miércoles, 28 de marzo de 2018
Cuando los tontos mandan. Javier Marías
"No es que los jueces hayan sido nunca demasiado de fiar".
Siempre me ha gustado Javier Marías. Los que pasan habitualmente por aquí lo saben: no hay novela suya que no haya leído con placer. Por eso no dudé en comprar su último título, pese a no ser una novela. Hoy traigo a mi estantería virtual, Cuando los tontos mandan.
Cuando los tontos mandan es una recopilación de los artículos que publica el autor en el suplemento El País Semanal. Nada menos que noventa y cinco artículos que han sido publicados entre 2015 y 2017.
Si ya es complicado hablar de un libro de relatos hacerlo sobre uno de artículos lo es incluso más. Sobre todo porque todos ellos son artículos publicados tanto en prensa escrita como digital y, además, exportados a la página web del autor. sin embargo, esta que aquí opina, odia dejar la bibliografía de algunos escritores "coja" (con permiso del señor Marías que en uno de sus artículos se queja del maltrato mediante determinadas frases que hacemos del idioma), así que pensé que estaría bien tener estos artículos encuadernados como si se tratara de un coleccionable.
Para quienes conozcan su trayectoria en el suplemento, nada que añadir. Javier Marías opina sin pelos en la lengua y, quizás por eso, muchas de sus opiniones han incendiado las redes sociales pese a que él no posea cuenta alguna en ellas. Y es que nos deja perlas como estas:
"La mayoría de los pisos de los que sus medio-dueños han sido expulsados no sirven de nada".
"A veces tengo la sensación de que este es un país definitivamente idiota, en la escasa medida en que puede generalizarse, claro".
Pocos temas escapan de su opinión y nos encontramos casi siempre, y salvo excepciones como los elogios a la pluma de Colin Dexter, críticas a las opiniones que cambian según los premios que reciban algunas obras, la Iglesia, la Semana Santa, el Papa, la política, las redes sociales, más política, la necesidad que parecemos tener de buscar culpables ante una desgracia, los valientes y los cobardes o la educación. Es verdad que todas sus opiniones tienen algo de molesto, bien sea por no compartidas o por el tono que oscila entre la decepción y el enfado de un escritor que no duda en decir que tiempos pasados le gustaban más que el actual. Habla, por supuesto, de cultura y literatura, de cine y crítica, pero su mirada abarca un campo mucho más amplio y uno tiene la sensación a grandes ratos de estar ante uno de esos monólogos que se realizan con una pared de ladrillos al fondo. También no s dice, en repetidas ocasiones, que él no se cree más listo que nadie, aunque incluso en esa afirmación el lector no puede dejar de observar cierto tono de quien se ve de vuelta de todo y le importan poco o nada las reacciones a sus opiniones.
Dicho esto, y esta es mi opinión, uno sale de la lectura con la sensación de que el autor de estos artículos ha entrado ya en esa edad en la que no le apetece callarse nada y, seamos sinceros, tampoco tiene necesidad de hacerlo.
Suelo terminar recomendando o no la lectura de aquellos libros que traigo a este blog. En este caso, y puesto que son artículos que ya han visto la luz y que seguramente puedan encontrarse, lo dejo al criterio de cada cual. Eso sí, recomiendo en todo caso su lectura, a pequeñas dosis, si acaso uno o dos al día. La lectura continuada excediendo esta dosis, puede causar efectos adversos ("animadversos" hacia el autor diría yo) en el lector.
Y si aún no habéis leído nada de Javier Marías, os recomiendo Corazón tan blanco.
Y vosotros, ¿alguna vez os lanzáis con libros que son recopilatorios?
Gracias.
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lunes, 26 de marzo de 2018
Que nadie duerma. Juan José Millás
"El misterio está encerrado en mí, nadie sabrá mi nombre, y sobre tu boca lo diré cuando resplandezca la luz.
Calaf".
Hace mucho tiempo que vengo leyendo a Juan José Millas principalmente porque me gusta esa combinación imposible de irrealidad y verdad que mezclan sus historias. Es por eso que no he tardado en dirigirme a la librería y traer a casa Que nadie duerma.
Conocemos a Lucía, una joven informática que pierde su empleo y decide dar un giro a su vida y convertirse en taxista. Un día se cuela en su casa la música de la ópera Turandot logrando conmoverla hasta las lágrimas, así que se acerca a la casa de la que proviene la música, descubriendo así a un vecino. Lucía se siente atraída por este hombre que desaparece del edificio y, obsesionada con él y con la ópera que escuchó a través del tabique, se lanza a las calles de Madrid con su taxi, escuchando y participando de historias ajenas, mientras espera que un día la mano que se alce sea la de su vecino perdido.
Todas las novelas de Juan José Millás tienen una doble lectura. Más que eso, cada novela de Juan José Millás esconde otra en su interior que es diferente según la interpretación que le de cada lector. Y sus lectores, cuando por voluntad o azar nos juntamos y hablamos de uno de sus títulos, lo hacemos pensando en si será la nuestra la interpretación adecuada. O tal vez seguros de ser los únicos que no están equivocados. O todo lo contrario. Y aún así, casi todos los libros de Juan José Millás bordean los mismos temas, ya sean la soledad, la elección o la búsqueda interior.
Millás teje en esta novela los argumentos de la magnifica ópera Turandot y de la vida de la protagonista de su historia, Lucía. Tanto es así, que Nessun dorma, tercer acto de la ópera que es escuchado a través de la pared, da título a la novela, puesto que significa Que nadie duerma. Pero no penséis que hace falta conocer el argumento de la ópera, ya que el propio autor lo pone en boca de sus personajes para que sepamos perfectamente la unión que realiza. La de la mujer sola que circula en taxi, con el triunfo del amor. De hecho, no avanzaré más en la unión de ambos argumentos porque será desvelar demasiado de la trama del libro, solo diré que una vez asentada la lectura, me ha parecido magnífico el giro que el autor da para cerrarla.
En una primera lectura, estamos ante la historia de una mujer asocial que se reinventa cuando pierde su empleo. Convertirse en taxista le otorga además un lugar seguro para ir conociendo gente, personas a las que a veces ayuda, y otras no, pero a las que siempre escucha durante ese tiempo limitado que dura una carrera. Será en el taxi donde entable un par de relaciones con dos clientes habituales, y también donde conozca a parejas sexuales, y también el lugar que utiliza para evadirse de una incómoda realidad en la que parece no encajar. Y luego está el amor idealizado hacia su vecino, aquel apenas visto cuya figura lejos de desvanecerse, parece crecer en la mente de Lucía. Pero si el libro fuera simplemente eso, estaríamos ante una simple novela que nos habla de decisiones, soledad y sexo y en la que, además, hay delitos. Supongo que no parece simple, pero Juan José Millás parece empeñado en demostrar en sus historias que si la vida es compleja, las personas que poblamos este mundo, lo somos más.
María Callas. Turandot |
Que nadie duerma es una gran historia, perturbadora a grandes ratos, que se lee prácticamente del tirón, pero cuyo poso permanece mientras vamos encajando las piezas una vez finalizada su lectura. Perfecta para seguidores de Millás y aventureros literarios.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
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viernes, 23 de marzo de 2018
La extraordinaria familia Telemacus. Daryl Gregory
"Matty Telemacus abandonó su cuerpo por primera vez en el verano de 1955, cuando tenía catorce años".
Lo primero que voy a decir de este libro, es que me pareció bonito. Al verlo en la librería, con ese toque llamativo y nostálgico, no pude evitar fijarme en él y pensar: qué bonito es. Y claro, eso hizo que lo leyera. Hoy traigo a mi estantería virtual, La extraordinaria familia Telemacus.
Estamos en los años noventa y conocemos a la familia Telemacus, un nombre que hace un par de años era conocido por todos gracias a su show televisivo. Sin embargo, el programa cayó en desgracia y la cabeza de familia murió poco después. Ahora nada es lo que era. Sobre todo porque el viudo, Teddy, parece un hombre incapaz de hacer su papel de cabeza de familia.
Y tras dar esta pincelada sobre la novela, sigamos con la parte divertida, que es todo lo demás. En primer lugar conocemos a la familia: Teddy, el padre de familia, no tiene más poder que el del engaño. Además tiene bastante claro que si uno tiene poderes, poco logra, pero si hace un buen truco... eso ya es otra cosa. Los que sí tienen poderes, son el resto de su familia. Desde su esposa, a la que conoció en un curso experimental sobre telequinesis, y que es capaz de adivinar cada uno de sus pensamientos, hasta sus hijos: Irene, es capaz de detectar la mentira, Frankie mueve objetos con la mente y Buddy es capaz de ver el futuro. Si ahora os estáis preguntando por Matty, que es quien protagoniza el fragmento puesto, os diré que Matty es el hijo de Irene, y que es capaz de salir de su cuerpo. El problema es que le sucede cuando se excita, y eso a los catorce años puede ser un problema.
Con estos personajes, la novela es todo menos habitual. De hecho, si me preguntáseis ahora y siendo sincera, os diría que es una saga familiar en la que vemos algo del Chicago de la época, mezclado con una comedia de enredo al uso y que está dirigida por unos personajes tan carismáticos, que de no ser por la habilidad del autor, se hubieran comido la historia. Y todo ello, escrito con la habilidad suficiente como para que el lector disfrute de esta insólita trama sin importar si le atraen o no las historias de superpoderes. Porque este libro es mucho más.
En primer lugar imaginad la familia, es totalmente disfuncional. Hay un proyecto secreto del gobierno desde el primer momento en la historia, ya que es así como se conocen los padres de la familia. Además, si la madre muere e Irene se hace cargo de todos ellos, comprenderéis lo complicado que puede ser tratar con alguien a quien no se puede mentir. Teddy conocía también los peores fondos, a los cuales su hijo Frankie ahora debe dinero, pero como buen hijo, maquina y llega a la conclusión de que tal vez los poderes de Mattie le puedan echar una mano. Y Buddy... bueno, Buddy es genial, siempre realizando algún tipo de reforma, y siempre sin decir nada, no vaya a ser que sus palabras cambien algo del futuro... o del presente... o de la realidad o visión que esté teniendo o haya tenido. No siempre lo tiene todo tan claro como debería en ese sentido.
La novela abre mientras nos acercamos al 4 de septiembre, y nos va dando las distintas visiones mezcladas con recuerdos, de los personajes. De este modo viviremos los primeros momentos de la pareja, el programa de éxito y también la caída en desgracia. Y nos preguntaremos por ese cuatro de septiembre mientras vigilamos o no a quien puede saberlo de antemano. A todo esto hay que sumarle historias de amor, frustrado o no, conspiraciones, gobierno, rusos, engaños, familia, mafia... y quizás os empecéis a hacer una idea del libro que hoy os estoy presentando.
Los Telemacus, propensos al error de elección, son una familia entrañable a la que es imposible no coger cariño. Sus vivencias, más allá de la gracia, tienen una segunda lectura un tanto más satírica y su historia, que en el fondo es menos disparatada de lo que uno podría esperar, no decae en ningún momento. El autor procura controlar en todo momento hasta qué punto abusa o no de las rarezas familiares y logra un equilibrio que hace que el lector se sienta cómodo. no me cabe duda de que para lograr todo eso, la novela ha debido de ser un verdadero quebradero de cabeza, y no me extraña por ello que la propia Maureen haya tenido que colaborar enviando alguna carta al autor, pero cuando uno lee la historia, no tiene la sensación de enfarrangarse en ningún momento. Al contrario.
La extraordinaria familia Telemacus es una novela fresca, divertida y diferente de la que he disfrutado mucho. Con unos personajes únicos y un desarrollo impecable consigue que cerremos el libro satisfechos y también, por qué no decirlo, que nos de un poco de pena tener que despedirnos de los miembros de esta familia. No dejéis de conocerlos.
Y vosotros, ¿os habéis acercado a algún libro simplemente por lo bonito que era?
Gracias.
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miércoles, 21 de marzo de 2018
¿Acaso no matan a los caballos? Horace McCoy
"¿Qué podía yo decir?... Todos los asistentes sabían que yo la había matado; la única persona que habría podido ayudarme también estaba muerta. Por tanto, allí estaba yo en pie, mirando al juez y negando con la cabeza. No tenía nada que alegar.
- Pida clemencia al tribunal -dijo Epstein, el abogado que designaron para defenderme.
- ¿Qué decían? -inquirió el juez.
- Su Señoría -dijo Epstein-, pedimos clemencia al tribunal. Este joven admite haber matado a la chica, pero únicamente para hacerle un favor".
Conocía la película Danzad, danzad, malditos. Fantástica. Pero me faltaba acercarme a la novela. Finalmente lo he conseguido y hoy traigo a mi estantería virtual, ¿Acaso no matan a los caballos?
Conocemos a Robert sentado ante el tribunal. Está acusado de matar a una joven llamada Gloria y es culpable. A partir de este momento, reviviremos lo sucedido.
Dicen que las novelas negras comienzan con un muerto en la primera página. McCoy lo sabía y dio un paso más, comienza en el juicio así que ya sabemos lo que ha sucedido. Pero esto no le impide escribir una magnífica historia, una novela negra atípica que ha sido un placer leer. Desde el título de los capítulos, hasta el desarrollo, esta es la historia de una muerte conocida, en un escenario insospechado. Quizás el título de la película fuera más claro sobre el tema, pero es el de la novela el que, una vez finalizada, le da un sentido redondo a esta gran historia. Situémonos. estamos en la Gran Depresión y todo el mundo busca una opción. Es el caso de Robert Gloria, él llega a la gran ciudad con el sueño de dirigir películas, ella... bueno, ella es una mujer diferente. En una más que precaria situación, sin trabajo y con pocas opciones, ambos deciden presentarse juntos a un maratón de baile para lograr el premio de mil dólares, y este será el escenario principal: un concurso en el que lo único que importa es mantenerse en pie a toda costa, un espectáculo que el autor logra convertir en algo cruel y terrible para el lector en el que las parejas bailan y bailan sin descanso. Puede parecer pueril, incluso ridículo para quien no haya leído el libro, pero la capacidad de un escritor se mide a la hora de convertir lugares inverosímiles en escenarios capaces de poner los pelos de punta al lector. Veremos representados en los concursantes a casi todos los tipos básicos de personas y también como afloran el cansancio, la violencia, la desesperación y la envidia, el todo vale con tal de conseguir llegar a ganar el ansiado premio. Y también se pondrán a prueba los jueces, no deja a nadie sano en esta radiografía que me ha recordado hasta cierto punto el esperpéntico espectáculo que se puede seguir viendo hoy en día en algunos reality shows. McCoy, cual productor televisivo actual, no duda en ir apretando a los concursantes hasta lograr que hagan lo necesario para formar el espectáculo más morboso y lamentable posible, llegando a reflejar la desesperanza de quienes no tienen más interés en el futuro que ganar ese premio. No hay escrúpulos ni moral mientras el reloj avanza implacable y los concursantes se siguen mirando unos a otros al ritmo de la música que no cesa.
El personaje de Robert es demoledor, la ausencia de esperanza, de comprensión, la soledad... lo convierten en uno de esos protagonistas que uno lleva adheridos a la piel durante mucho tiempo. Él que llegó a Santa Mónica pensando que tal vez por medio de este concurso iba a lograr un poco de atención que le ayudara a lograr su sueño, ha quedado convertido en ese narrador que vemos en el banquillo en las primeras páginas.
La novela, pese a lo dura que puede resultar en algunos momentos, se lee con facilidad. Las frases cortas, lo conciso, nos ayudan a avanzar demostrando que cualquier lugar es bueno si el escritor sabe expresarse. De hecho, lo que sucede en un salón de baile puede reflejar a la perfección la desesperanza de una sociedad durante la Gran Depresión y, cada dolor, cada atrocidad, estamos seguros de que tienen su propio acto fuera de esas paredes que delimitan nuestro escenario.
Cuando uno habla de novelas negras, tiene en la cabeza los argumentos típicos en los que se busca al asesino, pero no es necesario que esto sea así. De hecho ¿Acaso no matan a los caballos? es una magnífica novela negra cuyo final pone un broche perfecto a una novela en la que Gloria, la víctima de la que no he hablado aún (pero recordemos que la novela está escrita en flashbacks) conseguirá dividir la cabeza de muchos lectores.
Un libro magnífico. Diferente. Oscuro. Imprescindible.
Y vosotros, ¿cuál fue el último libro al que llegasteis a través de su versión cinematográfica?
Gracias.
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lunes, 19 de marzo de 2018
El orden del día. Eric Vuillard
"El sol es un astro frío. Su corazón agujas de hielo. Su luz, implacable".
Reconozco que tuve este libro en el punto de mira desde que me enteré de su publicación. Hoy traigo a mi estantería virtual, El orden del día.
en febrero de 1933 las más altas personalidades del mundo de los negocios y las finanzas, tuvieron una reunión con el entonces canciller Hitler en la que acordarían su apoyo, donando dinero. Aquella reunión que no figuraba en ningún sitio, fue crucial. Hitler ya pensaba en Austria y no tardaría en comenzar reuniones con primeros ministros. Comenzaba su ascenso. Por Austria.
Si hago memoria, el premio literario que más alegrías me ha dado como lectora, es el Goncourt. Por eso me fijé rápidamente en este libro: es el ganador del Premio Goncourt de 2017. Era necesario que lo leyese.
Vuillard nos deja en esta novela breve un ejercicio histórico en el que rellena huecos con ficción, que se antoja demasiado veraz como para que, salvando las distancias, no siga sucediendo hoy en día. Lo hace además con frases cortas, fijándose en detalles sin importancia para rodear de ellos esos momentos que han resultado vitales para la historia contemporánea. A fin de cuentas, ¿qué hubiera sido de Hitler de no conseguir el apoyo de esos hombres? Nadie lo sabe, pero lo podemos imaginar. Por eso, la aparente frivolidad con la que los rodea es tan importante. Les convierte en algo tan mundano como las metas que persiguen. Tuve incluso, lo reconozco, la sensación de leer que veinticuatro cuervos subían las escaleras a la espera de la reunión. Esa es, supongo, la manera elegida por Vuillard para reflejar la sociedad del momento, dirigida de frente o no por unos hombres y unos intereses que poco o nada tenían de dignos y relevantes. A fin de cuentas, Opel comenzó sin ni siquiera inventar, nos recuerda el autor, aunque terminara llegando a la industria del motor. Y quien sobrevive es la empresa, la marca, y no aquel que fingió inventar. Muy representarivo, si uno se para a pensar.
Vuillard avanza y nos habla de las reuniones políticas. Del primer interés de Hitler en Austria y la conveniente reunión. Y descubre el lector la inteligente maniobra de reunirse con Gran Bretaña mientras Austria está siendo invadida. Curioso, aquí estamos con Halifax, al igual que la pasada semana en El instante más oscuro. La literatura tiene estas cosas. A veces es una línea y otras un círculo.
Sin embargo, dirá el lector que todos sabemos lo que sucedió después. Que ya nos hemos hecho una idea con la reunión y el dinero, de la importancia de estos veinticuatro hombres. Pensará que es fácil, ya que el libro no es un acta de reunión, es una entretenida novela en realidad. Así que, Vuillard toma el mando una vez más, y nos deja ver un poco más allá: la contraprestación. Esa parte que uno tiene en mente en las primeras páginas pero en la que no piensa demasiado después. Si uno lo piensa, incluso si ha olvidado las denuncias que se hicieron en su día, la contraprestación era sencilla: mano de obra judía. Y ahora, cuando ya el autor nos ha ido relatando su historia y contado quién es quién, cada marca que hay detrás de cada nombre, ya hemos terminado la novelita. Era corta.
Ahora cerramos el libro y miramos a nuestro alrededor. Prestamos un poco de atención y nos fijamos en algunas de las marcas que nos rodean. Va a tener razón Vuillard en lo que comenta al principio de la novela: las empresas y sus marcas sobreviven.
Me ha gustado El orden del día, es una estupenda novela de un momento desconocido y el autor con sus frases cortas y anécdotas más o menos importantes, consigue interesar desde las primeras líneas.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
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jueves, 15 de marzo de 2018
Viaje al pasado. Sefan Zweig
"-¡Ahí estás!
Con los brazos extendidos, casi se podría decir quea biertos de par en par, salió a su encuentro.
-¡Ahí estás! -repitió de nuevo, y su voz recorrió esa escala que asciende cada vez más luminosa desde la sorpresa hasta la absoluta felicidad, mientras miraba la figura de la amada, rodeándola de ternura-. ¡Ya empezaba a temer que no fueras a venir!"
De vez en cuando descubro un título de algún escritor cuyas obras completas ya pensaba conocía y eso se convierte en motivo de celebración y nerviosismo. Me compro el libro y lo tengo en mi casa dos o tres días, sobre una mesa, sin abrirlo, para simplemente mirarlo y disfrutar anticipadamente de lo que me espera. Casi seguro que lo leo en sábado, que tengo más tiempo y menos ruido. O el viernes por la noche, quizás, si no tengo otro plan. Finalmente llega el día elegido y desde por la mañana me paseo por delante, rozándolo a veces, hasta que llega la hora señalada y el mundo desaparece y solo estamos el libro y yo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Viaje al pasado.
Un hombre y una mujer se encuentran tras diez años de separación. En su día, el hombre de humilde origen, trabajaba en la casa del adinerado matrimonio al que ella pertenecía. Las circunstancias, la propia guerra les separó, y ahora vuelven a encontrarse.
Viaje al pasado, cuyo título pudo ser Resistencia de la realidad, es una novela corta o relato largo de Zweig que uno puede leer en una o dos tardes sin más esfuerzo. De hecho le falta un suspiro para llegar a las cien páginas, y eso en un momento en que parece que están de moda los libros extensos, se agradece. Sobre todo si es uno de esos libros que uno lleva consigo para leer en las esperas y los transportes públicos. La novela, quizás menos depurada que otras del autor, comienza cuando la pareja se reencuentra. Y ahí viene la gran trampa: el lector podría esperar que se tratara de una historia de amor. A fin de cuentas, parece que incluso en mi más que escueta sinopsis yo he hablado únicamente de amor, ¿verdad? Volved a leer la sinopsis que puse. Poned un poco de atención.
Viaje al pasado es una novela sobre el paso del tiempo y la huella que este tiempo deja en las personas. Y también es una historia de recuerdos, de pasiones vividas y el afán o la necesidad de recuperarlas. El tiempo es algo constante, jamás se detiene, y las personas nos formamos poco a poco de cada detalle vivido. Quizás por eso choque alguna escena de las que Zweig incluye en el libro, sobre todo si hemos llegado esperando una historia de amor. Quizás la emoción de ese encuentro se deba más al recuerdo, acaso idealizado, de dos personas que se amaron y cuya pasión late de forma diferente durante el tiempo que se buscan. Los amores cambian también con el paso del tiempo, y eso no significa que se destruyan, solo cambian. Y si Zweig sabe de algo es de sentimientos. No necesita almibarar sus narraciones para que los lectores comprendamos perfectamente lo que nos quiere expresar, ya sea el enamoramiento platónico que puede que hayamos vivido, o el cautiverio que busca la libertad en un juego que acaba siendo una nueva cárcel. No es relevante si lo hemos vivido, lo importante es que lo comprendemos, lo sentimos en las palabras del autor. Y lo mismo sucede en esta novela que viene marcada con la impronta agridulce a la que sus lectores habituales ya estamos acostumbrados. Toda su obra tiene un regusto amargo, como si no pudiera evitar darnos en el hombro y decirnos: "¡Eh! Pero no olvides quien soy, nadie como yo para saber que la vida no es un cuento de hadas". Y nosotros, los lectores, aún así seguimos leyendo y cerramos el libro pensando que lo bello no ha de ser necesariamente bonito.
Me ha gustado Viaje al pasado. No es mi título favorito del autor, eso está claro, pero me gusta sumergirme en sus historias. Hay que leer algo de Zweig. Siempre. Y luego, decidir.
Stefan Zweig es uno de esos escritores que uno descubre en un momento determinado, posiblemente con Mendel el de los libros o con Novela de ajedrez, y tiene la sensación de haber encontrado un tesoro. Entonces decide compartirlo con el mundo y descubre que todos lo conocían pero, por algún motivo, uno no lo había descubierto hasta ese día. Y a partir de ahí, de repente, lo encuentra por todas partes y siempre rodeado de buenas palabras, de elogios realizados por lectores de todo tipo. Casi pareciera una moda o un slogan: a todo el mundo le gusta Zweig. Solo que parece real, parece que es cierto que le guste a todo el mundo. O decidme, ¿os gusta Stefan Zweig?
Gracias.
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miércoles, 14 de marzo de 2018
Las supervivientes. Riley Sager
"El bosque tenía garras y fauces.
Quincy corría entre los árboles gritando mientras todas aquellas rocas, espinas y ramas la mordían y la arañaban, pero no se detuvo. Ni cuando las piedras se le hincaron en las plantas de los pies descalzos. Ni cuando un tallo le azotó la cara como un látigo y un hilo de sangre le chorreó por la mejilla.
Detenerse no era una opción."
Alfaguara lleva un tiempo eligiendo con bastante acierto los thrillers que publica. Eso hace que me fije en ellos de forma casi automática y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Las supervivientes.
conocemos a Quincy, una bloguera repostera con un novio estable y una rutina a base de Xanax. Ella es una superviviente. Hace diez años fue la única superviviente de Pine Cottage, una terrible masacre en la que murieron cinco amigos suyos y que su memoria parece empeñada en reprimir. Y eso hace ella, avanzar evitando mirar al pasado y a una prensa que la etiquetó como una de las Final Girl. Hay otras dos mujeres que ostentan el dudoso honor de llevar esa etiqueta, dos supervivientes más: Lisa y Sam. Guincy conoce a la primera, por teléfono, pero no a la segunda que decidió desaparecer del mapa. Para cuando nosotros conocemos a Quincy, Lisa es encontrada muerta en su casa y todo apunta a un suicidio. Es entonces cuando Sam decide volver al mundo de los vivos, y lo hace justo delante de la casa de Quincy.
Riley Sager el un seudónimo. Tras él se esconde el periodista y editor Todd Ritter quien además ha publicado libros con su verdadero nombre y que no ha tenido ningún problema en admitir que se encuentra detrás del seudónimo. Así que una vez más estamos ante una primera novela que no es realmente una primera novela. Y eso debería de notarse.
Las supervivientes es una historia escrita a modo de page turner en la que tenemos dos hilos temporales. Un presente en el que Quincy nos va narrando su vida y un pasado en el que un narrador omnisciente va relatando lo sucedido en Pine Cottage, dándonos la información a medida que la protagonista va recordando. La novela se articula alrededor de Quincy y nos da las dos versiones posibles de una persona que sobrevive a una situación límite como es una masacre: la de Quincy, empeñada en seguir adelante y no querer saber nada más, y la de Sam, en el registro más clásico de alguien marcado por los hechos que se rebela contra el mundo y no consigue adaptarse del todo a las normas sociales. La tercera vía que queda muy bien reflejada en esta novela, es la periodística: el interés, la persecución, la búsqueda del sensacionalismo y la noticia, incluso la fama del periodista a través de las noticias que publica. Y lo vemos perfectamente cuando, tras morir Lisa, Sam y Quincy vuelven a ser noticia. Sin embargo esta no es una novela periodística, el autor busca entretener al lector, por lo que la novela se llena de giros y preguntas que tardan en ser contestadas. Sam, por ejemplo, parece empeñada en sacar a Quincy de su aparente tranquilidad, provocando reacciones que desencadenen recuerdos, y Quincy vive en una nube eterna de preguntas sobre lo sucedido y también sobre lo real que es su propia vida. Ambas cosas intrigan al lector hasta el punto de casi obligarle a seguir leyendo para descubrir que se esconde detrás de estas dos mujeres, ya que ambas se acogen a ese término que se puso de moda con La chica del tren y que es el personaje poco fiable. Sabemos en todo momento que hay algo más de lo que nos relatan y, por si se nos olvida, el autor se encarga de irnos recordando esto cada pocas páginas.
sin embargo también he encontrado "peros" en esta novela. El primero es el rol de los propios personajes. Por eso no he hablado hasta ahora de los personajes masculinos, como son Jeff, el abogado novio de Quincyy, y Copp, el policía que la encontró huyendo de la muerte diez años atrás. Me han parecido dos personajes desaprovechados, encorsetados en sus propios clichés de hombres casi opuestos, y eso ha provocado que ninguno de ellos me llegara realmente a gustar. Es cierto que con las chicas también cae en tópicos, pero al desarrollarlas más, incluso llegué a formarme una imagen física de ellas, pese a que las descripciones son exiguas. Mi segundo problema, aunque reconozco que a medida que avanzaba dejé de darle importancia ya que la historia me resultaba entretenida, está en el lenguaje utilizado por el autor, a veces demasiado sencillo. No fue en ningún momento un problema realmente serio, pero sí que durante los primeros capítulos había momentos en que era una especie de molestia residual al tropezarme con algunas frases.
Aún así, la novela me ha durado apenas dos tardes, es francamente entretenida y el juego alrededor del concepto ochentero de Final Girl me ha parecido divertido y, hasta cierto punto, novedoso. Imagináos, la última superviviente de una masacre, esa chica que aparece llena de sangre pero que ha logrado salir del infierno. Hay tres, el público las sigue, las adora salgan o no en la prensa habitualmente. Y años más tarde una muere, suicidio... ¿o no?
La supervivientes me ha parecido una novela entretenida de la que disfrutar si se llega sin demasiadas exigencias, con una historia que gira buscando que el lector se sorprenda y engancha a su trama.
¿Soy yo o se ha puesto de moda escribir con seudónimo?
Gracias.
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lunes, 12 de marzo de 2018
El instante más oscuro. Anthony McCarten
"Churchill recordaría más tarde: Me dio la sensación de ir caminando de la mano del destino, y de que toda mi vida pasada no había sido más que una preparación para este momento y para esta gran prueba... Pensé que sabía mucho acerca de todo aquel asunto y estaba seguro de no fracasar". La suerte de toda una nación estaba ahora en sus manos, y lo que hizo con ella fue ni más ni menos que algo extraordinario".
La figura de Churchill siempre me ha llamado poderosamente la atención. Recuerdo que comencé a leer sobre él a propósito de la Gran Niebla de diciembre del 62 y, a partir de ahí, he leído cuanto ha caído en mis manos. Hoy traigo a mi estantería virtual, El instante más oscuro.
El instante más oscuro nos sitúa en el Parlamento Británico, con un gobierno en plena crisis que se divide más que unirse, y en el que termina destacando Winston Churchill. Estamos en 1940, los alemanes invaden Bélgica y Francia y el ejercito británico es empujado a las playas de Dunkerque. Es el momento en el que Churchill tiene que decidir si combatir contra Hitler o intentar sacar a Gran Bretaña de la guerra firmando una paz que acepte todos los términos alemanes.
El libro abre sin esconderse y expone abiertamente la admiración que se siente hacia la figura de Winston Churchill, un hombre cuya palabra destacaba frente al resto, una figura sobre la que se han hecho mil estudios a lo largo del siglo XX convirtiendo a este hombre en un líder pese a que las suyas no fueran las mejores circunstancias. En el libro también sale la parte menos positiva de la figura: el humo del tabaco permanente, el alcohol, la desconfianza que le tuvieron tanto desde el gobierno como desde la corona... y uno es consciente de como nada importa frente a los puntos fuertes de este hombre: las palabras. Churchill supo convertir el "yo" de los discursos en un "nosotros" y convirtió su famoso saludo "V de Victoria" en una frase más que famosa pero nada de eso importa en este libro. McCarten se aleja del hombre seguro de si mismo para enseñarnos al gran líder que duda a propósito de la decisión que debe tomar frente a Hitler.
El autor consigue un tono fluido en el que uno tiene la sensación de estar más ante una novela que frente al estudio que realmente tuvo que realizar para conseguir recrear esos momentos. Eso provoca que el lector se sienta intrigado por el rumbo que tomará el protagonista en cada momento, y eso que ya sabemos todos lo sucedido, a fin de cuentas estamos ante un libro de no ficción. Pero lo realmente interesante es la humanización de Churchill, ese hombre capaz de conmover a un país entero con sus discursos, se muestra en esta obra más humano que nunca en sus dudas, y el autor las razona más allá de lo teórico mostrando, no ya simples dicotomías personales que hubieran sido enjuiciadas directamente por el lector, sino tensiones políticas hacia uno y otro lado, que jamás se habían reflejado en la figura del gobernante. La operación Dinamo, pidiendo una flota de pequeñas embarcaciones que repatriaran a los soldados, las luchas con Halifax el pacífico, el malestar por los muertos y las bajas, los héroes, la gran humanidad de este hombre y sus palabras, son los componentes de este magnífico libro. Porque sí, es un libro magnífico y no cabe duda de ello desde sus primeras páginas. El lector es consciente de la pasión del escritor y también es consciente de que la empatía y humanidad de Churchill trascenderán a las letras impresas en esta ocasión.
Hay que tener encuenta, además, que todo lo que McCarten relata en este libro sucede durante las cuatro primeras semanas de gobierno de Churchill, de hecho el libro comienza en los días anteriores a este gobierno. Esto implica que esa figura inamovible, acababa de llegar, y no solo se enfrentaba al imparable avance de las tropas hitlerianas, sino que el hecho de que Halifax, Chamberlain y el propio Partido Conservador considerasen que lo mejor para el país era un pacto con quien ya consideraban vencedor indiscutible, colocase en una situación casi insostenible al Primer Ministro y es esta situación la que marca el enfrentamiento de la segunda mitad de la obra. Como digo, cuatro semanas, dos grandes personalidades en duelo y una decisión que tomar que quedarán para la historia en forma de tres de los discursos políticos más aclamados.
Me ha gustado El instante más oscuro. Soy consciente de la película, de la comodidad del cine y de la fantástica actuación de Oldman que he tenido la oportunidad de ver, pero sigue mereciendo la pena leer el libro. Dejo aquí mi recomendación para que os acerquéis a estos momentos que marcaron la historia contemporánea. Por lo que a mi respecta, me ha hecho descubrir a un Churchill diferente del habitual.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
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jueves, 8 de marzo de 2018
Mujeres bajo seudónimo
"Los hombres miran a las literatas peor que mirarían al diablo".
Rosalía de Castro
Carta a Eduarda
También en la literatura muchas han sido las mujeres que han escrito bajo nombres masculinos para poder publicar. Es cierto que las cosas han cambiado y que son muchas las mujeres que publican con más o menos éxito, las que baten récord de ventas y también las que editan libros. Mucho es el camino recorrido y aún queda camino por recorrer. Hoy, desde Entre montones de libros, vamos a recordar a algunas mujeres que publicaron en su día bajo nombres masculinos.
Currer, Acton y Ellis Bell eran en realidad Charlotte, Anne y Emily Brönte tres jóvenes huérfanas de madre que hoy son reconocidas por todos pero que en su día tuvieron que recurrir a estos nombres para poder publicar en un ambiente cerrado. En el caso de las hermanas Brönte, las dos últimas jamás llegaron a ver su nombre real impreso en la cubierta del libro.
George Eliot escondía en realidad a Mary Anne Evans y, si bien hoy su obra es conocida y muchos saben que Eliot era mujer, pocos saben su nombre real.
George Sand se llamaba en realidad Amantine Lucile Aurore Dupin, una mujer que se calzó chistera y levita y entró en los círculos románticos del arte de sus tiempos mientras escribía más de cien novelas, en alguna de las cuales, cargaba contra convencionalismos sobre el amor y la sociedad.
Fernán Caballero, precursor de la novela realista española, era en realidad Cecilia Böhl de Faber y Larrea, una mujer que descubrió a mediados del siglo XIX que no podría publicar con su nombre real, pese a que su madre, también era escritora.
Pamela Lyndon Travers, creadora de Mary Poppins, comenzó su carrera dejando su nombre en unas simples iniciales, ya que P. L. Travers enmascaraba el sexo de quien firmaba los libros.
James Triptree, Jr era en realidad Alice Bradley Sheldon, una mujer que, harta de ser la primera mujer en hacer..., se busco un alias sin ocultar que era un seudónimo. Muchas fueron las cábalas que se hicieron sobre la identidad que ocultaba, y muchos fueron los que pensaron que se trataba de un hombre. Hoy en día, esta gran escritora de ciencia ficción fallecida en 1987 no da nombre a ningún premio. Su seudónimo en cambio, sí lo hace.
Isak Dinesen era en realidad Karen Christenze Dinesen, autora de Memorias de África, una de las obras más conocidas de la literatura y con una fantástica adaptación cinematoráfica. Aún hoy hay muchas personas que desconocen que detrás de Isak se escondía una mujer.
Murray Constantine, autor de La noche de la esvástica, era en realidad Katharine Burdekin quien escribió esta distopía en la que no hay libertad ni conocimiento que no venga impuesto y lo hizo ocultando su verdadera identidad
Gauthier en uno de los peores casos, era el marido de Sidonie Gabrielle Claudine Colette, y él fue quien firmó la obra de su esposa, apropiándose del mérito de la serie Claudine hasta que Colette se cansó y optó por divorciarse y pedir su justo reconocimiento.
Cuando Charlotte Brönte contaba con 20 años envió una selección de sus poemas al poeta Robert Southney quien le respondió "La literatura no puede ser asunto de una mujer". Quizás por eso Jane Austen, sabedora de que una mujer se sentiría avergonzada por escribir en una sociedad que la relegaba a un segundo plano, eligió como seudónimo Lady, en un juego que ya demostraba la condena que se iba a encontrar uno en sus letras.
Estas son conocidas, otras muchas siguen siendo anónimas y más aún son las que permanecen día a día en una situación de desigualdad. Avanzamos. Avancemos.
Gracias.
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miércoles, 7 de marzo de 2018
Max y Helen: El holocausto y una historia de amor. Simon Wiesenthal
"Éste es el relato de un suceso real, en el cual se han cambiado los nombres de personas y lugares, en resguardo de sus protagonistas".
Recuerdo haber visto la película Max and Helen de Saville hace unos años porque la terminé con la imperiosa necesidad de buscar información sobre lo que relataba. Así llegué al libro y, aunque me ha costado encontrar el momento de leerlo, lo hice hace apenas unos días y hoy traigo a mi estantería virtual, Max y Helen; El holocausto y una historia de amor.
Conocemos a Max y Helen de mano del propio Wiesenthal. Estaba a punto de cerrar el cerco sobre un nazi prófugo cuando dos judíos se presentan ante él para relatarle su historia para con ella convencerle de que en este caso, cese en su empeño.
Simon Wiesenthal fue un arquitecto que vio como sus huesos terminaban en el campo de concentración de Mauthausen-Gusen durante la Segunda Guerra Mundial solo por ser judío. Allí pasó más de cuatro años y cuando finalmente recuperó su libertad, se propuso una misión: encontrar a todos los nazis que pudiera en lo que le restase de vida para llevarlos ante la justicia por sus atroces actos. Trabajó recogiendo información sobre más de 1100 nazis y fue un colaborador activo para que se celebrasen los famosos Juicios de Núremberg. Finalizados estos juicios, Wiesenthal siguió con esta misión autoimpuesta, encontrando por ejemplo a Adolf Eichman, Franz Stangl (comandante de Treblinka y Solibor) o Hermine Braunsteiner y ha investigado a personalidades del mundo político estableciendo si tenían o no relación con el nazismo.
Si cuento todo esto es para que uno pueda hacerse una idea de lo que supuso este libro para el autor, ya que está basado en hechos reales, de los millones que este hombre pudo descubrir. Sin embargo, y tras conocer todo lo anterior, uno se pregunta antes de empezar la lectura, qué pudo pasar para que Wiwewnthal decidiera no llevar a juicio a un hombre, tan culpable como otros. Qué sucede para que decida no seguir adelante con su caza. Y de eso es de lo que trata precisamente este libro.
La historia de Max y Helen es una historia mil veces leída. Dos jóvenes que se enamoran y la guerra frustra su matrimonio, si bien no llega a separarles del todo ya que se encuentran en el infierno de Zalesie. Un amor que parece prevalecer, pero que la vida frustra y un hombre que decide buscar a la que sigue considerando el amor de su vida años después. Hasta aquí, si al final la encuentran, se casan y tienen un par de hijos, sería una historia lacrimógena habitual. sin embargo, a veces olvidamos que la vida es mucho más compleja que la ficción, y por eso la novelita de Wiesenthal consigue no solo atrapar al lector, sino también hacer que piense y remueva su conciencia.
La novela, se termina articulando casi como una historia de misterio que seguiremos con la intriga de conocer el secreto que pueda desviar a un cazador como Wiesenthal de su presa, consiguiendo remover al lector entre preguntas sobre la culpa, la pasividad, el olvido y la redención. De hecho, el planteamiento ético es lo realmente interesante, la parte que hace que este libro de una vuelta de tuerca a historias conocidas y nos haga reflexionar sobre el perdón merecido y aquel que sin serlo, se concede o no. no siempre vamos a estar dispuestos a aceptar las decisiones que se plantean en la historia, pero sí que cada una de ellas nos provocará una reflexión que será el complemento perfecto para esta lectura que nos hará plantearnos la importancia de los daños colaterales.
Max y Helen no es una historia feliz, de hecho es incómoda durante una gran parte del tiempo, pero quizás por saber que es real, que todo lo relatado sucedió y que el perseguido fue el comandante del campo en el que la pareja se encontraba, y que Max conservaba la foto y que la vida puede ser amarga... Quizás por todo eso, es una de esas historias que anidan en la mente del lector.
Me ha gustado Max y Helen. Os la recomiendo. No hay niños con pijamas, hay personas, vidas y decisiones difíciles.
La verdad es que uno acude a la librería para descubrir que cada vez hay más libros sobre la Segunda Guerra Mundial y yo no puedo evitar preguntarme qué novelas saldrán en el futuro sobre los conflictos actuales. Pero decidme, ¿es la Segunda Guerra Mundial habitual en vuestras lecturas?
Gracias.
lunes, 5 de marzo de 2018
La decadencia de Nerón Golden. Salman Rushdie
Si soy sincera compré este libro antes de leer su sinopsis, la hamburguesa de oro sumada al título de la novela, me ganaron. Nerón y una hamburguesa, tuve curiosidad. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La decadencia de Nerón Golden.
Conocemos a René Unterlinden, hijo de académicos residente en Nueva York, aspirante a cineasta. Verá coo se muda junto a él una familia procedente de la India y se mudan a una mansión cuyo propietario no había sido desvelado. La familia es la formada por Nerón Golden, un multimillonario ya anciano del que poco se sabe, y sus tres hijos cada uno de los cuales lleva su propia maleta a cuestas, ya sea la identidad sexual o el arte. La aparición de una mujer llamada Vasilisa y su acercamiento al patriarca familiar desbaratará la armonía, mientras René, testigo de excepción por su relación con esta familia, va relatando lo que sucede, rellenando los espacios que desconoce y pensando en una película.
Desde el momento en que hablo de un joven periférico a la familia deslumbrante de origen semidesconocido, todos hemos pensado en Gatsby. Es inevitable hacerlo. Sin embargo, Rushdie no busca eso. Ambienta la novela entre Obama y la subida a la presidencia de un nuevo líder que se hace llamar a sí mismo el Joker
Rushdie no desaprovecha una línea en esta novela para señalar con el dedo, ya sean nuevas o viejas críticas, el libro está plagado de ellas. En primer lugar habla de la inmigración y la identidad de los inmigrantes, ya que los Golden están rodeados de misterio en cuanto a su origen y el motivo de su huída. Cambian de identidad y se reinventan, siendo aquí muy representativo el nombre de Nerón para saber la evolución que va a llevar la familia y en el caso de los hijos, los nombres sufrirán un proceso de cambio a medida que pasa el tiempo en la ciudad, de tal modo que Petronio será Petya, Dionisio D y Lucius A, Apu. Elige además el símbolo de la gran ciudad en la que es mas fácil desaparecer y reinventarse y es entonces cuando aparece la nueva esposa, Vasilisa y los hijos salen de casa. D y su identidad sexual serán otro de los puntos fuertes del libro Petya y sus miedos y Apu el artista, tomarán la novela para con su deriva dar lugar a una apertura hacia el verdadero centro, René. Es a René a quién Rushdie encarga contar esta historia de miedos y problemas actuales de la sociedad y es en esta novela en la que los Estados Unidos más actuales se convierten en el verdadero protagonista, a través sde sus personajes. Un lugar cambiante, que al igual que D parece no tener muy claro qué tipo de lugar es. Un país en el que aparece un hombre llamado Gary, Joker, de llamativo pelo verde, rico y vulgar, la novela se despliega una vez más para dejar que veamos a Trum en él, y Rushdie, sin pudor alguno, le convierte en ganador de las elecciones frente a quien estamos seguros de identificar como Clinton. Estados Unidos, creador de superhéroes ahora parece estar bajo el influjo de The joker. No deja de ser irónico, realista y mordaz. Quizás por eso parece la única parte que trasciende una y otra vez de un libro que merece ser leído con atención.
La decadencia de Nerón Golden es una novela que, más allá de cada crítica, merece ser leída. Una historia con un narrador que se convierte en protagonista de excepción, en la que no faltan referencias mitológicas y artísticas que se lee en un suspiro y se piensa durante muchos días. No es Gatsby, es René.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
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viernes, 2 de marzo de 2018
Laura. Vera Caspary
"La ciudad, aquella mañana de domingo, estaba en calma".
Qué ganas tenía de leer esta novela y siempre lo olvidaba. Finalmente entré en una librería, en una ciudad ajena, y me la tropecé. Hoy traigo a mi estantería virtual, Laura.
Conocemos al detective Mark McPherson cuando se le asigna el caso de Laura Hunt, una mujer cuyo cadáver ha aparecido en su casa. Todo indica que la noche del viernes abrió la puerta y le dispararon en plena cara. McPherson investigará este crimen mientras nos preguntamos no solo quién mató a Laura, sino también quién es esta mujer.
Vera Caspary es uno de esos nombres que, a menudo, no le suena a la gente hasta que descubre que gente de la talla de Borges la encumbraba. Es en ese momento cuando se decide uno a investigar y tropieza con Laura, una historia que fue publicada por entregas en la revista Colliers en el año 1942 y como novela al año siguiente bajo el título Llama dos veces por Laura. Y no solo eso, además un año más tarde sería llevada al cine de forma magistral por el gran Otto Preminger.
Laura es una novela negra al uso escrita por una mujer que no puede evitar dejar un rastro de sus ideas en ella. Me ha llamado la atención por ejemplo, la acidez con la que replica en este libro las diferencias entre los hombres que solo buscan triunfar y las mujeres que son más de sobrevivir y buscar al hombre que esté a su lado. Pero más allá de estas denuncias habituales sobre todo en años posteriores al que fuera escrita esta novela, Laura es una historia magnífica que cumple con todos los requisitos de la novela negra, empezando por ponernos un muerto en las primeras páginas. Aunque luego se alce como protagonista absoluto y logre interesar no solo al lector, sino al propio detective encargado del caso.
La novela se divide en varias partes narradas por diferentes personajes que darán una versión de la víctima, su vida y, en la medida de lo posible, lo sucedido. Parte del encanto de esta historia está en que las versiones, como en la vida misma, no siempre se complementan; en algunos casos se superponen dejando claro que algo falla ahí. Y así es como además vamos conociendo no solo a Laura, sino también a Selby Carpenter, prometido, Waldo Lydecker, personaje estrella en su tono, su sarcasmo y su maledicencia que no escatima en defectos y tampoco esconde su origen, ya que fue inspirado en el conde Fosco de Wilkie Collins. Hay también personajes femeninos, como la fantástica Susan, tía de la protagonista, destacando sobre todos ellos el de la protagonista, ya fallecida en las primeras páginas. Además Laura Hunt cumple a la perfección con los cánones para ser una femme fatale, Hermosa y deseable, incluida alguna peculiaridad más que sorprendente para la época en la que se concibió.
Todos estos personajes se van definiendo a través de un manejo del diálogo excepcional, como lo hace también el propio detective en su obsesión por esta mujer. De este modo caemos en una historia sin buenos demasiado buenos, en la que seremos víctimas del influjo de Laura, y será casi imposible detener nuestra lectura hasta llegar a las últimas páginas. A fin de cuentas no es una novela tan larga y no hemos dejado que nadie nos la estropee desvelando demasiados datos. Y, eso sí, una vez terminada, veremos la película. Imprescindible también. Igual que el libro.
He disfrutado muchísimo con Laura del sabor a la buena novela negra, de los personajes, los diálogos, la trama y la resolución. Sin peros. Buscad a Laura.
Me gusta ver las versiones cinematográficas de los libros que leo. Incluso si estos libros no me han gustado demasiado. De hecho, casi lo prefiero a la decepción que suelo sufrir cuando se trata de una novela que me encantó, ya que el protagonista de mi cabeza rara vez coincide con el impostor que ha osado interpretarlo en la pantalla. Y a vosotros, ¿también os gusta ir al cine a ponerle un rostro a vuestros personajes favoritos?
Gracias.
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