lunes, 26 de mayo de 2025

Vikingos. Bjørn Andreas Bull Hansen

 


     "No me acuerdo mucho de los años anteriores a mi captura. Pero prefiero pensar que fueron tiempos felices. Soy capaz de sentarme un rato largo y seguir los senderos con mi ojo interior, porque todavía los recuerdo. Me paro al lado de uno de los tejos y huelo la hierba y el cálido pantano. Veo brillar el sol entre el follaje, y la luz que se filtra tiene una nota de verde. Hace calor, lo siento en la piel desnuda mientras me abro paso por el sotobosque. Los helechos me acarician las pantorrillas, y noto que tengo el arco en la mano y el carcaj me golpea contra la cadera. Me adentro en un bosquecillo frondoso, se me hunden los pies en el musgo húmedo, y sé que el mar a veces llega hasta aquí con las mareas primaverales y deja algas y conchas y cangrejos que se apresuran a esconderse bajo la arena. Llego a la playa, veo las olas que riegan la orilla y las gaviotas, allá en lo alto bajo el firmamento, están como clavadas en la cúpula del cielo, hasta que sacuden las alas y se lanzan hacia el horizonte o hacia el bosque detrás de mí".

     Me gustan este tipo de novelas, y no suelen salir muchas, así que no me lo pensé. Hoy traigo a mi estantería virtual, Vikingos.

     Conocemos a Torstein. Siendo niño vio como asesinaban a su padre antes de ser capturado él mismo y esclavizado. En ese momento aprendió lo dura que iba a ser su vida y, durante su primer viaje, el poco valor que podía tener. Torstein escapa, se enamora, no es correspondido y huye de nuevo. Huir se convierte en una constante y buscar a su hermano en otra. Pasa por distintas manos y se une a los vikingos, lucha en batallas, descubre el coraje y el valor... En fin, conocemos a Torstein.

     Torstein tiene muchos años cuando comienza la novela, y está recordando su vida y también a su hermano Bjørn, una de las figuras más importantes para él. A partir de ahí y como si estuviéramos en una versión de Gladiator, o tal vez de Julio César, el autor se sumerge en una novela de aventuras ambientada a partir del sI d.C. en territorio vikingo. Un momento de fés y supersticiones librando batallas en las que los intereses económicos y de poder eran tan válidos como los propios dioses. Así es como la novela se adentra en los primeros años de un personaje incapaz de conformarse o quedarse quieto. Uno lee la novela pensando que así es como nacen los héroes y lee frases como "Por tus manos pasará la sangre de tres reyes" y sabe que se encuentra ante una de esas novelas que llegan para quedarse y tienen incluso vocación de película.
Sabía ya desde el comienzo que el valor, los principios y la sangre iban a ser una constante en esta historia que no da un momento de tregua al lector, lo que quizás no esperaba tanto es la presencia e importancia que se le da a los pocos personajes femeninos que aparecen, capaces de decidir destinos sin necesidad de empuñar las mismas armas que los hombres. Y es que, si bien es cierto que la guerra es una constante, también lo es que hay mucho de pequeñas ambientaciones que dotan de realismo a gran parte de las escenas. 
 
     Vikingos es una novela épica al uso, con un héroe, Torstein, que me ha hecho disfrutar de horas de lectura sin que me diera cuenta de que iban pasando. Lo he disfrutado y seguiré leyendo su historia.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

     "Un esclavo que lucha por su libertad es un hombre mucho más grande que un rey que ha heredado el trono de su padre".



miércoles, 21 de mayo de 2025

PIMP. Memorias de un chulo. Iceberg Slim


      Bueno, pues parece que la no ficción o lo que se acerque a ella, está de moda por aquí. Hoy traigo a mi estantería virtual, PIMP.

     Os diré que Robert Beck, AKA Iceberg Slim, fue un proxeneta afroamericano que acabó por convertirse en escritor, así que supongo que sí, habéis leído bien el título. Y es que fue proxeneta durante los años 40, 50 y parte de los 60, es decir, hasta que se retiró más que nada por jubilación. Y entonces empezó a escribir haciéndose sorprendentemente notorio al fijarse en una marginalidad que era pocas veces expuesta. Y, por supuesto, llegó a la ficción.

      Com PIMP el lector viaja a Chicago, pero a una ciudad distinta a la que estamos acostumbrados. Más por la honestidad que desprenden las palabras del autor, que por lo que cuenta en sí mismo, y es que no duda en dejar claro que su meta es la de ser proxeneta, el mejor de todos ellos. Usar el deseo en su propio beneficio mediante el comercio sexual. Y creedme si os digo que no ahorra palabras para que todo ello quede claro. Tampoco lo hace a la hora de contar sus propias experiencias, y es que no esconde ni las agresiones que él mismo sufre por mucho que sean en su más tierna infancia. No es fácil. no es una lectura fácil. Es compleja en distintos puntos y lo es principalmente porque nos la creemos. Creemos en este hombre, en su resentimiento, ambición y carácter y también en esa suerte de "lo siento pero esto es lo que hay" que se esconde entre líneas en muchos momentos de la lectura. Slim no era bueno en nada, no destacaba, y quería dinero y, a poder ser, algo de poder, lo que significaba que estaba condenado al mundo criminal. Y eligió el proxenetismo. Una profesión que no era fácil, no le dejaba apenas tiempo libre y, para regocijo del lector, le puso delante a personajes variados que aparecen en la novela. 

     Por supuesto que encontraremos otros puntos comunes a este tipo de libro, ya que no escapa del racismo un negro en aquella época. Zambullirse en la marginalidad es además complicado sin que todo parezca un gran y grotesco escenario, pero Slim lo consigue y el libro aparece teñido con un humor narrativo que le otorga el punto de ligereza necesario como para convertirlo en una lectura rápida. También hay humanidad, no vayáis a creer lo contrario, y lo mejor es que ni siquiera busca justificación. Slim se siente mal por algunas cosas de su vida, pero no va a culpar ni a justificar a lo que se dedicaba, porque no solo era su profesión o su vida, además se trataba de un mundo que le resultaba fascinante y en el que estaba decidido a destacar.

     PIMP me ha gustado. Mucho en realidad. Voy a seguir buscando títulos de Iceberg Slim.

     Y vosotros, ¿sois lectores de no ficción?

    Gracias.

lunes, 19 de mayo de 2025

Léxico familiar. Natalia Ginzburg

 


     "Me llamo Natalia Ginzburg.  
     Mi padre, Beppino, ama la ciencia y la naturaleza. 
     Lidia, mi madre, disfruta en cambio con «el placer de narrar». Tengo tres hermanos y una hermana. Vivirán lejos y me bastará la ficción para saber qué les ocurre. Cumpliré con los ritos: nacer, crecer, reproducirme. Algún día moriré. También escribiré libros. Quizá, incluso, plante el cerezo de aquella primavera triste de Pavese".

     Hay libros a los que llego no sin cierto miedo, ya que a todo el mundo parece que le han encantado y siempre se tiene esa presión compartida: el libro por no estar a la altura, el lector por lo mismo. Hoy, finalmente, traigo a mi estantería virtual, Léxico familiar.

     Conocemos a la familia de la autora, los Levi. Son una familia extensa, sí, y por lo tanto vamos a conocer a mucha gente. Y lo haremos a medida que la autora los recuerde gracias a un pequeño detonante que hace click en su cabeza. Y hay, como en todas las familias, un poco de todo: el padre que parece que le tienen que echar de comer a parte con esas perlas que suelta, la madre, tan madre eso de quedarse con todo aunque no lo parezca, los hermanos que pelean, ellas que ahorran... como dije es una familia extensa, así que ahora podríamos añadir lo de amigos, primos y demás familia. 

     El libro, casi un anecdotario, se acerca al lector más por la forma de encadenar los recuerdos, igual que los que cualquier lector tiene de su propia familia, que por la familia en sí que presenta. Además al estar estructurado sin división capitular, se tiene aún más la sensación de estar ante recuerdos vertidos si demasiado orden que ante una novela como tal. Y, por supuesto, la situación política se hace sentir en la novela y en el devenir de la familia, ya que todo sucede en pleno fascismo y pocas familias salieron totalmente ilesas (y además de esas familias no se escribe, no son tan interesantes). Claro que, en el caso de los Levi, el lector se dará cuenta además de la gente peculiar que conocen y que luego será conocida por sus propios méritos, por lo que a veces uno tiene la sensación de que son pocos los vecinos, o algo así, ya que el ratio es realmente elevado. A tener en cuenta además la ambientación, tanto la política que se va volviendo cada vez más oscura a medida que avanzamos, como la propia de la familia, esa de las pequeñas cosas que, para mi gusto, le da gran credibilidad a la novela. Y sí, ya sé que estamos en no ficción, pero eso no significa que siempre me crea las cosas que me proponen los autores.
    Ginzburg se aparta en este caso para dar todo el protagonismo a su familia: judíos, antifascistas y residentes en Turín, un grupo de personas a los que el lector no puede evitar ir cogiendo cariño : Giuseppe, Lidia, Gino, Mario, Alberto, las dos hermanas, el primer marido de Natalia, Leone y un tremendo y hermoso homenaje a Pavese.

     Léxico familiar es un libro que me ha gustado más de lo que esperaba y, por qué no decirlo, mucho más de lo que parecía cuando comencé a leerlo.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 14 de mayo de 2025

Vidas ante el abismo. Alemania 1943. Oliver Hilmes

 

 

     Hay muchas maneras de contar una misma historia, y la de la IIGGM es una prueba de ello. Quizás, uniendo todas, sabríamos qué sucedió. Hoy traigo a mi estantería virtual Vidas ante el abismo.

     En 1943 Alemania vivía un momento difícil. Tanto, que Goebbels hizo un llamamiento a la población: guerra total. Los judíos malviven hacinados y observados un futuro que será inevitable, los alemanes intentan no mirar lo que sucede y los bombardeos resuenan en la noche. Kreiten sabe todo eso cuando habla sobre la situación en voz alta dando una opinión personal crítica. Lo que no sabe es que sus palabras harán que abandone una carrera prometedora al piano para dirigirse al cuartel de la Gestapo donde será duramente interrogado.

     Lo primero que hay que decir es que estamos ante una obra de no ficción. El autor tiene más libros al respecto, tengo puesta la mirada en otro ambientado varios años antes durante los JJ.OO., y puede ser un buen camino tras tanta ficción como para hacernos olvidar por un momento que la IIGM fue una monstruosidad real. En esta ocasión el autor se centra en la vida del prometedor pianista tras comentar a una amiga de su madre lo que piensa de Hitler. No solo eso, también dice que ve en esta guerra la caída de Alemania llegando a recomendar que se retire el apoyo directo a Hitler de lugares visibles, ante de que acabe la guerra y esas obras les lleven a ser ejecutados, como posiblemente sucederá con el mandatario. La verdad, se quedó a gusto. También es cierto que lo hizo de esa forma inconsciente que va unida a la juventud, ya que cuando las SS.SS. aparecen a su puerta, ni siquiera recuerda sus propias palabras y está convencido de que su detención es un error. Sus palabras fueron pronunciadas ante una fiel seguidora de Hitler y terminaron por condenar al pianista a ser una de las 250 víctimas del régimen del terror sucedidas en apenas tres días de septiembre de 1943. Realmente es una historia apasionante y un final trágico y terrible. El autor lo mezcla con otras pequeñas historias que van dando una visión general de lo sucedido en aquel año, aunque para el lector este siempre será el libro del pianista. Y esto es lo que provoca un desequilibrio durante la lectura. Por un lado tenemos una historia apasionante, narrada de forma magnífica y conmovedora, y por otro tenemos un conjunto de situaciones que no llegan a estar a la altura; una pena. La novela podría haber sido magnífica y se queda en un estado intermedio no exento de cierta confusión, no sobre el significado pero sí sobre la percepción general de la obra, al que no le hace un favor que el autor decidiera avanzar en el tiempo en lugar de cumplir la promesa del título y circunscribirse al 43.

     Me hubiera gustado una obra de una única historia: la del pianista prometedor detenido por haberse expresado en contra del régimen que acaba siendo condenado por un delito que sus propias leyes no contemplaban. Una muerte que no era previsible ya que su discurso no fue público, pero que pronto es percibida como inevitable, ejemplar o disuasoria para otros, como lo quisieran llamar. Esa historia, la ejecución y los trágicos sucesos en los días siguientes, hubieran bastado para que fuera la novela perfecta. Así...  pierde un poco de fuerza. No obstante está escrita de forma magistral, eso también hay que decirlo.

     Vidas ante el abismo me ha descubierto una historia real de las que merecen la pena.

     Y vosotros, ¿pensáis que la IIGM está sobreexplotada en la literatura?

     Gracias.

lunes, 12 de mayo de 2025

Tengo un nombre. Chanel Miller

 


    «Me llamo Chanel. Soy una víctima, no me da reparo utilizar esta palabra, pero sí creer que eso es todo lo que soy. Sin embargo, no soy “la víctima de Brock Turner”. No soy su nada. No le pertenezco».

     Creo que lo que más me llamó la atención de este libro fue que hablara en la sinopsis de una historia real y del juicio mediático. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Tengo un nombre.

     Conocemos a Chanel Miller. En 2015 sufrió una violación en el campus universitario de Stanford. Su agresor fue un joven de 19 años llamado Brock Turner quien tras un mediático juicio fue condenado a 6 meses. En el momento de los hechos ella era un poco mayor, acababa de graduarse y fue a una fiesta en la que tomó un chupito y después salió porque se aburría. Chanel leyó una carta a su violador durante el juicio que después decidió publicar en redes. Y las personas, porque los países son personas, se volcaron en apoyarla, indignados. 

     Tuvieron que pasar varios años para que la víctima de estos hechos dejara de lado su anonimato y contara su historia en este libro. Chanel no deja que la rabia impregne las páginas de su novela, al contrario, hay momentos en los que el lector siente cierto desapego, como si la hartura o el agotamiento fueran más fuertes que la sensación de estar ante una víctima. Quizás por eso ella reniega del término.
Chanel escribe desde la seriedad, explicando que acosar está mal y que justificar al acosador, al violador, basándose en un comportamiento social de la víctima es aún peor. Pero, sobre todo, lo que hace es dejar de usar el término víctima. Consigue que el lector comprenda que cada una de ellas es una persona con nombres y apellidos, que cada especulación al respecto daña a una familia completa y que un juicio es, realmente, un proceso muy duro. chanel no cuenta su historia porque fue violada, la cuenta porque ganó un juicio cuyo discurso final del juez y condena, la hicieron sentir como si hubiera perdido. Una sensación que seguro comparte con muchas mujeres y que en el momento de estos hechos, vieron una ventana de esperanza ya que el revuelo hizo que se revisasen leyes y sentencias. En el juicio de Chanel Turner fue presentado como un estudiante prometedor que no tenía antecedentes, su padre pidió que no arruinasen su vida, se dijo que ir borracho era un atenuante. Y, para el juez, todo eso tuvo más peso que el delito cometido. Y que dos agresiones sexuales más. No iba a arruinar la vida del joven, además deportista. Mientras, el lector ya sabe que la noche de la violación ella perdió el conocimiento y que despertó en un hospital en el que había personal de la universidad. Sabe que ella se sintió invadida, fotografiada y expuesta en un momento en el que aún intentaba comprender lo que le había sucedido apenas a 10 minutos de su alojamiento. Y comienza la historia de Miller, como si él tuviera el riesgo de ser víctima, él es quien acapara titulares, a quien ponen rostro y carrera prometedora, Chanel solo es la víctima.
     Víctima, víctima, víctima.... Una Doe que jamás pidió serlo y que ahora escribe su nombre y su historia con letras mayúsculas. Porque si el violador puede ver su futuro cambiado por ser acusado, ¿qué me decís de ella, la que sufrió la violación? su historia acaba con una apelación rechazada, un funcionario destituido y una joven escritora relatando lo que ha vivido mientras se siente el sueño de su propia madre. Un punto de apoyo al final del camino que hace que un nuevo camino se abra ante ella.
Miller combina reflexiones, datos y testimonios en una historia que es la suya pero también la de muchas mujeres. Por eso ha recibido cartas, por eso defiende que muchas mujeres se sienten engañadas o simplemente desconocen el proceso en el que se meten tras una denuncia. Esas, al fin de al cabo, tienen suerte. Otras tantas pasarán años hasta que tengan que enfrentarse a ello porque su caso coge polvo sobre cualquier estante. 
     Hoy hemos sobrevivido a mucho, el #MeToo está en la calle y la universidad de Stanford tiene una placa que recuerda que lo que pasó está mal. Solo falta que deje de pasar.

     Tengo un nombre es una historia difícil que evita detalles morbosos para entrar en otros mucho más importantes, los de la vida. Contada de forma sencilla y clara deja el estómago revuelto y una esperanza como sabor de boca.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 5 de mayo de 2025

El día de mi muerte. Federico Axat

 


     "Tengo los ojos cerrados. Un hombre y una mujer hablan en voz baja acerca de una tal Anna, así que ese debe de ser mi nombre. Están muy cerca. 
     —Necesitamos que despierte — dice el hombre con urgencia—. ¿No puedes hacer algo?"

     Federico Axat me gusta, creo que me he leído todos sus libros. Así que este no iba a ser menos. Hoy traigo a mi estantería virtual. El día de mi muerte.

     Conocemos a Anna cuando despierta en un hospital. Está dolorida y no sabe cómo ha llegado allí. Una médico llamada Julia será quien la explique que mató a su novio, que todos saben que lo hizo porque la grabaron las cámaras de seguridad, y que eso sucedió hace dos años. Durante ese tiempo ha estado perdida hasta que la encontraron dos jóvenes cerca de un lago junto al hospital. Anna no sabe que pensar, no recuerda absolutamente nada.
     Y entonces Julia se la lleva, ayudándola a escapar y disparando a un hombre en el camino.

     Leer a Federico Axat es entrar en su universo. Llegas a un hospital intentando recordar si ese nombre había aparecido en otro libro, temiendo que el hombre que parece ser el jardinero apareciera en otra historia  y relajándote cuando todo parece controlado. Y entonces le prestan a la protagonista La última salida lo que le permite hablar de zarigüellas que aún recuerdas mientras sonríes al saber el nombre del autor del libro dentro de la novela que ahora estás leyendo. Parece un galimatías, lo sé. Pero cuando uno está dentro es fácil como también lo es acceder a un universo Donnie Darko en el que los animales no tienen nombre pero se dan la mano de trama en trama. Tal vez no sean Frank, pero desde luego son inolvidables.
     Axat enrevesa una trama en la que pasado y futuro se dan la mano en un presente confuso que, lejos de marear a lector, lo deja convencido de ser capaz de encontrar la solución maestra para los problemas de la protagonista. Porque, y sin poder desvelar mucho de la novela, ya no estamos hablando de un asesinato, hablamos de dos. Porque la doctora disparó en el camino a la presunta huida con la protagonista. Esta huida es la puerta hacia una trama endiablada en la que la lectura avanza con la intriga de si el autor será capaz de encontrar una solución a la altura de un embrollo en el que no puedes fiarte de nadie. Y, personalmente, tengo que decir que puedes fiarte.
Axat logra sorprender, confundir, marear y, sobre todo, entretener.
Pienso seguir sin perderme ninguna de sus novelas.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias