"Un buen cuento siempre comienza con una taza de té".
Y aquí estamos, con otro libro que tiene como eje una librería. Pero bien podría ser una biblioteca, un secreto entre libros o un escritor o lector. No tenemos remedio y nos sentimos atraídos por libros sobre libros. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La librería perdida.
Conocemos a una joven que escapa de los planes trazados por su hermano, que incluyen la consabida boda, huyendo a París, donde trabaja en una librería. En otro hilo, esta vez presente, será Martha quien escape de un matrimonio encontrando empleo en una casa junto a una librería, lo que la lleva a conocer a Henry, que está buscando un libro.
La sinopsis nos habla de una librería en Dublín que está esperando a ser encontrada para hacerte descubrir que eres el protagonista de tu historia. O algo así. Pongo esta vez ese punto porque ahí se ve que la magia va a formar parte de la historia, y también va a ser uno de sus fallos puesto que no está bien desarrollado. Aún así estamos ante una novela que es un homenaje a los títulos que aparecen representados de forma directa o escondidos como si fueran una nota al margen, en pequeños detalles. No puede dejar de aludir a la famosa librera, Sylvia Beach, ni a tantos escritores como aparecen citados a los que llegamos a conocer mejor que a los propios protagonistas de la novela, que muchas veces quedan opacados por el brillo literario del entorno que se les creó pese a que la autora realiza un buen trabajo de voces. Sin embargo, lo que podría haber sido una gran historia, se siente poco trabajado. Henry no parece corresponderse con el papel que representa y es que, para ser un estudiante de doctorado que busca un manuscrito de Emily Brönte, carece de comportamientos básicos y se siente en él un desfase temporal que irá arrastrando toda la novela. No es el único problema en una historia en la que se siente un peso excesivo del romance, unos personajes marcados por líneas demasiado rígidas y un tono general que hace que parezca una historia escrita a mediados del siglo pasado.
Supongo que a estas alturas muchos estaréis pensando que no aprendo y que vuelvo una y otra vez a caer en este tipo de temáticas, pero es que en el fondo siempre encuentro un punto que disfrutar, aunque sea el amor compartido por los libros con sus protagonistas o el ver asomar algún detalle literario aunque sea en una esquina.
La librería perdida es una novela amable a la que se le podía haber sacado mucho más partido.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.