miércoles, 25 de agosto de 2021

Frankie y la boda: Carson McCullers

 


     Hay libros que parecen esperar su momento escondidos. Algunos incluso literalmente y uno los compra y desaparecen durante años hasta que un buen día, colocando estantes, te tropiezas con ellos y los rescatas. Eso sucedió con esta novela y es que hoy traigo a mi estantería virtual, Frankie y la boda.

     Conocemos a Frankie Addams, una niña de doce años, huérfana de madre, que vive con su padre desde que su hermano se fuera a Alaska. No es que mantenga una gran relación con él, así que las otras dos personas que marcan su vida son Beredice la cocinera y su primo pequeño. Frankie es una niña precoz y un tanto rebelde que se ve además sorprendida con la noticia de que su hermano se casa, algo que significa que lo ha perdido para siempre.

     Frankie es complicada. Debió de serlo para McCullers y lo ha sido sin lugar a dudas para mi. Es una protagonista complicada que no encuentra su sitio y está a mitad de camino entre la niña que ha sido y la adulta que será. De carácter a veces insoportable, pronto se desvela para el lector como alguien a quien le aterra estar sola, no olvidemos que no tiene madre, su padre prefiere su trabajo a su hija y tampoco aparecen amigos a su lado. Lo único que le queda es una relación forjada alrededor de una mesa y que incluyen a una criada y un niño pequeño. Esa es Frankie incluso cuando se enfada y provoca rechazo y McCullers logra que incluso nosotros la rechacemos sin entender muy bien qué narices le pasa. Pero en realidad es fácil: preadolescencia. Frankie quiere irse del pueblo, con su hermano, claro, quiere crecer y encontrar su sitio cuando en realidad lo único que encuentra es.... a un soldado. Le cuesta crecer por las prisas y también expresar lo que siente aunque pronto vamos a tener claro lo que significa, por ejemplo, Beredice para ella. Y luego llega la boda. Y no os voy a decir más.

     McCullers escribe una novela al detalle en la que Frankie queda tan expuesta como para que el lector cometa con ella las mismas injusticias que ella siente que ha vivido. Mediante diálogos, parece decirnos la autora, es como mejor se conoce a las personas. Y así vemos las ideas descabelladas de una niña que quiere ser adulta con prisa y no se da cuenta de lo que se deja en el camino. Algo que el lector mira con tristeza incluso, antes de que Frankie se ponga en evidencia y la miremos con cierta desaprobación. Porque donde otros hubieran hecho un personaje entrañable y digno de lástima aquí nos irritamos porque la autora no pierde la perspectiva en ningún momento del carácter complicado que se tiene a cierta edad. También es la historia de un cariño, de una amistad, y de un cierto calor alrededor de una mesa que da algunos de los grandes momentos que posee este libro. Pero es, sobre todo, una magnífica muestra de lo que es escribir una novela en la que los lectores reaccionen ante los personajes de la misma forma que lo hacen otros personajes. Porque a Frankie no la terminamos de entender hasta que no hemos cerrado el libro, un poco como si necesitásemos que dejara de hablar sin descanso en nuestro oído para poder echarla de menos. Un poco como si se tratara de una preadolescente.

    Frankie y la boda es una novela estupenda de una magnífica autora. La comenzó y terminó escribiendo en mitad del proceso La balada del café triste, posiblemente su mejor novela, y deja una historia cuajada de detalles que despierta en el lector sentimientos encontrados y viscerales hacia la novela tanto como hacia su protagonista. No dejéis de leer a McCullers.

     Y vosotros, ¿Qué libro tenéis entre manos a la vuelta de vacaciones?

     Gracias.

lunes, 9 de agosto de 2021

Vacaciones


      Como todos los años nos vamos de vacaciones dos semanas. Pero lo hacemos con la maleta llena de libros y podéis seguirnos en twitter AQUÍ e Instagram AQUÍ.

     Nos vemos el día 23 con nuevas lecturas.

     ¡Feliz verano!

miércoles, 4 de agosto de 2021

Maggie: una chica de campo. Stephen Crane

 


     Este año he ampliado mi biblioteca en el sentido más literal de la palabra. Eso supone que han salido libros de lugares insospechados para ocupar, al fin, su lugar en las paredes de mi casa. Es decir, me he tropezado con muchas relecturas y también con libros traspapelados, olvidados sin leer. Hoy traigo a mi estantería virtual, Maggie: una chica de campo.

     Maggie vive en Bowery, una zona desfavorecida y problemática de la que parece imposible escapar. Su familia es la habitual: un hermano pendenciero, una madre que no lo corrige porque bastante tiene con su marido y el carácter que florece en él cuando discuten y a la que ella también responde enfurecida dejando en sus palabras un rastro desolador de lo que es una familia dura. Y una familia dura en un barrio duro es casi un entretenimiento más que, lejos de preocupar a los vecinos, los entretienen. Y ese es el seno de Maggie, la romántica. Solo que, lejos de ser una heroína romántica que logra superar todo, Maggie es aplastada una y otra vez.

     Como si fuera uno de sus propios personajes, Crane no tuvo una vida fácil. Murió de tuberculosis con 28 años y su primera novela, la que ocupa hoy mi estantería virtual, la finalizó a los 22 y tras no lograr convencer a nadie para publicarla, lo hizo el mismo. Lo hizo bajo seudónimo y, contra todo pronóstico, llamó la atención de la crítica y fue republicada por una editorial conocida aunque, por supuesto, para cuando lo fue el autor ya tenía un camino hecho. Y si cuento esto es porque ahora se nos llena la boca con eso que llamamos literatura experimental pero los escritores, desde siempre, han desafiado los convencionalismos, han denunciado los problemas de la sociedad y, por supuesto, han ficcionado la realidad hasta convertirla en historias. Y la novela de Maggie es un claro ejemplo de desafío que merece la pena ser descubierto y leído dentro del contexto de su publicación.

     Se achaca a Crane que escribe con desapego, sin empatía, poniendo distancia. Y yo me pregunto si no es esa la distancia entre la clase social del autor y la que representa o tal vez la de muchos lectores frente al entorno en el que se ambienta el libro. Si no es precisamente una de esas características que, lejos de ser criticada, debería de ser valorada por lo que significa a uno y otro lado. El libro es duro y se llena de golpes y gritos, las peleas parecen ser lo habitual y destacan por su rudeza tanto como por el aparente hábito que las convierte en algo rutinario y en el centro está Maggie ( y un poco su hermano) que parece no aprender que la vida es dura y la confianza se gana. Crane la empuja a buscar una esperanza en un hombre odioso al que ella parece ciega y el lector se asfixia pensando en lo que espera a la protagonista. Ese es el gran logro de Crane: no abusa de descripciones, no entra en grandes detalles, pero nos asfixia y sobrecoge a partes iguales mientras observamos el viacrucis de su protagonista. Del final no hablo porque requeriría una reseña completa destripando el libro, leedlo y me decís.

     Maggie: una chica de campo es un libro necesario en el que descubrimos que, hace más de un siglo, la marginalidad, los barrios bajos que ahora creemos haber descubierto en gran medida gracias al cine, no solo ya existían, además eran muchísimo más crueles de lo que hubiéramos podido pensar.

     Y vosotros, ¿también descubrís libros olvidados dentro de vuestra propia casa?

     Gracias.

lunes, 2 de agosto de 2021

La biblioteca de París. Janet Skeslien Charles

 


     "Los números flotaban alrededor de mi cabeza como estrellas. 823. Eran la llave que me abrirían la puerta de una nueva vida. 822. Constelaciones de esperanza. 841. Por la noche, en mi dormitorio; por la mañana, cuando salía a comprar croissants... Ante mis ojos desfilaba una serie tras otra, 810, 840, 890... Esos números representaban la libertad, el futuro. Además de los números, me había estudiado la historia de las bibliotecas desde el siglo XVI".

     Ya lo he comentado más veces pero lo haré una vez más. Un lector es un ser que presume de sus vicios, los disfruta, los muestra. Es una persona exhibicionista a la que además le gusta leer sobre su vicio favorito. Hoy traigo a mi estantería virtual, La Biblioteca de Paris.

     Conocemos a Odile, una joven que tiene todo lo que hubiera podido desear y que ve como la guerra trastoca profundamente su vida. Su trabajo en la Biblioteca Americana de París se convierte en un punto vital en el que, no solo puede ver peligrar sus amados libros, si no que también sirve como zona de refugiados, de hecho su hermano llega a ponerse en peligro por las actividades relacionadas con la biblioteca que realiza. Odile además se enfrenta a sus propias ideas que le hacen cuestionarse a algunas de sus personas más cercanas. Años más tarde Odile vive en una zona rural de Montana y aunque no es la mujer con más relaciones del mundo, la enfermedad de una vecina provoca un acercamiento a su hija adolescente, Lily, durante el cual rememorará su historia.

     Supongo que un resumen más rápido diría que La biblioteca de París cuenta la historia de los bibliotecarios en esa ciudad durante la Segunda Guerra Mundial y, bueno, luego está el hilo de los 80, que no me ha entusiasmado precisamente. Es cierto que la doble línea temporal es habitual y que en este caso Lily es importante porque es la vecina de Odile con la que va descubriendo puntos en común y un misterio . El primero es qué pinta esa mujer en la otra punta del mundo y por qué la vemos tan sola.

     Resulta curioso cuando en una novela narrada a dos tiempos el lector descubre la pasión del autor. En este caso está claro que es París y la Bilbioteca. Hay un entramado de pequeños personajes e historias secundarias, de detalles que son accesorios a la trama principal pero que la complementan dándole interés, aportando al lector ese suelo de credibilidad que tanto disfruta en este tipo de novelas de ficción histórica. Cuando eso sucede y uno aterriza en el otro hilo, sucede que... bueno, Lily a veces es graciosa. Y ya. Por eso lucha contra la tentación de leer en diagonal pero se da cuenta de que son los momentos en los que interrumpe la lectura. La novela carece de equilibrio entre pasado y presente salvo en los momentos en los que el presente lo toma la voz que relata el pasado, porque eso indica cambio. La historia de Odile se llena de pasión por los libros, de soldados, personajes fascinantes que se esconden o que ayudan a esconder, la Gestapo... A Lily... bueno, a Lily le gusta un chico. Es cierto que la joven también tiene que afrontar la vida en un momento dado y que eso debería de haber empujado a la novela, pero realmente no consigue arrancar en ese punto porque una parte de la historia ya se ha comido a la otra. Además poco a poco Charles conduce al lector a un final que no parece corresponderse con el resto de la novela o con la actitud de la Odile que ya conocemos, por lo que se antoja precipitado y sin demasiado sentido. Aunque, como siempre digo en estos casos, hablo de mi percepción, posiblemente hay un montón de lectores que lo han disfrutado y les ha parecido perfecto.

     La biblioteca de París es una novela sobre el amor a los libros y su importancia, una forma de ver la Segunda Guerra Mundial desde la mirada de una amante de los libros que parece concebida para sus iguales. Aun así a mi se me ha antojado una novela coja con partes sobrantes.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.