sábado, 23 de abril de 2016

Día del libro como reflexión




     Para este Día del Libro no voy a hacer una entrada contando su origen, no. Tampoco voy a explicar la fecha exacta de la muerte de Cervantes o Shakespeare ni explicar si hubo otros escritores ilustres que sí fallecieron en la misma fecha. Para eso tenéis google, que bien sabemos usarlo todos. Y tampoco voy a decir que hay que comprar un libro, porque leer bla bla bla. No. Hoy no. No este año.
   
     Este año, y como nunca estamos conformes con nada, voy a pedir un día del libro distinto, una fecha en la que se junten las librerías libros y lectores y los precios se adapten a los formatos. Una fecha en la que podamos entrar en una librería y encontrar ese libro que no compramos hace dos o cinco años, porque aún se mantenga en los estantes. Todos tenemos claro que las ventas de hoy ayudan a muchas librerías, pero también que una única fecha no sirve para sostener todo un año en un negocio. Así que no hace falta que hoy acudáis corriendo a una librería y luego no compréis nada porque hay cola. Podéis ir mañana o pasado mañana. Incluso la semana que viene. La librería seguirá ahí. Os lo garantizo. Al menos lo hará si hay personas suficientes que acuden el resto de los días. Esa es la parte en la que nos tenemos que comprometer los lectores. Porque dicen que mientras haya lectores, habrá librerías.
     Pero también hace falta reciprocidad. Catálogos cuidados, precios, calidades... libros que huelan a papel y no a pegamento y catálogos de novedades que huelan a literatura más que a estrellas fugaces mediáticas. Que apetezca, que merezca la pena el gasto y el riesgo, y que tengamos tiempo de decidir si compramos o no un libro sin tener que mirar un presupuesto ajustado, porque pasadas unas semanas, posiblemente no volvamos a verlo el pelo y caiga en el olvido. Recuperar el placer de tener que elegir entre tres o cuatro porque son demasiados  para llevárnoslos a casa y descubrir letras nuevas y no sólo corrientes de moda que inundan las mesas pasándonos de magos a vampiros o zombis o novelas negras cortados por el mismo patrón. Y también los clásicos, con ediciones bonitas que no les hagan parecer rancios, porque hay un placer especial en leer libros clásicos de los que uno ha oído hablar. Y sí, los libros también entran por los ojos, por el diseño.

    Al final, más que una felicitación, me ha quedado una suerte de reflexión sobre un supuesto compromiso de parte a parte, de lector a libro y de libro a lector. Y no he dicho nada del escritor, que es a fin de cuentas quien pone sus horas de ilusión y trabajo, porque escribir es un trabajo, no lo olvidemos. Tras todo eso de la inspiración y las musas hay una persona, una cuenta corriente y recibos que pagar. Y si pensamos eso, tal vez hoy además de posar un libro delante de su autor para decirle que nos ha gustado y que por favor estampe nuestro nombre, además podamos pensar en que lo hemos comprado. No solo como derecho a leer o criticar o valorar... sino como acto. Compremos libros. Sólo así se impulsa la literatura.

     Y ahora sí, metidos en este batiburrillo, librerías, lectores, editoriales, escritores... ¿Feliz Día del Libro! Y decidme, ¿haréis algo especial?

     Gracias

Imagen: https://www.instagram.com/mientrasleo/

Pd. Por causas ajenas a mi voluntad, porque es la Feria del Libro en Invernalia o por estar atrapada bajo un alud de libros comprados el día 23, este blog no publicará hasta el próximo lunes.

viernes, 22 de abril de 2016

Avenida de los misterios. John Irving


     "De vez en cuando, Juan Diego recalcaba: "Soy mexicano; nací en México, me crié allí". Desde hacía algún tiempo tenía por costumbre decir: "Soy estadounidense: he vivido cuarenta años en Estados Unidos". O, intentando quitar hierro a la cuestión de la nacionalidad, Juan Diego se complacía en decir: "Soy del Medio Oeste; de hecho, soy de Iowa".
     Nunca decía que era mexicano-estadounidense. "
  
     Si hay escritores con obsesiones, también hay lectores con obsesiones. Por temas, por escritores, editoriales... fetiches. Yo leo a Irving, me gusta. Y me gusta reconocer sus marcas en cada libro que pasa por mis manos. Hoy traigo a mi estantería virtual, Avenida de los misterios.

     Conocemos a Juan Diego, un escritor de cuerpo castigado aunque sigue siendo de mediana edad, mientras emprende un viaje buscando a una persona. Lo hace cumpliendo una promesa realizada años atrás sin saber lo azaroso que resultará el viaje... ni lo largo. Durante el mismo, entre medicación, nuevos conocidos y muchas horas de sueño, recordará su infancia en un vertedero, a su hermana, y cómo llegó a convertirse en el escritor que es hoy.

     John Irving usa estos dos hilos para dibujar a una misma persona. Y también, para deleite del lector habitual y sorpresa para quienes se acercan por primera vez, tocar las teclas habituales  en su obra. Así, y por colocar el hilo temporal, descubrimos a Juan Diego y su hermana, hijos de una prostituta y un padre cuando menos velado, las traducciones que tiene que hacer el protagonista de lo que su hermana expresa, y cómo saber leer le abrirá puertas insospechadas al quedarse huérfanos. Llegados a este punto ya hemos visto huérfanos, pobreza, prostitución... y también que Irving no es un escritor melodramático que carga las tintas para congoja del lector. Así avanzamos por el camino religioso, ya que la persona que ayuda a Juan Diego tiene una estrecha relación con la iglesia, con la que por cierto ya habremos topado nunca mejor dicho. Y nos iremos acercando ala vida adulta. Una vida adulta entre pastillas, coja, castigada por lo vivido. Y nos acerca al Juan Diego adulto, el novelista, viajero por lo que parece en dos dimensiones, la que le lleva por el mundo buscando a un hombre, y la que le lleva por su mundo mirando sus cicatrices. Y seguimos paseando por las marcas habituales de Irving: el sexo, el escritor, la reflexión, el mundo... todo está ahí.

     Avenida de los misterios es una buena novela. No excepcional, pero si que es una buena historia. Sin embargo he tenido la sensación de un cierto pudor a la hora de asomar a las letras que no he visto en otras como Personas como yo. O tal vez sea que he leído mucho Irving, y le exijo más, o veo sus quiebros justo un segundo antes de leerlos. Con todo, y pese a lo que pueda parecer por lo desgranado, la novela es divertida y de lectura fácil. Resulta sencillo dejarse llevar por la historia  avanzar y retroceder en el tiempo al ritmo marcado por el autor sin soltar la presa que nos pone en bandeja desde las primeras páginas. Conocer a Juan Diego y acompañarle es un placer que recomiendo a cualquier lector, y que paladee sus frases y se deje caer en sus polémicas. Allá donde piense un tema polémico, encontrará un rastro del mismo en la novela de Irving. Lo mejor es dejarse llevar por las letras y disfrutar del milagro de la literatura. Porque sí, también habla de milagros.

     Por cierto que mañana es el Día del Libro, ¿tenéis pensado comprar alguno en particular?

    Gracias

miércoles, 20 de abril de 2016

Los impunes. Richard Price


     "Billy Graves conducía por la Segunda Avenida de camino al trabajo cuando le intranquilizó el gentío: la una y cuarto de la madrugada y aún había más gente entrando que saliendo de los bares, y tanto los que iban como los que venían debían abrirse paso a empujones entre las oscilantes camarillas de fumadores medio ebrios que se apelotonaban justo delante de las puertas. Billy odiaba las leyes antitabaco. Solo creaban problemas: ruido de madrugada para los vecinos, espacio suficiente para que los bronquistas apiñados en la barra pudieran liarse al final a puñetazos y una plaga de radiotaxis y limusinas fuera de servicio que tocaban el claxon para atraer posibles pasajeros."

     De vez en cuando me gusta acercarme a la novela policíaca, aunque he tenido unos cuantos desencuentros últimamente. Quizás por eso dudé sobre el título de hoy. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los impunes.

     Conocemos a Billy Graves, policía de turno de noche que patrulla de Wall Street a Harlem con un puñado reducido de nocturnos. Casado con una mujer atormentada por la sombra de un pasado que aún no está preparada para compartir, tiene su propia carga por un tiroteo de hace mucho años en el que hirió a un niño. Nadie le condenó, de hecho la bala primero impactó y atravesó su objetivo, pero fue la prensa quien le juzgó y provocó su ascenso y reclusión al turno de noche. Billy mantiene su amistad con los Gansos Salvajes, un grupo de policías que fueron jóvenes en los noventa. Todos ellos tienen su obsesión, su caso sin resolver que les lleva atormentando dos décadas, su impune. En la noche de San Patricio Billy acude al escenario de un crimen, han asesinado a uno de esos criminales que quedaron impunes hace veinte años. La rueda se empieza a mover.

     Los impunes es una novela policíaca de gran impacto visual durante su lectura. No se puede negar que el autor es guionista, ya que en apenas un puñado de frases consigue empaparnos del ambiente que nos describe en cada escena. Además juega con ventaja, utiliza escenarios mil veces conocidos y asesinatos que ya hemos visto con otras caras y otros nombres. Así que puede imprimerle agilidad a la historia y centrarse en la trama psicológica. Sin embargo no se trata esta vez de la tensión que se asume al thriller, no. Estamos ante una novela policíaca que gira en torno a las obsesiones. La obsesión por el cabo suelto, por el criminal no detenido, el que se escapó, la culpa por no haber podido dejar cerrado el caso y como, por mucho que la vida siga, una parte de la persona va a seguir mirando hacia el rincón en el que aparcamos el suceso.

     Cuando el primer muerto aparece, nos damos cuenta de que el protagonista es capaz de reconocerlo incluso después de tantos años. Y no será el único muerto, más aparecerán en el camino con esa extraña relación entre ellos; ser el objeto de la obsesión de uno de los miembros de este grupo. Así que la duda acecha y el trabajo y la objetividad se le complica. Pero no sólo eso, ya que Price, incluirá a la esposa del agente en una trama ágil y dinámica que está no sólo bien estructurada, sino que además es un placer leer. Esta segunda trama es realmente buena, y me pilló por sorpresa.
     Comenzaba diciendo que no es un argumento original, ni una ubicación original la elegida por el autor. Pero lejos de hacer de ello un fallo, lo utiliza para impulsar la historia y conseguir tenernos pendientes de sus letras. La caracterización, los ambientes, la ciudad en su versión oscura y policial, la sangre... todo ello compone a partes iguales una novela que he disfrutado mucho y que no puedo dejar de recomendaros.

     Me ha gustado Richard Price. Ha sido un placer disfrutar de su novela. Creo que he recuperado la fe en la literatura policíaca.

     En este caso Richard Price es conocido sobre todo como guionista, ya sea de cine o de series de televisión como The Wire, así que la pregunta se impone, ¿os atraen los libros escritos por gente conocida en otro ámbito no literario, aunque sea el de guionista o periodista?

     Gracias

martes, 19 de abril de 2016

Julia Bride. Henry James


     "Había paseado con su amigo hasta lo alto de las amplias escaleras del museo, aquellas que descienden de las galerías de pintura: y luego, una vez que el joven se hubo marchado, sonriendo, mirando atrás, agitando alegre y vehementemente el bastón y el sombrero, ella le había mirado, sonriendo también, pero con una intensidad diferente; y su mirada había permanecido fija en él hasta que hubo desaparecido por la gran puerta."

     Hay una frontera difusa entre el relato largo y la novela corta que muchos autores manejan a la perfección. Uno de ellos es Henry James, por lo que los lectores nos sorprendemos de vez en cuando con un título nuevo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Julia Bride.

     Conocemos a Julia Bride, una joven soltera de la sociedad neoyorquina de comienzos del s XX. Ella es joven y hermosa, tanto como para poder elegir pretendiente, aunque sus continuas indecisiones y los divorcios acumulados por su madre, son una mancha que tal vez la dejen marcada a la hora de intentar lograr el matrimonio deseado. Julia verá en su expadrastro la oportunidad perfecta para que alguien intervenga y la ayude a cerrar su matrimonio con Basil French, y a su vez, Pitman, el exmarido de su madre, verá en la joven Bride, una oportunidad para pedir ayuda en sus propios planes.

     Este año, centenario de Henry James, La editorial dÉpoca nos sorprende con este título en una cuidadísima edición ilustrada que eleva el clásico a la categoría de tesoro que conservar. Con unas hermosas ilustraciones, marcas de agua, un jardín interior, y un diseño de portada francamente hermosos, la editorial parece empeñada en demostrar que hay cosas insustituibles por la tecnología. Además, si dejamos la superficialidad a un lado, la edición viene acompañada de un prólogo estupendo, como ya nos tienen acostumbrados, en el que se desarrolla y sitúa al lector tanto en la época como en el contexto y vida del autor de la novela que tenemos entre manos.

     La historia se acoge al ya famoso "mujer blanca, hermosa y bien situada busca" y hace de él una verdadera crítica social a las ya conocidas normas no escritas de la alta sociedad. Cuenta además con una peculiaridad, los escenarios en los que se desarrolla la historia, ya que por una vez en este tipo de novelas, no será en salitas de té llenas de visitas femeninas y salones de baile: James nos lleva a la calle a lugares muy conocidos, sumando un atractivo a la novela. El autor pivota la historia sobre dos personajes, pese a ser tres, y consigue desgranar perfectamente la forma de pensar de cada uno, descubriéndonos a una Julia inteligente y capaz de sopesar cada acto de todas las formas posibles, consiguiendo a través de sus palabras y reflexiones dar una clara muestra del choque generacional que se produjo entre los más jóvenes y las pautas ya asentadas de una sociedad estancada en sus propios prejuicios y convencionalismos.

     La prosa de James es intrincada, sobrecarga sus frases incluso en el número de palabras y eso puede hacer que muchos lectores teman un acercamiento a él. Por eso, esta obra que ronda las cincuenta páginas, es un buen comienzo, una forma de tomar contacto con el autor o de dar una oportunidad a las letras de un nombre de sobra conocido en la literatura. Tengo que decir que no defrauda, es una novela sencilla de leer que esconde bajo cada palabra muchos más significados de los que parece sin que por ello el lector se vea forzado, ya que es empujado de forma natural por la protagonista, a realizar una serie de reflexiones según va avanzando la trama. Una trama cuya finalidad es precisamente esa, como concluiremos convencidos una vez terminado el libro.

     Como curiosidad, me ha gustado llegar a una historia cuya base había leído con otros títulos, otros nombres y firmada por otras autoras, y encontrarme con la literaria visión masculina. Pero esto ya forma parte de las curiosidades que vamos desarrollando a medida que acumulamos títulos leídos, y que normalmente dotan a la obra de un valor añadido, como es el caso.
     El resultado de todo lo expuesto es un libro totalmente recomendable, como historia y como objeto. Una novelita deliciosa para admirar y disfrutar.

     Comenzaba diciendo que hay libros que parecen editarse para recordarnos que no todo puede pasar por el formato digital sin dejarse cosas en el camino. Tesoros en papel que reivindican su derecho a existir y poblar estantes. Así que os pregunto, ¿cuánta importancia le dais a una edición a la hora de elegir un libro que comprar?

     Gracias

lunes, 18 de abril de 2016

La brigada de Anne Capestan. Sophie Hénaff


     "De pie delante de la ventana de la cocina, Anne Capestan esperaba que clarease el día. Vació de un trago la taza de porcelana y la dejó encima del hule de vichy verde. Acababa de beberse su último café de poli. Quizá."

     Con un premio bajo el brazo, una portada impactante y la promesa de estar ante un nombre que resonará en las letras negras, llegaba este libro hace poco a nuestras librerías. Hoy traigo a mi estantería virtual, La brigada de Anne Capestan.

     Anne Capestan lleva seis meses suspendida por un error cometido e investigado por asuntos internos. Recibe entonces la llamada tan temida como esperada para presentarse ante su jefe y ve como es reincorporada al servicio activo y, además, con un ascenso. Poco dura su alegría cuando se da cuenta de que va a ser comisaria de cuarenta hombres que han sido retirados de otras comisarías por considerarlos incompetentes. Y que los casos que van a llevar son viejos, como los muebles de los que dispondrán en su nueva ubicación. Una brigada de trastos, para qué engañarse. Al final serán menos de diez los que acudan y dos casos los que desempolven. La muerte de una mujer en su casa por lo que fue catalogado como un robo, y la de un marinero que también quedó sin resolver. Ahora les toca a ellos demostrar que son válidos, bajo la tutela de Capestan.

     Hénaff juega con el punto cómico para lograr que su novela funcione. Con eso y con protagonistas singulares que el lector sea capaz de identificar para seguir su historia sin problemas. Quizás por eso opta por esta singular brigada evitando la palabra perdedores. Porque la brigada que tutela Capestan no es de perdedores, como iremos descubriendo. No son ese tipo de trastos los que han juntado ahí: lo que sí hay es un policía homosexual deprimido por la muerte de su pareja que interpuso una queja considerada poco adecuada, una mujer que escribe guiones televisivos, un policía con complejo de gafe, otro que bebe... todos son personas fácilmente identificables. Añadiendo además que el policía que aterriza allí por interponer la queja, Lebreton, es el mismo que investigó a Capestan en Asuntos Internos. Y será este el curioso equipo que tenga que comandar una mujer impulsiva y con tanto carácter como inseguridades. Este reparto, dos casos antiguos y nada de ayuda por parte de un departamento de policía que parece estar celebrando haberse librado de ellos con esta original solución. Aunque tal vez lo celebren porque no contaban con que estaban hablando de policías, tal vez incluso más motivados que los que se quedaron en sus propias comisarías y brigadas. A fin de cuentas, algunas pasaron de ser casi apestados, ignorados, a tener un compañero y poder realizar ese trabajo que tanto les gustaba cuando se decidieron por él. Así que pronto empiezan a tirar del hilo, visitar a la hermana de la fallecida o la mujer del otro, y a hacer un camino de posibles relaciones que quedaron ocultas en aquellas primeras investigaciones. Seremos, pues, espectadores privilegiados de cómo este grupo va levantando la cabeza e investigando y relacionando datos. Creando perfiles.

     Comentaba que Hénaff había optado por el sentido del humor en su libro. Y es verdad. Nos encontramos con comparaciones con series como Caso abierto en boca de los propios protagonistas, con descripciones irónicas de ellos mismos, y también con comentarios teñidos de sarcasmo. Hay, además, un perro torpe y el miedo irracional de un gafe a trabajar acompañado, sabedor de su problema con el malfario que le cuelga como San Benito y que él mismo ha llegado a creer. Todos ellos toques que aligeran una novela que se convierte en una lectura entretenida para pasar el rato.
 
     Hace mucho que ya no me fío ciegamente de los premios, si es que lo hice alguna vez, y que he dejado de considerar que una novela premiada ha de ser una obra maestra, así que acudí a esta sin demasiadas expectativas. El resultado no ha podido ser más satisfactorio. Me he encontrado con una historia que funciona, escrita con la ligereza suficiente como para resultar entretenida y leerse en un suspiro. Sin más.

     Y vosotros, ¿con qué libro comezáis la semana?

     Gracias
   

sábado, 16 de abril de 2016

El riesgo de leer


     "Si hoy en día me pregunto porqué amo la literatura, la respuesta me viene a la cabeza de forma espontánea: porque me ayuda a vivir."
     Tzetan Todorov

     Me hace mucha gracia cuando la gente habla de los deportes de riesgo y se limita al puenting y similares. Y es que, tengo que decir que saltar desde una altura considerable con unas gomas elásticas, me ha reportado menos riesgos que caminar con un libro abierto por la vida. Porque hoy toca una entrada de anécdotas, que para ponernos serios ya tenemos las noticias.
     El primer riesgo cuando uno compra un libro pasa por la librería. Recuerdo haber pedido un libro maravilloso titulado "Pornografía" y ver a una chica absolutamente horrorizada explicándome que ellos no vendían "esa clase de libros" pero que los tenían eróticos muy buenos para mujeres. Y es que los títulos a veces son un riesgo, uno no puede estar leyendo en el metro El pudor del pornógrafo y esperar que quien tiene delante no mire con curiosidad el libro, como tampoco podría estar leyendo seguramente un tratado de física cuántica.... pero los temas sexuales, dan más juego, para qué engañarnos. Y se liga más.
     Otra cosa es caminar leyendo, que te chocas con personas (creo recordar que tengo un par de amigos a los que conocí así), te metes de frente en un charco para el que te hubiera hecho falta un flotador (cosas de vivir en Invernalia, a los lagos en mitad de las aceras los llamamos charquitos) o calculas mal el momento en que comienza el asiento de un banco y terminas sentada en mitad del verde y con el culo mojado. Pero oye, ¡qué bonito es ir por el mundo con un libro abierto y qué romántico queda en las películas! Y eso que me he aprendido de memoria el número de escalones de mi camino matutino habitual (a base de ir estirando el pie sin mirar) y tengo calculada la distancia exacta de lado a lado de la carretera que cruzo contando el tiempo que tarda el muñequito en dejar de estar en verde (desde aquí pido al Ayto de Invernalia que si cambian el temporizador me avisen, gracias). En todo caso se aprenden habilidades, porque si un día tengo que buscar empleo iré al Circo del sol a decir que sé caminar con paraguas, bolso, móvil y un libro abierto mientras llueve. Que si eso no es hacer acrobacias, me río yo de los saltimbanquis. Y sigo ilesa, así que... Dios hace milagros todos los días.

     Con todo el mayor deporte de riesgo a la hora de leer, para el lector, porque para el resto del mundo es que nos choquemos con ellos o les aticemos con el bolso cargado de libros, reside en el tipo de libro elegido para el momento en el que se encuentre. Es decir, no puede uno estar leyendo El mal de Portnoy en una sala de espera, porque se arriesga a tener que aguantarse la risa mientras el resto de gente le mira con cara de pocos amigos. Y eso es terrible, porque entonces el dichoso Portnoy se empeña en ser aún más irritante y acabas riéndote, con lo que crees disimulo, mientras sientes el odio ajeno clavándose en la cubierta de tu libro. Así que lo cierras y lo guardas con disimulo... iluso, lector que cree que eso funciona. Una vez que te ha hecho gracia y sabes que has reído donde no debes, más te valiera seguir leyendo a la espera de que una tragedia imprevista te cortara la risa. Creedme, lo he intentado. Y acabé riendo como una pirada sin siquiera un libro que me sirviera como excusa para esa explosión de júbilo mal contenida. O peor aún: lloras. Estás de viaje, en uno de esos largos de avión, amparándote en un libro para evitar hablar con quien sea que te ha tocado al lado, y de repente las letras te agarran por el cuello y no te dejan respirar. Levantas la vista y boqueas diciendo "respira maldito", porque sí, a estas alturas ya te has puesto en plan trágico sin saber que es una espiral sin retorno... y nada, no hay manera. Notas como se te cae una lágrima y te escondes esperando que nadie note que... que... bah, ya da igual. Ya lloras a medio hipo ante la atónita mirada de tu improvisado compañero de viaje que, una vez te has repuesto, te pregunta que si vas de entierro en un intento de consolarte. Intento, dicho sea de paso, que te coloca en un serio apuro. No sabes si explicar que es viernes y quieres comer bacalao, o dejar que crea lo que quiera o mentir directamente. Si hay un momento en que está justificado mentir, te dices, es ese.

     El final leemos novela negra con detectives que corren y saltan mientras esquivan balas, o de magos que luchan con dragones o titanes, leemos sobre familias que se disputan tronos hasta la muerte y sobre karmas retorcidos que acechan incluso tras haber muerto. Y cualquiera pensaría que lo hacemos desde la comodidad de nuestra casa, tranquilos y seguros.... y nada más lejos de la realidad. Para los que lo duden, una pregunta, ¿a que duele cuando te haces uno de esos cortes mínimos con el borde de una hoja de papel? Pues lo hace muchísimo más cuando un protagonista perfecto, fallece.

     Y vosotros, ¿tenéis anécdotas de riesgo?
Por cierto que si alguien dice que no, asumiremos que es tímido y no quiere reconocerlo.

     Gracias

     Pd. Espero que nadie se haya reído de mis desdichas! Que os veo.

viernes, 15 de abril de 2016

Instrumental. James Rhodes


     "La vergüenza es el motivo por el que no se lo contamos a nadie. 
     Las amenazas funcionan un tiempo, pero no años.
     La vergüenza asegura el silencio, y el suicidio es el silencio definitivo."

     A veces nos embarcamos en lecturas que sabemos que van a ser complicadas, que pueden doler de un modo u otro. No tengo claro el motivo, supongo que es por lo mismo por lo que cuando vamos por la carretera se nos va la vista a la zona en la que parece que hubo un accidente. Así es el ser humano, y no es el peor de nuestros defectos. Hoy traigo  a mi estantería virtual, Instrumental.

     James Rhodes es un concertista de piano muy afamado en el Reino Unido que está devolviendo a la gente el placer de escuchar música clásica. Hace unos años escribió su biografía, y se vetó su publicación. En ella hablaba de su vida, una vida terrible, pero le fue vetado el derecho a contarla hasta hace unos meses. Hoy su libro está en la calle y en el Rhodes nos habla de los abusos: "Abuso. Qué palabra. Violación es mejor" afirma el propio Rhodes en su libro, que comenzó a sufrir a los 5 años por parte de su profesor de boxeo de cuarenta y como eso ha destrozado su vida y a él.

     James Rhodes advierte en su libro que no va a dar detalles escabrosos de lo sucedido durante esos episodios sexuales, baste saber que le causó unos terribles daños físicos y otros aún más terribles, psicológicos. Y de estos segundos trata su libro. En él nos habla de su incomprensión ante lo que le sucedía, de lo terrible que es para un niño vivir algo así cuando aún no tiene cabeza para procesarlo y lo único que percibe es el dolor y las amenazas sobre lo terrible que le sucederá si lo cuenta. Nos habla de cómo ese niño cuya personalidad aún se está formando, llega a aceptarlo como algo más de la vida e incluso lo utiliza para obtener cosas, como si formara parte de un trueque macabro que se da por normal al no haber conocido otra cosa. Rhodes nos introduce en su secreto mientras aún lo era, e intenta que comprendamos lo que pasaba por su cabeza para no contarlo, para beber y drogarse intentando olvidar, encerrar en lo más profundo de su alma unos recuerdos que ahora lleva en los brazos en forma de cicatrices... y también nos habla del sentimiento de culpa constante. Culpa por ser, por estar, sonreír o no hacerlo, culpa por ser raro, por discutir, por no hacerlo: culpa por vivir. Rhodes ha pasado por todos los estados que pueden suponerse a una persona así y también por cuatro o cinco más. estuvo en centros psiquiátricos y acude aún hoy a reuniones de esas de Anónimos que ayudan a quien quieren dejar una adicción, finge ser normal respondiendo lo que se debe y parece mostrar que aún teme que quede algún dique a punto de romperse en su interior. No muestra piedad alguna consigo mismo a la hora de describirse ya que, aunque sabe de dónde vienen todas sus manías, complejos, secretos... no intenta justificarlas, sino exponerlas. Y toca fondo cuando es padre y esa culpa que lo acompañó siempre lo aplasta al llegar su hijo a la edad que tenía él cuando su pesadilla comenzó. Entonces el miedo, ese sentimiento aún más irracional que la culpa, hace acto de presencia devastando lo poco de normalidad que había conseguido instalar en su vida. Porque cuando alguien pasa por lo que él ha pasado, nos dice el autor, no se recupera nunca, y es un error intentar ser normal negando lo ocurrido, porque uno ya jamás volverá a ser normal. Su normalidad murió aplastada en el suelo de un gimnasio bajo el peso de un hombre de cuarenta años.

     Y sin embargo, no es un libro en el que busque el detalle escabroso. Es un libro en el que una persona deshecha vomita un torrente de palabras con un estilo moderno y actual, en un lenguaje de calle que hace que el sentimentalismo que podía impregnar tan terrible historia, brille por su ausencia. Rhodes no busca lástima, busca exponer sus demonios y también hablar de sus refugios. Y es ahí donde cobra sentido el título del libro, porque el único lugar en el que el autor es él mismo y no esa persona marcada de la que nos ha ido hablando, es ante la música clásica. Nos cuenta como siempre le gustó, la dejó, la cogió y las sensaciones indescriptibles que provocan determinadas piezas musicales en el oyente. Nos relata su primer concierto, y también la transformación que sufre ante el piano. Y ahí vemos a un hombre diferente.
Salpica además su historia de magníficos párrafos sobre música clásica y sobre compositores de renombre. Fragmentos de vidas que consiguen captar la atención del lector en la que muestra a estos, hoy grandes nombres en la historia de la música, como hombres no necesariamente con vidas felices.  Y deja que estas partes sean oasis para un lector que llega destrozado de las zonas anteriores.

     Instrumental es una lectura difícil, sí. Pero no nos engañemos. Lo que hace difícil esta lectura es que le ponemos nombre y cara a una víctima de algo que sabemos sucede todos los días. Hace poco salían cifras de niños refugiados perdidos, vemos noticias de pornografía infantil, de trata de menores... pero no les ponemos rostro, y de este modo nos parece un horror, sí, pero ajeno. Con este libro, situamos un nombre y un rostro y también una vida. Nos obliga a reconocer que existe.

     Y vosotros, ¿alguna vez os habéis embarcado en una lectura sabiendo que sería un camino escabroso?

     Gracias

jueves, 14 de abril de 2016

Eres hermosa. Chuck Palahniuk


     "Incluso cuando atacaron a Penny, el juez se limitó a mirarla como si nada. El jurado reculaba. Los periodistas permanecían acobardados en la tribuna de prensa. ni una sola persona en la sala acudió a socorrerla. El taquígrafo judicial siguió tecleando con diligencia, transcribiendo las palabras de
Penny: ·¡Me está haciendo daño!¡Detenedlo, por favor!". Sus eficientes dedos teclearon la palabra: "¡No!". A continuación transcribió fonéticamente un largo gemido, un quejido y un grito."


     Hay autores cuya obra, o una obra determinada, nos deja una marca en nuestra zona lectora, y seguimos su trayectoria. Para mí , Palahniuk siempre será el autor de El club de la lucha, y eso hará que siempre regrese a leer más... independientemente del resultado. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Eres hermosa.

     Conocemos a Penny, una joven de Omaha que trabaja de pasante en la gran ciudad mientras se da cuenta de que nunca resaltará por su físico y de que sus ambiciones no están muy definidas en forma, pero sí en cantidad. Conoce enconces a Maxwell un hombre soltero, millonario y que cuenta entre su enorme lista de mujeres a actrices e incluso a la presidenta. Contra todo pronóstico, Maxwell se fija en Penny, y la vida de esta mujer da un giro completo... hacia la cama de él.

     Palahniuk es divertido, sangrante, excéntrico, satírico...cada vez y en cada novela. No puede el lector limitarse a leer sin ver en cada frase lo ridículo de lo representado, así que tal vez sería mejor hablar en este caso de lo que es y lo que no es Eres hermosa.
 
     En Eres hermosa nos encontramos a una protagonista digna de Bridget Jones en sus comienzos que busca ascender en la vida como sea, ya que no tiene muy claras las formas. Palahniuk deja con el culo al aire literalmente a su protagonista en un momento café, que la estampana contra el suelo y la llena de pegotes dulces que atraen más moscas que miradas divertidas. Ahí tenemos el primer punto ridículo de la lista que nos proporcionará esta novela. El siguiente lo reconocemos con suma facilidad, Penny es una pavisosa en la que se fija un millonario dispuesto a satisfacer todos sus deseos sexuales. Y así nos vemos sumergidos en una mezcla entre 50 sombras y anatomía de (los bajos) de Grey. Prácticas y más prácticas que evitan cualquier tipo de excitación lectora llenándose de tecnicismos sobre la anatomía más íntima. Artilugios de todo tipo que se irán mezclando con las marcas del más alto standing del estilismo, como sucede en un determinado tipo de novelas. Pero Palahniuk es insaciable, y abarcando un poco más nos lleva a una cueva, no tengo muy claro si de oso cavernario o de retiro de asesino en El perfume, para educar sexualmente a la despechada protagonista cuya misión es, ahora, salvar a todas las mujeres del mundo cual Erin Brockovich.
Para conseguir todo esto, y como siempre escondiendo una broma o dos finales como fin de traca, el autor hace una crítica al consumismo basado en la sexualidad aceptado por la sociedad cuando es dirigido al género masculino, pero que causa más extrañeza hacia el género contrario. Nos deja también el misterio de las motivaciones de Maxwell, personaje extraño y peculiar donde los haya, nos muestra a una bruja del sexo con un camino a su guarida alfombrado de esqueletos de hombres y mujeres que no fueron capaces de llegar vivos a conocerla y hace una extensa crítica sobre el consumismo en masas que provoca que la sociedad sea capaz de moverse en colmena para hacer cola ante una tienda esperando que abra. Porque Maxwell, lo que quiere de Penny es usar su perfecta vagina para probar y terminar de desarrollar toda una gama de productos de autosatisfacción femenina que provocarán el colapso de una sociedad en la que las mujeres dejan de necesitar a los hombres para necesitar pilas. No le tiembla el pulso al autor para reducir la sociedad a unas mujeres que abandonan todo en la búsqueda de su placer y a hombres perdidos sin ellas. Lo que no os relataré es cómo sucede, ni el resultado, por supuesto.

     Y todo esto es lo que nos ofrece Palahniuk condensado en 200 páginas y salpicado de placer femenino descrito profusamente. Así que no, no es una novela para todos los públicos. La novela no deja que quedarse en curiosidad, posiblemente porque el autor no carga tintas suficientes como para ver en ella una crítica dirigida que podía haber sido una gran apuesta. Como lectora, he ido avanzando páginas con más pena (por lo que no era) que gloria (por lo que leía) hasta llegar a un final en el que el ridículo se alza colocando su bandera en lo más alto y que, lo reconozco, si me hizo reír una vez cerrado el libro. Como novela, me ha parecido fallida, y como divertimento no ha llegado a las cotas que yo creo hubiera podido hacerlo el autor. Y sin embargo sé que volveré con él. Porque de algún modo tiene algo en sus formas que provoca que quiera seguir leyendo. Algo que hace que sea consciente de lo que tengo entre manos, pero que aún así no lo suelte hasta haberlo terminado. Y ese algo es lo que hizo que al terminar el libro me riera de mí misma, pero también provocará que vuelva a la librería a buscar su siguiente título. Así es leer a Palahniuk.

     Y vosotros, ¿recordáis vuestra última lectura fallida?

     Gracias.

martes, 12 de abril de 2016

El elefante desaparece. Haruki Murakami


     "Estoy en la cocina preparando unos espaguetis cuando llama la mujer. Apenas falta un minuto para que estén cocidos y ahí me encuentro yo, silbando el preludio de La gazza ladra de Rossini que suena en la radio. Una música perfecta para preparar un plato de pasta."

     Murakami es uno de esos autores que se han ido abriendo hueco en el mundo literario hasta situarse en todas las librerías, la mayoría de las casas y en un montón de revistas especializadas. No es de extrañar que cada nuevo título suyo nos llame la atención, al menos a mi. Hoy traigo a mi estantería virtual. El elefante desaparece.

     En esta ocasión Tusquets nos trae un libro que recopila diecisiete relatos de Murakami, abriendo el libro El pájaro que da cuerda y las mujeres del martes y cerrándolo el que da título al volumen completo.

     Como siempre digo, comentar un libro de relatos es bastante más complicado que hablar de una novela. Sobre todo si, como es el caso, son relatos cortos que corren el peligro de quedar expuestos totalmente a un análisis. Salvo si el autor es Murakami, en cuyo caso un análisis podría ser contraproducente, ya que sus realidades imposibles arropadas con un Japón occidentalizado y vestidas de una prosa musical y característica, son las señas de la mano del autor. Y es precisamente en estas realidades imposibles en las que se asientan los relatos de este volumen en el que todos los protagonistas parecen aceptar como normal lo que al lector desconcierta durante su lectura.
     Ya en el primer relato, germen de lo que sería Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Murakami, que comienza hablando de espaguetti (y algún lector empedernido del autor se sonreirá en este momento) nos deja confiarnos con la respuesta ante unas extrañas llamadas de teléfono al protagonista, para luego enviarle a una improbable situación tras un gato sin dejarle perder la compostura. Pero así es Murakami, y nos presentará enanos fascinantes, obsesiones con canguros y lo acompañará con cerveza, música y comida a lo largo de sus títulos hasta llegar a ese elefante que desparece de un recinto de una forma más que improbable.

     Como curiosidad, decir que además de ese germen de lo que sería luego una novela, he echado de menos el relato que cuenta el primer asalto a la panadería y que puede buscarse en otros idiomas, ya que aquí nos encontramos con El segundo asalto a la panadería. Algunos de sus cuentos han sido publicados, como precisamente este segundo asalto, que lo publicó libros El Zorro Rojo bajo el título Asalto a las panaderías en un volumen con unas preciosas ilustraciones. Además tengo que decir que es uno de los relatos que me han gustado más, y que habla de cómo una decisión puede pesar, del vacío que se llega a sentir y que es como un agujero, tal vez en el estómago provocando una sensación similar al hambre, y que no podemos llenar por mucho que comamos porque es el hambre de la conciencia el que necesita ser saciado.

     Esta vez me ha costado un poco más la lectura de Murakami, no sólo porque ante un recopilatorio con tanto cuento, es imposible que no haya unos mejores que otros, sino porque me ha costado encontrar un nexo común a todos ellos, salvo tal vez ese perder pie de los personajes y que se traduce en muchos relatos en una impasibilidad que descoloca durante la lectura. Con todo, y como siempre, se disfruta de su prosa, de ese Japón cercano a nuestras calles que se mezcla a la perfección con las tramas y con costumbres que nos resultan ajenas y se nos relatan cotidianas.

     Y vosotros, ¿soís de los que han sucumbido a las letras de Haruki Murakami?

     Gracias

lunes, 11 de abril de 2016

Relojes de hueso. David Mitchell


     "Descorro de golpe las cortinas de mi cuarto, y ahí están el cielo sediento y el ancho río, lleno de barcos, botes y rollos, pero yo ya estoy pensando en los ojos color chocolate de Vinny, en el champú corriendo por la espalda de Vinny, en las perlas de sudor sobre los hombros de Vinny, en la risa traviesa de Vinny, y ya se me ha puesto el corazón a cien. Dios, ojalá me hubiera despertado en su apartamento de la calle Peacock y no en mi asqueroso dormitorio."

     Lo cierto es que tenía muchas ganas de leer algo más de Mitchell. Tras el Atlas de las nubes me podía la curiosidad por seguir leyendo sus historias, así que cuando me enteré de la publicación de este libro, me faltó tiempo para ir a comprarlo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Relojes de hueso.

     Conocemos a Holly Sykes cuando tiene quince años, en la década de los ochenta. La conocemos justo la mañana de la gran discusión con su madre, que acaba de enterarse de que mantiene una relación con un hombre de 24 años. Holly huye de casa con la intención de refugiarse en los brazos de un novio que la espera en la cama con su mejor amiga, así que tragándose el orgullo y entre lágrimas, Holly comienza una aventura que la llevará a recoger fresas. A partir de ahí y, a lo largo de seis partes, el libro nos irá abarcando lo sucedido hasta el año 2043.

     Como decía, el libro está dividido en seis partes, narradas en primera persona por distintos personajes, excepto la primera y la última en las que la propia Holly toma la palabra. En las otras cuatro partes nos iremos encontrando con narradores que están relacionados siempre de un modo u otro con Holly, y sus historias nos llevarán de Suiza a Irak llegando a un futuro no tan lejano en el que el mundo ha sufrido un colapso que no se nos antoja tan extraño. En este momento hay que resaltar la cuarta parte, en la que aparece un escritor llamado Crispin Hershey que muchos han buscado identificar con Martin Amis, pero que el autor se ha apresurado a explicar que tiene mucho de él mismo. De este modo asistimos a una versión que oscila entre la crítica y la sátira del mundo literario en la que se aprecia aún más el sentido del humor del autor que permanece durante toda la novela.

     En cuanto al argumento, pudiera parecer que se trata de la vida de Holly, pero Mitchell es un autor ambicioso y, siendo sinceros, ella no es más que una excusa plantada en el realismo, para dar pie a una subtrama que asoma desde las primeras páginas, con las alucionaciones de Holly, y que acaba tomando la novela en la quinta parte. La vida de Holly, su huída con ese curioso encuentro con la mujer pescando, o el té y el desayuno con salchichas, nos van introduciendo en la mente el germen de esa segunda historia que va captando nuestra atención mientras el estilo fluído del autor nos lleva por la superficie a una velocidad pasmosa para tratarse de una historia aparentemente tranquila. Vamos celebrando cada vez que aparece Holly a lo largo de la historia porque le cogimos cariño desde las primeras páginas, y a la vez vamos siendo conscientes de la parte fantástica. Y es que si hay un personaje que en un momento determinado afirma que un libro no puede ser medio fantástico lo mismo que una mujer no puede estar medio embarazada, Mitchell se encarga de desmentirse a sí mismo. Toda la parte realista está poblada de personajes que aportan una continuidad a la historia, ya de por sí interesante, pero también es una introducción para hablarnos de una lucha entre dos tribus inmortales, y darnos finalmente el significado al enigmático título que lleva el libro. La pregunta del millón es cómo se consigue pasar de un lado a otro, de una mujer de mediana edad a una lucha entre inmortales, sin perder la compostura ni extrañar al lector. Es más, añadiría, consiguiendo justo lo contrario, que preste más atención. De repente estamos entre Anacoretas y Horólogos acompañando a Marinus y descubriendo las conexiones entre ambos mundos. La importancia del primero para el segundo, y también la insignificancia de la existencia (en este caso reflejada en cientos de páginas), dejando asomar el autor la parte crítica de la historia.

     Relojes de hueso es una novela diferente, divertida, en la que uno tiene la sensación de que cualquier cosa es posible, incluso encontrar alguna referencia al propio autor que nos haga sonreír, y en la que el autor se encarga de que no olvidemos eso precisamente: que cualquier cosa es posible. Pocas veces me ha durado tan poco un libro que anda por las setecientas páginas, pero el ritmo y la trama empujan a seguir la historia. Y a disfrutarla. Mucho.

     Por si no ha quedado claro que he disfrutado de ella, lo único que me queda por añadir es que es bonita hasta por fuera. Pero, ahora que caigo, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

sábado, 9 de abril de 2016

Entrevista a Fernando J. López

Imagen tomada del twitter del autor
  Fernando J. López nace en Barcelona en 1977. Dramaturgo y profesor de literatura publica con 19 años, In(h)armónicos con la que obtuvo el Premio Joven & Brillante y fundó la compañía teatral Armando no me llama. Desde entonces ha estrenado y publicado obras como Tour de force, Saltar sin red o Cuando fuimos dos.
Literariamente ha continuado también su trayectoria, quedando finalista del Premio Ciudad de Badajoz y del Premio Río Manzanares con La imortalidad del cangrejo. En el año 2010 escribió La edad de la ira, novela con la que se clasificó como finalista del Premio Nadal. Su última novela es Los nombres del fuego, una experiencia sobre la adolescencia y la vida más allá de las páginas en las que está impresa.

- Mirando tu trayectoria, lo primero que aparece fue el teatro. Del teatro a la literatura, ¿cómo fue ese paso?
- En realidad he compaginado siempre ambas facetas, pero a veces los textos teatrales se han estrenado antes de que se publicaran ciertas novelas o viceversa. Para mí ambas facetas son tan necesarias como, en cierto modo, complementarias y me permiten abordar la realidad desde dos perspectivas artísticas muy diferentes entre sí.
- La edad de la ira fue tu gran entrada en el panorama literario, una novela que ha sido indicada como para adolescentes, algo que tiene en común con Los nombres del fuego. La etiqueta de novela juvenil no es siempre bien recibida, ¿qué opinas de que se te vincule a este sector lector?
- Me enorgullece ser considerado como autor juvenil, pues creo que es uno de los públicos más difíciles y, a la vez, más importantes. Los libros que más nos marcan, los que de verdad nos convierten en lectores, son los que leemos en la infancia y en la adolescencia, de modo que la labor de la literatura juvenil es esencial en la creación de una sociedad lectora. Por otro lado, La edad de la ira nunca fue concebida como novela para adolescentes y, sin embargo, desde su publicación ellos la han convertido en un long seller que, a fecha de hoy, sigue siendo lectura recomendada en muchos institutos. Ahí me di cuenta de que la etiqueta de juvenil no era más que eso, otra etiqueta de las que inundan el panorama cultural y que, en realidad, la verdadera literatura transgrede y flexibiliza continuamente. No hay libros para jóvenes o para adultos, hay libros que merecen la pena y libros que no merecen la pena, es así de sencillo.
- Personalmente, a veces tengo la sensación de que la mayor parte de los libros dirigidos al público infantil son casi clones. Dime, ¿los jóvenes leen menos o para los jóvenes hay menos opciones en las mesas de las librerías?
- Falta riesgo y capacidad de innovación. Se subestima a los lectores jóvenes y se les ofrece un rango de títulos muy similar entre sí, con un afán comercial que, finalmente, les cansa. También está la literatura con moralina, donde la narrativa naufraga en medio de un discurso obvio y escasamente literario. Por eso, precisamente, estoy tan involucrado con Loqueleo, el sello de Los nombres del fuego, porque su apuesta es clara por una literatura juvenil atrevida, valiente y de calidad, títulos que como esta novela no subestiman al lector, sino que le plantean situaciones complejas, duras y que creemos que deben formar parte de lo que entendemos por literatura juvenil.
- Tu novela tiene un fuerte vínculo con un soporte multimedia, cómo leer Los nombres del fuego?
- Eso cómo siempre ha de responderse de la misma manera: con total libertad. Creo que el lector ha de encontrar su camino hacia cualquier libro y lo interesante de la narrativa transmedia es que ese cómo se multiplica. Se puede leer el libro a la vez que se oye la música de la novela en la web (www.losnombresdelfuego.loqueleo.com) y se curiosea en los blogs de los personajes o en sus cuentas de Instagram. También se puede comenzar desde la web, viendo el vídeo de la novela y conociendo sus historias. O se puede leer la novela de un tirón y comenzar después a bucear en el universo transmedia. La idea es que ese espacio virtual no solo sea un lugar donde seguir leyendo sino, sobre todo, donde seguir creando, de ahí que se permita escribir y enviar materiales en todas las secciones de la web.
- Me gustaría que nos contaras cómo surge la idea del libro y además, exportarlo a una página web, vídeos, música, incluso hay una fotografía del cartel de una película que se emite ahora mismo en el cine y que aparece en la cuenta de una red social de uno de los protagonistas. ¿Cómo se hace algo tan complejo y cuánto tiempo lleva?
- La creación de esta novela ha exigido mucho tiempo y trabajo, tanto en su planificación como en su desarrollo. El hecho de convertirla en transmedia tiene que ver con la valentía de mis editores, que fueron quienes vieron esa opción en esta historia mucho antes que yo. Como se trata de una novela donde se ponen en duda los límites del tiempo y del espacio a través de las dos historias  que la constituyen, mis compañeros lo Loqueleo pensaron que sería posible estirar aún más esos límites a través del universo virtual. Lo hermoso de ese proceso ha sido el trabajo en equipo con un grupo de profesionales magníficos sin los que esto no habría sido posible. Y todos estábamos de acuerdo en que el mundo virtual de la novela debía aunar lo literario y lo social, el ayer y el ahora, de ahí que la actualidad esté presente en espacios como El cine del fuego o el blog de Nico.
- La historia se apoya en ese momento del paso a la edad adulta, de encontrarse y decidir el camino. ¿Crees que olvidamos esos momentos una vez nos asentamos en la vida adulta?
- No lo olvidamos, pero intentamos hacerlo. Es una etapa en la que se sufre mucho porque todo está por hacer y construirse siempre resulta doloroso. Creo que debemos mirar a la adolescencia de frente, buscando reconocernos en quienes fuimos a través de quienes ellos son ahora, no juzgando su realidad con condescendencia o desde nuestra mirada de adultos que ya han superado ( o creen haber superado) sus miedos y complejos. En realidad, seguimos estando muy cerca de la persona que fuimos, pero eso nos haría sentir tan vulnerables que preferimos creer que no es así.
- ¿Qué tiene, además, ese periodo de la vida para que te atraiga tanto?
- Es la etapa en la que todo está por hacer: podemos elegir con qué deseamos soñar y cómo queremos proyectarnos en el futuro. Una vez que esos años pasan y el futuro se vuelve presente no siempre resulta fácil casar las expectativas con la realidad. Eso, sumado a la vivencia vehemente de las emociones propia de la edad, hace que se aun tiempo tan atractivo.
- Supongo,  por lo que he visto en las redes, que has compartido la lectura de Los nombres del fuego con adolescentes, ¿cómo ha sido esta experiencia?
- Estupenda, son unos lectores críticos, llenos de curiosidad y que reaccionan muy bien cuando se les trata desde la honestidad y se les habla -y escribe- de tú a tú. La respuesta a la novela está siendo muy buena y confiamos en que siga siéndolo.
- Tocas temas como la homosexualidad, que tal vez estén más normalizados en la vida adulta que en los pasillos de un instituto, de hecho las noticias indican muchas veces que es así. ¿Cuánto hay en tu libro de reflejo social, de crítica, de ayuda...? ¿Y de muestra para los padres, de recordatorio?
- No es una muestra ni un recordatorio consciente, pero en mis novelas y obras de teatro siempre aparecen temas sociales que me inquietan y que creo que deben ocupar un lugar importante también en la ficción. La literatura ofrece visiones del mundo y, desde la palabra, puede ayudar a modelarlo o, cuando menos, a plantearnos interrogantes. Mi labor como autor no consiste en ofrecer consejos, pero sí en visibilizar situaciones y darles forma narrativa. La novela no tiene que ofrecer respuesta, sino preguntas.
- Además una doble historia que se toca en un punto clave de la vida, ¿fue difícil elegir los tiempos en los que apoyarías tus historias?
- Fue complicado al principio, porque sabía que necesitaba jugar con dos momentos muy diferentes entre sí, pero pronto se atravesó en mi camino la idea de que debía ser el Imperio azteca. Supongo que mi pasión por México y por la cultura mexicana tuvo algo que ver con ello.
- Antes te he preguntado cómo leer Los nombres del fuego, ahora me gustaría que me dijeras por qué leer esta novela. Que dieras un pequeño, mínimo, resumen de lo que es Los nombres del fuego.
- Los nombres del fuego es una novela sobre la búsqueda de nuestra identidad, tan cambiante como el fuego del título y para la que necesitamos encontrar no uno, sino muchos nombres: tantos como los de las vidas que queramos vivir.
- Finalmente, me gustaría saber qué estas leyendo en este momento.
- Ahora mismo estoy con la última novela de Chirbes, uno de mis autores favoritos, París-Austerlitz.

     Muchísimas gracias a Fernando por haberse prestado a aparecer en este espacio y por su predisposición y disponibilidad a la hora de hacerlo.

     Y, como siempre, gracias a todos los que os pasáis por aquí.

     Bibliografía del autor:
     - In(h)armónicos
     - La edad de la ira
     - Tour de force
     - Las vidas que inventamos
     - Lo que no se dice (colaboración con un relato)
     - La inmortalidad del cangrejo
     - El cielo en movimiento
     - El reino de las tres lunas
     - Los nombres de fuego

viernes, 8 de abril de 2016

La saga de Hrolf Kraki. Poul Anderson


     "Había un hombre llamado Eyrind el Rojo, que vivía en el Danelaw de Inglaterra cuando era rey Aethelstan. Su padre era Svein Kolbeinsson, que había llegado allí procedente de Dinamarca y a menudo había vuelto en viajes comerciales. Cuando fue suficientemente mayor, Eyrind se marchó. Sin embargo, como era más inquieto y ambicionaba más que Svein hacerse un nombre, al final entró al servicio del rey."

     De vez en cuando uno se aleja totalmente de las lecturas habituales para embarcarse en libros que sabe de antemano van a gustarle. Historias, por ejemplo, de vikingos. Eso me sucedió con este libro incluso antes de abrirlo. Hoy traigo a mi estantería virtual, La saga de Hrolf Kraki.

     Una joven danesa que se ve empujada a hacer un viaje acompañando a su marido y este a su vez al rey, se gana a las damas que la acompañan en la travesía relatando historias. Cuando esto llega a los oídos del rey, la manda llamar para solicitar escuchar también sus relatos. Estamos en el siglo X y esta mujer, Gunnvor, comienza a hablar al rey de la historia de Hrolf Kraki que se remonta tres siglos atrás.

     Ahora que parece que las sagas y las grandes historias han de estar formadas por un mínimo de tres libros voluminosos, llega Runas y reedita este título de Poul Anderson que apenas supera las 300 demostrando que no es necesaria tanta extensión. Comenzando por un prólogo del propio autor en el que cita fuentes y orienta al lector y con un primer capítulo introductorio que nos explica por qué la narración tiene esa estructura, Anderson pronto entra en faena en este libro vestido de leyendas.

     La historia, de corte clásico, casi épico en algunos momentos, echa también mano de leyendas fantásticas y maleficios y dioses. No habla solamente del citado Hrolf Kakri, habla de su familia empezando por la historia de sus antepasados, a cada cual más interesante, para seguir avanzando hasta él. Anderson no se entretiene en descripciones, pese a lo cual hay momentos de sorprendente hermosura en sus palabras, otros en los que, con apenas media docena, nos ha dejado clarísima la situación. Sin embargo, no será la profundidad de los personajes ni las páginas llenas de largas descripciones de las luchas lo que caractericen esta historia. Y tampoco le hace falta, puede ir perfectamente al grano y aligerar además el lenguaje que se puede suponer a este tipo de leyendas puesto que está siendo relatada mucho tiempo después a un hombre que, además, desconoce los lugares en los que sucedieron, al igual que el lector que agradece determinadas explicaciones. De este modo elimina trabas para la lectura, facilitando al lector su avance y también, salvando a los más puristas, su disfrute.

     Concebido casi como un conjunto de sucesivas historias, es fácil quedarse enganchado a sus letras, casi inevitable, ya que hay luchas, traiciones, más luchas, ideales, magia, lealtad... y uno acaba sintiéndose presa de cada historia, de cada personaje. En apenas unas pinceladas, hemos pasado de un libro en el que los nombres se nos habían antojado extraños en las primeras páginas, a caer rendidos ante padres, hijos o hermanos sabiendo perfectamente a quién nos referimos.

     He disfrutado mucho de esta novela, a la que no puedo apear el regusto a historia clásica, a cuento a la luz de la luna en la que todo es posible y van apareciendo brujas e incluso osos, y me he dejado llevar por las letras de Anderson. No he querido meterme mucho más en el argumento ni dar detalles que puedan dejaron sin una de esas historias con las que una dama entretuvo a un rey sobre la saga de un hombre que muchos compararon con el Rey Arturo. Lo que si hago es recomendaros que le deis una oportunidad. Y que os dejéis llevar por la voz del autor.

     Como comenzaba diciendo a veces uno se sorprende al asomarse a un lugar totalmente insospechado. Yo en este caso os propongo vikingos, que seguro os ha extrañado a muchos en un primer momento, pero si uno no se arriesga de vez en cuando, tampoco amplía sus lecturas. Así que hoy la pregunta es fácil, ¿recordáis ese libro que os pilló por sorpresa y os encantó?

     Gracias.

jueves, 7 de abril de 2016

Adiós en azul. John D. MacDonald


     "Iba a ser una velada tranquila y hogareña.
     El hogar es el Busted Flush, una casa flotante tipo gabarra de dieciséis metros de eslora, amarre F-18, Bahía Mar, Lauderdale.
     En el hogar es donde encuentro intimidad. Corres todas las cortinas opacas, cierras las escotillas y con el susurrante zumbido del aire acondicionado amortiguando todos los ruidos del mundo exterior, consigues olvidarte de que tienes pegados a los de la embarcación vecina."

     Una de mis películas favoritas es El cabo del miedo, o del terror dependiendo de la versión a la que estemos mirando. Bien, el autor del libro en el que se basa es MacDonald, así que me resultó imposible no fijarme en este título. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Adiós en azul.

     Conocemos a Travis MacGee, un hombre que se dedica a recuperar lo irrecuperable a cambio de la mitad del botín que consigue devolver a su dueño. Dicho así suena peligroso, y lo es. Esta suerte de detective que vive en una barcaza y sólo acepta trabajos cuando va corto de dinero, se ve involucrado en la vida de una joven bailarina que acude a él para contarle su triste historia. Descubrirá así que un hombre llamado Junior Allen, ha robado a esta chica tras dejarla hecha trizas, y también que no es la única mujer que sufre las consecuencias de Allen. Ahora Travis va a ir en su busca para recuperar lo que es de Cathy.

     Adiós en azul es la primera entrega de una serie de novelas protagonizadas por Travis MacGee que se puede leer sin necesidad de continuar la saga ya que tiene un desenlace que bien hubiera podido ser de un libro único. Dicho esto, añadiré como curiosidad que todas los títulos de la saga de Travis, incluyen un color, tal vez puesto ahí como seña de identidad del autor, o tal vez para diferenciarlos entre las aproximadamente ochenta novelas que dejó en su haber MacDonald: un autor tan poco conocido en general, como alabado por su obra.

     En este caso nos enfrentamos a una novela corta en la que se percibe, lo primero, el tono influenciado por el momento en que fue escrita. Estamos en 1964 y el autor habla de transportes aéreos, soldados y contrabando, de hombres convertidos en magnates y mujeres poco más que floreros a simple vista pero a las que hay que conocer para descubrir su verdadera historia. Todo esto se acompaña por un tono entre chulesco y descastado para dirigirse a su detective y una puntuación en los diálogos que hace que su protagonista y narrador parezcan unirse y desunirse en muchos momentos, consiguiendo así que el lector no sólo vaya descubriendo datos, ino también sentimientos de este peculiar protagonista al que no duda en despojar puntualmente de su duro revestimiento.

     La historia, de chicas desvalidas que demuestran su tremenda fortaleza tras sufrir los abusos de un canalla maltratador llamado Allen, es tan sencilla como interesante, y el lector se ve empujado a devorar página tras página para saber si finalmente se encontrará con el esperado cara a cara entre estos dos hombres. Despoja además a la narración de todo artificio, incluso de diplomacia en muchos momentos, y la caracterización de sus personajes viene dada por los pensamientos de Travis, al que MacDonald describe como un holgazán y cuyos datos físicos nos va dando poco a poco y sólo cuando son estrictamente necesarios. Es curioso además, como no duda en convertir al detective en salvador o galán buscavidas dependiendo del momento, y como cubre finalmente toda la historia de una pátina que recuerda a aquellas películas en blanco y negro en las que nos acompañaba la voz en off del detective de turno. De hecho es una novela que se lee casi con nostalgia de un género que ha evolucionado tal vez demasiado deprisa por ir empujado por las modas, y por eso se disfruta incluso más cuando nos encontramos con un libro con regusto a tono clásico de la novela negra.

     Comenzaba diciendo que el autor es el culpable de El cabo del miedo, y es cierto que encontramos ciertas similitudes en la trama. Malos malísimos, mujeres incautas y agua que nos confirman que no nos hemos equivocado de autor, y que nos recuerdan aquellas escenas protagonizadas por Robert de Niro.

     Me ha gustado. He disfrutado tanto con la trama cuyo final es perfecto como con el tono del libro que me ha recordado a años que no viví pero que si leí o vi en películas pasadas. Hay libros que no aguantan bien el paso de los años, a otros sin embargo, ese paso del tiempo les otorga un plus, una suerte de encanto especial que hace que aumente su valor. Estamos ante el segundo caso. De hecho pienso continuar con esta saga, voy a seguir conociendo a Travis MacGee.

     Y vosotros, ¿no os ha pasado que os encontráis con historias que pierden encanto con el paso de los años? Pensad por ejemplo en la ciencia ficción.

     Gracias.

martes, 5 de abril de 2016

La mitad de la verdad. Zygmunt Miloszewski


     "Los judíos celebran solemnemente el séptimo día de las fiestas de la Pésaj y recuerdan el paso a través del Mar Rojo, mientras que para los cristianos es el cuarto día de la Octava de Pascua. Para los polacos este es el segundo de los tres días de luto nacional decretados tras el incendio de un albergue social en Kamie´n Pomorski, en el que fallecieron veintitrés personas."

     Lo cierto es que en cuanto vi que se publicaba este libro, ni me lo pensé. Es el segundo volumen de una trilogía que comenzó hace meses con El caso Telak y que tenía ganas de avanzar. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La mitad de la verdad.

     Seguimos conociendo a Szacki, fiscal investigador de homicidios que ahora se ha trasladado a una pequeña ciudad de provincias llamada Sandomierz. Ahí, un lugar aparentemente aburrido con poco que hacer, aparece el cuerpo desnudo y sin vida de una mujer. Todo parece indicar que el homicidio ha seguido un ritual judío para sacrificios animales, lo que provoca un brote de resentimientos no tan enterrados en esta pequeña comunidad. Además, el cuerpo de la mujer no es el único en aparecer y Szacki ve como se complica su vida.

     Szacki me gusta, ya lo comenté en la reseña de la primera entrega. No es particularmente simpático y no le gustan los perros, pero me lo paso bien. Y tras el sorprendente caso Telak, tenía ganas de ver por dónde despuntaba el autor en la segunda entrega. Esta vez nos deja en una ciudad pequeña, lo que aprovecha para que veamos las diferencias entre ambos libros: de la capital aquí, a los vecinos que se conocen, a resentimientos y envidias... y refleja perfectamente lo que es vivir en estas sociedades. En cuanto al caso que presenta, es muy interesante no ya por la resolución en sí o por el cura que es por momentos bastante divertido, sino por el trasfondo que despliega de antisemitismo latente aún en la sociedad actual. Y es que el autor representa de una forma estupenda la sociedad polaca, que pese a no ser un lugar lejano y exótico, me era totalmente desconocida. No sólo el tema antisemita, sino también el momento actual.

     Los personajes son fantásticos y Szacki sigue siendo, cuanto menos, peculiar, de esos a los que amas u odias y que admite pocas medias tintas; aunque reconozco que me ha resultado un poquito menos fresco que en la primera entrega. El autor lo sabe rodear de buenos secundarios y de una trama solvente, convirtiendo esta novela en una muy buena opción de lectura.
El ritmo es engañoso, uno comienza con la sensación de que no está sucediendo nada, cuando en realidad es un no parar hasta llegar a un final en el que cuesta hacer una pausa en la lectura hasta tenerlo todo atado y bien atado. El autor en este caso busca sorprender, ya vamos viendo el camino que toma en el último cuarto del libro, que desemboca en un final satisfactorio que deja con ganas de que se publique la tercera parte de esta trilogía y con la curiosidad de saber por dónde va a salirnos esta vez Milosewski.

     Me ha gustado, me he divertido y me he reído, porque el humor negro negrísimo está presente durante la narración y, pese a lo narrado, hay momentos en los que me ha sido imposible reprimir la risa. El autor ha sabido dotar a esta segunda entrega de carácter propio y diferencias suficientes con el primero como para poderlo desligar, pero si me lo permitís, os recomiendo ambos. Y empezad por el primero.

     Me gusta descubrir nuevos lugares en mis lecturas. A veces exóticos y otras simplemente desconocidos, como es el caso de Polonía. En este caso, por ejemplo, busqué la ciudad en la que se desarrollaba y me topé con un entorno precioso.
     Y vosotros, ¿también aprovecháis las lecturas como guía de viaje?

     Gracias.

lunes, 4 de abril de 2016

La decisión de Sophie. William Styron



     "En aquellos tiempos era casi imposible encontrar un apartamento barato en Manhattan, por lo que tuve que trasladarme a Brooklyn.
     Esto sucedía en 1947, y lo más agradable para mí de aquel verano, que con tanta claridad recuerdo, fue el tiempo, suave y soleado, con fragancia de flores, como si los días se hubieran detenido en una perpetua primavera."

     Bien sea por el libro o por su película, está claro que hay títulos que conocemos todos y nombres que nos suenan a grandes personajes, como sucede con el libro que hoy traigo a mi estantería virtual. Se trata, de La decisión de Sophie.

     Conocemos a Stingo, un aspirante a escritor que se traslada a Nueva York y conoce en Brooklun a Nathan y Sophie, una pareja que pronto le atrapa en sus redes. Descubrirá una relación malsana, una superviviente del campo de concentración de Auschwitz y a un hombre temperamental, y hasta cierto punto magnético. Entre vivencias y confesiones, Stingo acabará buscando el secreto que lleva esta mujer dentro.

     Con tintes autobiográficos entre el narrador, Stingo, y el propio autor, Styron se embarca en una novela que bien podría catalogarse de novelón en el buen sentido de la palabra. Nos va mostrando a su narrador y también la relación que establece con los otros dos protagonistas y, a través de esta relación, conoceremos a Sophie, Nathan y la relación entre los tres. Presenta así a una mujer que es una polaca católica superviviente al horror nazi, una persona que ha de tener una fortaleza tremenda y que, sin embargo, está atada a una relación tóxica con un hombre que, desde las primeras páginas, descubrimos que tiene serios problemas. Nathan no trata bien a Sophie, y sin embargo ella parece ser casi dependiente de él, mientras va poco a poco abriendo su corazón y su alma en largos monólogos al narrador. Y nos descubre así su historia, y también a uno de los personajes más complejos y fuertes, más conmovedores y desgarradores de la literatura. Es imposible no caer fascinados ante esta mujer y también ante el secreto que guarda, caer en la trampa tan bien orquestada por el autor e ir descubriendo la historia a la vez que Stingo, buscando a la verdadera Sophie.

      A estas alturas descubrir que es un melodrama no va a sorprender a nadie, pero el autor lo aligera en muchos puntos. Posiblemente la narración lineal de la vida de Sophie hubiera resultado excesivamente angustiosa, así que esos saltos entre tiempos de la actualidad al recuerdo, nos dan el respiro necesario para ir quitando poco a poco las capas bajo las que se oculta su verdadera historia. Se habla también en la novela de sexo y puritanismo, consiguiendo sacar incluso alguna sonrisa a un lector que ve como se aproxima el final de la novela de una forma inexorable. No tenemos esta vez un final sorprendente, porque no podríamos justificarlo. Y de hecho es esa sensación de irremediabilidad la que da fuerza a una parte final de la desgarradora historia de esta mujer cuyos secretos se nos han ido desvelando.
     Es cierto, añadiría, que parece que poco a poco nos van inundando historias del nazismo, y es cierto también que en esta se habla del horror de los campos de concentración, que hay frases lapidarias, muerte y nombres reales; pero siempre hay unos títulos que sobresalen sobre otros y este es uno de ellos.

     La decisión de Sophie es una gran historia, con unos personajes complejos y poliédricos que consiguen despertar los sentimientos del lector desde las primeras páginas. Se trata de una historia dura, sí, pero inolvidable que no puedo dejar de recomendaros. Y os garantizo una cosa: es muy difícil olvidar a Sophie.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

viernes, 1 de abril de 2016

La tierra que pisamos. Jesús Carrasco


     "Hoy me ha despertado un ruido en mitad de la noche. No un ronquido de Iosif, que, raro en él, a esa hora dormía a mi lado en silencio, medio hundido en la lana del colchón. He permanecido tumbada, con la mirada detenida en las vigas de haya que sustentan el techo, apretando fuertemente las sábanas en busca de una firmeza que el lino tan sutil no ha logrado."

     Cuando uno entra en la literatura con la potencia que lo hizo Carrasco con su primera novela, la segunda es vital para saber si se está a la altura. De hecho si tuviera la oportunidad, seguramente le preguntaría a Carrasco si eso del miedo escénico existe, y si lo ha padecido durante los días siguientes a la salida de este libro a la venta. Hoy, en definitiva, traigo a mi estantería virtual, La tierra que pisamos.

     Conocemos a Eva, una mujer casada con un coronel sanguinario que ahora es totalmente dependiente de ella. Viven en un país extranjero para ellos, España, invadido por el imperio al que pertenecen. A las puertas de su casa llega Leva, un mendigo silencioso, un hombre despojado de cuanto posee salvo de su memoria. Eva, contraviniendo las leyes de su propio imperio, lo acoge, y reconstruye lo que este hombre ha vivido.

     Carrasco, como ya hiciera, comienza la novela de forma abrupta, sin localizarla del todo en el espacio o en el tiempo. Nos sabemos en la zona extremeña y apuntamos hacia un futuro no demasiado lejano. En ese contexto hay un imperio que ha invadido Europa, y sometido bajo su yugo cruel a los habitantes de cada país tomado. No sólo eso, sino que también vigila a quienes van a residir a esas zonas, vistiendo de protección lo que no es otra cosa que control. Este será el escenario elegido para la segunda novela de un autor encumbrado en su debut. Y este será el mundo en el que Eva, nos narrará en primera persona una historia que destaca por el cuidado extremo de su estilo. Esta vez, y yo lo he agradecido, Carrasco no acude a la búsqueda de ese léxico tan marcado que tuviera en Intemperie, perdiendo el significado de algunas frases al esconderse en palabras rimbombantes o ya en desuso. Aquí lo que marca la novela es un estilo directo y descarnado, propio del hastío de quien ya ha visto todo y tal vez por ello parezca insensibilizado a la hora de relatar cuanto le rodea.
     Eva contraviene la ley y se esconde de su propia patria. Una patria que la respeta por su posición, pero que también la atemoriza mientras vive condenada a cuidar de un marido por el que, poco a poco, irá mostrando su desprecio. Pero sólo al lector, nunca de forma pública. Porque ella se esconde lo mismo que esconde a ese hombre que pensó en un primer momento que podría matarla. No sólo eso, sino que desarrolla además un sentimiento, una necesidad de contar su historia que se ve acrecentada por el silencio de Leva. Y en ese momento, encajamos las piezas y tenemos su mundo condensado en tres personajes. El imperio invalido, sanguinario, respetado y aún vigilante en Iosif; los que despiertan, el pueblo que comienza a ver dónde está y lo que está haciendo en Eva; y las historias que no importaron, los pueblos sometidos, las muertes, los que jamás regresaron, en Leva.

     Elegido Eva como personaje central, como piedra sobre la que bascula la historia ya que es ella quien decide relatar la del mendigo, nos enfrentaremos a los otros dos hilos pertenecientes a él; la detención y exterminio de su familia y el trabajo forzado. Asistiremos a terribles paseos talando árboles, a muertes, quemas, pobreza, incomprensión y suciedad  y también a la compasión y el horror que provocan estas historias en Eva y en su necesidad de conocerlo todo.
Todo ello lo iremos conociendo en una narración estática en la que ya sabemos cual es el punto actual. Y eso hace que la novela no termine de funcionar, no agarre al lector estrujándolo en lo terrible que representa. Los personajes, tan bien dibujados en un primer momento, llegan a quedarse estáticos frenando la novela mientras asistimos a su despiece. Tal vez sea eso, o el exceso de control que tiene sobre la historia y nuestra percepción la protagonista, lo que ha provocado que no termine de sentirme cómoda con ella. Pero ha sido un runrún constante del que no era capaz de despegarme, o quizás sea voluntad del autor no redimir ni siquiera un instante a nadie en esta historia. Aún así, el resultado es satisfactorio, aunque me vuelve a pasar como con Intemperie, y no acierto a ver ese punto brillante que deslumbra a casi todos en las letras de Carrasco. Tal vez, sea simplemente que no encajamos y me toque entonar ese ya manido "no eres tú, soy yo" aplicándolo a las letras.

     Con esto de las novelas que llegan y gustan a todo el mundo, que se ensalzan y uno parece que se queda descuadrado al no disfrutar tanto como el resto, a veces me siento en un universo paralelo. Y vosotros, ¿recordáis algún título con el que os haya pasado eso?

     Gracias.