Mujer leyendo
Admirar es el verbo
que dice en su doblez
lo que despierta en mí tu quieta pose.
Esa misma doblez está en tus pechos
porque elevas el libro y lo sostienes
juntando bien los brazos, plegando la atención.
Me tienta imaginar el personaje
al que estás abrazando, en qué adjetivos
prefieres detenerte. Me entretengo
calculando la pausa, la cadencia
con que pasas las páginas: sonrío
al comprobar que eres una lectora lenta,
con rodeos de asombro o de pregunta.
Quién pudiera de ti recibir esos ojos
con el mismo deseo, con idéntica hondura
Eres lo que hace falta. Belleza meditando.
Carne con su temblor y su sintaxis.
Ese lugar en que la inteligancia
y la sensualidad se hacen un nudo.
"Hay muy poca poesía" que diría el dios de Bukowski en uno de sus poemas cruzando las piernas. Y tendría razón, hay poca poesía en este espacio virtual. Pero de vez en cuando, sólo de vez en cuando, lo recuerdo y abro mi cuaderno de poemas robados a distintos autores para rescatar uno. Hoy Mujer leyendo, tranquila, cómoda, privada, observada sin sentirse invadida. Una imagen de relax que comprendemos muchos lectores y de esa extraña forma de intimidad que a veces se produce entre libro y lector.
No podía faltar este poema en una biblioteca virtual, lo mismo me da hombre que mujer leyendo, todos hemos observado en algún momento a otro leer. Y nos reconocemos en determinados gestos, las pasiones, los gustos afines, buscamos el título con ojos curiosos, eso que atrae a quien puede ser un desconocido y que parece empeñado en guardar celosamente como si se tratara de un secreto. Nos preguntamos quien le toma la mano entre las páginas para que se sienta así de bien, con media sonrisa. No podemos evitarlo, es casi envidia de no conocer esa historia, tiene que ser LA historia. A la fuerza.
No preguntamos, sólo lanzamos miradas furtivas como quien se asoma a un abismo de historias por contar, que luego pueden resultar ya conocidas, pero nada podría quitarnos el placer del "robo", de la anticipación.
Pero espera, hay sensualidad. Hay un observador cercano. Y releo cada palabra y cambia la dimensión de lo que entiendo, vuelve a ser algo privado, un ejercicio íntimo.
Todo eso me dice Neuman cuando me habla de palabras. Y yo, al igual que el improvisado poeta, también me pregunto qué lee y qué personajes le frecuentan.
Y vosotros, ¿os animáis a compartir un poema? hace mucho que no los compartimos.
Gracias
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