viernes, 22 de julio de 2011

Las partículas elementales. Michel Houellebecq



     " El humor no nos salva; no sirve prácticamente para nada. Uno puede enfrentarse a los acontecimientos de la vida con humor durante años, a veces muchos años, y en algunos casos puede mantener una actitud humorística casi hasta el final; pero la vida siempre nos rompe en corazón. Por mucho valor, sangre fría y humor que uno acumule a lo largo de su vida, siempre acaba con el corazón destrozado. Y entonces uno deja de reirse. A fin de cuentas ya sólo quedan la soledad, el frío y el silencio. A fin de cuentas, sólo queda la muerte. "


     Michel Houellebecq es sinónimo de polémica, pareciera que sus libros han llegado a las masas por un boca a boca en el cual la crudeza, la incomodidad y el sexo eran siempre los protagonistas de las anécdotas que se contaban. Cierto que es un autor muy directo, impactante incluso en sus maneras a la hora de explicarnos su concepto del mundo, y cierto es que hay en este libro, por poner un ejemplo, una carga sexual posiblemente muy por encima de la necesaria para lo que nos está explicando y, por último, también es cierto que la combinación de ambos factores puede provocarnos una incomodidad suficiente como para hacer que nos revolvamos en el asiento mientras pasamos la página porque, no nos engañemos, vamos a seguir leyendo.

     En este libro, "Las partículas elementales", lo primero que hace es presentarnos a esas partículas, los hermanos Michel y Bruno, cuyas vidas son tan diferentes como similares sus frustraciones. El primero es un científico con tendencias filosóficas, casado y practicamente asexual cuya mayor aventura es acudir al supermercado; el segundo en cambio es un profesor traumatizado por su infancia, consumidor sexual compulsivo, resentido y racista. Son en realidad dos caras de una misma moneda, por la que se pasean personajes que nos van dando una clara visión de la sociedad  la que critica Houellebecq. Lo hace de una forma fría, como si diseccionara una rana pinchada en una bandeja, mostrándonos los puntos débiles de cada una de sus partes. No hay tregua, lo mismo da la izquierda que la derecha en este caso, pero tampoco nos engañemos, no va a limitarse a atacar aquello que ya se hizo mil veces, esta vez se afina la puntería y se critica al ególatra, al narcisista, al permisivo, al Peter Pan, a los llamados progres...
La conclusión es rotunda ante la insatisfacción. Nos muestra de damnificados, que llegan de la revolución sexual conducidos a una sociedad, muchas veces "suciedad" que poco más tiene que aportar con taras en su educación afectiva, llevando  modo de lastre lo que sus padres acogieron como una revolución allá en el 68 y que hoy les deja a medio camino entre la soledad y la insatisfacción, protegiéndose únicamente, con rutinas adquiridas que proporcionan un mínima seguridad. Porque aquellos que los educaron siguen inmersos en sus ficciones del 68. Aunque hoy ocupen puestos relevantes les sigue resultando más cómodo ver el famoso amor sin compromiso, la ausencia de esfuezo o la sociedad libre, que la realidad del resultado al que todo eso conduce: asumir su error y enmendarlo o, al menos, intentarlo. No, no es tarea de Houellebecq mostrarnos una utópica salida del tunel, no busca tranquilizarnos con palabras bonitas sino abrirnos los ojos y que pensemos por nosotros mismos.

     Debo de añadir ahora, que he echado la vista a lo escrito en busca de faltas de ortografía y para poner o quitar alguna coma, que no es esta mi interpretación, sino la del autor, no tiene problema alguno en expresar directamente aquello que nos muestra, no ha lugar a equívoco en su mensaje ni tampoco en la forma que nos lo hace llegar, incluso en su última parte ya que, si bien el libro se desmarca repentinamente con un final feliz, la forma en que sucede hace que nos paremos en ello mucho más que si hubiera dejado seguir su curso al futuro que preveíamos.

     Y ahora el sexo, no se puede hablar de este libro sin hacer referencia al sexo, muchos han calificado "Las partículas elementales" de pornografía y, cada vez que hablamos de Houellebecq, me encuentro con alguien que critica la aparición de sexo de una forma tan indiscriminada. Cierto es que puede estorbarnos incluso, pero en su expresión dista mucho de la búsqueda de lo erótico, es igualmente frío y conciso en este tema de tal forma que una vez más tenemos la sensación de leer un ensayo mas que una novela. No justifico su frecuencia, supongo que buscaba la incomodidad una vez más, el impacto, la reacción directa ante lo que estábamos leyendo... y lo consigue,al menos en mi caso, ya que cuando digo que aparece con frecuencia, en realidad quiero decir con mucha frecuencia y la crudeza tiene muchas veces la virtud de, sin ofendernos, hacer que queramos desviar la mirada.

     Es esta una reseña complicada, aquellos que lo hayáis leído seguramente me entendéis, en caso contrario.. leedlo.

     «Toda sociedad tiene sus puntos débiles, sus llagas. Meted el dedo en la llaga y apretad bien fuerte (...) Hablad de la muerte y del olvido (...) Sed abyectos: seréis verdaderos.»

     Michel Houellebecq

     Gracias

3 comentarios:

ssanabria dijo... [Responder]

Hola

Creo que el libro es interesante pero vale la pena reelerlo para conocer más en detalle los personajes y su percepción del mundo...
Por ser la primera aproximación al autor no me paracio que fuera tan accesible..
Saludos

Offuscatio dijo... [Responder]

Tras leer tus impresiones sobre "El mapa y el territorio" y "Las partículas elementales", creo que si opto por leer otro de sus libros me quedaré con este. Para mí, los fragmentos dicen mucho de una novela, y estos me han conquistado. ¡Gracias!

Anónimo dijo... [Responder]

Me parece que, como la mayoría de reseñistas y críticos, no entendiste nada. Y el final no es nada feliz.