"Tal vez porque
la crónica de cualquier relato
de fantasmas es en sí otro relato
de fantasmas, es decir, un
relato completamente distinto,
suponiendo que algo de lo que
sigue se pueda considerar en
justicia un relato de fantasmas,
en lugar de un artefacto que
escarba en los mecanismos
prejuicios y expresiones
extrañamente sesgadas de Las
cinco personas ..."
Conocemos como Chintana, una costurera divorciada por una infidelidad de su marido, es invitada a una fiesta que guarda una relación con el dato que os acabo de dar. A esta fiesta acuden cinco niños huérfanos y un cuentacuentos. Un cuentacuentos con mucho que contar, como no puede ser de otro modo, y con un maletín que tal vez contenga LEDL50A.
Danielewski demostró en La casa de hojas que podía elevar el libro físico a la categoría de objeto, de tesoro que conservar, y también que disfrutar leyendo. Con un estilo en el que lo visual y lo escrito parecen mantener una lucha constante por decidir qué es lo realmente importante en su texto, nos llegó La espada de los 50 años. Y allí fuimos muchos lectores cautivados por lo visual, por esa cubierta punteada en relieve por la que pasábamos los dedos olvidándonos que los libros están concebidos para ser leídos y disfrutando simplemente del objeto. Pero vayamos al contenido, a lo que nos encontramos al pasar sus páginas.
Danielewski es un autor de esos que se han abierto paso a grandes zancadas en el panorama literario, bien sea por su obra o por la representación de la misma, pero el caso es que ya con su primera novela fue elevado casi a la categoría de genio. En esta ocasión las reacciones han sido más discordantes, y en mi caso tengo que posicionarme con los desencantados. El libro, como novela, se me queda corto, no termina de convencerme. Le falta originalidad al argumento en la misma medida que le sobra a la presentación del mismo. O quizás fui yo que llegué esperando algo a la altura de su primera obra, y las comparaciones siempre son odiosas, y más cuando se realizan con una obra como la ya citada. El caso es que, si empezaba diciendo que había una pugna entre letras y presentación, en este caso el resultado es desigual: gana la parte visual con una ventaja tremenda, y para mi no es suficiente.
Al final me encontré una suerte de cuento, más o menos inquietante con una magnífica presentación. Porque el libro, eso hay que decirlo, es una preciosidad. Muestra de ello las fotografías de sus páginas. Y como todo lector tiene algo de fetichista de alguno de sus libros, yo voy a conservar este con sumo cuidado. Y también voy a esperar a poder leer más obras de Danielewski, reconozco que me siento atraída por su pluma, totalmente inclasificable en su conjunto.
Y vosotros, ¿tenéis libros que conserváis como tesoros?
Gracias