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Pablo a la derecha recogiendo el premio
Canal de Literatura de Relatos de manos de Luis Alberto de Cuenca. |
Pablo de Aguilar González es un escritor de los denominados tardíos. Empezó a escribir rondando la cuarentena, sin embargo, en pocos años ha conseguido una amplia lista de méritos que posiblemente ni él mismo pueda recitar. Iba a contar cómo lo conocí, pero en realidad fue él a mí. Hablé de uno de sus libros en este blog y apareció en un comentario mostrándose cercano y amable, preocupado por la opinión de sus lectores.
En este blog he presentado tanto a Hércules, protagonista de Los pelícanos ven el norte con la que ganó el Volkswagen Qué Leer, como a Fulgencio, el protagonista de ese enredo de vidas y dobles que es Intersecciones, la novela finalista.
Hoy os presento a su autor:
- Finalista II Premio Qué Leer y al año siguiente te llevas el premio con Los pelícanos ven el norte, ¿cómo vives ese momento?
- Que “Los pelícanos ven el norte” ganaran el premio Qué Leer Volkswagen fue algo así como una conjunción de casualidades que aún, dos años después, pienso como increíbles. “Los pelícanos…” era mi cuarta novela, no había conseguido publicar ninguna. Sí que “Intersecciones” se había quedado finalista, pero no había llegado a nada. Escribí la novela pensando que probablemente fuera la última, me salió una novela río, o una road novel y sí que tenía intención de presentarla al premio pero resultó que ese año cambiaron las bases: incluyeron la clausula de que en los manuscritos debía aparecer un coche como parte importante de la trama. Fue como una señal, sólo tuve que cambiar unas líneas. Desde luego, un golpe de suerte. Recuerdo el día en que Toni Iturbe me llamó para decirme que había ganado. Daba saltos de alegría. Todo lo que vino después fue como el cuento de la cenicienta, con su calabaza y todo. En estos momentos, me encuentro en esa parte del cuento en que la fiesta ha terminado y con una variación: soy yo el que busca su zapato de cristal porque nadie viene buscándome.
- ¿Qué te aporta a nivel personal un premio como este? ¿Merece la pena presentarse?
- A mí, personalmente, me dio confianza (al menos al principio). Había llegado el momento en que pensaba que mis textos no merecían la pena y por eso nadie me los publicaba. Yo, de vez en cuando, los releía y pensaba que a mí me gustaban; pero, claro, yo no soy objetivo, aunque lo intentaba. Eran las novelas que había querido escribir y con el estilo que había querido darles. Se ve que no era suficiente. Como he dicho antes, me había dado un plazo; un plazo largo, de tres años. Si en ese tiempo no había conseguido interesar más que a familia y algunos amigos, no escribiría más novelas. Un par de meses después de tomar esta decisión, me escriben de una editorial pequeña interesándose por Intersecciones y otro par de meses más tarde, gano el premio qué leer. Supongo que alguna musa se apiadó de mí.
Merece la pena presentarse, claro que sí. Tanto si ganas, como si no. Yo he ganado una vez, pero he perdido muchas y conozco de sobra esa sensación que te queda cuando tu nombre no está entre los finalistas. Pero siempre llega el día en que encuentras tu jurado, ése que conecta contigo. Entonces, cuando por fin lo consigues, todo lo anterior ha merecido la pena. Y, al menos por un tiempo, hasta se siente uno escritor. Después, la nube te va posando en tierra de nuevo y regresas a la cruda realidad.
- ¿Qué hay del autor en su obra? ¿Qué impronta tuya queda?
- Supongo que siempre queda algo. Creo que Hércules mira los cielos de La Mancha como yo lo hago, que quizá Nanas posea una inhibición que yo anhele. O que el narrador de Intersecciones hable con un descaro que a mí me gustaría poseer. No son yo, pero han salido de mí. Algo habrán arañado al despegarse. Tom Spanbauer hace la siguiente pregunta a sus alumnos: “¿Qué es lo que más te duele?” Les insta a hurgarse en esa herida porque, cuando lo encuentran, ahí hallan verdad. Cuando se habla de que la sinceridad al escribir, no creo que se refiera a la sinceridad del autor; sino a la del narrador y los personajes. Y el escritor puede hallar mucha verdad para sus personajes en su propia exploración.
- Ahora mismo podemos disfrutar de Intersecciones en papel, un libro que da una vuelta de tuerca a la vieja pregunta “y si…” Una historia que comienza en un supermercado en que un desconocido llama por su nombre al protagonista, diciendo que lo conoce de sobra… ¿Me confundo o te sucedió algo parecido?
- Estás en lo cierto. La escena en que Fulgencio repasa la nota de la compra y el Tientos le chista me sucedió casi del mismo modo que en la novela. Un hombre me chistó, yo no lo conocía, pero como soy muy despistado, intenté rebuscar su rostro en mi memoria. Cuando se dio cuenta de que no lo ubicaba, me dijo: “No me digas que no me conoces” Le dije que no y me soltó: “¡Con la de veces que hemos estado tú y yo en comisaría!” Cuando le dije que yo nunca había pisado una comisaría, él, extrañado, puede que hasta desconfiando de mí, me dijo: “Macho, entonces tienes un doble andando por ahí”. Aquella anécdota dio lugar, un par de años después, a Intersecciones. Salí del híper pensando en ese “y sí…” Pensaba: y si el tío tiene razón y no soy quien soy… Escribí un cuento en el que ya salían FulgencioNanas), pero ni el relato me convencía ni pensaba que estaba todo dicho. Poco a poco fue madurando en mi cabeza y terminó por salir Intersecciones. Novela con la que me divertí mucho por ese narrador descarado, porque apareció Nanas en medio de una página gritando que le picaba el chocho y se hizo con el control y porque no me preocupé en absoluto por convenciones estilísticas al uso que hasta entonces me habían constreñido. Debo reconocer que Tom Spanbauer, Chuck Palahniuk y los Dangerous Writters me ayudaron a quitarme de encima ciertas convenciones.
- Y luego conocemos a Hércules, todo un personaje, en Los pelícanos ven el norte, con la que ganas. ¿Cómo surge esta obra?
- Lo primero que surgió de Los pelícanos… fue el título. Iba conduciendo (recuerdo el lugar exacto por el que circulaba en aquel momento) y escuché en la radio a un naturalista que hablaba de los pelícanos y de cómo éstos poseían un puntito azul en la visión que les indicaba dónde está el Norte. Sin apartar los ojos de la autopista, pensé: “Mira, los pelícanos ven el norte” Me gustó la frase y, a pesar de mi mala memoria, no tuve ni que apuntarla. Sin embargo, no empecé a desarrollarla hasta mucho después. Tenía el título y sabía que se trataba de alguien que andaba perdido, pero no descubría nada más. Intenté buscar más información sobre lo que había escuchado en la radio acerca del puntito azul, pero no encontré nada. Pregunté y la gente me miraba medio extrañada, medio burlona. Llegué incluso a pensar que realmente no había oído eso en la radio y que debía de ir pensando en otra cosa mientras conducía. De todas formas, no me importó que fuera verdad o mentira, creo que me vino bien. El cuento del pelícano que enseña a los demás a emigrar salió de esa falta de certeza científica. Poco a poco, se iban acumulando datos que, sin yo saberlo, estaban destinados a esta historia; como por ejemplo el movimiento evangélico que le reza a la autopista I-35, que terminó por desvelarme los escenarios. Y, por fin, cuando descubrí las fobias, supe que ése era Hércules. Después, me dediqué a perseguirlo y apuntar su viaje.
- ¿Qué te impulsa a comenzar a escribir?
- Empecé a escribir pasados los cuarenta años. Soy informático y, a pesar de lo que pueda parecer, se trata de una profesión bastante poco creativa, y, en todo caso, la creación no depende de uno, sino de las necesidades del usuario. Empecé a sentir esa necesidad creativa. Soy inútil total dibujando, o pintando. Desafino como los elefantes si me pongo a cantar. Pensé que quizá pudiera llegar a escribir. Hice un taller de escritura creativa a modo de prueba y vi que sí que podía intentarlo. Me preocupé por aprender técnicas de escritura porque soy consciente que con el talento se nace, pero la técnica se aprende. Pondría a prueba al primero si disponía de suficientes herramientas. Y así, relato a relato, novela a novela… aquí estoy, todavía aprendiendo.
- Ganas un premio, un año con promoción, tu nombre suena, la obra se ve.. ¿y ahora qué? ¿Realmente ayuda a abrirse un hueco en los estantes?
- No. Al menos en mi caso. El premio Qué Leer es un gran premio, muy bien dotado, con una tirada espectacular y con una fiesta de escritores VIP en la que el ganador forma parte importante. Pero, al menos a mí, no abre puertas, ni consigue que otra novela tuya avance algunas posiciones en los estantes de las librerías. En estos momentos, sin ir más lejos, empiezo a darme por vencido con el manuscrito siguiente a Los pelícanos… Casi dos años después, las dudas regresan y pienso que, seguramente, es que no merezca la pena que ese libro salga a la calle. Como ves, todo termina volviendo a la normalidad. Ahora ya no me pongo plazos, siempre pienso que la novela que estoy escribiendo será la última. De momento, siempre me he mentido, aunque puede que llegue el día en que me diga la verdad.
- ¿Qué tiene Molina del Segura para que salgan últimamente tantos nombres de allí?
- Pues te voy a contar una historia que se ha institucionalizado. La idea original es de Marta Zafrilla (ganadora del premio Gran Angular). En la Nochebuena de 1858 los molinenses se vieron sobresaltados por un ruido ensordecedor y una gran bola de fuego que cruzaba el cielo. Con gran estruendo, el objeto fue a caer en un paraje del municipio. Se trataba del meteorito más grande jamás caído en la península. La roca del espacio fue llevada al Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Siglo y medio después, cuenta la leyenda que del cráter del meteorito se escapan unas extrañas radiaciones que dotan con el don de la Literatura a los habitantes del pueblo de manera aleatoria. Por eso, ha surgido una generación de escritores en Molina de Segura como no había sucedido antes. Molina puede que sea la ciudad con más escritores por metro cuadrado del país. Para confirmar esta teoría, es conocido que los autores de la generación del 27 tertuliaban en un café muy cercano al Museo de Ciencias Naturales lugar donde se conserva el misterioso meteorito. Quizá estos autores también fueran impregnados con esta misteriosa radiación. Creo que pronto, a la entrada de Molina de Segura, habrá que plantar un cartel que, en letras grandes, avise: “PELIGRO DE RADIOESCRIBIDAD”
En fin, puede ser por la radioescribidad o no, lo cierto es que el Ayuntamiento lo ha institucionalizado, inauguró el año pasado el “Paseo de las Letras” a modo de “Paseo de la Fama” hollywoodiense, y promociona la literatura con estas cosas y trayendo todos los años a varios de los escritores punteros del panorama nacional con los que muchas veces compartimos cerveza y charla después de la conferencia.
Las cosas no suceden porque sí. Siempre hay algo que las empuja, que abona un terreno fértil.
- Me gustaría que nos hablaras de tus proyectos actuales
- Como he dicho antes, tengo un manuscrito circulando por ahí y que ya ha recibido los pertinentes rechazos. Si algo me han proporcionado “Interescciones” y “Los pelícanos ven el Norte” es que me han calmado esa ansiedad por publicar de todo principiante. Claro que me gustaría ver esta nueva publicada, pero me temo que con esta me voy a rendir antes. Cada vez me da más pereza esa especie de mendicidad que tenemos que practicar los autores desconocidos y sin agente para que alguien se digne, no ya a publicarte, sino a leerte. Por suerte, por tener buenos amigos, y, quizá, también por el premio, esta vez me han atendido estupendamente en un par de editoriales grandes. Me consta que me han leído con atención y que me han rechazado con criterio. Su criterio, cierto, tan bueno como cualquier otro. He hecho unos cuantos intentos más, sobre todo con agentes, pero la mayoría de éstos son tan inaccesibles o más que las editoriales. Total, que probablemente el manuscrito duerma en el cajón el sueño de los nonatos.
Aun así, estoy escribiendo otra novela. Transcurre durante la Guerra Civil. Yo prefiero situar mis historias en la época actual, pero ésta tenía que ocurrir en esos años. Creo que, precisamente por eso, me está costando mucho, me resulta más difícil descubrir esos secretos que todo personaje esconde a su autor. De todos modos, no será una novela histórica , como mucho, de época.
- Y, cómo no, me gustaría saber qué estás leyendo ahora mismo
- Pues verás, aunque algunos me crucifiquen, me he comprado un libro electrónico y esto hace que tenga varios empezados. En papel, estoy con “Los ojos amarillos de los cocodrilos” que me regalaron estas navidades y del que todavía no me he formado una opinión definitiva. Además, tengo también en la mesa la última joya que se ha presentado en Molina “Extrañas mujeres de azul” Un libro de relatos ilustrados que ha sido ganador de un premio en Extremadura, de la escritora Julia R. Robles. Y, aunque suene pedante y me dé algo de vergüenza decirlo, en el libro electrónico llevo a medio un libro en inglés sobre la adaptación del método Stanislavsky para actores a la construcción de personajes para novelistas. Se titula “Getting into Character. Seven secrets a novelist can learn from actors”
Quiero dar las gracias a Pablo, por su confianza y cercanía, y por haber respondido a todas mis preguntas con anécdotas incluidas. Es un placer leerte.
Y, como siempre, gracias a todos vosotros que pasáis por el blog. Muchas gracias, a todos.
Libros publicados por Pablo de Aguilar: