“Nací en Salamanca recién estrenado el reinado de Carlos VII, en el periodo de transición consensuada entre la IV y la V República”.
Encontrar que aún te queda un título por leer de un autor que te gusta, siempre es una pequeña alegría, un triunfo sobre la inevitabilidad de la vida. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Qué fue de los Mulvaney.
Los Mulvaney son una familia que vive en un entorno rural. Así conocemos a Micael y a Carolinne, a su prole y cómo se reparten y también qué fue aquello que sucedió para marcarlos. Conocemos también a Marianne y a Patrick, al otro Michael... los conocemos a todos con sus virtudes y defectos y vemos como hay cobardes y valientes que no son lo que pensamos y también que no siempre se puede estar a la altura de las circunstancias. Conocemos, por lo tanto, a los Mulvaney.
Ya en las primeras páginas nos dice Explorador, el pequeño de la familia, que nos va a contar sobre todos ellos. Y así nos embarcamos en un viaje, casi literalmente, en el que la autora los va desglosando mientras sucede algo tan común como que se desmiguen con el tiempo mientras siembra la duda sobre algo que sucedió. Oates se mueve con soltura por la línea temporal que irá definiendo a cada miembro de la familia y no se olvida de reflejar en la obra su carácter, la naturaleza y también, como tema recurrente, el puritanismo y la visión de un sexo avergonzado por el hecho de existir que tiende a culpabilizarse de su propia naturaleza, no digamos ya de lo que pueda sucederles por su condición femenina.
Oates abraza el dramón casi folletinesco mientras lentamente va dando pinceladas a sus personajes que poco a poco cobran vida sobrecogiendo a un lector que no tiene claro del todo por qué las campanas tocan a drama apenas ha comenzado la lectura cuando aún no ha pasado nada. Y es que la atmósfera está tan bien conseguida que uno se mete en la lectura sabiendo que cada pequeño gesto, cada recuerdo y cada mirada, implican una esquina del alma que nos queda descubierta y otra que nos resta por descubrir. No es, desde luego, un libro para prisas. Las descripciones abundan en este entorno rural con familia que la autora ha elegido para mostrar costumbres y usos tanto personales como sociales que se acaban convirtiendo en la seña identificativa de cada miembro; y el lector, una vez más, queda a merced de una prosa envolvente que, si bien no sobresale, da muestra del buen hacer al que Oates nos tiene acostumbrados. De todos los miembros de los Mulvaney, me quedo con Marianne, ese personaje femenino que la autora nos regala y sabemos tan inolvidable como destinado a la tragedia, a la lucha... y no decepciona, todo está ahí. Y es que, si algo decepciona de la novela, es la propensión del lector a pensar que está ante una obra maestra ya que, en este caso al menos, no se ve cumplida. Como lectores percibimos los elementos, todos están ahí: el entorno, la prosa, las descripciones, los personajes que entre recuerdos del pasado se van descubriendo para nosotros, la tragedia, la joven virginal que acaba sufriendo, el final... Pero algo no termina de encajar para que todo sea perfecto y, al menos esta que escribe, termina la novela dejándonos con la sensación de haber leído un buen libro pero también con la de no haber llegado a cumplir lo que se esperaba de ella. Como digo el libro es bueno, pero la lectura se ve empañada por las expectativas que la propia Oates nos había creado.
Qué fue de los Mulvaney es una buena novela para iniciados y no iniciados en las letras de Oates. Sosegada, de regusto triste y ejecución impecable pero que no termina de llegar al corazón del lector.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
"Se acomodaron los tres en la sacristía, en torno a una mesa sencilla sobre la que el cura puso la Biblia. Olía a cera, incienso, y al vino que les servía el monaguillo indígena bautizado. Era un caldo especial que el maestrescuela guardaba para sí y solo servía en ocasiones de merecer".
No juzgarás un libro por su cubierta, pero si la cubierta te gusta irás a por él. Hoy traigo a mi estantería virtual, Lágrimas de oro.
Tenemos en primer lugar a Francisco Pizarro, que se reúne con sus socios convencido del éxito que tendrá su misión y sin importarle que otros hayan fracasado en el mismo objetivo. él está seguro de llegar hasta Perú y volver con riquezas, títulos y nuevos territorios para la corona.
Allí el Inca, hijo del Dios Sol, es el encargado de velar por su pueblo. Solo que ahora teme que esos extraños llegados con vestiduras brillantes sean hijos del Dios Viracocha, esos que la profecía anunció su llegada.
Y también tenemos un robo. En la iglesia de un pequeño pueblo han robado el collar que vestía la Virgen y la teniente de la GC Rebeca será la encargada de esclarecer lo sucedido embarcándose en una trama de tráfico de arte.
Estamos ante una novela histórica que se desarrolla en distintos hilos temporales y espaciales que poco a poco van convergiendo hasta quedarnos con una novela llena de guerras, pasiones y arte. Mucho arte. Lejos de la sensación de narrativa lenta y descriptiva, lo primero que me ha sorprendido ha sido lo rápido que me terminé la novela y es que estamos ante uno de esos libros de los que la gente dice que siempre están pasando coda y que se convierten en un simple disfrute cuyas páginas vuelan. Llegué sabiendo que la historia contemporánea, con el robo, el tráfico de arte y la búsqueda, me iba a interesar pero, si os digo la verdad, terminé la novela enamorada de la parte en el que el foco de atención es, o son, los Pizarro. Me recordó aquellos años de novelas de aventuras sobre incas y mayas que parecen haber quedado en el olvido de lectores y escritores, puesto que abandonaron el tema, y que yo disfrutaba sintiéndome entre dioses terrenales y fantásticas riquezas.
La novela es extensa, no os voy a engañar, pero es cierto cuando os digo que apenas me duró tres días, y un libro entretenido es un mérito tremendo en estos tiempos de entretenimiento digital. Os podría hablar ahora de traiciones, amores y de secretos que cruzan océanos y siglos antes de ser descubiertos. Hay dioses y hay hombres grandes y pequeños, hay familias con secretos y hay señores, vasallos y casi todo lo que uno pueda imaginar en una novela de este género. Pero, sobre todo, lo que hay es mucha diversión.
Lágrimas de oro es una novela con la que me he divertido. Bien sabéis quienes soléis pasar por aquí que no es un género en el que me adentre a diario, pero novelas como la de Gil Soto me hacen buscar la siguiente. Y, a fin de cuentas, leer también se trata de eso, de descubrir.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
Supongo que fue la cubierta, porque confieso que antes de leer este libro no sabía nada de la familia protagonista. Pero hoy traigo a mi estantería virtual, Ellos.
Ellos fue publicado en Rusia en el año 2017 causando una pequeña conmoción, un libro en el que la autora escribe tanto las memorias de su familia como realiza un retrato rápido del siglo pasado. Francine es hija de Tatiana Yakovleva, una hermosa mujer rusa que estuvo relacionada sentimentalmente con el poeta Vladimir Yamakovski y cuya relación dio lugar a dos poemas de amor. Por cierto que el padre de Tatiana diseñaba teatros para el zar y su tío Sasha, explorador y lingüista, fue el responsable de que Tatiana se aficionara al diseño de sombreros. Tatiana sin embargo aspiraba a más que a un poeta, así que se buscó a un diplomático, el padre de Francine, del que se separó y al que presumiblemente agradeció que desapareciera ya que de ese modo se pudo casar con el que fuera padrastro de Francine, Liberman. Los motivos de la ruptura y cómo se mudó con su nuevo esposo a Nueva York son trazados con precisión por la autora que, a estas alturas, ya ha dejado un reflejo perfecto del continente y la época y ha perfilado con mano dura el carácter de su madre. Pero avancemos, que Francine a estas alturas está ya en Estados Unidos pero aún no sabe que se convertirá en una reputada periodista amén de escritora. Tatiana y su esposo rápidamente se posicionan en lo alto de la escala social entre los inmigrantes que llegaban a Nueva York mientras la pluma de Francine sigue realizando el perfil de quienes tuvieron en sus manos su educación.
Bien, más allá de todo esto, la autora deja un retrato casi de película de Rusia pre Revolución y sus migrantes, habla de la burguesía, frívola en cualquier momento, y del arte. Por la novela pasan artistas de todo tipo y uno se sorprende al encontrar, por ejemplo, a Dali. Recuerdo haber pensado en algún momento que no estaba leyendo sobre los Fitzgerald para haber terminado el libro pensando que seguramente existieron más Fitzgerald que los Fitzgerald. Me he enamorado de esos años 20 entre URSS y París, de su círculo cultural, de la sutilidad y delicadeza de la autora y de ese pasado que seguramente hemos romantizado a base de cine y literatura. Hay guerra, la II, vista desde París antes de tener que huir a EEUU y hay un hilo invisible que pareció seguir conectando a la autora con su país natal hasta su muerte y que es tangible en muchos momentos durante la lectura.
Como digo, el recorrido es inmenso, pero no diría que hablar de su familia es la excusa para realizarlo ya que trasciende poco a poco un sentimiento de reconciliación póstuma, como si escribir lo sucedido, decir finalmente cómo eran las personas con las que se crio, le fueran a permitir quedarse en paz con ellos.
Ellos es una gran historia, un recorrido y también una vida: la de Francine a partir de Tatiana.
Y vosotros, ¿sois de biografías?
Gracias.