Para este Día del Libro no voy a hacer una entrada contando su origen, no. Tampoco voy a explicar la fecha exacta de la muerte de Cervantes o Shakespeare ni explicar si hubo otros escritores ilustres que sí fallecieron en la misma fecha. Para eso tenéis google, que bien sabemos usarlo todos. Y tampoco voy a decir que hay que comprar un libro, porque leer bla bla bla. No. Hoy no. No este año.
Este año, y como nunca estamos conformes con nada, voy a pedir un día del libro distinto, una fecha en la que se junten las librerías libros y lectores y los precios se adapten a los formatos. Una fecha en la que podamos entrar en una librería y encontrar ese libro que no compramos hace dos o cinco años, porque aún se mantenga en los estantes. Todos tenemos claro que las ventas de hoy ayudan a muchas librerías, pero también que una única fecha no sirve para sostener todo un año en un negocio. Así que no hace falta que hoy acudáis corriendo a una librería y luego no compréis nada porque hay cola. Podéis ir mañana o pasado mañana. Incluso la semana que viene. La librería seguirá ahí. Os lo garantizo. Al menos lo hará si hay personas suficientes que acuden el resto de los días. Esa es la parte en la que nos tenemos que comprometer los lectores. Porque dicen que mientras haya lectores, habrá librerías.
Pero también hace falta reciprocidad. Catálogos cuidados, precios, calidades... libros que huelan a papel y no a pegamento y catálogos de novedades que huelan a literatura más que a estrellas fugaces mediáticas. Que apetezca, que merezca la pena el gasto y el riesgo, y que tengamos tiempo de decidir si compramos o no un libro sin tener que mirar un presupuesto ajustado, porque pasadas unas semanas, posiblemente no volvamos a verlo el pelo y caiga en el olvido. Recuperar el placer de tener que elegir entre tres o cuatro porque son demasiados para llevárnoslos a casa y descubrir letras nuevas y no sólo corrientes de moda que inundan las mesas pasándonos de magos a vampiros o zombis o novelas negras cortados por el mismo patrón. Y también los clásicos, con ediciones bonitas que no les hagan parecer rancios, porque hay un placer especial en leer libros clásicos de los que uno ha oído hablar. Y sí, los libros también entran por los ojos, por el diseño.
Al final, más que una felicitación, me ha quedado una suerte de reflexión sobre un supuesto compromiso de parte a parte, de lector a libro y de libro a lector. Y no he dicho nada del escritor, que es a fin de cuentas quien pone sus horas de ilusión y trabajo, porque escribir es un trabajo, no lo olvidemos. Tras todo eso de la inspiración y las musas hay una persona, una cuenta corriente y recibos que pagar. Y si pensamos eso, tal vez hoy además de posar un libro delante de su autor para decirle que nos ha gustado y que por favor estampe nuestro nombre, además podamos pensar en que lo hemos comprado. No solo como derecho a leer o criticar o valorar... sino como acto. Compremos libros. Sólo así se impulsa la literatura.
Y ahora sí, metidos en este batiburrillo, librerías, lectores, editoriales, escritores... ¿Feliz Día del Libro! Y decidme, ¿haréis algo especial?
Gracias
Imagen: https://www.instagram.com/mientrasleo/
Pd. Por causas ajenas a mi voluntad, porque es la Feria del Libro en Invernalia o por estar atrapada bajo un alud de libros comprados el día 23, este blog no publicará hasta el próximo lunes.