"Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora, me vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos o de los espíritus, y bajé la escalera para salir con buen paso a la calle".
Tenía bastantes ganas de leer este librito alabado por muchos de un autor que, si bien no es demasiado conocido para la gran parte del público lector en nuestro país, si que es venerado por casi todo aquel que lo va descubriendo. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El Paseo.
Se dice que Robert Walser no era amigo de montar en coche y que se daba largos paseos por la ciudad en busca de su próxima historia tal vez al doblar la esquina. Y así, esquina tras esquina, pasaba horas deambulando en una larga observación de todo aquello que pasaba ante sus ojos. Y El paseo no es otra cosa que 88 páginas de un paseo del autor. Por supuesto que no ha sido el único que nos ha hablado en un libro de uno de sus días, ni siquiera el único que nos habla de sus paseos (todos recordamos a Antonio Muñoz Molina, por citar un ejemplo patrio, hablar en Un andar solitario entre la gente, de señales carteles y viandantes), pero Walser fue el primero, al menos que yo sepa, en morir dando un paseo.
Pasea Walser en primera persona para relatarnos aquello que ve. Con ironía, a veces sarcástica, va describiendo y opinando sobre quienes posa la mirada sin dudar dar su toque personal al juicio inmediato que deja caer delante de los ojos del lector. De este modo vemos a niños jugar, una panadería o una joven que se asoma al balcón. Nos encontramos con una magnífica carta que es, por supuesto, echada al correo, sabremos del sastre y de las calles y también de que la sencillez muchas veces aparece disfrazada porque el estilo del autor es lo que convierte a este libro en joya. El narrador, tan poeta como el autor puesto que es él, nos escribe con un tono que ralla en el entusiasmo que hace que uno lea el libro con una sonrisa cuando vemos como enseña los dientes. Por lo que vemos es un optimista acérrimo que pasea poco antes de la Gran Guerra por una ciudad ajena y que ha decidido disfrutar de las pequeñas cosas.
Hay que explicar, por pura necesidad, que el estilo del libro, la floritura, la estética y lo cuidado, van a dejarle claro al lector que no está ante un simple diario en el que se relata al azar uno de los paseos dados por Walser. En apenas un párrafo uno tiene claro que está ante un ejercicio de creación que va, poco a poco, absorbiendo al lector que termina por sentirse paseante y disfrutando de las vistas y palabras de esta pequeña joya.
El paseo es un libro diferente que merece la pena ser descubierto. Una de esas obras que parecen no contar nada pero que se disfrutan hasta la última letra.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.