De Coetzee a estas alturas me gusta casi todo lo que he leído. También es cierto que cuando uno escribe Esperando a los bárbaros ya deja buena muestra de su nivel. Y hoy traigo a mi estantería virtual, El polaco.
El polaco cuenta la historia de un pianista polaco ya de cierta edad (ronda los 70) e intérprete de Chopín llamado Witolz W. que se enamora de una mujer catalana llamada Beatriz que, si bien es amante de la música, no puede decirse que Chopín figure entre sus favoritos. Podría añadir como curiosidad que la novela se ambienta en Barcelona.
Coetzee tiene un placer manifiesto en su obra a referenciar otras de algún modo en sus creaciones, así nos encontramos a Robinson Crusoe en Foe o a Buzatti en la ya citada Esperando a los bárbaros, por lo que no debería extrañarnos el enfoque romántico que realiza en esta obra. Y es que Beatriz, la parte moderna, la que deja que sea su yo racional el que mire el amor, sería la Beatrice de Dante mientras que el pianista viajero será más la relación entre George Sand y Chopin. Ciertamente Coetzee no nos lo pone muy difícil a la hora de encontrar sus referencias en su obra dejando de este modo un disfrute extra al alcance de todos los lectores. Resulta además curioso en esta novela el hecho de que su traducción al español haya visto la luz antes que el original al inglés, algo que, según el propio autor, es importante para él por su simbolismo (y lo dice aquí). De este modo la traducción es importante tanto dentro como fuera de la novela a la hora de llegar por primera vez al público y eso es, opino, metaliteratura al alcance de unos pocos.
Coetzee nos presenta en su novela al amante, el pianista, y al amado, Beatriz. Y nos muestra en su novela y sin necesidad de llamarse experimental las anotaciones que Beatriz hace sobre lo que está sucediendo de forma numerada, la practicidad, ¿recordáis? Además, por si alguien se preguntaba cómo era posible la relación planteada, ni el pianista habla castellano ni la mujer habla polaco así que ambos se comunican como pueden en un tercer idioma que actúa de intermediario: el inglés. Idioma que además crea otra desigualdad y es que si bien ella es capaz de dominarlo, el pianista se va a encontrar siempre cojo ante él. Esto hace que la barrera presentada a la hora de entender el enamoramiento sea además tangible en las traducciones a veces erráticas que de algún modo llevan a Beatriz a una posición que no se verá movida hasta su parte final dejando de este modo el autor claro que la comunicación es importante, pero la sensibilidad es vital. De hecho tengo que decir que el final me ha sorprendido mucho ya que, por el desarrollo y también por la brevedad de la obra, esperaba algo bastante más drástico y aséptico, algo más propio de... Coetzee en realidad, y es que en su concepción formal lo podemos encontrar en cada párrafo y cada explicación de la novela.
El polaco es una novela sobre la importancia de comunicarse, las distintas formas en las que las personas entienden la pasión y el deseo y, sobre todo, lo difícil que es que la otra persona nos conozca y nos vea realmente entendiendo cómo somos, sin intentar traducirnos a su propia versión. Invita de algún modo a derribar barreras y lo hace de una forma excepcional.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
PD: No puedo resistirme, ya que de idiomas y traducciones se trata, a comentar el título, El Polaco, que habréis pensado eso de, pues claro, polaco es el pianista y polaco el libro. Pero se da el caso de que en el idioma original el libro se titula The Pole y yo, que soy una loca de los idiomas, he encontrado también dentro de la novela una explicación para este título. En el segundo capítulo. Y no digo más.