"6 de enero
Lo único que hay hoy para desayunar son los marrons glacés que me han traído los Reyes".
Leí su primera novela y me salté la segunda, no tengo muy claro el motivo. No soy de juicios rápidos y siempre doy segundas oportunidades. Así que hoy traigo a mi estantería virtual, Las palabras justas.
Esta vez poner un argumento es tontería ya que estamos ante un diario que recorre un año.
Milena Busquets nos deja un diario que yo he leído como una obra de total ficción aunque me haya encontrado pinceladas que puedan ser reales o alusiones a frases conocidas, dichas o incluso pensadas o vividas por alguna persona determinada. Incluso yo. Utiliza para ello una voz que me ha recordado a También esto pasará pero que se antoja más madura durante la lectura, más precisa, con menos letras aún de las que existieron en el primer título. Quizás por eso más agradable a la vista, al sonido de lo que nos está contando, pero no a la credibilidad. Y es que mi problema en esta lectura ha sido que me vendan el diario como autoficción. Tal y como yo lo he leído, el libro consiste en una secuencia de frases pensadas que bien podía haber sido un dietario literario en el que la autora se sentara a pensar la forma en que contar pinceladas de sentimientos, de amor, de vida, de edad y también, porque eso tiene tirón y porque se dedica a ello, de literatura. Lo que no he visto es el diario, la vida, los sentimientos de quien escribe. Porque si algo tiene que tener un diario es la condensación de una voz que resume una vida en una pequeña entrada que le recuerde el momento realizado. Y si no es así, no es un diario. Llámalo de otro modo, di álbum, recortes, dietario, una frase al día... di lo que quieras, pero diario, no.
La narradora del libro se presenta como un cruce un tanto superficial entre una mujer esteta y un punto snob de mediana edad y que se ve un poco de vuelta de su juventud y no puede evitar dejar sus perlas de sabiduría porque más sabe el diablo y esas cosas que todos conocemos. Combina una vez más sentimientos y reflexiones con vocación de ser subrayadas y que se disfrazan de polémicas sin serlo realmente. Los escritores tienen ego, borrar como un obrero, escribir por dinero... Y es que estamos, en definitiva, ante un texto francamente depurado al que le falta sentimiento pero que le sobra buen hacer.
Las palabras justas es un libro entretenido para quienes gustan de marcar párrafos y frases, pero al que le falta un hilo que deje al lector conectar de manera directa con quien lo escribe, sonando impostado, perdiendo ese realismo que yo espero cuando me enfrento a un diario.
Y vosotros, ¿sois lectores de diarios?
Gracias.