miércoles, 30 de noviembre de 2016
Bravura. Emmanuel Carrère
"Antes de mover el cuerpo, su mirada abarca sucesivamente la penumbra húmeda del pasillo en el que va a entrar y, un momento antes de que la puerta se cierre, el espectáculo de la calle que acaba de abandonar y de la que ahora le separa la pesada hoja de roble. Como la casa no contiene mobiliario y él mismo ya no posee nada, sólo tiene que mover su propio peso, pero es suficiente para agotarle: todo pesa más entre estos muros espesos, empezando por la puerta, cuyo umbral cruza cada vez menos, ya que cada gesto exigte un duro esfuerzo, como si la gravedad se multiplicase y la atracción de la tierra fuera más imperiosa en este lugar preciso de Londres."
De todos los motivos que existen para leer un libro, mji favorito es "porque sí". Eso me lleva a contradicciones porque leo a escritores que no terminan de agradarme, pero que me atraen sus libros. Como en este caso. Hoy traigo a mi estantería virtual, Bravura.
En una casa, una noche de un verano, se reunieron Lord Bayron, su médico y secretario Polidori, Percy B Shelley y su esposa Mary. Aficionado a las historias de terror que comenzaban a escucharse, hicieron la apuesta de crear cada uno una historia. Esa noche Polidori concibió El Vampiro y Mary Frankenstein. ahora han pasado cinco años y encontramos a un Polidori suicida, amargado y resentido porque su vida va en caída libre, o tal vez a un hombre que ha dejado que su vida caiga directamente, incluso en el consumo de opio una temporada, por lo sucedido tras aquella noche. Polidori ha visto publicado su vampiro pero atribuído a Lord B, y también le queda el resentimiento de ser suya la idea utilizada para Frankenstein. Por no hablar del párrafo que le dedica su autora.
Hay noches que nunca se olvidan y alguna, por suerte, no está relacionada con guerras. La gran noche de la Villa Diodati es una de ellas, qué duda cabe.Y este es el punto de partida que utiliza Carrère para su juego de espejos. Un Polidori amargado que afirma que todo lo bueno que le hubiera podido llevar al éxito muere, y nos deja esa pista que se implanta en el cerebro del lector sin este saberlo en forma de espejo. Seguimos a Polidori, que lucha por un reconocimiento negado y una vida que cree robada y ahora malgasta en absolutamente nada, y la novela es interesante porque consigue hacer un personaje fuerte, que crece en su miserable casa mientras salpica la novela de anécdotas clamando incluso por una venganza que tal vez no llegue. Y entonces Carrère transforma la novela y nos trae al presente, un presente con una mujer, Anne, decidida a investigar la historia de esa noche. Y nos presenta también al capitán Walton, mientras el lector recuerda que la famosa obra de Mary comienza cuando un tal capitán Walton... y comienza a preguntarse si será casualidad que sea precisamente este el nombre elegido por el autor. Y no lo es, como tampoco que investiguen con la intención de reescribir Frankenstein convirtiéndolo en algo mucho más moderno en esta era de zombis y luchas por la raza humana. Y Carrère, ese hombre al que yo leo por placer, por el placer de encontrarme con un buen texto, se embrolla y desembrolla en su intento de jugar a que dudemos de todo, y la novela se convierte en una mezcla en la que el lector no siempre hace pie sobre quién o qué está hablando.
La idea como puente entre dos siglos, entre historias, de usar a Walton me parece fantástica. No solo eso, sino también ese reescribir, esa suerte de revancha que le da a Polidori... pero le falta la capacidad de estructurarse de una forma un poco más clara, no dejarnos caer en un maremagnun de buenas ideas que no terminan de cuajar, no sé si por las formas o porque tal vez y pese a que haya llegado a nuestro país ahora, estamos ante una de las primeras novelas del autor. En todo caso, no me ha convencido en absoluto, lo cual no significa que no vaya a leer la siguiente. Pero en este momento y a día de hoy sigo perpleja. Si aún no habéis leído nada del autor, tiene novelas realmente buenas como El adversario o Limonov.
Y vosotros, ¿cuál ha sido el último libro que os habéis comprado "porque sí"?
Gacias.
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lunes, 28 de noviembre de 2016
Acuario. David Vann
"Era un pez tan feo que casi no parecía un pez. Una piedra de fría carne musgosa y con hierbajos, jaspeada de verde y blanco. Al principio no lo vi, pero luego pequé la cara al cristal intentando acercarme. Sepultado en aquella maleza inverosímil, gruesos labios en curva apuntando hacia abajo, la boca una mueca. Ojo como pequeña perla negra. Gruesa aleta caudal con motas oscuras, a franjas. Pero nada más que lo señalara como pez.
Mira que es feo."
David Vann es uno de esos escritores cuyas obras se ciernen sobre el drama familiar. Quizás no todas, pero sí en una inmensa mayoría. Y tal vez por eso atraen la atención de un gran sector lector. Hoy traigo a mi estantería virtual, Acuario.
Conocemos a Caitlin Thompson, una niña de 12 años, mientras está en un acuario. Allí mira los peces ensimismada mientras pasan las horas hasta que pase su madre a recogerla. Le gustan los peces, los acuarios, el orden, la tranquilidad... En el exterior ella vive con su madre, que pasa las horas trabajando para mantener un orden en la precaria economía de esta unidad familiar mínima en la que parece comenzar a ser asiduo un amigo de su madre. Un anciano acompaña a Caitlin en el acuario, mirando los peces. Y una amiga, Shalini, le acompaña en el camino a la adolescencia.
Cuando uno empieza a leer Acuario, se encuentra ante una suerte de fábula, una metáfora de la vida en la que el orden y la tranquilidad sería representado por los peces, tranquilos en sus peceras, y el caos y el peligro de la vida real, sobre todo en las clases desfavorecidas, es el mar. Y uno de esos pececillos del mar que luchan por sobrevivir es Caitlin quien, mirando los peces del acuario, en tranquila serenidad, hace sin saberlo una pequeña disección al comentar si se esconden o luchan, si se agarran o se sueltan, con un anciano. Nos lo muestra; aletas y extremidades, tranquilidad frente a horas de trabajo y falta de sueño... y para el lector es fácil de ver. Pero entonces Vann demuestra que es Vann y la novela estalla como un bofetón. Y la crudeza de la vida, la violencia en todas sus formas entra irrumpiendo y arrasándolo todo. ¿Qué pasa cuando la madre de Caitlin descubre la existencia de este anciano? En ese momento se abre la historia y la serenidad con la que habíamos comenzado, porque sabíamos que había una vida dura en los rostros que se reflejaban en los acuarios, estalla y el lector se queda sobrecogido ante una historia que habla de culpa y también de perdón.
Vann toma la voz de una niña de doce años ya adulta, y consigue hacer creíble la voz de quien está viendo como todo cambia a su alrededor, como la vida se despliega mientras comienza a sentir un torbellino de sentimientos que no siempre sabe como gestionar. Y esa es la voz sincera que hace que la historia gane en calidad y credibilidad, esa mezcla de inocencia y carácter luchador con el que se nace cuando uno llega al mundo en la casa del final de la calle. en un momento dado, en pleno vórtice de las vidas de los protagonistas, se nombra a Cenicienta, y uno no puede evitar sonreír pensando en el cuento y en lo que supone en la vida real. Solapar historias, comparar la que nos relata esta Cailin adulta que echa la vista atrás y decidir si el regusto que nos ha dejado es dulce o no, tal vez agridulce, como esa salsa que uno nunca termina de saber si odia o ama.
Te voy a romper para averiguar entonces lo que eres, le dicen a Caitlin en un momento dado. Y tal vez ese sea el mejor resumen que se pudo hacer jamás de lo que David Vann intenta contar en esta magnífica historia de iniciación.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
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sábado, 26 de noviembre de 2016
El sorteo
Y por fin es sábado, y vistas las respuestas en las redes, os anuncio el sorteo.
Lo que aparece en la foto es un cuaderno de lecturas. Quizás no los conocéis pero seguro que ahora que lo habéis visto, os ha pasado como a mi y lo necesitáis. Para apuntar libros leídos, comprados, deseados y odiados. O para que nos de tanta pena empezarlo... que se quede guardadito como el tesoro que es.
Y entre aquellos que no les toque sortearé un par de libros, inicialmente iba a poner los títulos, pero luego he pensado que si digo que son novedades uno de Lumen y otro de anagrama os podréis hacer una idea. Y que, por supuesto, cuando diga los ganadores, si poseen esos títulos, se cambian. Así no tenemos que andar con si quiero este pero este no, este orden, de este me borras y todas esas cosas que me complican la vida y mucho a la hora de apuntar a la gente.
Para apuntarse:
1. Dejar un comentario diciendo que os apuntáis Único imprescindible
2. Si me seguís pues os doy otro punto, si no me seguís, no. No es obligatorio y os recuerdo una cosa, toca en un número. Decidme si me seguís.
3. Por cada lugar diferente en el que lo anunciéis os daré otro punto. Y me lo decís.
4. Si hacéis un anuncio pegado a un árbol, un poste, el tablón de anuncios de la comunidad de vecinos, si lo decís en la radio o con la estela de un avión, una foto rara... Todo vale. Todo vale y todo cuenta y estos los postearé por todas partes que se me ocurran, y daré puntos extra. Son los puntos porque sí. 5, por ejemplo, aunque si alguien hace lo del avión os aseguro que le doy diez. Porque yo he venido aquí a divertirme.
Y ahora os confesaré que tengo miedo escénico a que no se apunte nadie. No me dejéis mal, anda.
Gracias.
El sorteo es internacional y el plazo se cierra el día 7 de diciembre. El sorteo será el día 10 del mismo mes.
viernes, 25 de noviembre de 2016
Piel de Lobo. Lara Moreno
"Solía dormir rodeada de muñecos de peluche que me provocaban alergia. A veces se me hinchaban los ojos y la nariz por los ácaros del polvo. Dormía con ellos porque tenía miedo, dormía enterrada entre bolsas de felpa rellenas de algodón sintético con ojos de plástico y bigotes de lana. Tenía miedo del espíritu santo, por ejemplo, una paloma tétrica de pico sucio y garras afiladas que entraba volando en un oscuro pajar, aleteando a traición, robándote algo muy valioso que había dentro de ti, algo irrecuperable. Era más que un misterio, una amenaza."
Conocí la voz de Lara Moreno con su anterior novela, Por si se va la luz, y dejó uno de esos avisos que solo se activan cuando vuelves a ver su nombre impreso en la cubierta de un libro, que provocó que de inmediato tuviera ganas de leerlo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Piel de lobo.
Conocemos a Rita y Sofía, dos hermanas tan diferentes como distanciadas en su edad adulta. Se produce un reencuentro en la casa de su padre cuando, tras morir este, tienen que recoger. Una situación tensa tras la que acompañamos a Sofía a una casa con un núcleo familiar que se desintegra. Roto el matrimonio de Sofía, no le quedan más opciones que coger a su hijo e irse a la casa en la que creció y recibir la compañía de su hermana. Estas dos mujeres, unidas por la fuerza invisible de la sangre, se conocerán un poco más encerradas entre esas paredes llenas de recuerdos.
Lo primero que sorprende con Lara Moreno es la fuerza de su prosa. Ya en el fragmento que he colocado se percibe, se nota esa suerte de solemnidad que imprime a sus palabras y que se termina convirtiendo en un eco en la cabeza del lector. Además, en esta novela contada por un presente omnisciente y un pasado en boca de Sofía, cada ficha que deja caer en la historia de las hermanas, el eco permanece, nos tensa, nos prepara cuando aún no sabemos para qué. Pero intuimos que todo es importante aunque sus protagonistas sean dos mujeres sin más, dos cualquiera, de la calle, dos hermanas... Y hacemos bien porque la excusa de una casa llena de recuerdos es el punto de partida para hablar de los secretos que intentamos sepultar entre esos recuerdos, y que, aun sin verlos, sabemos que permanecen. De las improntas de la vida que pasamos sin querer mirar pero no podemos dejar de sentir. Y también habla de apariencias, de fingir entre nosotros y para nosotros y de cómo crecemos llevando todas esas señales escondidas y generamos un alejamiento incluso de nosotros mismos. No podemos fingir más, le dice el marido de Sofía a la protagonista en las primeras páginas. No puedes actuar como si no pasara nada desde hace tiempo. Y de este modo la historia a dos tiempos de dos mujeres se convierte en la voz callada de muchas, una historia de secretos por descubrir y del valor de afrontar una vida. Y para todo ello, cuatro paredes y un teléfono. Apagado la mayor parte del tiempo. Y no necesita nada más Lara Moreno para conseguir dejar mudo al lector.
Y nos habla también de familia. De la maternidad como vida, a través del hijo de Sofía. Del bloqueo y la incapacidad para relajarse, de la protección, la falta de espacio, y también de la distancia que se establece. Creo que hay muchas maneras de escribir una novela sobre la familia, y Lara Moreno ha escogido la más íntima, la más privada. Esa en la que cada miembro puede ser el epicentro de un terremoto que sacuda al resto... y que siga teniendo réplicas sin importar el tiempo o la distancia.
Me ha gustado Piel de lobo. Me ha gustado mucho. Y digo esto después de haberlo terminado hace unos días y seguir escuchando la resonancia de muchas de sus frases. Si otras veces hablo de libros que se olvidan con facilidad, la voz de Lara Moreno ha llegado para quedarse.
Y vosotros, ¿sois lectores de historias privadas o preferís quedaros fuera de este tipo de novelas?
Gracias.
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jueves, 24 de noviembre de 2016
Te encontré en el desván. Miguel Ángel Zambrano
"-Niña, ¿qué estás haciendo, qué llevas ahí escondido? -me preguntó el abuelo Miguel, al sentirme pasar de manera silenciosa a sus espaldas."
Me gustan las historias que hablan de vidas, las que me creo y acaban por seducirme, y poco me importa si es un escritor laureado o desconocido. Hoy traigo a mi estantería virtual, Te encontré en el desván.
Conocemos a Azucena, una niña que pasa tiempo en casa de su abuelo Miguel. En una de esas visitas realiza un sorprendente hallazgo, unos cuadernos en los que el abuelo al jubilarse fue escribiendo su vida. Hoy, el abuelo de Azucena tiene alzheimer, y juntos gracias a los cuadernos, rescatarán del olvido la vida de este hombre. Una vida que comienza cuando su madre le deja en el hospicio junto a su hermano, no por no quererlos, sino para que tuvieran comida, y que recorre toda una vida de guerra, hambre, risa y mucho cariño.
Pareciera que hay personas que están esperando a recibir un empujón para comenzar a escribir. Y este es el punto exacto en el que la historia que os traigo hoy es real. El autor es quien realiza el hallazgo y decide realizar un homenaje a su abuelo escribiendo la historia de los cuadernos, novelando una realidad que, por la época, es la de muchos, y consiguiendo así dar voz a muchas personas que, por no ser ni héroes ni antihéroes, no aparecen en las páginas de la historia de nuestro país. Y para ello utiliza a Azucena.
Con un estilo sencillo, Zambrano deja al lector una historia de vida. comenzamos cuando nos presentan a Miguel y nos despedimos de un amigo con el que hemos hecho todo un recorrido completo. Lo cuenta además de forma cercana, sin artificios ni sentimentalismos excesivos, otorgando fuerza al realismo de las palabras que ha utilizado en su historia. Realmente el lector, incluso desconociendo el origen de la novela, es capaz de escuchar la voz del pasado reciente y las heridas abiertas; pero no os confundáis, no son heridas políticas, de bandos ganadores o vencidos, son heridas provocadas por aquello que uno se va dejando en el camino y también por los buenos momentos que pasaron y no volverán. Además, y esto es importante, nos obliga a fijarnos en el alzheimer, una enfermedad terrible que termina por borrar quienes somos y nos representa también a una sociedad que parece sufrirla olvidando a muchas personas, aunque sea de manera consciente esta vez. Personas que no aparecen en los libros, pero que pasaron por hospicios, corrieron, escucharon sonar las bombas y amaron. Personas como cualquiera de nosotros cuyas historias comunes nos resultan tan familiares que terminan por conmovernos. La fortaleza de la madre de Miguel, por ejemplo, testimonio de tantas mujeres que tuvieron hijos en aquella época y lucharon como leonas, las buenas personas que se va encontrando uno en el camino, no solo las malas, porque el autor deja un testigo de positivismo en su novela que es fácil reconocer, y seguir.
No sé vosotros, pero yo cuando leo las palabras Guerra Civil en una historia, suele darme un poco de pereza por no decir miedo meterme en ella. No me gustan las políticas que me empujan al pensamiento dirigido del narrador. El problema es que una época acoge tantas historias como vidas sucedieron en ella, y muchas merecen la pena.
Y vosotros, ¿hay algún momento histórico que procuréis evitar en vuestras elecciones?
Gracias.
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miércoles, 23 de noviembre de 2016
Niebla. Andreas Pflüger
"Nada la tranquiliza tanto como limpiar su arma. Cualquier otro tendría que comprobar la recámara para asegurarse de que está vacía. Ella no. Ella conoce al gramo el peso del cargador que se desliza en su mano. Sabe que no hay ningún cartucho en el cañón de la Browning High-Power igual que sabe que tiene los ojos verdes. Y a veces negros."
Llegué a este libro por una recomendación directa y lo visual, cosa curiosa teniendo en cuenta la discapacidad de su protagonista, de la cubierta, terminó de decidirme. Hoy traigo a mi estantería virtual, Niebla.
Conocemos a Jenny Aaron, una mujer joven, miembro de el Departamento, un cuerpo de élite de la policía alemana de Berlín. En una misión fallida en Barcelona, está a punto de perder la vida, al igual que su compañero y pareja Kvist, pierde la vista y casi a su compañero, al que siente que dejó tirado cometiendo el peor acto de traición. Ahora se ha convertido en una experta en interrogatorios en Wiesbaden. Han pasado cinco años y es requerida su presencia en Berlín porque un fantasma de su juventud ha matado a la psicóloga de la prisión en la que está recluido y afirma que solo hablará con ella. Acude sabiendo que todo serán reencuentro, pero lo que desconoce es que los fantasmas del pasado rara vez vienen solos.
Me gustan las novelas de género en general y las de acción en particular. Me sirven para estar entretenida sin despegar la vista del libro. Y el hecho de estar escrita por un guionista suele ser garantía de acción rápida y lenguaje cinematográfico que ayuda al lector a hacerse una composición de las escenas con facilidad. Justo como en este caso. Esta vez la protagonista es una mujer con una experiencia traumática encerrada en el sótano de un asesino en serie mientras estaba en la academia. No contento con eso, el destino la depara una situación compleja en la que acaba perdiendo la visión y la tranquilidad para dormir durante lo que parece será el resto de su vida. Una vida que cambia cuando deja a su amante abandonado y que vuelve a cambiar cuando lo ve. Andreas además nos plantea a una mujer hermosa y fuerte, una suerte de versión femenina del mejor de los agentes secretos que es capaz de chasquear para orientarse en función de los ecos recibidos del ruido y cuyo equilibrio y percepciones ha desarrollado para adaptarse a su nueva circunstancia de invidente. Pero al mismo tiempo, utiliza la discapacidad de su protagonista para que sea el lector quien la sienta vulnerable cuando es perseguida, acosada, observada. Mucho más de lo que ella se llega a sentir. Con esto consigue un equilibrio, a veces precario, en el que la acción y la tensión van de la mano.
En la novela, cuyo argumento avanza de forma lineal en apenas unos días superado el salto de cinco años, se alternan multitud de recuerdos del pasado. De este modo personajes como el padre de la protagonista, ya fallecido en el presente, se convierten en piezas clave del libro. Además el autor consigue que no nos perdamos entre presente y pasado mientras vamos descubriendo las motivaciones de la protagonista así como sus habilidades. Y es en sus habilidades en el punto en el que dudamos del realismo de la novela sin que eso importe en realidad demasiado, ¿o acaso nos creemos todas las de Bond, Bourne o compañía? Como siempre, en este tipo de libros, nosotros somos los que decidimos hasta qué punto queremos dar nuestra confianza al escritor. Un escritor que se vale de términos orientales para dirigir al lector por el camino del adiestramiento y la percepcción de Aaron y que en mi caso, tengo que reconocerlo, me ha resultado más divertido que real o no, el jugar a imaginar lo que me estaba relatando, he optado por dejarme llevar sin preguntas y divertirme un rato, y he conocido de este modo a un puñado de personajes bastante bien construídos entre los que destacaría a la nueva jefa del Departamento y al miembro de más edad.
Niebla ha resultado una novela divertida, de esas que seguramente olvide con la misma facilidad que la he leído pero que se disfruta si uno no se anda haciendo preguntas. Y me ha gustado encontrarme con un protagonista que se sale de lo común. De hecho, ahora que estoy reflexionando sobre ello, es probable que si encuentro otro libro del autor, continúa leyendo su obra. Me gustan los personajes que se salen de lo común.
Y vosotros, ¿os llaman la atención los libros cuyos protagonistas se salen de lo común?
Gracias.
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lunes, 21 de noviembre de 2016
La ciudad desolada. Ransom Riggs
"Cruzamos el puerto a remo, pasamos junto a embarcaciones que se balanceaban al son de las olas, supurando herrumbre entre las juntas, por delante de jurados de silenciosas aves marinas perchadas en lo alto de los restos de embarcaderos casi sumergidos y cubiertos de percebes, por delante de pescadores que abandonaban sus redes para mirarnos glacialmente a nuestro paso, sin saber muy bien si éramos reales o imaginarios; una procesión de fantasmas desfilando por el agua, o de futuros fantasmas. Éramos diez niños y un pájaro a bordo de tres inestables barquitas remando con silenciosa intensidad hacia mar abierto..."
Tras el éxito del libro y de su adaptación, la verdad es que tenía curiosidad por continuar la historia. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La ciudad desolada, segunda parte de la saga de Miss Peregrine.
En esta ocasión el libro comienza justo donde termina el anterior, así que no puede ser leído de forma independiente, ni tiene demasiado sentido leerlo si no se ha leído la primera parte. A aquellos que hayan visto la película y quieran continuar les avisaré luego de un cambio que para mi es importante, sobre todo porque no tiene demasiado sentido. Dicho esto, recogemos a los niños peculiares en una barca, camino de puerto seguro y con la esperanza de encontrar una cura para Miss Peregrine que no puede convertirse de nuevo en humana y, por lo tanto, tampoco puede manipular en tiempo y crear otro bucle que mantenga seguros a los peculiares, en un momento en el que los huecos parecen más fuertes que nunca.
Si comenzaba diciendo que este libro no puede ser leído de forma independiente, ahora explicaré la gran diferencia que van a encontrar quienes lleguen después de haber visto la película: Emma. Este personaje, esta niña peculiar, cambia de poder en la adaptación cinematográfica, supongo que porque queda más llamativo y bonito que sea aerocinética (que esté llena de aire) a que produzca fuego y, sinceramente, este tipo de cambios me suelen caer bastante mal. Dicho lo cual podemos avanzar con el libro.
En esta ocasión, al igual que en la primera entrega, nos encontramos con un libro en el que se incluyen fotos de peculiares, lo cual otorga un halo de misterioso realismo imposible a la obra. Seguimos las peripecias de los niños de Miss Peregrine en su búsqueda de salvar a su querida señorita que tan bien les ha protegido mientras el protagonista, Jacob, se ve acosado por las esperanzas que todos parecen poner en él, salvo Enoch un niño capaz de resucitar muertos, amparándose en la fama de su abuelo. Esta vez Riggs opta por convertir la historia en una novela de aventuras, más violenta que la anterior y también más imaginativa ya que si pensábamos que nada nos podía sorprender, aquí habrá animales peculiares y también niños curiosos que comienzan a descubrir sus increíbles habilidades genéticas. La relación entre los dos protagonistas, propia de una novela juvenil en la que el sexo no va más allá de un par de besos, no contrasta con las escenas de guerra ya que el autor evita recrearse en la sangre y pasa con bastante rapidez por dichos momentos. Aunque, eso sí, no aparta la mirada ni permite que el lector lo haga, usando posiblemente esta historia como excusa para mostrarnos algunos de los horrores que vive la guerra. Particularmente llamativo es, por ejemplo, el momento en el que los niños son separados de sus familias en Londres para ser evacuados a zonas seguras. Y eso me gusta, que pese a estar ante fantasía, el lector reciba datos de momentos históricos que habrá estudiado, pero tal vez no dimensionado en algunos de los detalles que podemos encontrar sueltos en esta novela.
Superada la sorpresa de la primera parte, era complicado mantener la atención del lector, y Ransom Riggs lo consigue a través de ese dinamismo constante, ese viajar y luchar y viajar otra vez para seguir luchando mientras todos parecen perseguir a estos niños y el tiempo juega en contra de la pobre Miss Peregrine. Así que me ha gustado. Me ha gustado que exista la capacidad de innovar y atraer la atención sobre la novela juvenil proporcionando un entretenimiento que puede ser para todas las edades, mucho más allá de los vampiros, magos o romance a secas. Sinceramente, no creo que tarde en leer el cierre de la trilogía.
Y vosotros, ¿sois igual de quisquillosos que yo con las adaptaciones cinematográficas de novelas que habéis leído?
Gracias.
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viernes, 18 de noviembre de 2016
Los buenos amigos. Use Lahoz
"Decía el tío Benigno que el único requisito para ser admitido en el orfanato de Barcelona era llevar tres o cuatro mudas, cubiertos de alpaca y un colchón. Hacía un mes que lo repetía cada noche mientras devoraba la cena, entre tragos de vino y quejas, pringando el porrón con las manos grasientas; y también antes de acostarse, cuando susurraba a solas buscando la cama, ya con el pijama puesto y su mujer acostada."
Siempre tienen algo de encantador las llamadas historias de vida, en las que acompañamos a un personaje durante tiempo, hasta encariñarnos. Y eso es lo que prometía la nueva novela de Use Lahoz y es por eso también, que hoy traigo a mi estantería virtual, Los buenos amigos.
Conocemos a Sixto Baladia con ocho años. Tiene una hermana llamada abril de seis meses y vive en el pueblo, una zona sin demasiadas comodidades, pero con amigos y una extensa familia. Una fatídica noche su vida cambia cuando un incendio le arrebata a sus padres, le separa de su hermana y, tras pasar un tiempo en casa de su tío, terminar por enviarle a un orfanato. Allí conoce a Vicente, un chico mayor que recibe el encargo de ayudarle y que terminaría por convertirse en, más que un amigo, un hermano. Conoceremos de este modo su estancia en el hospicio y su vida al salir del él, con sus altos y sus bajos, sus amores y sus desventuras, y también las de ese hermano que la vida le puso a su lado.
La primera sensación que uno tiene al comenzar a leer esta novela, es la de estar ante un novelón. Un narrador omnisciente nos revelará la vida de este niño durante cincuenta años y setecientas páginas, y también el de su círculo más cercano, separándose de Sixto tan solo para acompañar a Vicente. De este modo nos dará un fiel reflejo de la España de otras épocas, de un pasado no tan lejano en el que Barcelona sigue siendo reconocible y las clases sociales estaban separadas por, más que una línea, una frontera que muchos se empeñaban en traspasar. Sixto se convierte en esta época en un hombre que se levanta a sí mismo, tal vez movido por la ambición o por la necesidad de salir, se descubre como un superviviente, que lejos de quedarse quieto, mira siempre un poco más allá, pero sin darse cuenta de que tal vez esté cayendo en los errores que él mismo, precisamente por su origen, hubiera debido recriminar. Y junto a él Vicente, el candor la inocencia y también el amigo que le apoya, amigos que cambian con el tiempo y que terminan por separarse. Y por supuesto, secretos. Porque si algo acumulamos las personas a lo largo de nuestra vida, son secretos. Secretos sobre lo que hicimos o sobre lo que nos hicieron, y esos secretos, muchas veces serán los que marquen nuestro carácter y nuestras decisiones sin saberlos. Porque si algo tienen los secretos, es que lo son para los demás, pero su custodio pocas veces consigue olvidarse de ellos.
Seguir las vidas de Sixto y Vicente de mano de Lahoz se convierte en una experiencia interesante, cosa que consigue con una trama bien urdida y llena de los pequeños detalles y miserias de la vida cotidiana. Esto convierte a Los buenos amigos en una novela redonda que es fácil de leer y más aún de disfrutar, acercándose al concepto que antes citaba de novelón, no como algo peyorativo, sino como adjetivo a la hora de calificar un libro.
Los buenos amigos es una novela solvente y cuidada plagada de personajes ajados por la vida, más que por el tiempo, pobres diablos en su mayoría que se levantan una y otra vez buscando esa meta que un día se marcaron y en cuyo empeño serán capaces de dejarse la vida. En sus páginas se palma ese realismo descarnado que convierte un libro en una experiencia visual mientras pasamos en transporte público por las calles de Barcelona, o nos acercamos por un momento a las grandezas de un hotel que sigue existiendo hoy en día. Una historia que merece la pena ser leída, y una voz la de Use, que se va posicionando cada vez con más fuerza, en el panorama literario nacional. Leamos a Use Lahoz.
Estoy por asegurar que muchos de vosotros, cuando he dicho setecientas páginas, habéis sopesado si realmente merecía la pena un libro así de extenso (y eso que llevamos una temporada en la que los libros que copan las mesas de novedades tienen un grosor considerable). Y es que, lo digamos o no, miramos el canto de los libros y no solo para leer el título en el lomo. Así que decidme, ¿es para vosotros importante el grosor de un libro a la hora de decidir una lectura?
Gracias.
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jueves, 17 de noviembre de 2016
Besos de nadie. Victoria Ash
"...
Y besa como si nadie
hubiese tenido nombre antes de ella.
Así es, mi amor,
hasta que te encontré a ti,
todos mis besos fueron de nadie."
Me gusta traer de vez en cuando un poco de poesía. No siempre poesía de esa ya archifamosa, también esas otras voces que nos pueden pasar desapercibidas. Voces que se leen, y que se escuchan, voces que se sienten. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Besos de nadie.
No hace falta que te nombre
para que mis ojos delaten
que es en ti en quien pienso.
Que no es lo mismo respirar
que coger aire
o no haberte conocido
que aprender a vivir sin ti.
Hoy voy a desnudarme
ante tus ojos.
No esperes formas de mujer
al descubierto.
Que este desnudo es mucho más bonito:
viene de dentro.
Quizás por eso, y aunque siempre digo que la poesía es para leer despacito, un par de poemas por día, Besos de nadie se sale de esta norma. Porque a medida que avanzamos sentimos su historia, como una suerte de hilo conductor que nos va situando, conmoviendo. O tal vez sea porque la poesía viva, la buena, la vívida, es aquellas que se nos adhiere a los recuerdos, a las pasiones, y nos hace ver en sus letras, aquello que un día sentimos.
A lo mejor ya solo sangro letras
y escribo besos,
Me ha gustado. Es un libro para leer despacio, en silencio, tal vez con una taza caliente o una manta, tal vez una tarde de lluvia. Un libro cálido, acogedor. Como los sentimientos en el vertidos.
Y vosotros, ¿os animáis con la poesía?
Gracias.
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martes, 15 de noviembre de 2016
Basada en hechos reales. Delphine De Vigan
"Pocos meses después de que apareciera mi última novela, dejé de escribir. Durante casi tres años, no escribí una sola línea. Las expresiones estereotipadas deben interpretarse algunas veces al pie de la letra: no escribí ni una carta burocrática, ni una tarjeta de agradecimiento, ni una postal de vacaciones, ni una lista de la compra. Nada que exigiera un esfuerzo de redación, que obedeciese a una preocupación formal. Ni una línea, ni una palabra. Ver un bloc, una libreta o una ficha me producía náuseas."
Y si yo ahora digo que fui de los lectores que disfrutaron de su anterior novela, podría, por el simple hecho de haberlo escrito, ser el personaje de su siguiente libro. Os lo explico. Hoy traigo a mi estantería virtual, Basada en hechos reales.
Delphine es una mujer casada con un periodista y con dos hijos adultos que abandonan ya la casa. Presa del éxito apabullante de su primera novela, poco a poco va sucumbiendo al terror ante la perspectiva de escribir. La angustia provoca que no pueda escribir absolutamente nada. Y entonces aparece en su vida L, una mujer que trabaja como negro redactando supuestas autobiografías. Y L. comienza a ser su sombra, amiga, imprescindible, casi su dueña. Pero, ¿quién es?
Hay escritores que reconocen tener un alter ego literario, otros juegan a la metaficción y hay un tercer grupo que escribe, con Karl Ove, que cuentan su propia historia. Y luego está Delphine De Vigan, que juega a ser ella misma en una novela que declara sus intenciones en el título. Reconocemos, y podemos comprobar, en el nombre y la biografía de la protagonista a la propia escritora y, no solo eso, además, si comienza la novela hablando de pasar tres años en verdadera sequía productiva, la autora ha tardado cuatro en sobreponerse al tremendo éxito de su anterior libro Nada se opone a la noche (¿os resulta familiar lo que os cuento? Releed la sinopsis). Todo parecen ser coincidencias, todo parece preparado, todo parece basado en hechos reales, en la vida de De Vigan. Y así es como la novela se transforma en un thriller angustioso. Pero ojo, ya habíamos visto las señales en las citas que se incluyen: son de Stephen King, algo no cuadraba, o tal vez sea ahora que ya hemos entrado en el juego. Si L parece adueñarse de la vida de Delphine, nosotros empezamos a obsesionarnos buscando posibles señales, si no aparece en una foto sospechamos, si ala autora no la ha mostrado a su escasísimo entorno... ¿ahora de quién estamos sospechando? Ese es el juego de De Vigan, el juego en el que nada es real aunque todo parezca estar reflejado en el espejo de la realidad.
No acierto a adivinar lo complicado que tiene que ser escribir un libro que se nutre de las dobleces de la ficción, incluyéndose además como protagonista. Y no pienso, por supuesto, desvelar cuando hay o no de cierto en la novela, que la autora está comenzando a desvelar en alguna entrevista, porque creo que le restaría interés a un libro que se convierte en una presa imposible de soltar. De Vigan disfruta jugando con el lector angustiado que necesita obtener una respuesta, jugando con términos que oscilan entre demonios que respiran y otros internos, aún más peligrosos.
Parece que estamos ante una escritora que se ha empeñado en turbar la paz de sus lectores, en la misma medida que se los gana como fieles seguidores. Al menos, eso es lo que me ha sucedido a mi.
Y ahora que andamos en la fina línea que separa la realidad de la ficción, es cuando me surge la duda, ¿qué preferís a la hora de elegir vuestras lecturas, realidad o ficción?
Gracias.
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lunes, 14 de noviembre de 2016
Del enebro. Hermanos Grimm
"Hace ya mucho tiempo, como unos dos mil años, vivía un hombre rico que tenía una mujer bella y piadosa. se amaban mucho, pero no tenían hijos, a pesar de lo mucho que los deseaban; y la esposa rezaba día y noche pero ninguno llegaba, ninguno llegaba. Frente a su casa había un patio, y en él crecía un enebro, bajo el que la mujer, en un día de invierno, pelaba una manzana y, al pelar la manzana, se cortó un dedo, y la sangre cayó sobre la nieve."
Y por mucho que me digan de los libros y del precio y del formato digital, quedamos lectores fetiche que gustamos de las ediciones especiales y cuidadas, que nos regocijamos en secreto y presumimos pese a que, lejos de ser un objeto único, se encuentran en todas las librerías. Hoy traigo uno de esos libros, Del enebro.
Del enebro es un cuento de los hermanos Grimm que ha sido traducido conservando, no solo la crudeza, sino también la musicalidad del original que también se incluye en el libro. Cuenta la historia de una mujer que amaba a su marido y no tenía otro deseo que darle un hijo. Un enebro es testigo de este amor, del nacimiento del hijo y la muerte de la esposa, así como de los terribles acontecimientos que a estos sucedieron.
Nunca he negado mi pasión por los cuentos, que muchas veces he traído, como tampoco he ocultado que no me gustan esas versiones almibaradas que desprovisten de toda identidad al cuento oiginal. Quizás por eso es mas fácil encontrar en mis estantes versiones de los Grimm o Andersen que esos bonitos libros de Disney. Parte de esos cuentos, que eran en aquel momento orales, fueron recopilados por Jacob y Wilhelm Grimm en un libro titulado Kinder-und Hausmärsen a principios del s XIX encontrando cuentos que, lejos de ser lo que hoy consideramos infantiles, tenían un contenido más dirigido a aleccionar que a divertir. Y ahora que no somos niños, llega una editorial aragonesa y nos lo encuaderna como el tesoro que es, convirtiendo la experiencia de la lectura en algo tridimensional, mezclando negros y rojos para unir la sangre y la tinta en esta hermosa y cruel historia. Porque es un cuento que habla de amor y crueldad, y también de venganza y redención y felicidad y angustia. En apenas unas páginas todos los registros se suceden unidos por un hilo rojo como la sangre que podemos observar e incluso tocar a través de las páginas.
Explicado el cuento diré que la sobrecubierta se adhiere al tacto tanto como la historia al alma o las ilustraciones a la vista porque no ha quedado nada al azar. Y si hubo un pájaro con corazón, lo encontramos en este enebro. Reconoceremos en la historia todos los elementos clásicos de los cuentos, no faltan buenos y malos, tópicos y lugares típicos, deseos y un toque de magia, pero, lejos de asustarnos, os aseguro que cada uno de ellos harán que el lector sea capaz de sumergirse en la historia olvidando la edad que tiene o si ya pasaron aquellos tiempos en que los días terminaban cuando alguien entonaba el famoso "Érase una vez...". Y es que hay libros y libros, y algunos son tan hermosos que hay que tocarlos para creerlos y tenerlos para sentirlos, y eso, junto con la historia de un pájaro que cantaba, pibí, pibí, os lo puedo decir porque yo conocía a alguien, que ese día, pasó por allí.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
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viernes, 11 de noviembre de 2016
La séptima función del lenguaje. Laurent Binet
"La vida no es una novela. Al menos es lo que a ustedes les gustaría creer. Roland Barthes sube una vez más por la rue de Bièvre. El mayor crítico literario del siglo XX tiene sobrados motivos para estar angustiado en grado sumo. Su madre, con quien mantenía unas relaciones muy proustianas, ha muerto. Y su curso en el Collège de France, titulado "La preparación de la novela", ha resultado un fracaso del que difícilmente puede sustraerse."
Tras la lectura de su primer libro Hhhh, no había vuelto a saber nada de Binet, se había convertido sin darme cuenta de uno de esos autores relegados al olvido, hasta que se anunció la salida de este libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, La séptima función del lenguaje.
Un hombre llamado Roland Barthes es atropellado y Giscard, al ser informado del suceso y de la existencia de un documento, pide a un comisario de policía que investigue el caso. Este policía, ajeno a todo el mundo de la semiótica y los significados, necesitará la ayuda de un académico para intentar moverse. Seguiremos los pasos entonces del policía Bayard, un hombre conservador y de ideologías políticas marcadas, y de Herzog, de ideologías contrarias, durante el proceso de una investigación que se adentra en los campos del poder más allá de las fronteras de un país.
Roland Barthes existió. No solo eso, sino que fue famoso por sus aportes a la semiótica y, además, murió atropellado en marzo de 1980 un mes después de haber sido atropellado, tal y como nos relata Binet en las primeras páginas de su libro. Efectivamente tenía las relaciones que nos plantea con personas como Foucault, pero lo que hace Binet es desdoblar el mundo real para, en esas mismas páginas, plantearnos la ficción. En este mundo paralelo en el que estamos entrando, el creador del concepto de "la muerte del autor" fallece por un atropello que tal vez no sea un accidente, y además es portador de un poderoso documento... que desaparece. Y si según Jakobson el lenguaje tiene seis funciones, aquí Binet nos habla de la séptima que es la que le otorga ese enorme poder.
La novela, es un claro homenaje de Umberto Eco en más de una ocasión, de hecho incluso un personaje lleva su nombre, y mezcla lo detectivesco con la parodia para hacernos pasar un rato más que divertido en el que Binet nos lleva de sorpresa en sorpresa haciéndonos dudar con su atrevida mezcla de qué partes son reales y cuales no. La narración, cuidada hasta el más mínimo detalle, se llena de nombres que se nos antojan conocidos, ya sea Foucault dando una clase magistral (real), o el nombre del policía encargado de investigar el caso y que se corresponde con el del autor de "¿Quién mató a Roger Ackroyd?" así que el lector que guste de introducirse en las motivaciones y grietas en las novelas, estará francamente entretenido. Un thriller divertido en el que el autor nos hace dudar de si estamos ante una obra a ratos retorcida o una parodia pero que nos empuja constantemente a la sonrisa de la mano de los comentarios de su protagonista. No duda en elegir además escenarios atractivos, famosos, personajes narcisistas y en insistir una y otra vez sobre la importancia de las palabras a través de esa supuesta séptima función que daría más poder del imaginable. La trama está servida y el lector francamente interesado en descubrir qué trata realmente de hacer Binet en esta novela que nos mantiene pegados e intrigados a partes iguales, a sus páginas. Y entonces nos sacude preguntándonos casi directamente sobre el mundo en el que vivimos y sus mentiras, y su control.
Pero si el libro está lleno de nombres referencias intelectuales francesas, ¿qué le queda entonces al lector que desconozca todos esos datos para poder hacer esa suerte de compleja lectura de la que todos hablan cuando nombran a Binet?
A ese lector, que es en realidad el lector común, el habitual, le queda una novela policiaca divertida, a ratos muy divertida en la que, como comentaba antes, en claro homenaje a El nombre de la rosa, lo importante es la importancia de la escritura, del documento, de lo escrito que puede otorgar una suerte de poder supremo a quien lo posea. Y si el primero hablaba de un manuscrito prohibido, Binet nos habla de semiótica para explicarnos el poder que puede otorgar este documento a quien lo posea y la importancia de su custodia.
La séptima función del lenguaje me ha parecido una novela divertida que se desarrolla como un ejercicio, no sé si brillante o concebido para mostrar lo brillante de la cabeza de su autor, pero que funciona perfectamente. Una novela diferente a lo que suelo encontrarme en las librerías, de un autor que comienza a acostumbrarme a libros que se salen de la norma.
Y vosotros, ¿os gustan los libros que mezclan realidad y ficción?
Gracias.
Y si en la novela no falta nadie del ambiente erudito comentado, no podía faltar aquí la prueba de algunos de los que existieron. Os presento a Wabl, Sollers, Pleynet y al mismísimo Barthes.
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jueves, 10 de noviembre de 2016
Seis personajes en busca de autor. Luigi Pirandello
"Hace muchos años sirve a mi arte (aunque parece que fuera ayer) una criadita agilísima, y por eso nada primeriza en el oficio. Se llama Fantasía. Es un poco despectiva y burlona. Aunque le gusta vestir de negro, nadie le negará que no tiene sus ocurrencias, así como nadie creerá que todo lo hace siempre en serio y sólo de esa manera. Mete la mano en el bolsillo, saca de él un gorrito de cascabeles, rojo como una cresta, se lo pone y desaparece. Hoy está aquí, mañana allá. Y se divierte llevando a casa, para que yo componga relatos, novelas y comedias, a la gente más insatisfecha del mundo: hombres, mujeres, muchachos, vinculados a extraños problemas de los cuales no saben cómo librarse; contrariados en sus proyectos, frustrados en sus esperanzas, y con quienes, en fin, de verdad que es muy fastidioso conversar".
Parece que hablar de un Premio Nobel nos lleva a los últimos concedidos y automáticamente a la crítica sobre si es o no adecuada la elección, pero no está de más mirar en los estantes de una librería o biblioteca y descubrir las joyas que este premio nos ha ido descubriendo por el camino. Hay, como corresponde, grandes nombres y mejores obras tras este premio y justo es, si comenzábamos la semana con un Planeta y a la vista de que el Nobel de este año carece de novelas entre las que podamos elegir para juzgar su labor estrictamente literaria, echar la vista atrás y decantarnos por otro título y autor. Por eso, hoy traigo a mi estantería personal, Seis personajes en busca de autor.
Pirandello nos mete en un palco en el que están ensayando los actores de El juego de papeles, comedia de... Pirandello. Se van colocando cada uno en su sitio, llega el director y empieza el ensayo dando órdenes, hasta que irrumpen seis personajes en el teatro. Necesitan representar su historia, aunque claro, para ellos esa historia es su vida. Así que discuten con el director para conseguirlo quien piensa que tal vez, si les deja hacerlo... ¿tenga la obra para la que se crearon?
Puede que para muchos sea algo novedoso el mezclar planos de realidad y ficción en lo que es de por si ficción, pero si habéis leído a Unamuno y su fabuloso Niebla, sabréis que no es tan nuevo. Podía perfectamente haberme decantado por Unamuno, y seguramente acabaré por traerlo aquí también.
Lo bueno de Pirandello es que consigue convertir este teatro dentro del teatro en una forma de hacernos reflexionar sobre las apariencias y la realidad, enfrentamos la existencia con la imagen que recibimos y también con la que proyectamos. Por supuesto, la obra es un drama, es lo que correspondía al teatro de la época, un buen drama que mantenga la atención del público menos interesado en la filosofía y la reflexión. Pero lo hace de una forma tan integrada que no nos estorba a la hora de pensar tampoco.
Las dos realidades planteadas son los actores, libres de interpretar un guión, y los personajes, condenados a su historia en una especie de contradicción que les permite caminar libremente fuera de su libro pero no les da la libertad necesaria para salirse de su papel. Tal vez, sólo tal vez, como aviso de las historias y los tropiezos condenados a repetirse. Los vemos incluso dar un anticipo de los sucesos que saben ya están escritos.
Y ahi es donde interviene el director, dispuesto a dejar a esos personajes representar su historia para así conocerla y luego recluirlos a un guión que sigan sus propios actores. Pero, digo yo ¿acaso no están los personajes subidos a las tablas cuando los está viendo? Y pregunto además.. ¿cómo ven ellos sus vidas representadas al dedillo por otras personas diferentes?
Al final, tanta moda con la metaliteratura, resulta que lleva poblando libros desde hace más años de los que creemos, e incluso en los clásicos podemos encontrar trazas de ella, como en este caso, en una bellísima obra de teatro caracterizada por el uso cuidado del lenguaje y escrita por todo un Premio Nobel. Merece la pena y mucho bucear en ella.
Y vosotors, ¿alguna vez os animáis a leer teatro?
Gracias
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Seis personajes en busca de autor
miércoles, 9 de noviembre de 2016
El oficio del mal. Robert Galbraith
"No había logrado eliminar todos los restos de sangre. Bajo la uña del dedo corazón de su mano izquierda había una línea oscura con forma de paréntesis. Empezó a sacarla, aunque le gustaba verla allí: era un recuerdo de los placeres del día anterior. Tras un minuto hurgando sin éxito, se metió el dedo en la boca y se chupó la uña sucia. El sabor ferroso le recordó el chorro que se había derramado con furia por el suelo embaldosado, salpicando las paredes, empapándole los vaqueros y convirtiendo las toallas de baño de color melocotón (esponjosas, secas y pulcramente dobladas) en unos trapos empapados en sangre."
Si hay autores encasillados por sus libros, otros se esfuerzan por hacerse notar también fuera de quien les dio la fama. Un ejemplo es la invención de Robert Galbraith por parte de la autora de Harry Potter, y, además de eso, simultanear ambos caminos. En mi caso, quizás ya por la edad, me siento más cómoda leyendo las novelas que se alejan un poco del mago, y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El oficio del mal.
En esta ocasión Cormoran y Robin, más concretamente ella, recibe un paquete con un tétrico contenido en su interior: una pierna amputada. El paquete parece haber sido un error, ya que el destinatario es Cormoran, cuya cojera es más que conocida. La pareja protagonista tiene una lista de sospechosos y la policía parece centrarse en uno de ellos, sin embargo Cormoran, preocupado por la mala publicidad que le procura la noticia de lo sucedido, no parece compartir la opinión policial.
Y llega la tercera entrega protagonizada por Cormoran Strike y Robin, a los que ya vamos conociendo. Recuperamos al cojo y taciturno detective, con pinta de huraño pero atractivo para las mujeres, decidme si eso no es un cliché, y a su joven y hermosa ayudante que poco a poco va tomando control sobre este nuevo trabajo. En esta ocasión, y por dar un carpetazo rápido a sus vidas privadas, Rowling nos muestra que la atracción entre ambos es mayor que la que ellos quieren confesarse, y también los más y los menos de Robin con Matthew, su novio ya conocido con el que planea casarse, y la de su jefe con Elin, que parece hacer aguas. Hasta aquí, nada que cualquier lector no se esperase en una saga protagonizada por una pareja mixta y es que, empiezo a aburrirme de que no puedan trabajar dos personas juntas de distinto sexo sin sentirse atraídas la una por la otra, me resulta demasiado previsible.
En cuanto a la novela, Rowling construye en esta tercera entrega su caso más agobiante. De entrada lo aligera muchísimo menos, y nos va dando más pistas sobre la vida personal de sus protagonistas. Además, la implicación personal de ambos es crucial para los sentimientos encontrados del lector. En un primer momento la pierna iba dirigida a Cormoran, pero luego, y gracias a los capítulos narrados por el propio asesino, vamos temiendo cada vez más por la seguridad de Robin. Además, es y con un margen bastante amplio, la novela más negra de la autora, con más sangre y, por supuesto, mucho más oscura. El caso se desarrolla entre varios sospechosos que nos son presentados sin tardar mucho y entre los que Cormoran descarta precisamente al que la policía considera más probable. Es cierto que la vida del protagonista le ha provocado tener enemigos suficientes, pero también que la autora logra despistar al lector lo suficiente como para darle unas cuantas sorpresas a medida que vamos llegando al final y hacerlo, además, sin perjudicar la credibilidad de la resolución. Robin, quizás de quien más conocemos en el libro, se alza finalmente como igual a Strike y de este modo la autora afianza una pareja a la que parece quedarle aún un amplio recorrido literario.
Tengo que decir que dejando de lado los libros del archiconocido mago, The casual vacancy resultó toda una sorpresa para mi, ya que me encontré con una narradora mucho más solvente de lo que me había imaginado, mientras que estos otros firmados bajo seudónimo siempre me han parecido simplemente entretenidos. Aún así, El oficio del mal es el mejor de los tres libros de la saga. Sin duda alguna. Estoy segura de que hará disfrutar a muchos aficionados al género. Además juega con una ventaja y es que no solo se puede leer de forma independiente, sino que no da pistas de la resolución de sus dos anteriores entregas.
Y vosotros, ¿habéis leído a Rowling más allá de Potter?
Gracias.
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lunes, 7 de noviembre de 2016
Todo esto te daré. Dolores Redondo
"La llamada a la puerta sonó autoritaria. Ocho golpes seguros, rápidos, de quien espera ser atendido con diligencia. El tipo de requerimiento que jamás podría confundirse con la llamada de un invitado, de un operario o de un repartidor. Más tarde, pensaría que al fin y al cabo es así como uno espera que llame la policía."
Como todos los años por estas fechas, el Premio Planeta está en la calle y muchas son las personas que, o ya lo han comenzado, o están deseando hacerlo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Todo esto te daré.
Conocemos a Manuel, un escritor madrileño con una plácida vida junto a su marido Álvaro. Sin embargo ve como todo se desmorona al enterarse de que su marido, que creía en Barcelona, ha fallecido en un accidente de tráfico en Galicia. No sólo eso, la muerte de su marido viene acompañada de revelaciones inesperadas, como una familia política poderosa, bienes y un título que provocan que su muerte sea etiquetada como accidente y cerrada con demasiada rapidez. Ya en la zona, Álvaro conoce a una familia más hostil que fría y descubre de manos de un Guardia Civil a punto de pasar a la reserva que quizás no haya sido tan sencillo todo como le han contado.
Vaya por delante antes de hablar de esta novela que me ha sorprendido el encarnizamiento en contra del premio de este año. De hecho, frente a determinado tipo de premios, parece que hay una verdadera batalla campal. Y vaya también que no voy a hablar del Baztán, ni voy a comparar con el Baztán, ni voy a volver a recordar la mentada zona ni la trilogía que allí sucede firmada por la mano de esta misma escritora. Dicho esto, comencemos.
Todo esto te daré, gana el premio con el título El sol de Tebas, que no es otro que el título de la novela en la que se encuentra trabajando el protagonista. En la primera página, la autora nos resuelve la duda que suele acompañarme en estos casos y es el motivo por el cual se pone un título o elige un seudónimo. Resuelta esta duda, y sabido que nos encontramos ante un libro que supera las seiscientas páginas, tarda apenas un puñado de ellas en plantearnos la situación. Manuel es viudo de un hombre al que amaba y del que, además, no sabía absolutamente nada. O al menos o sabía nada de su otra vida, ya que el difunto tenía una vida ordinaria, y otra totalmente extraordinaria en una zona perdida de Galicia, que incluye familia, bodegas y un montón de tradiciones. De este modo acompañamos a Manuel en su búsqueda de motivos, más que de respuestas en un primer momento, y también en el del luto que acompaña la pérdida de la persona querida, que se ve empañado por el enfado y la incomprensión. se encuentra además con un ambiente más que hostil a su llegada a excepción de un niño pequeño, sobrino suyo recién estrenado, y su joven madre. Sin apenas haber tenido tiempo de situarse, Manuel es viudo, heredero, rechazado e informado por el agente Noguera de que tal vez ni sea todo tan sencillo, ni la muerte de Álvaro tan accidental.Como tercera base y ayuda para Manuel, aparecerá un joven sacerdote que conoce a la familia y, particularmente, al muerto.
La autora, con un estilo que juega a mezclar las sagas de Norton con el misterio de Agatha Christie, lleva al lector por una historia de letras amables y metáforas suaves, para conseguir su simpatía por los protagonistas. Un protagonista que se me ha antojado, tal vez, demasiado femenino en sus formas, que no en sus modos. Como falta imperdonable, y ahí las culpas son a repartir y pocas veces lo digo tan claramente, la corrección, en una novela por lo demás francamente entretenida que estoy segura tendrá éxito. Dolores no huye de clichés, al contrario, los adapta a su historia, consiguiendo que sea el propio lector quien cargue tintas en ellos para convertir sus escenarios en algo mucho más lóbrego de lo que realmente nos está representando. Difícil será que, por poner un ejemplo, un lector no salga del primer encuentro entre el viudo y la familia política, con una perfecta instantánea de hostilidad, pese a que si se realiza una segunda lectura, descubramos que realmente no se entretuvo tanto. Tengo que decir que me ha gustado más la trama policíaca que la familiar, tal vez porque no soy demasiado de esta temática pero el intimismo que roza no ha terminado de llenarme y Manuel y yo no hemos llegado a ser grandes amigos. Sin embargo no ha sido motivo suficiente para que no disfrutara de la novela, escrita a ritmo de page turner y que consigue realmente que el lector pase páginas sin apenas darse cuenta, para levantar la vista y descubrir que se ha pasado la tarde inmerso en una novela.
Y vosotros, ¿sois defensores o detractores del Premio Planeta?
Gracias.
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sábado, 5 de noviembre de 2016
El buen libro
Una de las cosas más complejas de explicar es qué es un buen libro. Cada persona tiene su gusto y criterio y también sus motivos para leer. Eso hace que el abanico de definiciones sea prácticamente infinito. De hecho, creo que ni el propio Vila-Matas, conocido porque sus libros siempre habitan esferas literarias sobre las que le gusta demostrar sus amplios conocimientos, sería capaz de dar una respuesta satisfactoria para todo el mundo. A fin de cuentas, incluso una misma persona busca cosas diferentes en la lectura dependiendo del momento en que se encuentre, o del lugar. a veces buscamos evasión, otras conocimiento, entretenernos, descubrir... y por eso acudimos a los distintos géneros, ya que, por mucho que digamos que no nos gustan las etiquetas, somos los propios lectores los que acudimos a la novela negra en la piscina o el ensayo en invierno.
Y así nos sumergimos en los libros y decimos con ligereza cuando nos preguntan sobre uno que hayamos terminado: "Sí, es un buen libro" sin importarnos demasiado si se trata de una novela de Dan Brown o del Lazarillo de Tormes. Eso sí, si la pregunta es en un foro o nos escucha más gente, o acaso es otra persona quien comienza a hablar de buenos o malos libros, se desata el debate. De hecho yo tengo un amigo que afirma sin rubor alguno que Cien años de soledad es uno de los peores libros de la historia, y añade que desde que lo leyera, jamás se ha despedido con un "buen día" incapaz de soportar el recuerdo de tan soporífera lectura. Pero ahí está, es un buen libro encumbrado por todos, como lo es también cualquier cosa que saliera de la pluma de Bolaño o el ya mentado Lazarillo de Tormes. aunque, claro, si hablamos de libros clásicos parece mucho más fácil decir títulos de buenos libros, porque el tiempo ya hizo todo el trabajo y se quedaron por el camino aquellos que no lo fueron considerados. Lo difícil es ponerse delante de la mesa de una librería, esa que tiene las novedades y en la que no entra siquiera una reedición, y preguntarse cuál de ellos estará en los libros de literatura dentro de cien años. Quién superará la prueba del tiempo y cómo se medirá la calidad de una obra en un mundo en el que los likes parecen ser la nota final de casi cualquier actividad. Pensado, por ejemplo, que Cumbres Borrascosas, hoy indiscutible, fue un estrepitoso fracaso en el momento de su publicación.
Así que yo os pregunto qué es entonces un buen libro, porque para mi lo es cualquiera cuya lectura no se vean interrumpida por mi vida diaria. Y no hablo de un timbre o un bache cuando viajo en autobús, me refiero a esas interrupciones en forma de pensamientos fugaces cargados de pequeñas preocupaciones que nos llevan a mirar si llevamos las llaves por tercera vez o comprobar si nos ha llegado un mensaje al móvil. Un buen libro es el que nos permite convertirnos en una suerte de lector burbuja durante un rato y relajarnos por mucho que hayamos leído apretando las páginas hasta tener los nudillos blancos como si con ello pudiéramos lograr salvar a la víctima ya sentenciada de nuestra novela. O la que nos pasea o nos muestra una realidad diferente, un lugar diferente, un idioma diferente. Y es que quizás, y solo quizás, el buen libro es el que se nutre de nuestra realidad llevándosela cuando lo abrimos para sustituirla por la que lleva plasmada entre sus páginas. Y tal vez eso sea lo que les mantiene con vida por muchos años que pasen, y también en nuestra memoria. Pequeños agujeros negros que se alimentan de las preocupaciones de las que nos liberan durante unas horas en esa suerte de simbiosis literaria que establecen con el lector. Y tal vez por eso los libros cambian y los lectores cambian y comenzamos sin pedir demasiado a lo que leemos pero, a medida que acumulamos libros en nuestra maleta, vamos pidiendo un poco más y nos hacemos exigentes y nos fijamos en la sintaxis en si nos suena la trama o si descubrimos el final antes de haber leído la mitad del libro. Tal vez entonces cada lector sea una prueba en sí mismo equivalente al paso del tiempo y solo pudiéramos decir cuáles fueron nuestros "libros buenos" en ese momento cercano al final de la vida en el que dicen que uno es capaz de hacer un repaso. Tal vez, tal vez, tal vez...
En realidad, sigo con mis dudas. Por eso os pregunto, ¿qué es para vosotros un buen libro?
Gracias.
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jueves, 3 de noviembre de 2016
El nadador. Zsuzsa Bánk
"Inventaríamos explicaciones y excusas para que nuestra madre y ella no estuvieran con nosotros. Fingimos que podría haber razones para su ausencia. No queríamos ser el tipo de gente que se olvida fácilmente, la gente que puede salir, sin siquiera decir adiós."
Me puso en la mano este libro una de mis prescriptoras favoritas, eso que ahora con los medios se dice influencer, una de mis libreras. Cuando eso sucede, no suelo plantearme si acertará, y tampoco me molesto en leer la sinopsis antes de comenzar el libro. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El nadador.
Conocemos a Kálmán, un hombre casado y con dos hijos que vive en una Hungría a punto de vivir la revolución fallida de 1956, un momento terrible. Sin embargo la novela no relata eso como cabía esperar. A Kálmán le abandona su mujer, y con este abandono y desolación, comienza su periplo de casa en casa provocado por la situación que le toca vivir, acogidos los tres por lástima, viviendo días cada vez más grises y buscando su refugio de esta vida en nadar.
Podría pensarse, y no sería erróneo, que Bánk escribe una historia de abandono y desolación dividida en doce partes y a varias voces en esta novela. Las voces de los protagonistas, incluida la madre Katalin, y de quienes les acogen, serán los narradores de esta novela triste y hermosa sobre una niñez amputada por una vida errante. Y será sobre todo la voz de Kata la que nos transmita todas estas sensaciones; la hija de Kálmán, sus refugios inventados y su preocupación por su hermano Ista que parece desarraigarse de un mundo sin escuelas en el que será la amabilidad de una de esas improvisadas familias, la que le permita aprender a leer y escribir. Conoceremos a un Kálmán herido que bucea en una foto y nada en lagos, nadar como sobrevivir, nadar como terapia, nadar como forma de respirar... sus hijos descubrirán también esto, sobre todo Ista... y le veremos enfadado, derrotado recibiendo lástima en forma de acogida para una familia hundida que ve pasar los días sin importarles, sin referencias. Sin una escuela que les ayude o enseñe, sus hijos medirán en tiempo en días que no celebran, en tardes que caen, en lugares por los que pasan... en cartas de su madre relatando sus peripecias al pasar una frontera, en su trabajo... porque sí, llegan cartas igual que llegan las historias inventadas sobre ella que parecen llenar los vacíos de estos niños.
Puede parecer que Bánk nos deja un dramón lacrimógeno, pero no es así. Consigue, eso es cierto, interesar al lector desde las primeras páginas, incluso que nos preocupemos por la suerte que correrá esta familia, pero también la convierte en una familia más. No carga tintas en lo dramático y tampoco les llena de virtudes o de noches lacrimógenas, no necesita recurrir a ello para que nos interese la historia. Lo que sí nos hace es conscientes de que no fue algo tan excepcional, de que sigue sin serlo, que hay familias que han pasado por esta situación y que seguirán pasando y hay niños cuya infancia no es una infancia y sus padres... bueno. Pero, sobre todo, lo que más me ha llamado la atención, es que Bánk hace suyo un dicho letra a letra en este libro, y es que, para que algo sea hermoso, no necesita ser bonito.
El nadador es un libro hermoso. Y con esta frase creo que podría resumir mis sensaciones al leer esta novela que no puedo dejar de recomendaros.
Y vosotros, ¿recordáis libros hermosos que no sean particularmente alegres? Ahora estaba escribiendo esto, y me ha venido a la cabeza, Nunca me abandones.
Gracias.
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miércoles, 2 de noviembre de 2016
Los lanzallamas. Rachel Kushner
"Valera se había apartado de su escuadrón y estaba cortando los cables del faro de la moto de otro motorista. El motorista, Copertini, estaba muerto. Valera no sintió tristeza y eso era raro, porque Copertini había sido su compañero de fatigas, un colega con el que había recorrido a toda velocidad la Vía del Corso, iluminada por neones blancos, mucho antes de que ambos se presentaran voluntarios para formar parte del batallón de motoristas en 1917."
Sucede una cosa extraña con el libro que traigo hoy y es que no conozco a nadie que lo haya leído y no haya terminado entusiasmado. Claro que tampoco conozco a demasiada gente que lo leyera, tal vez sea eso. Sin embargo, no deja de ser curioso al menos estadísticamente. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los lanzallamas.
Conocemos a Reno, aspirante a artista que se traslada al Nueva York de los años setenta desde Nevada. Y conocemos en otro hijo a T.P. Valera, un apasionado de las motocicletas en Italia, en un periodo entre finales de la Primera Guerra Mundial y los años cincuenta. El nexo de unión entre ambas será el hijo de Valera, Sandro, novio de Reno que decide llevársela a Italia a casa de su familia.
Utilizando a estos personajes Kushner nos introduce con facilidad en esenarios ya representados de los que tenemos buenas referencias. Y lo hace ultilizando alguna suerte de truco para que seamos capaces de visualizar cada escena, con un estilo que oscila entre lo crudo y lo poético a ratos que decide llenarlo de analogías. Reno, protagonista indiscutible, nos muestra un círculo que lee a Plath y ven cine de culto, un círculo con unas ideas sobre la vida y sociedad que la llevan en Italia, a las protestas del 77. Valera por su parte, será un Arditi. Y de este modo, ambos, como si fueran armados con esos lanzallamas, parecen dispuestos a quemarlo todo y esperar que salga algo hermoso de las cenizas. Aunque tengamos la sensación de que no tienen muy claro el qué. Y es que Kushner parece situar a Reno siempre al borde del éxito que produzca la marca y diferenciación para finalmente convertir esa ambición en humo. Y será esa falta de éxito, esa aparente irrelevancia, la que marque a los protagonistas incluso para el lector. En una novela en la que "no dejan de suceder cosas" aunque parezca no tener un hilo argumental definido y recto, veremos como les obliga a aprender su importancia en la vida, la real, mientras parecen empeñados en reclamar su sitio. Reno es un personaje en constante aprendizaje de éxitos y frustraciones, provocando incluso alguna reflexión de cómico realismo ante su desventura con Sandro. Y será ese el humor perceptible en la novela, no una sátira común, sino una reflexión. Una novela que se irá poco a poco adaptando, como lo hace la sociedad o las hormonas pasados unos años, y cuyo tono irá cambiando de la lucha al desencanto, tal vez a la melancolía, sin que eso signifique en ningún momento que sea una historia triste.
Los lanzallamas es una magnífica novela que también está llena de pasiones: la pasión por las motocicletas de Reno y Valera, por los lanzallamas de Sandro y por el arte. Ese arte que es al final el verdadero nexo de unión junto a las ya nombradas motos. Porque será Reno sobre una moto quien busque las líneas en el suelo, y serán carreras de motocicletas las que abran las historias, y será relevante la moto en la que iba Reno para que exista la historia. Porque las historias existen en cualquier parte y las vidas, parece decirnos Kushner una y otra vez, tienen relevancia aunque no estén situadas en los estratos más altos. Y todo esto nos lo cuenta en un libro que se llena de reflexiones y arte, en el que hay proyectos y fotografías y en el que podemos encontrar la belleza incluso en unas magulladuras que desaparecerán pasados unos días.
He disfrutado mucho con este libro del que he copiado citas una y otra vez en mi cuaderno. Un libro que admite tanto la lectura voraz como la pausada, apto por lo tanto, para todo tipo de lectores.
Y vosotros, ¿recordáis algún libro del que hayáis visto únicamente buenas opiniones?
Gracias.
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