martes, 23 de diciembre de 2014
Felices Fiestas
Pues lo dicho, Felices Fiestas y disfrutad mucho estos días que se avecinan.
Gracias por cada rato compartido.
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lunes, 22 de diciembre de 2014
La historia silenciosa. Horowitz, Derby y Moffett
"Tenía veintidós años y estaba desesperado por encontrar trabajo, algún contacto humano, así que cuando vi una oferta de archivista epidemiológico auxiliar para la que no pedían experiencia, me presenté de inmediato. La descripción que daban era bastante vaga, algo acerca de nuestros permanentes esfuerzos por comprender el alcance del fenómeno silencioso. Conseguí el trabajo un viernes y al lunes siguiente ya estaba en las calles del distrito financiero de Charlotte con una lista de nombres y un texto de presentación."
Tres autores, un libro que comenzó siendo una aplicación, y una historia en la que los protagonistas carecen de las capacidades necesarias para contarla. Una cubierta con un círculo negro que desde el primer momento identifiqué como un conjunto vacío sin estarlo, y ya tenía muchos motivos para querer acercarme a este libro. Por eso lo compré apenas salió y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La historia silenciosa.
Conocemos la historia de una generación a lo largo de treinta años, que comienza en 2011. Una generación de niños que nacen sin capacidad para comunicarse y lo hacemos a través de quienes los conocen y rodean, ya que ellos no nos lo pueden contar. Veremos así las reacciones de toda una sociedad a un fenómeno tan singular.
El libro, estructurado en un prólogo, seis partes y un epílogo nos cuenta una historia que comienza en el presente, en 2011, así que para ser exactos un poquito antes de nuestro presente. Juega con una ficción en la que empiezan a nacer personas que carecen de comprensión para el lenguaje: los silenciosos. Y nos cuenta esta historia desde el punto de vista de quienes les rodean, ya que no se trata solamente de hablar, sino también de leer o escribir, por lo que ellos no nos lo pueden contar.
Utiliza una estructura claramente similar a Guerra Mundial Z en la que vamos recibiendo testimonios de padres, vecinos, profesores, políticos o científicos y de este modo, más que la información que nos proporcionan en sí, lo que nos van creando es una imagen global de como puede reaccionar la sociedad ante un fenómeno semejante. De hecho, es la parte que cobra más fuerza al comenzar la historia; las reacciones, la extrañeza, la búsqueda de las familias de una solución.. y lo hace con una coherencia que provoca que no nos cueste imaginar que esas serían las reacciones en caso de producirse algo así. Del intento de integración, al intento de ayuda o la reclusión pasando por el miedo o el rechazo. Porque cuando estos niños que van creciendo comienzan a congregarse, cambian los sentimientos hacia ellos. Y, por supuesto, también avanza en la búsqueda de soluciones, remedios para esta generación que, guiada por el instinto universal de la socialización, incluso parece haber encontrado una forma de comunicarse excluyente para el resto de la sociedad.
Empecé el libro movida por la curiosidad y fue esa curiosidad la que me permitió dibujar una sociedad tan perpleja como lo estaba yo ante la lectura. No es un libro cuya acción nos mantenga pegados a sus páginas, pero sí las reflexiones que esconde, y también las que nos lleva a pensar y reconocer determinadas actitudes. En interés del lector despierta, más allá de esa curiosidad, cuando empezamos a tener conciencia de las dimensiones de esta nueva generación y a considerarlos como tales, casi como un movimiento. Nos fijamos más en los testimonios que nos hablan de algún silencioso en particular, y luego lo integramos en ese gran colectivo que forman. Observamos las reacciones sociales, y también los intentos de buscar una cura para este silencio, mientras nos damos cuenta de que en un mundo dominado por el lenguaje, la incomprensión caracterizará la relación entre quienes poseen esa capacidad y quienes no.
Como podéis apreciar, tanto en su forma como en su contenido, la historia es muy diferente a las habituales. De hecho, reconozco que me hubiera gustado conocerla en forma de aplicación antes de llegar al papel para poder disfrutar de todas sus posibilidades que son muchas.
Tengo que decir que me ha gustado. Reconozco que puede ser un libro difícil de recomendar por lo atípico, pero es precisamente eso lo que lo convierte en una lectura atractiva. Eso y lo bien llevada que está la narración, en la que pronto reconocemos a algunos de los testigos simplemente al ver su nombre en el encabezamiento. Por todo esto y unos cuantos ases que me guardo en la manga, merece la pena que nos acerquemos a La historia silenciosa.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana de la Navidad?
Gracias
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sábado, 20 de diciembre de 2014
Entrevista a Gonzalo Garrido
Gonzalo Garrido nace en Bilbao, ciudad en la que desarrolla su trabajo de consultor de comunicación que lleva ya unos años compaginando con la literatura. Conocido en las redes tanto por su espacio, Literatura basura, como por promover el Encuentro Blogs Literarios, acaba de anunciar la segunda edición de su novela El patio inglés, una apuesta valiente que se aleja de la novela con la que lo conocimos, Las flores de Baudelaire, y que no puedo dejar de recomendaros.
- Tras el éxito de tu primera novela, Las flores de Baudelaire, ¿no hubiera sido más fácil mantenerte en el género negro, tan de moda en este momento?
- Sin duda, pero siempre he creído que los autores debemos de escribir sobre aquello que nos apasione y, en este caso, tenía un tema universal que me interesaba mucho como son las relaciones familiares y, en concreto, las relaciones entre padres e hijos, todo ello en una época muy dura como fueron los años ochenta. Además, soy de los que cree que hay que arriesgar ligeramente, que los escritores debemos crecer, que no podemos ser conformistas por comodidad o por cuestiones puramente comerciales. La honestidad con el lector también es importante.
- ¿Por qué partir de un suicidio (o intento) tan expuesto; al lector, a los padres que fueron testigos...?
- Me interesaba contar la historia de una familia normal, aunque de una manera diferente. Para ello, quise tensionar desde un principio las relaciones al máximo y pocos hechos pueden revolucionar más un entorno familiar como el suicidio. En especial, si es de una persona que tiene toda la vida por delante. Pero, además, quería dar voz a tantas personas que han sufrido esta situación, directa o indirectamente, y se encuentran solas porque la sociedad los mira con recelo. Hoy en día es tabú, cosa que no ocurre en otras sociedades europeas.
- Un salto al vacío es prácticamente insalvable, y digo prácticamente porque no conocemos el desenlace, ¿es así como ves tu las relaciones entre padres e hijos?
- No, claro. Soy más optimista. Pero las relaciones familiares pueden conllevar lo mejor y también lo peor. E incluso en una misma familia se pueden dar ambos extremos. En el seno de cualquier familia se producen muchos hechos que condicionan la evolución de los hijos, incluso con la mejor intención del mundo. Pero también condiciona la evolución de los padres, tan poco entendida en muchos casos. La vida de un hijo no es fácil, pero la del padre tampoco. Y esas dos fuerzas no siempre alineadas pueden chocar.
- En tu libro, el paso a la edad adulta se ve en una brecha generacional que produce un distanciamiento entre padres e hijos, ¿es así como lo ves tú? ¿estamos condenados como padres a sufrir el distanciamiento que hicimos padecer a nuestros progenitores?
- Creo que sí, aunque con muchos matices. El distanciamiento existe porque los puntos de partida son diferentes y el encuentro entre dos generaciones nunca es fácil. Por ello pienso que lo mejor del libro es que nos permite conocer las realidades del padre y del hijo y ponernos en el lugar del otro. Y ser compasivos con ambos, ya que cada uno hace lo que puede.
- Una de las cosas que me llamó la atención de esta novela fueron las formas. Vas desde el tono apático propio de un adolescente insatisfecho, hasta los saltos por asociaciones que se producen en la mente del padre mientras espera. ¿Fue difícil alcanzar esos tonos?¿Cuánto se tarda en escribir un libro así?
- La forma ha jugado un papel fundamental en toda la narración. La propia estructura de libro con dos voces que alternan provoca un diálogo inacabado. En cada capítulo se cambia la perspectiva, intercalando la visión de Pablo con la de su padre como si de una conversación se tratase. Uno habla desde el presente. El otro desde el pasado. Cada uno con su tono, con su forma de escribir y de pensar, con su circunstancia. Eso me ha costado mucho, sí.
No sabría decirte exactamente porque nunca escribo de un tirón. Soy bastante lento y, en este caso, a pesar de ser una novela corta había mucha carga emocional.
- Al leer El patio inglés uno tiene la sensación de participar en un experimento de introspección en el que el lector, invariablemente, reconoce alguna escena. Me gustaría saber si es algo pretencido y qué sensaciones esperas despertar durante la lectura.
- La novela es un viaje al interior de esa familia y de esos personajes. Quería mostrar dos realidades confrontadas muy diferentes. Vemos la vida de Pablo con toda su fuerza e ingenuidad, y la del padre con toda su madurez y desencanto. Los protagonistas nos desvelan no solo los hechos que suceden a lo largo de la historia, sino también los sentimientos y emociones que éstos les provocan. Ambos personajes nos son muy cercanos como lectores porque todos hemos sido hijos y muchos somos padres. Ahí nos vemos reflejados con nuestras propias historias familiares. Cada uno sentirá cosas distintas. Desde luego, no dejará indiferente a nadie.
- Y tu libro no ofrece consuelo, otra de las cosas que me ha llamado la atención. No hay un solo momento en que tiendas la mano al lector y le ofrezcas, no ya un final feliz, sino un camino fácil. ¿Por qué? ¿No hubiera sido más fácil poner un par de almohadones al final de la historia?
- La vida es muy injusta con algunas personas y no seré yo como autor quien la dulcifique para que las conciencias de mis lectores se queden tranquilas. Dejo libertad para que cada uno elija el final de la historia, dependiendo de su propia situación, de su experiencia, de su sensibilidad, etc...
- Comentabas el otro día, Gonzalo, en una presentación, que escribes por obsesión. Me gustaría que desarrollaras eso un poco ya que me pareció una afirmación sumamente interesante.
- Para mi escribir es una necesidad. En mi cabeza bullen una serie de temas que siempre están ahí y que buscan salir al exterior. Y no puedo obviarlos. En mi caso lo hago a través de la escritura y necesito buscar el formato adecuado para cada uno de ellos.
- Ambas novelas, pese a ser totalmente diferentes, comparten un estilo austero y directo capaz de llegar al lector en apenas un puñado de palabras. A partir de ahí, poco o nada tienen que ver, por eso la pregunta se impone, ¿qué podemos esperar de Gonzalo Garrido en sus siguientes obras?
- Intentaré seguir mis propios instintos, sacar lo mejor de mi mismo como narrador, tocar más registros, comprometerme contra la injusticia... Ya veremos.
- Por último, y por satisfacer mi curiosidad que me ha hecho llevarme grandes sorpresas, me gustaría saber qué estás leyendo.
- Siempre tengo varios libros abiertos, mezclando historia, ensayo y ficción. En ficción he acabado Dora Bruder, de Patrick Modiano, un escritor con el que disfruto mucho desde que lo descubrí hace varios años.
Tengo que dar las gracias a Gonzalo tanto por su amabilidad como por su cercanía y, sobre todo, por una presentación sumamente interesante de su novela a la que asistí hace unos días.
Y, por supuesto, gracias a todos los que pasáis por aquí.
Bibliografía:
- Las flores de Baudelaire
- El patio inglés
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viernes, 19 de diciembre de 2014
La analfabeta. Agota Kristof
"Leo. Es como una enfermedad. Leo todo lo que cae en las manos, bajo los ojos. Diarios, libros escolares, carteles, pedazos de papel encontrados por la calle, recetas de cocina, libros infantiles. Cualquier cosa impresa. Tengo cuatro años. La guerra acaba de empezar."
Claus y Lucas es un libro magnífico que me llevó a querer leer algo más de Kristof, sin embargo, hasta este verano no me surgió la ocasión. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La analfabeta.
Conocemos once momentos de la vida de Agota Kristof a través de once capítulos, como si fueran fragmentos de su vida de los que ha querido dejar testimonio. Testimonio de la guerra, de la huida a Austria y luego a Suiza, de lo que supone dejarlo todo y llegar a un lugar en el que, no sólo estás desarraigado, sino también sordo y mudo por no entender un idioma.
Cuando uno lee este libro, y es aficionado a leer como es mi caso, no puede evitar preguntarse cómo ha de ser la experiencia que nos relatan. Volverse analfabeto tras pasar años entre letras, tras haber escrito poemitas, tras haber vivido. Eso es lo que le sucede a Agota al llegar a Suiza a trabajar, como no, en una fábrica de relojes. Pasó mucho tiempo (años) antes de conseguir hablar francés. Se había mudado allí con su marido y su hija pequeñísima que aprendería el idioma mejor que ella.
Este libro está formado por once textos enviados a revistas que la propia autora despreciaba como conjunto llamándolos "redacciones infantiles", sin embargo, todos ellos tienen un punto de unión coincidente en su gran novela, un estilo que se aprecia desde las primeras páginas y que hace que no lo haya leído como relatos. De hecho nunca lo vi bajo esa etiqueta.
Descubrimos una narración con regusto triste pero que no nos transmite esa tristeza que carga de rencor sus palabras por lo perdido. Nos lo relata porque así sucedió y esa sensación se ve impulsada por su prosa precisa, totalmente desvestida de artificios para crear estilo. Nos enseña a apreciar cada una de las palabras que deja en este librito que se lee en apenas un rato.
Una historia que destila el amor por las letras, por su lengua materna por todo lo que simbolizaba y que perdió y también que retrata perfectamente la vida de una mujer que, tras llegar a Suiza, vería pasar más de dos décadas antes de escribir su gran obra. De hecho ella misma dice en el título que hoy os traigo:
"Sé que nunca escribiré el francés como lo escriben los escritores franceses de nacimiento, pero lo escribiré como pueda, lo mejor que pueda. No he escogido esta lengua. Me ha sido impuesta por el destino, por la suerte, por las circunstancias. Estoy obligada a escribir en francés. Es un desafío. El desafío de una analfabeta."
Si conocéis ya a Kristof es un libro que seguramente os encante y si aún no os habéis acercado a Claus y Lucas, no dudéis en hacerlo con este título, mucho menos extenso. Una historia de desarraigo, de vida.
Y vosotros, ¿os acercáis a los libros de tintes autobiográficos?
Gracias
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Bajo la piel. Michel Faber
"Cuando Isserley divisaba a un autoestopista, en principo siempre pasaba de largo para tener tiempo de observarlo. Buscaba grandes músculos, un pedazo de cuerpo con patas. Los ejemplares pequeños o enclenques no le interesaban."
Esta vez vengo con una relectura. Me recordó el título hace ya tiempo Sergio en Galletas chinas, y lo volví a colocar en el montón de libros por leer. Hasta que le llegó el turno. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Bajo la piel.
Conocemos a Isserley, una mujer de aspecto extraño por sus "discrepancias físicas". Unos labios hermosos, unas tetas impresionantes, una cara con forma de corazón.... y unas extremidades esqueléticas que llaman la atención, una estatura mínima y una ropa anticuada. Por no hablar de sus gafas. Isserley se pase por las carreteras de Escocia recogiendo autoestopistas. Pero no le sirve cualquiera, primero los examina detenidamente. Y entonces, si han pasado ese primer examen; para.
Podría decir mucho más del argumento de este libro, podría incluso contar que en un momento dado me lo topé bajo la etiqueta ciencia ficción, pero no me gustan las etiquetas. Nunca me han gustado. Y más en casos como este, que esconden una historia que va mucho más allá de una simple etiqueta.
Faber construye una historia a ritmo de carreteras escocesas presentando a una enigmática mujer. Lo hace con un narrador que se fija ahora en ella, ahora en el autoestopista recién recogido. Y nos va dando pistas a lo largo de la lectura que tenemos entre manos, va tensando la cuerda. Poco a poco quedamos atrapados por lo que esconde Isserley sin remedio. Asistimos a sus preguntas, sus reflexiones, sus miedos y decepciones casi constantes cuando algo parece no salir bien. Buscamos incluso en su método su obsesión.
Los enigmas que intuimos nos empujan a continuar este libro y, a medida que el autor va desvelando incógnitas, tenemos la imperiosa necesidad de que oponga sus cartas sobre la mesa y nos desvele la historia completa. Así es leer Bajo la piel.
El autor es parco en palabras. Las escatima desde el primer momento y es precisamente eso lo que añade emoción a la lectura, la sensación de que hay mucho más bajo la tinta de lo escritor. Pese a ello, podría decir que sus descripciones son magníficas, escuetas, precisas, envolventes hasta saturar los sentidos del lector. Es cierto que tiene un momento en el que la novela se suaviza y nos deja un reposo para que asimilemos lo que nos está diciendo, pero rápidamente retoma esa tensa calma que caracteriza esta narración.
Esta vez no voy a contaros mucho más, porque es una historia para leer sin que nadie de una sola pista, recogiendo nada más las que el autor nos ha ido dosificando. Lo que si os puedo decir es que es una novela impactante, de esas a las que vamos dando vueltas hasta que terminamos. Y unos cuantos días más.
Hay una adaptación cinematográfica relativamente reciente que no puedo comentaros puesto que aún no la he visto. Pero al libro acercaos, es de esas lecturas que luego a uno le gusta recomendar como si fueran un tesoro recién descubierto.
Y vosotros, ¿sois de los que recomendáis un libro hasta quedaros sin voz cuando tenéis la sensación de haber descubierto un tesoro?
Gracias
martes, 16 de diciembre de 2014
El caso Galenus. Alberto Curiel
"Este libro recoge la historia que me relató el pasado mes de enero mi antiguo compañero de estudios Fernando Flórez Clavero, a quien todos conocíamos con el sobrenombre de Capitán por su carácter adusto y sus modos involuntariamente castrenses.
La primera vez que vi a Fernando fue en clase. Sería el tercer o cuarto día del primer curso en la Facultad de Farmacia de Salamanca, durante el periodo académico 1992-1993, hace ya casi veinte años."
Una de las cosas que vengo haciendo este año es acercarme a la novela de tintes negros que se produce en nuestro país. En este caso en particular, al hablar de patentes y de medicina, me pareció un argumento diferente a lo que había leído y por eso no me lo pensé demasiado. Hoy traigo a mi estantería virtual, El caso Galenus.
Conocemos a Isabel, una ejecutiva de Telefónica que recupera la amistad con Elena, una amiga a la que hace años que no ve. Sin embargo, no se verán muchas veces antes de que aparezca muerta Elena y las sospechas recaigan sobre el marido. En plena vorágine de sentimientos encontrados aparecerá en la vida de Isabel un joven llamado Fernando, colaborador de la policía en la investigación de la muerte de su amiga, al que ha llamado la atención una "anormalidad" encontrada en la autopsia. Juntos comenzarán una investigación que les llevará por el complicado mundo de las industrias multinacionales y sus secretos.
La novela se estructura básicamente en dos hilos: un primero que desarrolla la acción del libro, y otro más reducido en el que recogemos los pensamientos de una joven encerrada en un sótano con un fin que vamos intuyendo poco a poco. Con ello el autor consigue, lejos de aliviar la tensión del hilo principal, sumarle la angustia del dolor y encierro que sufre esta joven.
El argumento, que se desarrolla entre pequeños misterios y viajes a la carrera, comienza con una muerte y rápidamente nos sitúa en el epicentro de la trama: el cáncer. Una enfermedad que está condenada a sufrir un porcentaje altísimo de la población y cuya investigación está todos los días en los medios de comunicación. A partir de estos dos hilos enlazados en la persona de Elena, desarrolla un thriller ágil y de lectura rápida en el que acabaremos sospechando de todos. Sin embargo, no es eso lo que me ha gustado más de una novela que, de no tener otro aliciente, no pasaría de ser un libro entretenido.
Para el lector pausado que busca leer entre líneas, el autor desata un pequeño debate, en el que habla de los avances médicos y sus consecuencias más allá de las vidas que puedan salvarse. No sólo de la fama, sino también de conflictos de intereses y revoluciones mediáticas o psicológicas que podrían producir descubrimientos como el que nos plantea. Es cierto que esta parte queda difuminada en la búsqueda de enganchar al lector a una acción prácticamente constante, y que me hubiera gustado que entrase un poquito más en el tema, pero ahí está; planteando una situación y esperando reacciones en los lectores.
Una historia ágil, con un corte cinematográfico que la convierte en una rápida lectura y una buena opción entre otras más densas. Personajes que se dibujan tal vez mas por resultarnos viejos conocidos en este tipo de historias, que por lo que nos describe el autor, y un buen broche final componen una novela que esconde un pequeño debate para aquellos interesados en recogerlo.
Y vosotros, ¿necesitáis novelas de evasión tras una lectura densa?
Gracias
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lunes, 15 de diciembre de 2014
Un niño prodigio. Irène Némirovsky
"Ismael Baruch había nacido un día de marzo en que nevaba mucho en una gran ciudad marítima y mercantil del sur de Rusia, a orillas del mar Negro. Su padre vivía en el barrio judío, no lejos de la plaza del mercado. Se dedicaba a la reventa de ropa vieja y chatarra."
Escrito por una jovencísima Irène Némirovsky, este libro es anterior a su primera novela. Y no lo llamo novela porque debido a su extensión es un relato largo, no porque le falte profundidad o argumento. Con un título atractivo y una autora más que reconocida a la que debía de dar otra oportunidad, hoy traigo a mi estantería virtual, Un niño prodigio.
Conocemos a Ismael. Un niño ruso que nace en la pobreza de un barrio humilde y el seno de una familia que ve como las enfermedades van diezmando su extensa prole. Pronto comienza a cantar en tabernas, consiguiendo algo de dinero, y será precisamente ese don el que atraiga la mirada de un hombre y su pareja, que no dudará en catalogarlo en base a sus composiciones como niño prodigio. Solo de este modo consigue salir de su barrio, mejorar su situación y su vida, sin saber que nada es eterno.
En apenas cien páginas, la autora construye una historia tan hermosa como triste y cruel. Vamos siguiendo los pasos de este niño que se ve primero sorprendido por el éxito y luego ufano y lo acompañamos hasta sus últimos momentos. No necesita extenderse para mostrarnos la miseria y la aceptación de la vida miserable. Ni tampoco para que conozcamos a este niño convertido rápidamente en un "pillo" de las calles portuarias. Pero lo que realmente hace, usando el talento de este joven niño, es ir destapando las caras de la naturaleza de las personas. El orgullo de los padres rápidamente convertido en interés, el interés de la princesa que se irá mostrando como un egoísta capricho y las transformaciones que se van produciendo en el joven protagonista.
Invita a la reflexión, ahora que proliferan los programas en los que los niños salen a hacer sus trucos, sobre el peligro de empujar y forzar a este niño sin tener en cuenta sus propias inseguridades. Lo que hubiera de sido un motivo de orgullo, acaba convirtiéndose en un deber, y para cuando lo hace, el niño ya no sabe a qué mundo pertenece. Y cree perdida su capacidad y con ella sus apoyos y tal vez su sentido.
De hecho, la misma autora comenta que tal vez alguien debiera haberle dicho a Ismael que volvería a componer, cuando a quien se encuentra es a otro juguete roto en el camino de su vida. Porque pronto vemos que la historia trata justamente de eso. Y también del valor de las personas por lo que son, siendo la relación de los padres con el niño la parte más cruel de una historia que se antoja mil veces vivida con distintas caras, con distintos nombres...
La edición tiene un prólogo estupendo, pero recomiendo leerlo al final. Porque, si bien es cierto que pronto anticipamos el color del resultado de la novela, creo que se disfruta más una vez terminada la historia. De este modo podemos compartir los paralelismos que nos señala y también llegamos limpios a un librito francamente recomendable.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias
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sábado, 13 de diciembre de 2014
Leído este año
"Me gusta extraviarme de mi mismo a través de otras mentes: cuando no estoy pensando estoy leyendo. Soy incapaz de sentarme a pensar, los libros piensan por mi."
Charles Lamb
En estas fechas parece que lo que toca es hacer un recuento de las lecturas anuales. Si tuviera que decir un nombre que me ha causado un impacto con sus letras, seguramente no lo dudaría más de unos segundos: Carlos Castán y La mala luz. Pocas veces se encuentra una con un libro de un estilo tan depurado y magnético como el que me atrapó este verano, sin dejarme salir de sus frases que profundizaban en una hermosa superficie repleta de soledad. Pero no ha sido el único, ni mucho menos. Hace no demasiado me dejé llevar por las dos historias que comparten Secretos del Arenal, otra novela en la que destaca el cuidado uso del lenguaje que hace su autor, Félix G. Modroño, en ambas historias. Y si se trata de dos historias en una novela, no puedo dejar de hablar de Antonio Muñoz Molina, que acaba de darme la alegría de publicar Como la sombra que se va, un libro en el que ha recuperado ese tono que hizo que lo colocara como un imprescindible entre mis lecturas. Una historia sobre dos vidas y una ciudad que a grandes ratos parece susurrarse al lector, como si fuera dirigida personalmente a cada par de ojos que se posan en ella. También Víctor del Árbol nos enseñó este año lo que era Un millón de gotas en el mundo, con una historia que encogía el alma, una vez más, como si supiera que botón pulsar en sus lectores. Y si hablo de relatos, tengo que citar Niños en el tiempo, de Ricardo Menéndez Salmón, una novela estructurada en relatos o tres relatos que acaban componiendo la historia completa de una novela, que me fascinaron tanto como el título que lleva la obra. Parece que todo son lecturas pausadas, pero también estuvo El hombre de la máscara de espejos, demostrando que tenemos novela negra por descubrir dentro de nuestras fronteras.
Pero no todo ha sido dentro de nuestras fronteras. Richard Ford me llevó a Canadá en una de las mejores lecturas del año, y eso que la realicé en enero creo recordar. Lolito, de un jovencísimo Ben Brooks, nos enseñó el sabor amargo del Nesquik de fresa y La muerte del padre fue purgando el dolor de la ausencia de una figura que ya parecía ausente antes de irse. Aunque para ausencias, el ataúd de papel construido por Delphine de Vigan para presentarnos a su madre en Nada se opone a la noche. Aprendimos también que la forma es parte de la historia con La casa de hojas, un libro que se auto reivindica como objeto además de como lectura, y nos enseña monstruos que se esconden en espacios que no existen. Monstruos que pueden ser humanos y participar en el Ritual de Pinner.
Pero no son todo monstruos, no. Cartas de amor de Dylan Thomas llegó para hacerme recordar los tiempos en que las misivas iban con sello atesorando sentimientos tan contradictorios como arrolladores: pasiones del cuerpo, del alma... Y si hablamos de pasiones, conocidas son las mías por David Foster Wallace y Thomas Pynchon, así que no pude resistirme a traer a mi casa Esto es agua y conocer las palabras de Wallace apenas tres años antes de su muerte prematura. Como tampoco me resistí Al límite de Pynchon junto a Maxine Tarnow.
Tantos libros han pasado por mis manos que estoy segura de olvidar al menos una docena de ellos. Aunque recuerdo El nadador en el mar secreto y su tremenda historia que, exenta de sentimentalismos baratos, remueve al lector en apenas un puñado de páginas. O Ubik, y su relato imposible de un término aplicable a todo o tal vez a nada.
Tantas historias, tantos libros, tantos personajes que logran conmovernos, provocar nuestro odio o desdén, cansarnos, alegrarnos... alguno incluso enamorarnos.
Para un lector, cada año se escribe con la tinta de los libros que pasaron por sus manos, con las palabras que lograron conmoverlo por el momento en que fueron elegidas, con los sentimientos que asociaron a ellas. Porque el diario de un lector empedernido, no lo dudemos, podría escribirse perfectamente a partir de sus filias y sus fobias. Así que cuidado con vuestra respuesta hoy, porque mi pregunta pretende desnudar esa pequeña parte de vosotros que queda escondida tras las cubiertas de un libro.
¿Podéis decirme el título de alguna lectura que haya marcado este 2014?
Gracias
jueves, 11 de diciembre de 2014
Como la sombra que se va. Antonio Muñoz Molina
"El miedo me ha despertado en el interior de la conciencia de otro; el miedo y la intoxicación de las lecturas y la búsqueda. Ha sido como abrir los ojos en una habitación que no es la misma en la que me quedé dormido. En el despertar duraba todavía el pánico del sueño. Yo había cometido un delito o estaba siendo perseguido a pesar de mi inocencia. Alguien apuntaba hacia mí una pistola y yo estaba paralizado y no podía defenderme ni huir. Antes de que termine de disolverse la consciencia ya está empezando a urdir sus historias y sus decorados el novelista secreto que cada uno lleva dentro."
Suelo contar en este punto la forma en que llego a un libro. Esta vez es fácil: llego al libro porque anuncian su salida. Llevo años siguiendo la estela de las letras de Antonio Muñoz Molina, así que estaba claro que este libro no tardaría en venirse conmigo, y tampoco en acompañarme durante horas. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Como la sombra que se va.
El libro tiene dos hilos perfectamente diferenciados que se van alternando. En uno conocemos a Antonio Muñoz Molina en su viaje a Lisboa en lo que sería el proceso de creación de El invierno en Lisboa. En el otro conocemos la estancia en Lisboa de James Earl Ray, asesino de Martin Luther King, narrada en tercera persona, mientras lo acompañamos en sus paseos y recuerdos recogiendo retazos de la vida de este hombre.
Dice Muñoz Molina en este libro que Cada comienzo es un érase una vez y el principio del Génesis, el primer verso de la Iliada o del Lazarillo de Tormes o Moby Dick. Y, si hablamos de principios, cuando me sumergí en las primeras palabras de esta obra, en ese territorio casi onírico, tengo que reconocer que me sentí en casa. Ese tono privado, reflexivo, pausado.. estaba ahí, esperando a que lo leyera. Y es que, soy consciente, de que esta vez puedo no ser objetiva del todo.
AMM se embarca en la difícil tarea de escribir una novela con dos historias. Ya he comentado en más de una ocasión que lo más complicado en estos casos es mantener el interés del lector en ambas partes por igual, no dejar que una sea protagonista y la otra un simple material accesorio. O, al menos, no permitir que suceda eso en la mente de quien lee. El nexo de ambas historias es, en un principio, la ciudad de Lisboa. Un lugar en el que un asesino pasa unos días y al que, años después, viaja un joven funcionario que llegará a ser un escritor famoso. Pero más allá de lo superficial, ambos personajes se desnudan desvelando temores y zonas en las que vagan, perdidos. Y es ese tono confidencial, mucho más acusado en la parte que AMM habla de su propia historia, la que otorga un nexo a ambas partes, una continuidad en formas.
Cuando hablamos de James Earl hay que recordar que es una ficción novelada, con una documentación tremenda que se ve casi en cada palabra, pero ficción. Crea un personaje que, además de terrible por el asesinato cometido, nos llega con un halo de inseguridad tal vez premeditada en cada paso y con el regalo de un retrato de la víctima que me dejó con la boca abierta.
La parte en la que habla de sí mismo es mucho más personal, como si hubiera hecho una purga en las páginas del libro relatando sensaciones y sentimientos de aquella época con la sabiduría que otorga volver la vista atrás pasados los años. Decir que se embarca en el terreno de la metaliteratura sería hacer una lectura demasiado inexacta por lo superficial. Más que la construcción de la novela, vemos la construcción, o al menos los comienzos, del escritor que hoy es convirtiéndose para ello en el narrador improvisado de Gatsby que nos deja constancia de su propia vida, observándose.
Es evidente, me ha gustado más este segundo hilo. Pero eso ya es una cuestión personal.
Como la sombra que se va es una novela para leer con calma, disfrutando de las palabras y los momentos que atesora. Para dejarse llevar y conocer al hombre que cometió uno de los asesinatos más famosos de la historia de los Estados Unidos. Y también para conocer al autor que deja una parte de sí mismo en la novela.
Un título más que recomendable, casi necesario. Como lo es acercarse a cualquiera de las obras de Antonio Muñoz Molina.
Y vosotros, ¿hay algún escritor del que seáis lectores incondicionales?
Gracias
Mis días son como la sombra que se va
y yo como la hierba que se ha secado
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miércoles, 10 de diciembre de 2014
Manos sucias. Carlos Quílez
"-Señoría, como ya le adelantó el director general por teléfono, todo nace de la denuncia de la secretaria. -El inspector se detuvo unos instantes mientras echaba mano a unos documentos que llevaba en una cartera de piel y que acabó entregando al fiscal-. Es una historia muy larga y lo que seguro que a usted de interesa, señoría, está en la última parte de este informe que hemos...
- Me interesa todo, inspector -interrumpió Ridruejo con ademán refinado-. Todo. Esta fiscalía tiene que saberlo todo y para ello disponemos del tiempo que sea necesario. Así que explíquese."
"Una novela sobre la corrupción que se parece demasiado a la realidad" reza en la cubierta de este libro. Y eso me llamó la atención junto al espectacular diseño. Y por eso es, que hoy traigo a mi estantería virtual, Manos sucias.
Conocemos a Patricia, redactora del diario Informaciones y a Andreu, inspector de los Mossos d'Esquadra. Junto a ellos y a partir de un caso mínimo, veremos como se destapa una red de corrupción cuyos tentáculos amenazan con llegar hasta las más altas esferas.
Vista esta brevísima sinopsis está claro que a todos nos suena la historia. Y es que, si la novela se ha utilizado muchas veces para hacer denuncia de situaciones sociales (particularmente la novela negra), Carlos Quílez utiliza este título prácticamente como un arma arrojadiza que muchas veces ni siquiera trata de enmascarar.
Doscientas cincuenta páginas en las que abrimos la historia con un alcalde cuyas mariscadas salen de los fondos públicos. Tirando de este hilo, descubriremos que no son sólo mariscadas lo que el alcalde saca para su propio beneficio y la palabra "mafia" no tarda en asomar. Empresas, bienes escondidos, cuentas en otros países, nada escapa a la avaricia de algunos. Y tampoco a los ojos del autor de la novela que no duda en hablar de temas candentes poniendo nombres a algunos de sus personajes que nos sacan una sonrisa (cómo no sonreír si el tesorero del partido gobernante se llama Cérdenas) o exponiendo las bandas que asaltan en casas por la costa mientras sus inquilinos están dentro. Como podéis ver, no falta de nada en esta novela que, no debemos olvidar, es ficción.
Lo cierto es que tras habituarnos a los nombres y colocarnos en situación, es una historia fácil de seguir. Con una primera parte más explicativa, el autor no duda en empujarnos hacia una segunda repleta de datos y movimientos en los que pronto estamos intentando ver el final. Posiblemente, además, estamos buscando un final que nos deje más conformes que la realidad, agarrándonos ahora sí, al término ficción para que, por lo menos en la novela, se ponga a cada uno en su justo lugar. Por supuesto, no os diré si eso sucede así, pero si que el final pone un muy buen broche a la historia y que el libro se cierra con una preciosa y personalísima dedicatoria.
Manos sucias es una novela en la que destaca la labor documental, lo que provoca que olvidemos que estamos ante una novela y miremos la realidad pensando que, apenas cambiando unas pocas letras, bien podíamos estar ante un periódico cualquiera. Es una apuesta valiente, ya que incluso sin ser lectores de la prensa política, no tenemos dudas respecto a lo que Guílez nos cuenta de forma frontal y sin tapujos. Y, por supuesto, es una novela: es decir, tiene una trama entretenida y unos personajes definidos que, como el el caso de las curiosas conversaciones entre Patricia y su becaria, nos sacarán la sonrisa.
Es mi segunda novela de CarlosQuílez, y llegados a este punto os diré que es la tercera que comparte personajes sin que eso signifique que haya que leer las anteriores en absoluto, y pienso repetir. Me ha gustado.
Y vosotros, ¿qué libro tenéis entre manos esta semana corta?
Gracias
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viernes, 5 de diciembre de 2014
El nadador. Joakim Zander
"Cada vez que te tengo en mis brazos es la última vez. Lo he sabido desde el primer día. Y cuando volviste, y yo cogí el bebé con manos insomnes, en lo único en lo que podía pensar era en que esa sería la última vez que lo tenía en mi regazo.
Me miras, ojos purificantes como una promesa de lluvia, y yo sé que tú sabes. Que lo llevas sabiendo el mismo tiempo que yo. Mi traición, ahora, en este mismo instante, tan próxima que ambos percibimos su aliento hediondo, sus latidos, el ritmo irregular de su corazón."
Hace unos meses se veía esta novela por todas partes. Un debut verdaderamente sonoro el protagonizado por el autor. Por eso decidí darle un tiempo al título, para poder leerlo sin ir pensando en lo que habían dicho de tal o cual parte los anteriores lectores. Pero la curiosidad por esta novela seguía ahí, y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El nadador.
Nos encontramos en Damasco, en el año 1980. En este lugar una explosión mata a una mujer y deja a un agente estadounidense con un bebé. De este hilo saltamos a uno más actual, en el que un joven, Mahmoud, que se encuentra realizando su tesis sobre la privatización de la guerra verá comprometida su seguridad, comenzando una huida en la que se verá arrastrada una mujer íntimamente relacionada con él, Klara Walldéen.
La historia, articulada en un principio en torno a estos tres personajes, bebe más de la novela norteamericana que de la nórdica. Construye una historia de espías en la que se habla de temas actuales cuyo punto álgido se encuentra hacia mitad de la historia, momento en el que uno de los personajes se perfila como principal. Narrada a dos voces, he de reconocer que me he sentido mucho más atraída por la voz de El nadador, ese hombre que reflexiona en primera persona contándole a una mujer su vida, recordando, reflexionando... Un hombre al que parece quedarle como equilibrio la natación (de ahí el título).
Zander, pese a ser su primera novela, se mueve con agilidad entre las historias y los saltos temporales, procurando en todo momento que el lector no se pierda y que la narración le resulte atractiva y fluída, con una buena ambientación y un conjunto de secundarios que ayudan a dar credibilidad a la trama.
Resulta fácil dejarse llevar por esta historia buscando los puntos de conexión y pasar unas cuantas tardes desentrañando una trama que no da giros bruscos pero sí mantiene pegado a sus hojas. La curiosidad por la forma en que irán encajando las historias de los protagonistas nos lleva a querer saber más hasta llegar a un final que, tengo que reconocerlo, me ha resultado un tanto descafeinado. Sin embargo, quizás porque ya iba advertida, no ha empañado una novela que en conjunto es entretenida y recomendable para estos días en los que el invierno invita a quedarse en casa bajo una manta, escuchando la lluvia.
Quizás sea yo que estoy desconectada, pero tengo la sensación de que la novela negra ha empujado a un lado a los espías sustituyéndolos por detectives en el panorama literario. Así que decidme, ¿sois lectores de novelas de espionaje?
Gracias
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miércoles, 3 de diciembre de 2014
Bibliomanía y otras obras de juventud. Gustave Flaubert
"En una calle de Barcelona, estrecha y sin sol, vivía, hace poco tiempo, uno de esos hombres de aspecto pálido, sin brillo en los ojos, vacío, uno de esos seres satánicos y extraños como los que Hoffman desenterraba en sus sueños."
Muchas veces los nombres más clásicos nos sorprenden con historias que se salen totalmente del concepto en el que teníamos a ese escritor. Esto suele suceder porque los encasillamos en un título o estilo y no seguimos investigando, de tal modo que cuando lo hacemos, es casi un redescubrimiento. Y es justo por eso, que hoy traigo a mi estantería virtual, Bibliomanía y otras obras de juventud.
Este libro, escrito por Flaubert en su juventud, consta de cuatro relatos. En ellos nos demuestra que, pese a ser considerado un maestro del realismo, en su adolescencia coqueteó con la fantasía, al igual que muchos otros autores. Nos hablará para ellos de crímenes, demonios y tristezas.
Como comentaba en el párrafo anterior, el libro consta de cuatro historias. Bibliomanía, que es la que da nombre al volumen, nos habla de la obsesión por los libros, por la posesión, que puede llegar a hacer perder la cabeza a su protagonista conduciéndolo a un fatal desenlace. A esta le sigue Quidquid volueris, un relato que me ha gustado particularmente por lo transgresor de la trama. Un hombre con una posición se permite jugar a ser Dios sin saber que puede acabar pagando las consecuencias de su juego de manos de su propia creación. Compone un cuadro realmente terrible, partiendo de la desgracia no pedida de su protagonista; existir. Los acróbatas cuenta la vida de una familia caída en desgracia, centrándose en la fea esposa. Y, por último nos encontramos con Sueño infernal; aquí el autor desciende directamente a hablar con demonios y presentarnos a un hombre sin alma.
Flaubert ya hace gala en estos relatos de lo que luego será su forma de escribir. Se empieza a ver su trato con los personajes, ese toque que escandalizaría al una sociedad en Madame Bovary, aunque en este libro se le vea más libre a la hora de meterse en esos temas. Se aprecia también, y esto es en gran medida gracias a la traducción, ese gusto por el perfeccionismo que le hacía depurar las frases hasta la exactitud. Más aún en los relatos, que por su limitada extensión no pueden perderse en florituras. Así que es normal que nos demos cuenta de que cada frase, va dirigida a un desenlace, conduce tanto a sus protagonistas como al lector a dicho final empujándolos levemente en el discurrir de las historias. Quizás en el segundo relato sea en el que más se note, ya que podemos ver como se va centrando cada vez más en un personaje que acabará siendo protagonista de la historia.
Muchas veces los clásicos nos intimidan. Ya sea por el volumen de su obra o por la fama que lleva detrás un determinado título y que pesa más que las páginas que lo forman. Por eso viene bien valorar otras opciones, sobre todo antes de descartar acercarnos a algunos escritores imprescindibles en la historia de la literatura. En mi caso, y dependiendo del nombre, me gusta leer algo más de estos autores, buscando, tal vez, títulos menos conocidos. Además en este caso Flaubert nos demuestra que escribir libros sobre libros no es una moda actual, ya él se sintió atraído por el tema en su adolescencia y volvería a tratar el tema de la lectura en su obra cumbre.
Hoy traigo un libro con cuatro relatos a los que se les da la extensión justa como para que los no aficionados al género se sientan cómodos al no resultar escuetos. Una muy buena opción tanto como primer acercamiento, como para los que ya conocemos la pluma del autor. Totalmente recomendable, no me cabe duda.
Y vosotros, ¿hay alguna obra o autor clásicos que os intimiden? Cada vez que alguien diga Ulises... iba a decir chupito, pero no, que veo que acabamos todos mal.
Gracias
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martes, 2 de diciembre de 2014
El monstruo de Hawkline. Richard Brautigan
"Estaban agazapados con sus rifles en el piñal, observando como un hombre enseñaba a montar a caballo a su hijo. Era el verano de 1902 en Hawai.
Llevaban mucho rato sin decir nada. Simplemente permanecían al acecho observando al hombre, al muchacho y al caballo. Lo que veían no les hacía muy felices.
- No puedo hacerlo -dijo Greer."
Mi aventura con esta novela comienza leyendo a Mónica. Los motivos y explicaciones que daba sobre este curioso título me llamaron tanto la atención que no pude evitar ir a buscarlo. No solo eso, sino que rápidamente se convirtió en mi lectura y, apenas unos días después de tenerlo en casa, me descubrí parada en mitad de un paso de cebra riendo con el libro abierto. Pero tenéis que entenderme, eran dos vaqueros en Hawai.. ¡entre piñas! Con semejante comienzo, no es de extrañar que hoy traiga a mi estantería virtual, El monstruo de Hawkline.
Estamos a principios del siglo pasado y conocemos a Cameron y a Greer, dos pistoleros que son contratados por una niña. La niña llega a buscarlos desde un lugar lejano y los acompaña a casa de la señorita Hawkline. Allí se encuentran con una casa en la que hace un frío helador, un mayordomo demasiado alto, grutas de hielo bajo la casa y una mujer tan extraña pero hermosa. Lo único que falta es conocer el encargo: matar al monstruo que vive bajo la casa.
Por mucho que se diga de este libro es difícil estar preparado para lo que uno se encuentra al leerlo. Doy fe. El autor concibe la novela en pequeños capítulos que están articulados casi como si fueran relatos correlativos, ya que todos son importantes. Desde el piñal por el que se arrastran sintiéndose ridículos e incapaces de cumplir con un encargo, hasta el viaje acompañados de la extraña niña en el que descubriremos la manía de uno de ellos por contar cualquier cosa, todos los capítulos se nos antojan necesarios e imprescindibles para poder completar la sensación de absurda coherencia que desprende este título. Brautigan juega a los imposibles y nos convence de que pueden existir maldiciones y monstruos a los que matar. Nos conduce para ello a una mansión helada, en la que las conversaciones se dispersan y la gente se desnuda para acabar teniendo sexo en los momentos más insospechados; una casa en la que se oyen ruidos extraños y cuyo dueño ha desaparecido; una casa, en definitiva, que juega a ser La Casa Encantada para divertimento del lector. Porque, si algo puedo asegurar, es que esta es una historia divertida.
Resulta llamativo, una vez terminado el libro, reparar en la cantidad de cosas que se podrían contar de una historia que no se caracteriza precisamente por su extensión. El autor maneja una prosa sencilla y un vocabulario accesible, de tal modo que en una o dos tardes podemos finalizar sin esfuerzo alguno la novela. Pero cuando vamos a comentarla, nos damos cuenta de que la novela está tejida con un hilo formado por mil anécdotas que nos apetece resaltar (de hecho yo estoy pensando ahora mismo en qué momento puedo contar que el padre de la señorita Hawkline trabajó en Harvard hasta que un experimento suyo se comió a un perro).
"Un western gótico" dice la cubierta del libro. No lo tengo claro, la verdad. En realidad me parece una historia difícil de etiquetar, tal vez inclasificable. Lo más cercano que os podría decir es que experimentéis, que el resultado, sin parecerme excepcional, sí que es brillante. Porque si en un libro todo es posible, Brautigan se encarga de hacer suyo ese dicho y trasladarlo al papel, dejando luego al lector la tarea de explicar lo que ha leído.
Una novela a la que todo el mundo debería de acercarse. O por lo menos a abrirla y leer la primera página antes de descartarla. Yo he disfrutado con el descubrimiento.
Por cierto, que no os he preguntado, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias
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lunes, 1 de diciembre de 2014
No he hecho los deberes porque... Davide Cali. Benjamin Chaud
"- Así que... dime, ¿por qué no has hecho los deberes?
- No he hecho los deberes porque...
Un avión lleno de monos aterrizó en nuestro jardín..."
Los niños son los primeros lectores. Tal vez no lo recordamos, pero nosotros también fuimos niños, y nos regalaban libros que no siempre nos gustaban. Por eso es importante buscar libros divertidos que les atraigan, y precisamente ese es el motivo de que hoy traiga a mi estantería virtual, No he hecho los deberes porque...
En este libro ilustrado conoceremos las imaginativas excusas que da un niño a su profesora por no haber hecho los deberes. Veremos hermanos convertidos en monstruos, perros que comen perros que comen deberes o extrañas invasiones. Y también un final con un divertidísimo guiño metaliterario muy sencillo pero que les dejará con la boca abierta.
En estas fechas que se aproximan, casi todos tenemos un regalo que comprar. Por eso me he decidido a traer este libro (por eso y porque el otro día en la librería vi a un niño que se reía y le contaba a un adulto la historia). Es justo así como tiene que ser. Muchas veces, cuando regalamos libros a los más pequeños, buscamos los que nos parecen bonitos a nosotros, sin tener en cuenta que ya no tenemos cercana esa edad, y luego no entendemos el fracaso. Eso es lo que me ha gustado más del título que hoy os traigo:se trata de un libro cortito con una encuadernación preparada para resistir y con unas ilustraciones francamente llamativas que mantienen una armonía en los colores más que agradable... y además es un libro francamente divertido que parte de un clásico para los más pequeños de la casa: "No he hecho los deberes porque"
Y automáticamente todos pensamos en el perro que se los come. Pues incluso a esta escusa le da un toque imaginativo, porque si algo derrocha el libro es imaginación.
Y, por supuesto, no os perdáis el final. Porque la guinda viene al final, cuando incluso a los adultos se nos escapa una sonrisa ante la pequeña sorpresa que nos aguarda.
Terminada la lectura, os dejaré un pequeño aviso: el uso de cualquier excusa de las que aparecen bajo este libro será responsabilidad de quien la utilice. La credibilidad de cualquiera de ellas dependerá de la imaginación de quien las reciba. No se recomienda manejar más de una excusa al día, ya que existe peligro de reacciones adversas en el oyente. Los efectos secundarios van de la sonrisa a la carcajada pasando por la incredulidad y, en el 100% de los casos, se garantiza un rato de diversión.
Y vosotros, ¿os gusta regalar libros a los más pequeños?
Gracias
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viernes, 28 de noviembre de 2014
Propuesta
Sé que no es sábado, que son los días en los que desvarío de una forma más o menos autorizada, pero, por si no lo sabéis hoy es el Día de las Librerías.
Sí, las librerías, esos lugares tan estupendos que me gusta enseñar los domingos en las redes y en los que me pierdo habitualmente y salgo con tantas sonrisas como historias bajo el brazo. Lugares que nos gusta visitar aunque no salgamos con libros, sino simplemente por el placer de mirar los títulos que allí se encuentran expuestos. Y lugares que van desapareciendo de las ciudades, y se van reinventando. Muchos han optado por servir café, o dar conferencias, casi todas son papelerías que han integrado cuadernos y folios como si fuera algo natural que convivieran en armonía. Y también ofrecen presentaciones, cursos, charlas o cuentacuentos. Además, os confesaré una cosa; tengo algo así como una adicción a este tipo de espacios. Soy incapaz de pasar por delante de uno sin pararme a mirar su escaparate, y una vez que veo el escaparate tengo una sensación de hormigueo en las yemas de los dedos provocada por la incapacidad de tocar lo que allí se expone para leer una o dos sinopsis. Así que entro. Y me siento como Alicia tras caer por el agujero; y todo lo miro, lo observo, lo huelo. Miro a ambos lados paseando por nombres de autores de lejanos países o ciudades cercanas mientras de reojo no pierdo de vista al improvisado turista literario que, como yo, ha decidido entrar a esta suerte de estación de letras.
Pero no nos olvidemos que más allá del romanticismo que nos puedan inspirar, son negocios que también sufren, de hecho se conocían hace poco las cifras que indicaban que este era el sexto año consecutivo en el que las ventas caen. Muchos de ellos sobreviven tirando de las ventas de los libros de texto y con ese empujón se aproximan a las Navidades.
Hoy es su día, abren puertas, llegan autores a firmar, actividades, exposiciones y descuentos. Y mi propuesta es corresponder de la única manera que podemos hacerlo los lectores; comprando un libro.
En realidad, mi propuesta es algo tan simple como que hoy, entremos en una librería. Paseemos disfrutando de ese momento de cortejo en el que el lector busca su plan perfecto de huida del mundo, rocemos con las puntas de los dedos los lomos, escuchemos las tentaciones que nos proponen a media voz y, si podemos, nos llevemos uno a casa. Dejémonos tentar sabiendo que es una propuesta egoísta. Que de este modo esa librería pequeña que conocemos de toda la vida, puede seguir adelante y nosotros podremos seguir entrando. O esa que no es tan pequeña en la que nos pasamos horas al cabo del mes. O tal vez aquella otra enorme, que lleva "tres días y medio"... Hay tantos tipos de librerías como de lectores, y eso es mucho decir.
Esta es la frase que nos proponen este año.
Comenzaba diciendo que hoy es el Día de las Librerías. Por eso me gustaría que me dijerais un nombre y una ciudad. Una librería que conocer o visitar, la habitual o la soñada. Incluso la vuestra
Aquí están las propuestas que he recogido y mostrado hasta hoy.
Gracias
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jueves, 27 de noviembre de 2014
El nadador en el mar secreto. William Kotzwinkle
"Laski ascendió por el mar del sueño, esforzándose para alcanzar la superficie. El mar era oscuro y se le estaban acercando unas criaturas iridiscentes, una de las cuales emitió de pronto un estallido de luminosidad. Laski se despertó y se incorporó en la cama."
La mejor manera para descubrir un libro es una recomendación fiable. Por eso precisamente me acerqué a él; por una recomendación. Así descubrí un precioso libro encuadernado en tela de un tono naranja que contrastaba con el azul interior y que prometía ser, por su extensión, apenas un rato de lectura. Hoy lo recomiendo yo y por eso traigo a mi estantería virtual, El nadador en el mar secreto.
Conocemos a Laski y a su mujer Diane en el momento en que empiezan las contracciones que indican la llegada al mundo de su primer hijo. Viven en una zona apartada y la historia, contada por el futuro padre, será la unión del nacimiento y la muerte.
Soy lectora habitual de libros extensos, muy extensos. Y sin embargo, no hace falta extenderse mucho para contar una gran historia, de esas que dejan una huella en el lector. De hecho, muchas veces cogemos un libro corto, escueto, y nos dura mucho más de los esperado dando vueltas en nuestra cabeza. Kotzwinkle no necesita llegar a las cien páginas en esta novela para conseguir conmover al lector con su historia pese a que huye de manera consciente de todo rastro de sentimentalismo.
Parte de uno de los momentos más importantes en la vida de una pareja: el nacimiento de un hijo. Y expresa con precisión extrema como se viven esos momentos. La ilusión, los miedos, los nervios, la tranquilidad, las esperanzas... todos esos sentimientos que se agolpan en el cuerpo y el alma de los futuros padres que van viendo como su vida cambia. Y nos lo muestra a través de los ojos de Laski. Un hombre que muestra expuestos al lector sus pensamientos, por fugaces que sean, y todos los sentimientos que se le van agolpando durante las horas en las que transcurre el libro. Y son muchos, porque a la importancia del nacimiento se le une la desolación arrolladora de la muerte de ese niño. Las esperanzas truncadas, la decepción, la aceptación, el dolor y la vida que empuja a seguir adelante porque no se detiene ni siquiera ante la muerte de un hijo. Hay que seguir moviéndose, ir a casa, volver, decidir, enterrar, avanzar...
Ahora imaginad que cogemos todos estos momentos que os he dicho se producen en apenas unas horas, y los desnudamos de todo sentimentalismo. Lo que nos queda es una historia honesta con un realismo impactante, a ratos desgarrador, que no percibimos como triste en el sentido habitual de la palabra. Quizás fue esa sensación de honestidad la que provocó que buscara información hasta encontrarme que el autor también había perdido a su primer hijo, o tal vez la sensación de realidad se vio reforzada al descubrir esta noticia, pero es precisamente esa honestidad la que hace efectiva la historia y conmueve al lector.
Siempre he dicho que una historia no ha de ser bonita para llegar a ser hermosa, y El nadador en el mar secreto es hermoso desde el título hasta la última de sus páginas. Tengo el libro justo a mi lado y acabo de comprobar que pertenece a una colección llamada "Los ineludibles" y me parece una buena forma de definir este título: ineludible.
Y vosotros, ¿tendéis a libros extensos o a aquellos que son un poco más escuetos en el número de páginas?
Gracias
PD. Gracias Bernie por la recomendación
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miércoles, 26 de noviembre de 2014
Relato soñado. Arthur Schnitzler
"Hasta entonces la pequeña había leído en voz alta; ahora, casi de pronto, se le cerraron los ojos. Sus padres se miraron sonriendo, Fridolin se inclinó sobre ella, le besó el rubio cabello y cerró el libro, que descansaba sobre la mesa todavía por recoger. La niña pareció haber sido sorprendida en falta.
- Las nueve -dijo su padre-, es hora de irse a la cama."
Todos hemos oído hablar de Eyes Wide Shut pese a que hace ya unos cuantos años que se estrenó, incluso muchos hemos visto la película. Lo que tal vez no hayáis hecho es acercaros al libro que la inspiró. En realidad yo tampoco lo había hecho hasta no hace demasiado, pero el acercamiento me ha resultado muy interesante. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Relato soñado.
Conocemos a Fridolin, un joven médico vienés, casado con Albertine hace ya algunos años. Ambos tienen una hermosa niña y viven una vida acomodada en un matrimonio aparentemente feliz. Sin embargo, una noche acuden a un baile de máscaras cosechando un relativo éxito entre el sexo opuesto y, al comentarlo la noche siguiente, en un arranque de sinceridad, se confiesan los deseos sentidos y no realizados por otras personas en una especie de pugna cuya consigna fuera "y yo más". Tras esto, y aprovechando una llamada nocturna, Fridolin parece lanzarse a consumar una infidelidad como venganza por la no consumada de su esposa.
La primera diferencia que existe entre este relato largo o novela corta de poco más de cien páginas y la película, es la ambientación. Estamos en Viena, en 1920, un momento y un lugar con una sociedad muy diferente a la actual. Es en este marco en el que se nos presenta a esta pareja, hermosa, feliz y aparentemente estable y sólida. Y es justo esta pareja la utilizada por el autor para experimentar con las pasiones y los deseos ocultos bajo la superficie, permitiendo que los sueños y la realidad se den la mano en el camino de las fantasías de ambos.
No en vano el libro comienza con una niña acostándose, dormida, para que sus padres puedan asistir a la mascarada. Como tampoco lo es que una vez más se acueste a dormir para que puedan sincerarse entre ellos. Y a partir de aquí, con el doctor en la calle buscando la oportunidad, hablando con otras mujeres y pensando en la propia, jugarán autor y lector a sobreentenderse. Una noche en la que se acercará a mujeres que le brindarán la oportunidad de resarcirse por esa ofensa no consumada, y en la que se descubrirá entre excusas de hombre recto que, sin embargo, no le ayudarán a aliviar el escozor provocado por esa duda.
No necesita Schnitzler de mucha extensión ni demasiadas palabras para dejarnos una historia magnífica. Un juego en el que nos veremos sopesando si Fridolin sueña o acaso es el narrador quien lo está haciendo, pero en el que disfrutaremos al entrar. Un ambiente decadente y brumoso para hablar de sensibilidad, amor, pasiones que atormentan y también de esos frágiles equilibrios que hay entre sueños y realidad que pueden acabar revelando los temores de esta pareja. Una historia con un final abierto, para que el lector decida, o juzgue o tal vez, tras haber hecho la lectura, se descubra pensando en la historia de una forma mucho más personal de lo que pensó en un primer momento.
Un descubrimiento del que he disfrutado de la mano de un autor cuya obra os recomiendo. Merece la pena que lo descubráis.
En este caso la adaptación al cine me parece magnífica, con diferencias notables (para empezar el momento en que se desarrolla), pero muy bien llevada a cabo. Lo cual me lleva a la duda de hoy; ¿sois de los que buscáis los libros en los que se basan las películas o por el contrario los apartáis de las listas de pendientes considerándolos ya leídos?
Gracias
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martes, 25 de noviembre de 2014
Terra Nova 3. Antología de ficción contemporánea. VV.AA.
"A mi padre le gustaba apostar. Creía en los milagros del karma y el azar. Veía números de la suerte en las matrículas de los coches y se gastaba el dinero en boletos de lotería y peleas de gallos."
El jugador
Paolo Bacigalupi
Los libros de relatos siempre me han gustado, entre otras cosas, porque me permiten interrumpir una lectura sin dejar la historia en stand-by. Entre relato y relato pueden pasar un día o un mes sin que importe demasiado. Y eso hace que tengan un atractivo especial. Por eso, hoy traigo a mi estantería personal Terra Nova 3.
Terra Nova 3 es una colección de once relatos de escritores que ya tienen una posición consolidada en las letras de la ciencia ficción. En este libro podemos encontrar a China Miéville, Emilio Bueso, Sofía Rhei o Ricardo Montesinos por ejemplo, ofreciéndonos la posibilidad de conocer sus letras.
Descubriremos que Groenlandia tiene residencias, que la Tierra se parece a una rueda de bicicleta o que hay unas torres en las que ya no sabemos lo que sucede. También hay naves, en las que viajan personas que tienen que demostrar su valor, lenguajes que abren una nueva puerta al entendimiento y futuros de concepciones perfectas. Nos hablarán de sociedades en las que han cambiado incluso las fuerzas del orden, de dioses y de máquinas de dudosa procedencia. Parece que nada escapa a esta antología que bien pudiera tomarse como una cata de ciencia ficción de la mano de expertos en el tema. Cada historia, cada uno de los once relatos, posee la complejidad necesaria para ser desarrollado en una novela, pero queda perfectamente resuelto en sí mismo sin necesitar añadirle más. Y por eso precisamente siempre defenderé el valor de un buen relato, por la capacidad de contar una historia completa en un número reducido de páginas.
En el caso de la ciencia ficción, un género que parece queda reservado para los que somos aficionados al tema, es estupendo que existan estas antologías (Terra Nova va por la tercera) ya que permite un acercamiento a cualquiera que haya sentido curiosidad por el género en algún momento. Además la diversidad de temas que abarca, le permite al lector comprobar qué "rama" le resulta más atractiva.
Personalmente, he disfrutado mucho con la distopía que presenta China Miéville y también con el relato de Emilio Bueso, un nombre que va ganando fuerza entre mis lecturas y que deja su sello personal también en este libro.
Podría hablaros de la lista de nominaciones a premios que han tenido varios de estos relatos, pero salvo para los muy aficionados, nos importa más el contenido, el rastro de humor o de crítica social que siempre suelen contener estas historias. Y que por supuesto contienen al hablarnos de ética, de sociedad, de respeto y de cambio climático. La ciencia ficción abarca muchos temas, no sólo viajes interespaciales y reuniones con seres de otros planetas, y esta me parece una estupenda forma de acercarnos a ellos.
Un libro más que recomendable con el que los aficionados disfrutarán paladeando las letras de autores cuyos nombres ya conocen, y también una buena propuesta como acercamiento para los que no son lectores del género.
Por cierto que ayer no os pregunté; ¿con qué libro estáis esta semana?
Gracias
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lunes, 24 de noviembre de 2014
El sueño del depredador. Óscar Bribián
"A Ismael le gustaba retorcer cosas mientras recitaba con un hilo de voz historias prohibidas.
El tedio de las asignaturas del último curso de Primaria le hacía sumergirse en marismas donde reinaba la soledad. En ellas habitaban roedores que terminaban por ahogarse en el limo, y mosquitos imaginarios que le picaban y hacían que se pellizcase una y otra vez hasta que sus antebrazos enrojecían."
Tras leer varias opiniones de este título, no fue hasta oír al autor hablar de él que no me decidí a comprar. De hecho, lo hice ese mismo día y apenas pasó tiempo hasta que me puse a leerlo.
Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El sueño del depredador.
Conocemos a Ismael, un niño en el último curso de Primaria cuyo comportamiento asocial es, cuanto menos, perturbador. Y en una segunda historia conocemos a Santiago Herrera, inspector de policía en Zaragoza, y Laura Beltrán, subinspectora. Juntos, siguiendo una pista encontrada por casualidad en unos cerdos robados, se verán envueltos en unos crímenes del que puede ser el primer asesino en serie de la ciudad.
El sueño del depredador es una novela que se estructura en dos historias en capítulos alternos. Por un lado, la historia de Ismael, mucho más intranquilizadora, con toques de terror; y por otro la novela policíaca propiamente dicha protagonizada por Herrera y Beltrán que parte del tópico de policía ya desencantado y subinspectora novata. Sin embargo, en cada una de estas dos partes de la novela hay algo importante a resaltar, de modo que el lector sigue ambas con interés preguntándose en qué punto establecerá Bribián una relación entre ellas.
Ismaél es un personaje sólido y convincente por el que es fácil sentirse tan atraído como horripilado. Fruto de una situación desgraciadamente común, será en quien tome fuerza la parte fantástica de la historia sin que por ello despeguemos los pies del mundo real. Un complicado equilibrio del que el autor sale airoso. La parte policíaca, mucho más realista, destaca por su sólida ambientación. Llegados a este punto decir que el autor es policía ayuda a comprender la sensación de veracidad en muchos detalles que van salpicando la historia y que no suelen aparecer en los libros de género; de golpes y papeleos hasta algún término suelto para designar a grupos, ha cuidado de conseguir que el lector se sienta dentro de Jefatura. En esta historia y, a partir de un control rutinario, comenzará la búsqueda de un macabro asesino que van sembrando la ciudad de cadáveres e intranquilizadores poemas. Una investigación que, si bien está ambientada en Zaragoza, nos podría servir cualquier otro escenario.
La novela es ágil, los capítulos se suceden con rapidez y no dejan al lector que se separe de ninguna de las dos historias y en cambio, si que lo invitan a conocer el desenlace, a descubrirlo, mientras da algún giro que, más que sorprender al lector, lo que pretende es añadir tensión a la trama. La resolución, buscada desde casi el comienzo en un intento de encontrar la relación entre ambas tramas, es impecable, dejándome en este caso una sensación satisfecha y la curiosidad por leer más novelas del autor. No cabe duda de una cosa: en nuestro país la novela negra está tomando posiciones, y lo hace con calidad en sus letras.
Y vosotros, ¿seguís pensando que la novela negra viene del frío?
Gracias
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Óscar Bribián
jueves, 20 de noviembre de 2014
La librería más famosa del mundo. Jeremy Mercer
"Llegué a la librería un gris domingo de invierno.
Paseaba, como tenía por costumbre en aquella época complicada. Nunca llevaba un destino concreto, sólo necesitaba un buen número de manzanas y esquinas dobladas al azar que me ayudaran a perder la noción del tiempo y me distrajesen de los problemas que me atenazaban. Era sorprendentemente fácil olvidarse de uno mismo en medio del ajetreo de los merados y bulevares, entre los parques cuidados con esmero y los monumentos de mármol."
Pese a que Amazon llegue pisando fuerte, creo que todos los aficionados a la literatura seguimos mirando las librerías de calle. Entramos en ellas muchas veces de una forma casi reverencial mientras nos preguntamos si nosotros hubiéramos colocado tal o cual libro en esta mesa o escaparate. De hecho son hermosas por dentro y muchas también por fuera. Y en ellas compramos las historias que nos van a acompañar horas y que, muchas veces, también tratan sobre libros. Me gustan las librerías, de hecho hay una Ruta librera en este espacio que recorre el mundo buscando estos rincones y en la que no puede faltar Shakespeare and Co. Bookstore. Bien, tampoco podía faltar este libro. Así que hoy traigo a mi estantería virtual, La librería más famosa del mundo.
Jeremy Mercer es un periodista canadiense. Tras escribir sobre un tema que le pone en peligro, decide recoger todo e irse a París, La Ciudad de La luz. Pero el dinero se acaba y Mercer aún no está listo para volver, así que se dedica a recorrer las calles de esta hermosa ciudad hasta llegar a la famosa librería Shakespeare and Co. Allí conoce al propietario, George Whitman, con el que entabla una relación de amistad, y, como hicieran otros muchos, termina viviendo sobre la librería a cambio de su trabajo en ella.
Lo cierto es que ya sólo la sinopsis nos mete de lleno en ese París bohemio que tanto se exporta de forma cultural. El periodista que se queda sin recursos y es adoptado de algún modo por el librero de una de las librerías más famosas del mundo. El autor, que da aviso de los cambios respecto a la realidad que podemos encontrar en el libro, nos explica también que la primera Shakespeare and Co fue propiedad de Sylvia Beach e igualmente famosa por los escritores que la visitaban, pero que cerró durante la Segunda Guerra Mundial.
La librería que él conoce y nos cuenta está llena de libros, historias y anécdotas. Pero de todas las historias que contiene entre sus paredes, la mejor es la de Whitman, su propietario. Mercer comienza una amistad, y profesa una admiración a este hombre que se puede percibir en las páginas del libro. Y así nos enteramos de que no fue, ni mucho menos, el primer adoptado en literaria acogida en este lugar. Whitman, que vivió en la tienda hasta su muerte en 2011 a una edad casi centenaria (hoy la librería está en manos de su hija, Sylvia también), es un hombre francamente interesante, y Mercer, como buen periodista no tarda en darse cuenta de ello. Tanto es así, que superada la historia de la llegada del autor a París, el libro es más propiedad de Whitman que del propio Mercer. Descubrimos así a un hombre cuya ideología le lleva a dar cobijo durante décadas a personas a cambio de trabajar en su librería y afirmando que tiene una utopía socialista disfrazada de librería. Pero también es un excéntrico, de hecho una de sus peticiones es la lectura de un libro diario a sus huéspedes, a quienes podía entregar las llaves del lugar habiéndolos tratado apenas un par de días. En todo caso, si queremos definir a Whitman de un modo rápido; es como un amante de los libros, de los de verdad.
La librería más famosa del mundo es más que una crónica, una novela en la que nos dejamos caer dentro del París más bohemio, ese con el que todos hemos soñado alguna vez y con el que, supongo, muchos escritores siguen haciéndolo. Un libro escrito de una forma impecable que nos hace desear ser uno de los que compartieron residencia con Mercer, incluso el propio autor, y formar parte de la magia que encierra este emblemático lugar. Aunque, ahora que lo pienso, quizás formemos parte de esa magia desde el momento en que leemos el libro y soñamos con estar allí.
Confesaré que cuando viajo me gusta visitar las librerías del lugar en que me encuentro, incluso comprar y volver con más peso del deseado. Pero son lugares irresistibles para mi. Y vosotros, ¿también miráis las librerías cuando salís de vuestra ciudad?
Gracias
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miércoles, 19 de noviembre de 2014
El pantano de las mariposas. Federico Axat
"Mis manos se elevan, como dos flores blancas, juegan con el aire dulce impregnado por el curo de los tapizados y templado por la calefacción. Mamá conduce; se vuelve a intervalos regulares y me dedica una sonrisa que trato de capturar. Me habla de la lluvia, que martillea el techo de chapa, de un letrero apenas visible y de cosas que no entiendo, pero sobre todo me habla del Pinto, una palabra que he aprendido recientemente y que repito con entusiasmo."
Muchas veces, viendo demasiadas opiniones, demasiada publicidad, demasiado... todo, me saturo antes de comenzar una lectura. Me di cuenta de que aunque las opiniones fueran buenas, llegaba con un regusto cansado, a libro casi leído o película vista aprovechando una reposición. Y no disfrutaba de las lecturas. Por ese decidí dar un tiempo a este título. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El pantano de las mariposas.
Conocemos a Sam, un niño que tras haber perdido a su madre en un accidente vive en una granja que acoge a otros chicos junto a él. En este lugar desarrolla una amistad con Billy, con el que disfruta de veranos y escapadas al bosque. En 1985, cuando cuentan doce años llegará Miranda al pueblo, y con ella el primer amor a un lugar lleno de misterios, desapariciones y, según dicen, incluso extraterrestres.
El libro, que comienza de una forma impactante con el narrador recordando el accidente de tráfico en que muere su madre, tiene dos hilos temporales; 1985 y 2010. No hay ningún problema en seguir los hilos ya que es una continuación de una historia en la que los niños ya son adultos, así que la transición es natural y necesaria para el recuerdo.
El autor consigue, y eso es algo a tener en cuenta, unos personajes bien dibujados y unos niños que se encuentran en ese momento que uno comienza a ver la vida adulta, creíbles y sólidos Tanto los personajes principales, como los secundarios que los acompañan. Además, el hecho de estar narrado por el propio Sam hace que el lector sienta su historia más cercana, y otorga una mirada sobre Miranda que difícilmente hubiera logrado un narrador en tercera persona. Sentimos al narrador enamorado, nostálgico, cercano, y eso nos ayuda a entrar en la historia con muchísima más facilidad. Porque hay un evidente tono de nostalgia en los recuerdos de la niñez que se ve impulsada por una magnífica ambientación, con un regusto ochentero que muchos disfrutamos. Y que, a su vez, contribuye a la sensación de estar "viendo" la lectura, con eso que denomina como lenguaje cinematográfico y que provoca la sensación de estar allí, mirando como Sam visita los lugares por los que corría siendo un niño.
A medida que avanzamos, Axat nos va introduciendo los misterios hasta conseguir que el lector tenga un puñado de preguntas que se agolpan en la cabeza impulsando la lectura del libro hasta sus últimas páginas para descubrir qué ocurrió realmente. Y es en este punto en el que hay que tener especial cuidado de no dar pistas sobre su final. Nos encontraremos con una historia que se transforma descubriendo lo que se puede esconder en una zona de provincias que está llena de secretos. Una novela que despega abriendo hilos de misterios, secretos, desapariciones que se suceden hasta dar lugar a leyendas y primeros amores, que se mezclan con hilos sobrenaturales (porque sí, puse extraterrestres) a los que hay que ir encontrando una explicación. Necesitamos saber qué pasó con la madre de Sam, qué sucedió en esa época tan difícil en la que los niños crecen, y qué secretos se esconden tras alguna cara conocida. Como una tela de araña que se expande sin esquivar los momentos duros ni las primeras experiencias en la vida.
Pero si algo me llamó la atención en esta novela fue el final. Un final que sorprende y cierra hilos otorgando una explicación incluso a aquello que se nos antojaba inexplicable (lo sé, estáis pensando otra vez en los extraterrestres) y que reconozco no me esperaba. Así que retrocedí sobre mis páginas para descubrir con sorpresa que el autor había dejado pistas en algunos puntos muy bien elegidos.
En conjunto, me he encontrado con una novela de misterio francamente entretenida, con unos personajes sólidos y que tan difícil de soltar, como de no recomendar. Federico Axat demuestra una vez más que es un autor que sabe lo que se hace.
Y vosotros, ¿también dais tiempo a los libros que os llenan los ojos o sois de los que os lanzáis sin red cuando las opiniones positivas aparecen sin descanso?
Gracias
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