parece de los más complejos, pertenece a los segundos. Sus personajes no realizan grandes hazañas, no son gente diferente ni tienen una vida apasionante, son sus circunstancias las que se vuelven extraordinarias, y de lo que se trata es de verlos sobrevivir y moverse en ellas. Asistimos de mano del autor una vez más a  un mundo dentro de otro, constante habitual en él, siempre interpretable, y esperemos que pueda continuar diciendo que siempre sorprendente y con libros repletos de personajes irresistibles. Como Tooru empeñado en encontrar a su mujer.

     Además tengo que conceder a este libro lo mucho que me hizo pensar. Me tiré varios días dando vueltas al motivo por el que ponen semejante nombre a un gato, y muchos más pensando en el pozo al que baja Tooru y la imagen del pájaro.... esa se dibujó perfectamente en mi cabeza. Tal vez no le ví tanto simbolismo como he leído a los grandes críticos, o no me paré tanto a pensar en ello. Si que atisbas la sociedad de la que te habla, la extrañamente familiar sociedad en la que se ve inmerso el protagonista, eso es inevitable verlo y compararlo.

     Sin embargo mentiría si no dijera que me decepcionó un poco el final, esta vez Murakami no supo dejarme un buen sabor de boca al cerrar el libro pero, aún así, si echo la vista atrás hacia este pájaro... me parece una buena lectura.

     Gracias

     A vosotros.... ¿qué os parece Murakami? ¿Está sobrevalorado?