sábado, 30 de septiembre de 2017

La página en blanco



     Temo a la página en blanco y no escribo.

     Temo a la página en blanco que va detrás de la última página del último libro de mi escritor favorito. Temo que no haya más escrito, y que eso que todos dicen de estar vacíos y agotados tras el esfuerzo de crear un mundo para mi... sea cierto esta vez. Y que no me quede nada. Temo que haya tirado la llave a esos mundos, que no le merezca la pena el viaje, el esfuerzo, abrir la puerta para que podamos pasar los lectores.

     Quizás por eso durante mucho tiempo me limitaba a leer a escritores ya fallecidos: era como un disgusto controlado, beber de una botella transparente en la que siempre podía mirar al trasluz cuánto líquido quedaba. Pero es inevitable abrir los ojos y coger otros libros, descubrir otros nombres, beber de botellas opacas. Y entonces empieza la espera entre libro y libro. Y no, no hablo de sagas, terminadas o no, no se trata de eso... se trata de esa línea invisible que hace que un escritor conecte con el lector y que la sientes como una corriente eléctrica solo con rozar el lomo de sus libros. Esos escritores de los que te enamoras sin remedio cuando descubres sus palabras, y cuya trayectoria sigues descubriendo que poco importa si cambia de tema, de país o de siglo, si habla de pasado, presente o incluso futuro, porque pareciera que cada palabra va dirigida a ti. Seguro que sabéis lo que digo. Hablo de esos cuya última obra compras con ansia y luego no sabes si comenzar su última lectura o tal vez dilatarlo, que miras la cubierta adelantándote al placer de comenzar la lectura. Aquellos cuyo libro temes terminar, porque después no queda nada por leer, nada por descubrir...

     Así que, aquellos que escribís, no dejéis de hacerlo. Porque cada lector vive de las palabras de su escritor favorito. Y todos tememos a la página en blanco.

     Gracias. Por ser. Por escribir.

viernes, 29 de septiembre de 2017

Berta Isla. Javier Marías



     "Durante un tiempo no estuvo segura de si su marido era su marido, de manera parecida a como no se sabe, en la duermevela, si se está pensando o soñando, si uno aún conduce su mente o la ha extraviado por agotamiento. A veces creía que sí, a veces creía que no, y a veces decidía no creer nada y seguir viviendo su vida con él, o con aquel hombre semejante a él, mayor que él. Pero también ella se había hecho mayor por su cuenta, en su ausencia, era muy joven cuando se casó."

     Tengo bastante claro que para mi uno de los grandes nombres de la literatura en nuestro país es el de Javier Marías, cuyos libros pueblan mis estantes y mi memoria lectora. Por eso recibí su nueva novela como un acontecimiento y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Berta Isla.

     Conocemos a Berta Isla, una mujer que conoce siendo aún adolescente a Tomás Nevinson. Ambos se enamoran y pronto son conscientes de que entre ellos existe el tipo de amor que conduce a las parejas al matrimonio, aunque a veces estén separados ya que ella estudia su carrera en Madrid y él en el lejano Oxford. Será en ese momento cuando Tomás comience sus pasos en el mundo del espionaje, provocando que su amor, y por extensión sus vidas, no sean habituales.

     No se puede hablar de Berta Isla sin hablar de toda la obra de Javier Marías ya que está profundamente entrelazada con alguno de sus libros más conocidos. Tiene el autor varios títulos agrupados bajo el nombre Ciclo de Oxford, por ejemplo, con el que Berta se relaciona de forma directa ya que, para empezar, en Oxford, un día cualquiera, se produce un momento determinante para la acción de esta historia. Muy importante además es esa expresión de un día cualquiera, ya que la novela trata de esa parte de la vida en la que suceden las cosas que no elegimos porque no podemos hacerlo, y es que, si nacer no es decisión nuestra, muchas de las decisiones de la vida tampoco lo son de tan empujados que nos vemos a ellas.
     Pero volviendo al universo de Marías, recuperaremos en esta novela a personajes de Tu rostro mañana, sir Peter Wheeler hispanista, y Bertram Tupra, reclutador, para más datos (me permito aquí un pequeño inciso para preguntarme si más lectores pensaron que podría aparecer un profesor ya que había otras visitas...). Aunque no es necesaria su lectura para acometer la historia de Berta, los fieles lectores de Javier Marías, construimos con gusto ese universo en el que personajes y formas son rescatados, a medida que vamos leyendo su obra, quizás por eso también tuve presente Los enamoramientos, durante su lectura. Es constante también la presencia del amor por la literatura del su autor y es que, aunque en esta ocasión no ha utilizado una cita de Shakespeare para darle título a su obra, veremos una vez más referencias literarias atribuídas o no a grandes nombres como T. S. Eliot o Dickens.
     Como no iban a ser todo similitudes, marca como gran diferencia, el uso de la tercera persona, que hacía mucho tiempo si es que recuerdo haberlo leído, que el autor no retomaba. En esta novela en cambio, alternará la tercera persona con la primera, de una forma a mi ver más que acertada teniendo en cuenta el tema central.

     Y ahora la historia de amor, ya que dicen además que todos los libros tratan en realidad de amor y esta es una novela de espías en la que no se narran aventuras. Berta y Tomás se enamoran de una forma sólida en una época convulsa de revueltas y avances. Pronto comprendemos que las separaciones forman parte al principio de una suerte de intermitencia no computada en su relación que, sin embargo, al comenzar la novela de espías y comenzar el secretismo, van haciendo mella en Berta quien parece empezar a desdibujarse a sí misma a la vez que se define para el lector. No en vano decía Marías que era una novela sobre la espera desde quien espera, y esa es Berta que, como Penélope, espera el regreso de un marido cuya imagen se aleja al igual que determinadas certezas. Y aquí entra el enorme acierto del autor al tratar su novela alternando la tercera persona y la primera, ya que si hubiera utilizado solo la primera, si Berta hubiera sido la única que nos contara su historia, hubiera sido un libro "cojo". Aunque no entraré en más detalles, ya que los libros hay que irlos descubriendo en sus páginas con, si acaso, alguna pequeña guía que no desvele datos, si acaso caminos.

     Quienes busquen una novela de aventuras, que no se acerquen, ya que fiel a su costumbre el autor arma su obra de frases largas que aprovecha para disertar con reflexiones tanto del narrador, tal vez del propio autor, como de los personajes. Y ese es, para mi, el signo más característico de toda su obra. La posibilidad de adentrarnos en las reflexiones de una generación que parece haber decidido acotar, ya que hace unos cuantos años que se plantó en el calendario a la hora de ambientarse, y que obligan al lector a mirar problemas ajenos que pueden ser propios; que le hacen detenerse, convirtiendo esas paradas en una virtud y no en un lastre para la lectura.

     Berta Isla me ha gustado, ha sido un libro que he disfrutado página a página y cuya lectura recomiendo como recomendaría, en realidad, la lectura de cualquier otro título del escritor Javier Marías.

     Hay escritores cuya obra nos fascina y leemos todos sus´titulos. Hoy no he tenido pudor en señalar uno de los míos, ¿de quién leéis todo lo publicado?

     Gracias.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Huracán. Sofía Segovia


     "Aniceto Mora era regalado. No era hijo, ni huérfano, ni adoptado. Soy regalado, decía siempre."

     El murmullo de las abejas es una novela peculiar, quizás por eso tuve la curiosidad por leer el siguiente título que ha llegado a nuestro país de su autora. Hoy traigo a mi estantería virtual, Huracán.

     Conocemos a Aniceto Mora, al que llaman y se hace llamar el Regalado. Y no le falta razón ya que su familia le regaló a los Nayuc, pensaba él que como hijo, pero en realidad fue como peón sin sueldo ni vida digna entre esa familia. Pero no es esta la historia entrañable de un huérfano que lucha en la vida. Porque Aniceto lucha, sí, pero no mejora. El resentimiento de sus primeros años, la pobreza, la peste de los cerdos y la crueldad, se instalan en su pecho y le acompañan hasta sus últimos momentos.
     Pasan los años y un huracán llega a su isla, Cozumel, tal vez alguien lo recuerde, el Roxanne en 1998. Ahora Cozumel es un lugar turístico en el que se alzan hoteles. En uno de ellos, blanco por fuera, trabaja de conserje Manuel, que será el encargado de avisar de la llegada del huracán y cuyos ojos observarán los estragos que deja. Un hotel lleno de turistas entre los que se encuentran las dos parejas a las que Sofía da protagonismo en la novela: Paul y Lorna, los gringos; y Roberto y Marcela, mexicanos de vacaciones.

     Huracán es en realidad el primer libro de Sofía Segovia. En el año 2000 nacía con el título Noche de huracán y en 2010 veía la luz en su país, aunque en una pequeña tirada. En España ha sido gracias a la puerta que le abrió El murmullo de las abejas, que podemos ahora disfrutar de Huracán, que parte de aquel manuscrito Noche de huracán y que vio la luz en su país el año pasado.

     Huracán es una historia de vida o mejor aún una historia de lo que es la vida. La vida no siempre la elegimos, e incluso cuando la hacemos, se empeña en desbaratarse con algo que escapa a nuestra capacidad de orden, desbaratándolo todo. Puede ser asoladora, como un huracán. Y da igual si eres un indeseable como Aniceto, o una pareja con capacidad económica dispuesta a disfrutar de tus vacaciones. Partiendo de esa idea, Sofía deja ver lo que sucede con las personas cuando acontece algo así: sus miedos, sus temores, sus lealtades también... todo sale a la luz removido por la fuerza del huracán en esta novela que divide bajo el título de quien la protagoniza, mientras nos preguntamos cómo conseguirá entrelazar todas las historias. Porque hay unas que tenemos claro, pero nos falta la nota discordante, Aniceto, cuya vida ocupa además la mayor parte del libro y que a mi me ha parecido con diferencia lo más interesante. De hecho una vez cerrado el libro, cuando nos paramos a pensar en por qué la autora ha decidido meter la vida de esas otras personas de una forma tan puntual, pero otorgándoles su propio capítulo, no tardamos en caer en la cuenta de una cosa: las desgracias hacen extraños compañeros que coinciden reunidos en un punto. Por eso no viene mal que desvíe por un momento la mirada de Aniceto para darnos esa otra parte de la vida, no solo la suya. Aunque también Aniceto sufrirá el huracán, cómo no. Y seguirá sin darnos pena porque, como empezaba diciendo, esta no es la historia de un niño regalado que lucha, pobrecito, para ser alguien en la vida. Todo lo contrario, es un indeseable, sin excusas.

      Me ha parecido una novela entretenida, marcada por la fluidez durante su lectura; incluso las partes más duras, se antojan fáciles relatadas por Sofía Segovia. Quizás por eso al terminarla también he tenido la sensación de que le podía haber imprimido más fuerza a esta historia.

     Reconozco que tuve miedo de encontrarme ante un libro sobre desastres naturales, ya que no suelo acercarme a ese tipo de novelas, pero tuve suerte, no es así. Y vosotros, ¿hay algún tipo de temática que evitéis?

     Gracias.

martes, 26 de septiembre de 2017

El corazón de las tinieblas. Joseph Conrad



     " La Nellie, una yola de recreo, borneó sobre su ancla sin un flameo de las velas y dejó de moverse. La pleamar se acercaba, el viento estaba casi en calma y, puesto que la nave se dirigía río abajo, nada podíamos hacer más que fondear y esperar el reflujo."

     Como buena bibliófila tengo mis manías. Una es coleccionar ediciones de determinados títulos, como el que hoy traigo a mi estantería virtual. Se trata de El corazón de las tinieblas.


     La novela la podríamos dividir en tres partes, en la primera Marlow cuenta su historia a un grupo de marineros  en el Támesis, es un pie a el viaje por el Congo, que es la parte central del libro. En esta parte es la que encuentra a Kurtz, un agente europeo que va ganando protagonismo a medida que llegamos a la parte final del libro. Marlow viaja para buscar a Kurtz y llevarlo de regreso, y nos muestra que el viaje por el corazón de las tinieblas no tiene que referirse al río o la selva, sino al interior del personaje que van a rescatar, que ha ido perdiendo la noción de la conciencia y poco a poco se ha ido dejando llevar por sus instintos más bajos. Ahí residen realmente las tinieblas de las que Conrad nos habla, en el alma de su protagonista y en la conciencia que nos obliga a sacar.

     El corazón de las tinieblas es una novela corta que comenzó siendo publicada por entregas a finales del siglo XIX. Conrad utilizó su experiencias durante los seis meses que pasó en un Congo asolado por el rey Leopoldo II de Bélgica para crear un referente de la literatura actual. Ya T. S. Elliot, en 1926 la utilizó para inspirar su conocido "Los hombres huecos" que sería, a su vez, recitado a finales de los 70 por Marlon Brando en Apocalipsis Now, película cuya base se sustenta también en esta novela.
     Estamos, pues, ante una novela de culto contenida en los mil y un cánones de la literatura que han ido saliendo desde su publicación y que ahora forma parte también dela colección Los ineludibles de Navona, con una nueva traducción, que personalmente me ha gustado, a cargo de Juan Gabriel Vásquez.

     No estamos esta vez frente a un simple libro de aventuras aunque comienza de forma casi idílica en un barco y con un viaje para entregar una carta.. pero, a medida que nos acercamos a Kurtz, vamos viendo el horror que encierra esta novela. Nos muestra la imagen descarnada de los estragos realizados por la colonización, y lo que le puede hacer el poder a un hombre, la corrupción a la que se ve expuesto. Kurtz, capaz de cautivar con su voz y su carisma, representa a la perfección la capacidad para deslumbrar y dominar. Incluso el narrador se siente atraído por la figura de Kurtz mostrando como el bien y el mal están dentro de cada uno de nosotros. Incluido el buen Marlow. Y todo esto, lo logra Conrad en algo menos de doscientas páginas que se agarran a una prosa precisa que no se pierde en largas descripciones y utilizando a un narrador que tiene algo de solemne en muchos momentos.

     Joseph Conrad me gusta y El corazón de las tinieblas es uno de esos libros cuya primera lectura envidio cuando lo veo en manos de otra persona. Es de esos libros que perduran, imprescindible.

     Yo ya he confesado una de mis manías biliófilas, y vosotros, ¿tenéis alguna?

     Gracias

lunes, 25 de septiembre de 2017

Toda una vida. Robert Seethaler


     "Una mañana de febrero de 1933, Andreas Egger encontró moribundo a Johannes Kalischka, el cabrero conocido por los habitantes del valle como Hannes el Corneta, lo levantó agarrándolo por el jergón de paja empapado, que desprendía un olor un tanto agrio, y lo arrastró durante tres kilómetros por un sendero cubierto con una gruesa capa de nieve."
 
     Vi este libro en twitter y creo que tardé apenas un minuto en decidir que me interesaba. Y mucho. Menos de una semana después, hoy traigo a mi estantería virtual, Toda una vida.

     Conocemos a Andreas Egger, abandonado en la puerta de su tío con unos pocos billetes metidos en un saco que llevaba al cuello, en un pueblo de las montañas. Son los años treinta y Egger comienza una vida como sobrino bastardo en una familia con hijos que lo trata como a un animal de carga. Seguiremos su vida y sus pasos hasta su muerte con más de setenta años, en ese mismo pueblo que lo viera llegar siendo un niño.

     En toda una vida siete décadas de historia son condensadas en su protagonista, Egger. Un hombre tranquilo, que ve como la vida pasa por delante de sus ojos mientras él camina cojeando en busca de un nuevo empleo; tal vez colocando cables del teleférico, tal vez enseñando el lugar a los turistas que poco a poco comienzan a llegar.. lo mismo da. Él busca un empleo, lo consigue y lo lleva a cabo. el mundo, mientras tanto, cambia a su alrededor. Y Egger mira. Porque esta es su novela. La de un hombre sencillo que descubre las durezas de su existencia desde sus primeros años cuando su tío, al pegarle, termina por provocarle la lesión que le dejará la cojera como recuerdo. La de un hombre que mira las montañas, capaz casi de ver su silencio y su grandeza y que mide los días en el tiempo que tarda el sol en esconderse tras ellas. Un hombre lento, casi calmo, del que Seethaler no hace una víctima en ningún caso, que no se sorprende por la vida, casi ni por la guerra. Porque la guerra llegó también a sus montañas, y Egger pasa ocho años en campamentos rusos. Y no hay drama. Solo el relato de una vida. Una vida que, cuando terminamos el libro, ha pasado por muchos momentos, aunque durante el camino apenas hayamos sido conscientes, porque, a fin de cuentas, y esta es una de las reflexiones a las que nos conduce esta lectura: la vida es eso que nos va sucediendo a medida que cumplimos años. Y no, no es una reflexión tan sencilla como puede parecer en un primer momento.

     Quizás lo que más sorprende de la novela de Seethaler es la sencillez con la que relata una época llena de avances y cambios que vivieron varias generaciones. No necesita ochocientas páginas, porque Egger nunca hubiera sido capaz de llenar tantas páginas con lo que sentía. Y eso lo convierte en un personaje entrañable para un lector que no duda en acompañarle. Toda una vida es una novela de un personaje que termina siendo para nosotros una persona. Quizás no hemos conocido a alguien como Egger, pero todos nos hemos tropezado con algún tipo de Egger en la vida. Y ese es el hilo que nos une a este estupendo libro que lejos de perderse en descripciones, te consigue llenar de sensaciones. La primera de ellas, la paz.

     Me ha gustado. Merece la pena su lectura.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Javier Marías: En la literatura todos hemos sido intrusos



     Este mes veía la luz Berta Isla, la novela número 15 de Javier Marías, y la primera que lleva nombre de mujer. Tras tres años esperando, no es de extrañar que muchos de sus lectores estuviéramos pendientes de la llegada de Berta a las librerías para poder volver a disfrutar de la prosa de su autor, que dirigía una mirada casi divertida a los medios antes de sentarse a responder las preguntas sobre su último libro.

     La primera pregunta recibida por el escritor fue sobre la muerte del poeta John Ashbery, ya que Javier Marías es uno de sus traductores, y se mostró entristecido con la noticia, revelando además que tenía pendiente responder a un mail recibido unos días antes. Y ahí empieza a descubrirse un poco el carácter de Javier Marías cuando nos explica que "en realidad yo no contesto mails, fíjese si soy antiguo, los mails que recibo se imprimen y luego los respondo en un papel que una persona se encarga de escanear y enviar" y es que no es la primera vez que Javier Marías habla de su nula presencia en las redes sociales y su escaso interés en determinadas formas de tecnología. Aunque eso no evita que sea más que consciente de los revueltos que a veces se forman por sus declaraciones en las redes sociales. A mi esto me lo cuentan -afirma. Y se muestra sorprendido y casi apenado por este tipo de fenómenos. Yo cuando escribo un artículo, me molesto en prepararlo, en argumentarlo, y luego descubres que la gente no se para a leer, a analizar, que es lo que hace que ese esfuerzo al escribirlo merezca la pena. Se quedan con una frase, a veces ni el titular, o con lo otro dijo que dije, y con eso les basta.


     De Berta Isla nos explica que es una novela de espías, pero no al uso, ya que es una novela sobre quien espera. Un tema recurrente que siempre ha interesado al escritor. No es un tema nuevo en la literatura o el mundo, ya Penélope estuvo esperando a Ulises, aquél primer desaparecido, y en mi obra también lo he tratado.Hay un cuento que escribí hace mucho, La canción de Lord Rendall, en el que se trata este tema, pero supongo que siempre quise tratarlo en profundidad. La lectura hace unos años del que para mí es un gran libro, La mujer de Martín Guerré de Janet Lewis (y que el autor ha publicado en su propia editorial, Reino de Redondela), hizo que resucitaran esas ganas de tratar el asunto en profundidad y, en el propio libro, hay una clara alusión a Wakefield, una novela corta de Nathaniel Hawthorne que trata de la historia de un hombre que decide desaparecer de su casa durante muchos años, quedándose a vivir cerca de su familia y conviertiéndose en un espía por propia voluntad hasta que, pasados esos años decide regresar. Me atraía adentrarme en las historias de estas personas que se van, a veces a una guerra, otras incluso por voluntad propia. Es un hombre porque tradicionalmente lo fueron, ya que se iban a guerras o expediciones.
     La espera -continúa- tiene algo de adictivo. Quien vive mucho tiempo en ella se acostumbra, aunque no lo haya buscado. No es raro que quien esta esperando algo, una vez ya ha finalizado esa incertidumbre, esa ilusión, añore los momentos en los que aún todo era posible. Una vez decidido, ya no hay opciones, ya no hay vuelta atrás. Pasa un poco también cuando escribes un libro: mientras lo estás escribiendo, aunque a veces te pegues con él, todo sigue siendo posible, pero una vez lo terminas, ya no hay más. La historia es la que es, como si siempre hubiera sido irremediable que fuera así, y ya no hay posibilidad de cambiarla.




     Llegados a este punto resulta inevitable preguntarle por su novela, por su proceso de escritura y sus sentimientos al terminarla. Yo soy un escritor minucioso. Cuando termino una novela, siempre estoy convencido de que será la última. Me parece un milagro haberla terminado." Y es que, confesó que fueron muchos días de trabajo, más de setecientos, y más de trescientos treinta de escritura efectiva. Escribir una novela me resulta tremendamente difícil, por eso cada vez que acabo una pienso que no voy a escribir más. ¿Cómo voy a hacer esto otra vez? Es muchísimo trabajo. Trabajo cada página como si fuera la única y la reviso una vez, dos, cuatro, cinco, hasta que quedo satisfecho con ella y paso a la siguiente. Esto supone que muchos días escribo poco más de una página en realidad. Luego las veo todas juntas y me parece imposible que eso que yo escribí de ese modo, de lugar a algo fluido, pero ahí está." Una novela Berta Isla, en la que veremos que alterna primera y alguna parte con tercera persona y en la que nos sorprenderá encontrar a algún viejo conocido de Tu rostro mañana. No dio nombres porque es bastante celoso de sus novelas, de que sea el lector quien las descubra. Afirmó incluso que no le hizo gracia ver las primeras opiniones antes de que su libro saliera a la venta, aunque fueran elogiosas, no se trataba de eso. Imagino al lector que ve la opinión y decide ir a la librería para leer esa historia que aún no está. Y también habló sobre su disconformidad con aquellos que cuentan demasiado sobre los libros que han leído privando al lector de la oportunidad de descubrirlo solo. En cambio en las series si parece importar mucho este tema del spoiler. Sobre sí mismo no tuvo pudor alguno en afirmar Siempre pienso que el libro anterior es mejor, y me pasa con todas mis novelas. Berta es una mujer digna y segura que sabe el papel que le ha tocado, aunque poco a poco se irá haciendo preguntas. En la novela, la identidad y el lugar que ocupamos una vez nacimos, el que nos toca, también son importantes, también Javier Marías les dedica reflexiones, como ya nos tiene acostumbrados en sus libros. Esto es porque hay una serie de temas, de problemas que le interesan, sobre los que le interesa que los personajes reflexionen, Quizás por eso me he quedado anclado en un hilo temporal que se interrumpe hace unos años. Porque ahora tengo la sensación de un mundo más insustancial, en el que la gente ya no se hace una serie de preguntas que a mi me parecen importantes. No me interesa si alguien se hace un selfie, pero sí una serie de preguntas de conflictos, que resultarían inverosímiles si ambientase mi historia en 2017. Ha habido una desustancialización en la sociedad, de todos no solo de los jóvenes -apostilla- que tiene que ver un poco con las prisas y la impaciencia. Y yo no estoy dispuesto a escribir novelas con personajes que considere superficiales. Una novela de espías que no es una novela de aventuras, y reflexiona Javier Marías sobre el glamour que parece adjudicado a esos espías, le llama la atención que nadie parezca pensar que un espía es una persona que está ahí para traicionarte. Desde el primer momento, cuando se te acerca para ganar tu confianza, el motivo, la traición, ya está ahí. No tuvo reparos en señalar el dilema moral sobre los servicios secretos. Por un lado, señaló, queremos saberlo todo, saber demasiado. Cómo vamos a saber sobre nuestros servicios secretos, si el propio nombre lo dice, son secretos. Y por otro hay unas zonas oscuras sobre las que nadie parece querer preguntar ni saber
   

     Temas, todos ellos, tratados en su libro, que se sitúa ya en las mesas de las librerías junto a tantos otros, tema del que también habló Marías. Ahora hay un aluvión de presentadores de televisión que sacan novelas. No tengo nada en contra, ni mucho menos, pero parece que como todo el mundo sabe leer y escribir, cree que puede escribir una novela, aunque no todo el mundo piensa que puede rodar una película o componer una sinfonía. No hablo de intrusos, porque nadie es intruso en la literatura o todos hemos sido intrusos una vez, cuando empezamos. Pero me sorprende la gente que es capaz de sacar novelas con tanto desparpajo, porque a mi las mías me resultan difíciles y me llevan muchísimo trabajo. Una novela, Berta Isla, sobre la que también os hablaré y cuya lectura recomiendo. Termino la crónica del encuentro con un momento curioso. Le preguntaron a Javier, si esperaba parecerse, acercarse en realidad a aquellos escritores que él tenía como referentes, como influencias, a sus admirados. Y quizás fuera ahí donde se viera su mayor sonrisa mientras respondía que ojalá, pero que no se lo imaginaba puesto que eran sus autores más admirados y el siempre se vería a años luz. Me llamó la atención que evitara decir el nombre de ninguno de ellos, entre los que no solo encontramos narradores, sino también poetas como T. S. Eliot.

     Para mi siempre ha sido un placer leer a Javier Marías, no digamos ya la oportunidad de poder escucharle. Muchas gracias a la editorial Alfaguara por invitarme y, como siempre, a todos los que os pasáis por aquí.

jueves, 21 de septiembre de 2017

En estado salvaje. Charlotte Wood



     "Así que había dacelos allí. Fue lo primero que pensó Yala esa mañana oscura. Eso y ¿Dónde están mis cigarrillos?. Dos aves que prorrumpieron en ese variado y seco cacareo, un canto de pájaro antes de que saliera el sol, ruidoso y desquiciado."

     Así comienza la impactante quinta novela de Charlotte Wood. y es que, hoy traigo a mi estantería virtual, En estado salvaje.

    Comienza la novela y conocemos a Vera y Yala, dos mujeres que junto a otras ocho despiertan en un salvaje cautiverio. Todas han sido raptadas y desprovistas de su identidad, confinadas en un lugar inhóspito bajo las órdenes de dos hombres jóvenes que no dudan en hacerlas trabajar, insultarlas y pegarlas. Sobre todo uno de ellos. Ninguna parece saber cómo ha llegado allí, por qué, ni cómo van a lograr salir. Cuando la comida deja de llegar, tampoco saben si van a sobrevivir.

     Dirán de la nueva novela de Charlotte Wood que es una distopía, pero yo la calificaría más como una terrorífica fábula. La compararán, es casi imposible no hacerlo, con El cuento de la criada, pero no. Este es casi más terrorífico. No hace falta justificar, si es que lo tenía, el proceso de degradación del sexo femenino. En esta novela, todo es brutal desde las primeras páginas. Las mujeres son encerradas y desprovistas de identidad, de cabello, de femineidad. Todas ellas sin excepción. Y entregadas a dos hombres y una mujer en una suerte de confinamiento patrocinado por una empresa llamada Hardings International, cuyo slogan habla de dignidad. Algo que parece incomprensible en el ambiente que se mueven estas mujeres. Y entonces, tras afeitarles la cabeza, el miedo, el desconocimiento, las drogas y descubrir que hay una mujer entre los captores, llega el primer mazazo, la primera pregunta: ¿qué crimen han cometido estas mujeres? Y su respuesta: Ninguno, pero todas ellas fueron relacionadas con algún escándalo sexual... Y el lector se remueve incómodo pensando si ese será su delito, la amenaza que han podido suponer para algún hombre poderoso al que se acercaron demasiado...literalmente. Ese parece ser su nexo de unión, y también su culpa, porque todas ellas fueron culpadas y, por lo que parece, ahora también sentenciadas.

     A travñes de las  personalidades de Yala, Tolanda, y Vera, Wood escribe esta terrorífica fábula. Una, Yala, es la cazadora, la futura líder. Otra, Vera, es la que vive con un deseo de venganza en su interior, aunque este es pausado. Ambas se entienden, se complementan, representan la supervivencia de todas ellas. Porque de eso trata esta novela, de sobrevivir. Las mujeres no se rebelan contra sus guardias, aunque en el fondo saben que podrían con ellos, son diez contra tres, y tampoco son personas profesionales en ese trabajo que parece haberles caído impuesto. Pero no lo hacen, parecen ir retornando a un estado anterior en el que son despojadas de todo aquello que les convertía en lo que eran ahí fuera. Se les despoja de su derecho a decidir, de su femineidad, de su identidad como mujeres... incluso hay un momento en que relatan la importancia de un producto sanitario femenino y la vergüenza sufrida por carecer de dichos productos. La novela avanza, y en la historia empieza a tener mucha más importancia lo que sucede, que el principio. Ya no nos preguntamos cómo son llevadas allí, nos preguntamos cómo van a seguir sobreponiéndose a esa vida.
     Charlotte Wood acierta al ambientar su novela en un lugar indeterminado, un infierno en miniatura, y también al no desarrollar demasiado a sus mujeres. En realidad eso forma parte de lo terrible de la historia. Unas pueden ser otras, vivimos una sociedad en la que lo hemos leído muchas veces, sobre "este tipo de mujeres" sin darnos cuenta quizás de lo que significa una expresión así, a lo que las deja reducidas. A lo que las confina como personas. Tal vez ha necesitado la autora este lugar imposible para despertar las preguntas más incómodas en el lector, para desperezar viejas dudas sobre el sexismo que existe incluso en este caso entre las propias mujeres que se juzgan duramente, al menos al principio. Hay más culpas que delitos, hay más realidad de la que parece en esta fábula. Y hay, como broche, un final abrumador. Y no he hablado de los personajes masculinos... solo ellos darían para mucho. Una vez más roles, y terribles satisfacciones para el lector.

     En estado salvaje es una novela que golpea al lector sin piedad alguna. Que trata de la sociedad, del pecado, de la culpa y del género. Un libro que va mucho más allá de las páginas que lo forman, que permanece en la mente del lector, que perdura. Así son los buenos libros. Así es este. Leed.

     Gracias.

martes, 19 de septiembre de 2017

Lo que habita dentro. Malenka Ramos


     "-Tenía miedo -afirmó Lisa-, Pero no era un miedo racional, si es que unos niños de once y doce años podían controlar ese tipo de sensaciones. Era un terror que iba mucho más allá y cuando entramos en la casa se acentuó."

     He picado, lo reconozco, cuando veo mucho un libro acabo por tener curiosidad. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Lo que habita dentro.

     En el año 1987 un grupo de niños en un pueblo de Galicia entra a una casa vieja y deja salir lo que la casa oculta. Mueren dos niños y los supervivientes, ahora adultos, siguen sin conseguir deshacerse de las pesadillas. Han pasado muchos años y cada uno tiene su vida, lejos todas ellas del lugar que les vio nacer. Sin embargo, aquello que soltaron parece estar llamándoles así que tal vez sea el momento de volver y terminar lo empezado.

     Estamos en tiempos de "It" y quizás por eso me ha resultado aún más chocante esta novela cuyas similitudes con la famosa historia del payaso son abrumadoras. no sólo por "lo que destapan" sino en la estructura, primero niños y luego adultos, elegida para contar esta historia de terror. Sin embargo no será It la única que se le pase por la cabeza al lector, ya que hay encerrados unos cuantos guiños más a otras películas y series del género conocidas por cualquier aficionado, que nos iremos tropezando a medida que avancemos la historia. Supongo que la intención es hacer una suerte de homenaje, pero la sensación que se percibe es la de falta de originalidad, como si uno estuviera condenado a leer una novela en la que ya sabe de antemano que no va a encontrar nada nuevo. Me ha resultado curiosa, además, la forma de ambientar la novela que tiene la autora, ya que, si bien nos nombra en bastantes ocasiones el lugar en el que suceden los hechos, poco hay de gallego en la novela. Ni siquiera los nombres, más propios de una colonia de verano que de un pueblo español. Además considero que se le va un poco de las manos la parte ambiental a la hora de situarnos históricamente, no por mucho, pero es lo suficientemente cercano como para que el lector se de cuenta de esos pequeños detalles.

      En cuento a la estructura de la historia, los saltos en el tiempo no ocasionan un problema, están bien especificados y colocados, y la autora procura ir dando las pinceladas justas de lo que sucede como para mantener la tensión, aunque, eso sí, abusa un poco del dramatismo sin tener en cuenta que el lector puede terminar insensibilizándose por sobreexxposición. Con todo la trama es correcta y llega a un final con una cierta moralina que me resultó decepcionante, quizás porque esperaba algo más contundente que diera a una novela sosa de por sí, el toque de gracia que llevaba pidiendo a gritos desde el primer tercio de su lectura.

     Lo que habita dentro es una novela entretenida para lectores no demasiado exigentes que, tal vez, sea disfrutada como le sucede a otras del género, por lectores adolescentes mucho más que por el público adulto.

     Y vosotros que ayer no os pregunté, ¿qué libro tenéis entre manos esta semana?

     Gracias.
   

lunes, 18 de septiembre de 2017

Diario de un incesto. Anónimo


     "Uno de los terapeutas a quienes mentí era una mujer muy guapa cuyo padre había estudiado con Freud. Me caía bien hasta que tocamos el tema del incesto."

     Esta va a ser una opinión complicada de un libro complicado. Me ha parecido necesario porque aporta un testimonio, supuestamente real, valiente. Hoy traigo a mi estantería virtual, Diario de un incesto.

     Este libro es el testimonio en primera persona de una mujer ya adulta que sufrío abusos sexuales por parte de su padre desde los 3 años hasta los 21.

     Incesto: Relación carnal entre parientes dentro de los grados en que está prohibido el matrimonio. (RAE)

     Diario de un incesto no es un libro amable. Tampoco es el libro de una víctima que busque la empatía o la comprensión del lector. Ni siquiera busca caer bien al lector. Ni lo hará. No es ese tipo de libro.
     Se trata en realidad del terrible testimonio de una mujer rota que no esconde ninguna de las cicatrices que le ha dejado en el cuerpo y el alma su pasado. Cicatrices que le fueron dejadas por el único hombre que debió protegerla: su padre. Así nos lo cuenta, y lo hace llamando a las cosas por su nombre. Relata como su familia lo conocía y no hacía nada, como incluso preferían engañarse. Tal vez por eso en este libro se desquita y una polla es una polla, y la sangre es sangre y los olores hieden y el castigo es terror. Como un desquite a todo lo que no le dejaron decir, lo que no pudo contar, lo que consiguieron que sintiera como una mancha en ella y escondiera del mundo

     Era demasiado tímida para sacar la lengua delante de nadie. ¿La gente se daría cuenta de que había....?

     Estoy segura de la polémica que va a despertar este libro, de la que ya ha provocado. Muchos estaréis pensando que ya Instrumental hablaba de abusos, que Emilia Pardo Bazán... pero permitidme que os corte antes de que sigáis razonando. Lo polémico del libro son sus palabras. Entra sin tapujo alguno en el terreno prohibido que está más allá del incesto, en las sombras que proyectan sus letras, en la niña que se acostumbra, que llega a sentirse abandonada cuando el padre no aparece, en si disfruta...  y se avegüenza.

     Mi padre es mi secreto.

     Ese es el golpe constante de una persona destrozada, de una mujer rota y marcada de por vida. Ese es el testimonio real que nos entrega confesando sus mayores miedos, sus mayores terrores. Aquellos que van más allá de lo físico y que se quedan en los sentimientos más oscuros que nunca dijimos en voz alta.

     Diario de un incesto es un cuento de terror antes de ser retocado en el que un niño sufre las peores pesadillas por parte de un monstruo que no se esconde en el armario. Nunca llegó Walt Disney ni apareció un príncipe azul a caballo, simplemente creció. Tal vez por eso Malpaso lo ha editado en color negro.

     A lo mejor todo lo que escribo tiene que ver con el hecho de que mi padre me violara antes de que supiera leer y escribir.

     Este es un libro muy difícil de recomendar, por muchos motivos. Principalmente porque no ofrece el consuelo de la ficción, no hay perdices que nos tranquilicen cuando cerramos el libro dejándonos ese sabor de boca a que todo está en su lugar. Es una historia dura sobre personas deshechas que acaban sufriendo consecuencias psicológicas que provocan rechazo en el lector. Pero aún así seguimos leyendo. En realidad es un libro terrible. Es magnífico. Es atroz.

     Gracias.

     En España el incesto no es constitutivo de delito salvo que se produzca en situación considerada como tal, es decir, ajena al consentimiento de una de las partes o como producto del abuso de un menor. Tras haber leído este libro, creo que esta frase me ha puesto la piel de gallina.

sábado, 16 de septiembre de 2017

Paul Auster: "Un libro es más que las frases que lo componen"



     Tras siete años de silencio literario y coincidiendo con su setenta cumpleaños, este año llegaba a las liberías "4321 la nueva novela del escritor Paul Auster. En ella desdobla a un personaje, Archie Ferguson, hasta darnos cuatro versiones de su vida en las que lo inalterable será su nacimiento y su condición de hijo único del matrimonio formado por Rose y Stanley Ferguson. Es decir, el punto de partida. Con motivo de la aparición en las librerías de este título, de la mano de Seix Barral, fuimos invitados a la rueda de prensa ofrecida por el escritor en el Espacio Fundación Telefónica. Un lujo que, tras haber leído la novela en su versión original y también en la traducida al castellano, no iba a desaprovechar.

     Entra Auster y el silencio solo se ve roto por el ruido de las cámaras fotográficas y será él quien rompa el hielo con una pequeña broma. A primera vista impresiona por lo que hemos leído salido de este hombre, aunque no tarda en asomar la sonrisa a un rostro en que se comienza a adivinar el cansacio por los días ajetreados y también una chispa de humor en el fondo de su mirada.

    Elena, editora de Seix Barral, realizó una pequeña introducción, recordando que de 4321 se había dicho en el NY Times "Es un libro que contiene multitudes" cuando se publicara coincidiendo con el 70 cumpleaños de Paul Auster.

     Una vez acomodados Auster comienza dedicando un pequeño homenaje a John Ashbery, de cuya muerte se había enterado esa misma mañana a través de la prensa y del que dijo que "entregó algo nuevo a la literatura  norteamericana. Amigo suyo desde hacía mas de cuarenta años", por lo que la noticia era particularmente triste para él. Dejó, pues, la recomendación directa y abierta a todos los presentes y, por extensión, a todos sus lectores, de que nos acercásemos a sus letras. Reconocía él mismo la grandeza de su novela al explicar que "no puedo imaginar cómo sería 4321 en la gran pantalla, porque es demasiado grande. Necesitaría ser una serie de muchas temporadas, abarca demasiadas épocas, demasiadas cosas. Un libro es más que las frases que lo componen, más que la músicalidad de sus palabras".

      Habla Auster de la importancia de las letras en su novela, una novela que "trata de cuatro chicos idénticos que viven circunstancias diferentes cada uno." Pero reconoce que todos ellos mantienen una relación con las letras, la literatura está ahí a lo largo de la novela, y se detiene para explicar un momento en el que uno de los Archies ve como se produce un acercamiento a su padre mediante un poema de Elliott.
     Auster explicó el desarrollo de una historia aparentemente tan compleja de escribir: "Era consciente de estar escribiendo una historia sobre cómo se desarrolla la personalidad del ser humano. En los primeros veinte o veinticinco años nos sucede algo nuevo cada día que nos convertirá poco a poco en la persona que llegamos a ser de adultos. Y a la vez en las posibilidades que se abren ante cada decisión." Y concretando en 4321, "En realidad, la mayor parte de mis libros tardo mucho tiempo en desarrollarlos. Fue un proceso lento encontrar la forma adecuada para avanzar en esta novela. Una fórmula para una persona es fácil, pero en esta ocasión había cuatro variantes y yo sentía que necesitaba hacerlo así, así que tuve que profundizar mucho en lo que quería realmente contar para así poder llegar a la forma de hacerlo. Estaba muy excitado con la idea, el reto." Una idea complicada por la que había que preguntarle. "Yo no busco las ideas, llegó un día de golpe mientras desayunaba, delante de una taza de té y pensé.. puedo hacer esto.. o no... y empecé a pensar." En cuanto a que fueran precisamente cuatro los Archies, parece que lo tuvo más fácil "Cuatro era el número perfecto. Hay como una simetría en ese número: las cuatro estaciones, los cuatro elementos, los cuatro vientos... Si hubieran sido más temo que la extensión hubiese sido excesiva".

     Auster se muestra tajante a la hora de hablar de sus libros: "Yo no pongo etiquetas a mis libros. En ellos cuento historias, soy un escritor y mi trabajo es contar historias. No entiendo las interpretaciones místicas o filosóficas que otros hacen de ellas. Me limito a contar el mundo y lo que le sucede a la gente en él y también pasan cosas extrañas. En este caso se trata de las decisiones que tomamos en la vida, o las que no. Y también existe el azar. Uno puede hacer planes con la intención de llevarlos a cabo pero, de repente, algo sucede y uno no puede realizarlos. Puedes planear por ejemplo ir a dar un paseo por la ciudad, por una zona determinada, pero hay un árbol caído que te lo impide y cambia de repente la ruta. Y eso es precisamente lo que te hace conocer a una persona que llegará a ser tu mejor amigo. No hay un único plan, todo son cosas que pueden suceder así que nadie sabe lo que sucederá mañana. Así que esa es la dificultad realmente, representar un mundo en el que nadie sabe lo que va a suceder. Pero es que esa es la mecánica de la vida en realidad." Y deja el tema zanjado con un "No es un libro sobre universos paralelos. Simplemente esta era la forma perfecta para relatar loq ue yo quería. Un libro es solo un libro y Ferguson es un experimento sobre lo que le hubiera pasado en caso de tomar decisiones distintas en situaciones diferentes. No estaba buscando innovar." Una novela en la que ha invertido tres años y medio aproximadamente, "al principio escribía los domingos, pero luego me di cuenta de que escribía la novela con más edad de la que tenía mi padre cuando falleció, así que no podía perder el tiempo. No podía darme el lujo de no terminarla así que tuve que encontrar la forma de concentrarme para hacerlo. La empecé con 66 años y su proceso ha sido una liberación para mi."

     4321 sale a la venta coincidiendo, como decía, con el 70 cumpleaños del autor, Archie nace igualmente en un día 3 y del mismo año que Auster y además en el mismo lugar, así que la pregunta sobre cuánto hay de Auster en Archie, y sobre esas decisiones y esos momentos que han marcado vidas, era inevitable. "Yo no soy Archie, Ferguson tiene cosas mías, claro, pero no soy yo. Tenemos en común la cronología y que vive en la misma ciudad en que lo hice yo" afirmaba de una forma casi tajante, para luego explicar los momentos que cambiaron su vida y desarrollar esa afirmación "Cuando contaba con catorce años vi morir a un niño electrocutado por un rayo. Estuve con él durante una hora bajo una tormenta sin saber que ya estaba muerto. Durante cincuenta años me ha perseguido ese momento, y será posiblemente la experiencia más importante que he vivido. Y quien lo sepa se encontrará una escena similar en 4321, uno de los Archies," ligado a las letras en este caso tal vez como futura promesa, "cae muerto por un rayo. Pero ese es el destino de uno de los cuatro Archie Ferguson de la novela" nos tranquiliza para que no creamos que nos ha desvelado el gran final. "La otra experiencia fue conocer a mi mujer Siri" añade sin asomo de duda mientras explica que la conoció fruto del azar, ya que fue en una lectura de poemas a la que, en un primer momento, no tenía pensado acudir. "Desde aquella noche, llevamos 36 años juntos. Si no hubiera ido y no me hubiera quedado hablando con ella, mi vida habría sido muy diferente a lo que es." Lo que no dejó al azar fue el título de su novela, ya que en un primer momento iba a ser Ferguson, pero durante el proceso de escritura hubo unas manifestaciones en contra de la violencia policial por la muerte de un ciudadano afroamericano precisamente en la ciudad de Ferguson, y Auster decidió cambiar el nombre a su obra.

     Es toda una oportunidad poder escuchar a Paul Auster hablar de sus hábitos y su proceso a la hora de escribir y no tiene problema en afirmar que la escritura es un oficio solitario al que hay que entregarse, y que, una vez finalizada la obra, se siente cansado y vacío con la sensación de estar ante la última, aunque nos tranquiliza con un "Pero eso no puedo asegurarlo nunca". Y, en odo caso, hay una cosa que tiene bastante clara "No me dedicaría a viajar. España es el sexto país europeo que visito desde agosto. Cuando termine creo que me meteré en casa, cerraré la puerta y, excepto un viaje que ya tengo previsto hacer a México, no saldré de casa para nada. Lo necesito."

     Le cambia el semblante cuando se pone a hablar de la situación actual de Estados Unidos y su presidente, al que "jamás recomendaría un libro" porque no cree que lea. Auster en cambio si ha leído "todo lo que se ha escrito de las elecciones, y sigo sin entender por qué le votaron sesenta millones de personas." Y hace un llamamiento a los periodistas "que estén atentos a lo que pasa e informen. La poesía, la ficción, vendrá después, mucho después." Y si en su libro hay inmigración, también la hay en Estados Unidos, un país del que destaca "todo el mundo es inmigrante en Estados Unidos, excepto los indios que fueron asesinados por los colonos. América es una idea, una invención. Un lugar que permitió la llegada de cualquiera; blanco, negro o amarillo pero a la vez se ha construído sobre un pasado marcado por la Guerra Civil, por la esclavitud...". Y añade que, estando informado y también gracias a sus viajes, "he descubierto que los problemas son iguales en todas partes. En todos los continentes los hay y serán similares. No es lo mismo, claro, pero también por ejemplo en España tienen en este momento un tema encima de la mesa con el referendum."
     Como diferencia, en cambio, una anécdota. si bien no dudó en señalar el cambio que había supuesto el tener a un hombre de color en la Casa Blanca y pasar a Trump después de eso, confesó venir impresionado por el presidente de Finlandia con el que tuvo oportunidad de comer.

     Un placer, como decía, para esta lectora, poder disfrutar de la oportunidad de escuchar y plantear mis preguntas a un escritor de la talla de Paul Auster, a quien llevo años leyendo.


     Gracias a la editorial Seix Barral por proporcionarme la posibilidad de este encuentro y, como siempre, gracias a todos los que os pasáis por aquí.

jueves, 14 de septiembre de 2017

El niño que robó el caballo de Atila. Iván Repila


     "—Parece imposible salir, dice. Y también: Pero saldremos. El bosque limita al norte con una cordillera y está rodeado de lagos tan grandes que parecen océanos. En el centro del bosque hay un pozo. El pozo tiene unos siete metros de profundidad y sus paredes irregulares son un muro de tierra húmeda y raíces que se angosta en la boca y se ensancha en la base, como una pirámide desocupada y roma. Su lecho gorgotea el agua oscura que se filtra desde venas remotas hasta las galerías que afluyen al río, dejando un poso terrizo que nunca se detiene y un fango moteado por burbujas cuyo chasquido devuelve al aire el perfume de los eucaliptos."

     Leí esta novela hace ya unos cuantos años. Tiempo después la editorial que la publicaba desapareció y, cuando me enteré de su reedición revisada, me anoté la fecha. Hoy traigo a mi estantería virtual, El niño que robó el caballo de Atila.

     Grande y Pequeño es una forma habitual para situar el puesto de los hermanos en la jerarquía del hogar y así llama el autor a los protagonistas de la novela. Están en el fondo de un pozo y así les conocemos. Un lugar terrible del que parece imposible salir, pero en el que tampoco quieren morir, así que se alimentan como pueden.

     Iván Repila tiene tres títulos que yo conozca en su cartera de escritor. Los tres distintos, al menos en líneas generales. Aunque luego en una búsqueda de esas que vienen siendo habituales entre los lectores encontremos que este y Prólogo para una guerra tienen protagonistas masculinos, dos, o que su estilo siempre vendrá marcado por lo visual, lo directo... pero en sus argumentos, trama..nada que ver.

     Esta es una historia de supervivencia, de superación de instintos y de pérdida. El autor no da tregua a un lector que comienza conociendo la situación en las primeras líneas: hay dos niños en el fondo de un pozo. Nos convierte en espectadores de ese cautiverio, impotentes, consiguiendo que perdamos la esperanza antes que los niños. Aunque ellos irán perdiendo por el camino otras cosas, como su inocencia, su infancia. Más Grande que Pequeño, casi podemos ver como se apaga aquello que fue: un niño.Y también vemos como su infantil naturaleza parece negarse a desaparecer del todo, y como afloran los instintos más básicos de los seres humanos; las necesidades, la supervivencia, los anclajes al mundo para evitar...
     Iván Repila no necesita muchas páginas y tampoco adornos para contar su fábula. Y nos da una bolsa, la bosa de comida de dos niños que comen gusanos y raíces, pero que es la bolsa de mamá. Y de este modo esta novelita se convierte en un cuento para adultos en el que cada cual es libre de hacer su propia lectura y también su propia interpretación. Una vez hecha la interpretación, a la que iremos llegando sin problemas hacia la mitad de la novela, nos encaminaremos hacia un final en el que el autor opta por dar una última sacudida y que ha provocado tantas filias como fobias. Yo lo tengo claro, es una novela de naturalezas y miserias que, pese a lo claustrofóbico del escenario, podríamos representar en una visión mucho más ámplia. Lo que no os diré es qué fue mi clave durante la lectura, creo que es uno de esos libros en los que cada cual tiene la suya. E Iván no hace trampas, todas están siempre a la vista.

     El niño que robó el caballo de Atila me gustó en una primera lectura y ha ganado en esta segunda. Animáos. Olvidad las comparaciones que siempre se hacen en este tipo de novelas, con los mismos nombres, los mismos títulos, casi hasta el mismo orden. En este caso, dejad todo eso de lado porque estamos ante una novela que lo vale por sí misma.

     Comentaba que hace años leí este libro en una edición diferente y que ahora me he comprado esta nueva edición. Es uno de mis placeres lectores, comprar distintas ediciones de algunos libros. Y vosotros, ¿podéis confesar alguna manía lectora?

     Gracias.

     PD: El caballo de Atila se llamaba Othar, pero pocos lo saben y en realidad a casi nadie le importa cuál era su nombre.

martes, 12 de septiembre de 2017

El Ejército de los Sonámbulos. Wu Ming


     "Aguileñas como picos de rapaces, rojas por el frío matutino, granujientas y tumefactas por el mucho beber; aplastadas por un espadazo recibido de plano cuando servían a la patria o celebraban al dios Baco; torcidas por un puñetazo certero encajado mientras se disputaban un hueso, moneda o la raja de una mujer; mutiladas por el mandoble de un acreedor o de un asesino torpe; anchas y rubicundas, de orificios enormes y cavernosos."
   
     Luther Blisset fue un delantero del Milán de origen jamaicano cuyo nombre fue utilizado por un grupo de escritores para firmar sus obras. Se hicieron conocidos por su novela Q, sin ocultar que trabajaban bajo seudónimo. En 1999 Luther Blisset, el seudónimo, muere, y aparece Wu Ming. Tenía curiosidad, y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El ejército de los sonámbulos.

     Estamos en 1973 y Luis XVI está a punto de ser guillotinado. La guillotina infunde terror y la ciudad bulle entre partidarios y conspiradores. Pronto el terror será Terror. Y en este ambiente conocemos a d'Amblac, médico discípulo del mesmerismo, Marie Nozière una mujer que lucha por la iguadad entre ambos sexos, un actor llamado Modonesi que oscilará entre Scaramouche y Goldoni y veremos como se mezclan con un buen puñado de personajes reales a los que todos conocemos como Marat o Robespierre.

     Para quien siga con curiosidad, Wu Ming significa anónimo en el idioma mandarín, tras este nombre se ocultan, que no esconden ya que es fácil acceder a quienes son, cuatro escritores italianos que no tienen ningún problema a la hora de realizar giras promocionales, firmar libros o incluso distribuirlos vía su propia web bajo licencia common. Conocido todo esto, casi más como anécdota que como necesidad, vayamos con la novela, que se aleja también de las normas básicas no escritas de lo que conocemos como novela histórica.


     Lo que primero nos llama la atención cuando comenzamos a leer, es su estructura. Dividida en actos y escenas, como si se tratara de una obra de teatro, el colectivo Wu Ming nos deja una novela atípica ambientada en un momento convulso de la historia europea combinando personajes reales y ficticios en este conjunto de estampas de una época que nos permitirá decidir cuál de todos ellos es nuestro personaje protagonista favorito. Es de suponer que escribir una novela con semejante estructura tenga un motivo concreto y quizás sea la percepción que el lector tiene a medida que avanza de estar ante un relato coral de trovadores que pueblan una misma época. Eso provoca un dinamismo en la narración, una facilidad a la hora de avanzar, que se aleja de aquellos textos lentos y terriblemente descriptivos que pueblan la etiqueta de novela histórica. Se adentran entonces en el terreno fantástico con pies de plomo, sin despegarse del suelo del todo para no perder a detractores, y comienza una epidemia de sonambulismo que aniquila la conciencia y que, a buen seguro, os habrá hecho pensar en el anteriormente citado mesmerismo, pero no me pronunciaré al respecto ya que es una novela cuya lectura se convierte en un placer ya que los autores no tienen problema alguno en imprimir aunque sea a ratos, ritmo de thriller a esta novela que se acerca también por momentos a aquellos textos de antaño que hablaban de mosqueteros.

    Si siempre he defendido que me parece muy complicado escribir un texto a cuatro manos que mantenga su homogeneidad, no quiero ni pensar en la locura que ha de ser escribir lo a... dos por cuatro... ¿ocho manos? Una auténtica locura. Sin embargo, y como ya sucediera con Q o con 54, más allá de la curiosidad por la forma en que se concibe y escribe El ejército de los sonámbulos, mi recomendación se basa en una lectura disfrutada. Animáos a experimentar  luego contadme.

     Y vosotros, ¿Qué opináis de los libros escritos por más de un autor?, ¿también os suena complicado?

     Gracias.

lunes, 11 de septiembre de 2017

Celeste 65. José C. Vales


     "Es cómodo —pero injusto— culpar de todos mis problemas a las polillas. Laurine decía que mis nervios y mis angustias vacías tenían su origen en «esos bichos asquerosos», que era su modo amable de describir a los lepidópteros, los pirálidos, los geléquidos, los tineidos y los tortrícidos. Laurine despreciaba lo que desconocía y, en muchos casos, también lo que conocía. No creo que un profundo estudio entomológico de la Tineola bisselliella hubiera despertado en ella la admiración que este insecto merece: para Laurine siempre había sido, y siempre fue, «esa maldita larva» que se comía las camisas y los manteles de tela. «Y a ti te están comiendo el cerebro igual que a mí me comen las servilletas de la tía Mildred que...». A Laurine no le gustaban las polillas ni los insectos en general."

     Tenía curiosidad por los caminos que tomaría Vales tras Cabaret Biarritz ya que la diferencia de tonos y estilos entre su primera y segunda novela, son más que notables. Hoy traigo a mi estantería virtual, Celeste 65.

     Conocemos a Linton Blint, un hombre gris y entomólogo brillante, con un carácter que le hace asemejarse a una polilla. De hecho, toda la vida a escuchado lo insignificante que es. Posee una fábrica de pesticidas, que matan bichos, un está casado con una mujer que le valora tanto como al citado insecto. Con una vida así, y siendo un hombre cargado de inseguridades, lo extraño es que termine convirtiéndose en Nigel, huesped del Hotel Negresco, en Niza. Descubriremos qué le lleva a Niza y también los avatares que allí le suceden y que comienzan el día que se abren unas puertas correderas de su habitación para dejar paso a otra huésped del hotel, Celeste, que irrumpirá en su baño y su vida sin pedirle permiso alguno.

      Con Celeste 65 Vales decide seguir en Francia, mantiene el tono desenfadado, y continúa con Los pecados estivales que ya comenzara en Cabaret Biarritz. De hecho, mi primera sonrisa durante la lectura, fue encontrarme esta referencia en la novela que me llevó a recordar aquellas reflexiones sobre pecados cometidos y expiados o no que nos dejara Miet. en esta ocasión, el encargado de contar la historia será Linton Blint, una suerte de genio despistado que me ha recordado en algunos momentos a las reflexiones peregrinas de Woody Allen en alguna de sus películas. Un hombre insignificante que se considera insignificante y que ha decidido ver el mundo desde esa perspectiva. Una perspectiva que se tiñe de pequeñas ironías, críticas veladas bajo un peculiar sentido del humor y un mensaje claro para el lector: nada es lo que parece, por mucho que este hombre se empeñe en vivir así. Y es que, qué mejor lugar que un gran hotel en Niza, el año 1965, los cortejos y funciones representados en esos lugares por la alta sociedad y un estrambótico protagonista, para ofrecer una novela de intriga en la que se mezclan espías, engaños y, por qué no, amor. Y todo ello girando alrededor de Celeste, una mujer de pies vendados, sonrisa radiante y muchas, muchas peculiaridades.
     Si tengo que intentar ponerle una etiqueta a la novela, no me queda otra que sacarme de la manga la de novela pop, porque es justo la que encaja en lo que nos ha dejado Vales. La mentalidad, la despreocupación aparente, la importancia de la música, las ajedrecísticas gafas de la protagonista... todo me lleva a ese término en un año marcado por los Beatles. En cuanto al estilo, es ágil y dinámico, cargado de las reflexiones de Nigel que nos explicará desde la parte de una tela de araña que resulta pegajosa hasta esa curiosa habilidad de las mujeres para colocarse una toalla cubriendo su cuerpo y que jamás se caiga, regado con percepciones sobre sí mismo y sus propios sentimientos. De este modo dudaremos de si será capaz de salir del enredo en el que el autor ha decidido meter a este pobre hombre o si, finalmente, será tal y como vaticinaría el propio Linton si se le preguntara: un verdadero desastre. De ahí la descripción de genio despistado que parece no saber por qué motivo suceden las cosas pero continúa en su avance.

     Me ha gustado Celeste 65, me he divertido mucho y, pese a que seguramente sea la más extensa de las novelas de José, es la que menos me ha durado. Si la especialidad de su protagonista fuera otra distinta a la entomología, y le preguntásemos por la novela, estoy casi segura de que diría que tiene un regusto a eglefino, un pez que seguramente desconozcáis la mayoría pero que era usado para cocinar una famosa tortilla dedicada a Arnold Bennett y es que, sin llegar a parecerse, me he tropezado un par de veces con su fantasma durante mi lectura. He tomado buena nota, para preguntarle por ello al autor, y también por los pecados o su gusto por nuestro vecino país.

      Celeste, con o sin el 65, ya sea el personaje o la novela, es divertida, burbujea y se escurre entre los dedos. Animáos.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.