Sé que no es sábado, que son los días en los que desvarío de una forma más o menos autorizada, pero, por si no lo sabéis hoy es el Día de las Librerías.
Sí, las librerías, esos lugares tan estupendos que me gusta enseñar los domingos en las redes y en los que me pierdo habitualmente y salgo con tantas sonrisas como historias bajo el brazo. Lugares que nos gusta visitar aunque no salgamos con libros, sino simplemente por el placer de mirar los títulos que allí se encuentran expuestos. Y lugares que van desapareciendo de las ciudades, y se van reinventando. Muchos han optado por servir café, o dar conferencias, casi todas son papelerías que han integrado cuadernos y folios como si fuera algo natural que convivieran en armonía. Y también ofrecen presentaciones, cursos, charlas o cuentacuentos. Además, os confesaré una cosa; tengo algo así como una adicción a este tipo de espacios. Soy incapaz de pasar por delante de uno sin pararme a mirar su escaparate, y una vez que veo el escaparate tengo una sensación de hormigueo en las yemas de los dedos provocada por la incapacidad de tocar lo que allí se expone para leer una o dos sinopsis. Así que entro. Y me siento como Alicia tras caer por el agujero; y todo lo miro, lo observo, lo huelo. Miro a ambos lados paseando por nombres de autores de lejanos países o ciudades cercanas mientras de reojo no pierdo de vista al improvisado turista literario que, como yo, ha decidido entrar a esta suerte de estación de letras.
Pero no nos olvidemos que más allá del romanticismo que nos puedan inspirar, son negocios que también sufren, de hecho se conocían hace poco las cifras que indicaban que este era el sexto año consecutivo en el que las ventas caen. Muchos de ellos sobreviven tirando de las ventas de los libros de texto y con ese empujón se aproximan a las Navidades.
Hoy es su día, abren puertas, llegan autores a firmar, actividades, exposiciones y descuentos. Y mi propuesta es corresponder de la única manera que podemos hacerlo los lectores; comprando un libro.
En realidad, mi propuesta es algo tan simple como que hoy, entremos en una librería. Paseemos disfrutando de ese momento de cortejo en el que el lector busca su plan perfecto de huida del mundo, rocemos con las puntas de los dedos los lomos, escuchemos las tentaciones que nos proponen a media voz y, si podemos, nos llevemos uno a casa. Dejémonos tentar sabiendo que es una propuesta egoísta. Que de este modo esa librería pequeña que conocemos de toda la vida, puede seguir adelante y nosotros podremos seguir entrando. O esa que no es tan pequeña en la que nos pasamos horas al cabo del mes. O tal vez aquella otra enorme, que lleva "tres días y medio"... Hay tantos tipos de librerías como de lectores, y eso es mucho decir.
Esta es la frase que nos proponen este año.
Comenzaba diciendo que hoy es el Día de las Librerías. Por eso me gustaría que me dijerais un nombre y una ciudad. Una librería que conocer o visitar, la habitual o la soñada. Incluso la vuestra
Aquí están las propuestas que he recogido y mostrado hasta hoy.
Gracias