"La estación de Tokio está abarrotada".
Últimamente parece que mire donde mire está este libro, y eso que aún no se ha estrenado la película. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Tren Bala.
El libro hace honor a su título y los lectores vamos a viajar a bordo del llamado Tren Bala japonés que hace el recorrido entre Tokio y Morioca, en el que el autor ha metido a cinco asesinos que viajan juntos. Por un lado tenemos a Kimura, que va a bordo del tren con la firme intención de vengarse de un joven sociópata: El Príncipe, que también está a bordo y es un potente personaje de 14 años. Mandarina y Limón son en este caso compañeros, trabajan más o menos bien juntos y como curiosidad a Mandarina le gusta mucho leer. Y, por último, está Nanao, famoso dentro del gremio por su mala suerte, pese a la cual sigue vivo. Bien, la cosa es que Mandarina y Limón han cumplido la misión que se les encomendó dejando el correspondiente reguero de sangre, pero llegaron al tren con Minegishi y la maleta. Todo correcto; hasta que se suben al tren. Es evidente que en el tren van más personas, aunque no está precisamente lleno de gente, pero con estos personajes es con los que el autor teje la trama de una novela francamente entretenida que no busca nada más que la pura evasión.
Ya la novela avisa en la contra que el tema gira en torno a una maleta, cuya existencia ya os he comentado. Lo que sucede es que esa maleta de algún modo está relacionada con todos los citados puesto que sus misiones van a estar relacionadas girando más o menos en torno a un mismo nombre y esto será lo que provoque la acción continuada que se mantiene a lo largo de una trama que no duda en acudir a distintos puntos de vista para mantener la acción. Iremos descubriendo, por supuesto, datos de los personajes, que harán que los diferenciemos adjudicándoles peculiaridades: ya sea un boy scout o un aficionado a las series infantiles, todos ellos tienen hueco y cabida en el Tren Bala, del que, lo que más me ha sorprendido, ha sido el poco revuelo que se monta entre los pasajeros si tenemos en cuenta la que se está formando.
De algún modo, Isaka le ha dado a la novela un tono casi cómico que hace que el lector recuerde los baños de sangre tarantinescos a un ritmo endiablado que colapsa incluso en la propia trama. Y no me extraña, el viaje es salvaje, casi absurdo, los personajes van de un lado a otro y muchas veces no tienen claro quién hizo qué mientras el lector va pasando las páginas con absoluta diversión. Porque llegados a este punto, somos capaces de sacrificar la lógica, la credibilidad y hasta a un par de pasajeros que pasen por ahí para saber como termina la novela.
Tren Bala es una novela divertida. Y qué difícil es hacer eso, ¿verdad?
Gracias.