"Estaba buscando un sitio tranquilo para morir. Alguien me recomendó Brooklyn, de manera que al día siguiente salí de Westchester y fui para allá a reconocer el terreno. No había vuelto en cincuenta y seis años, y no me acordaba de nada. Mis padres se habían ido de la ciudad cuando yo tenía tres años, pero el instinto me llevó al barrio donde habíamos vivido, arrastrándome como un perro herido al lugar donde nací. Un empleado de una agencia inmobiliaria de la zona me enseñó media docena de pisos en edificios de piedra rojiza, y a última hora de la tarde había alquilado un apartamento de dos habitaciones con jardín en la calle Uno, sólo a media manzana de Prospect Park. No tenía idea de quienes eran mis vecinos, y no me importaba. Todos trabajaban de nueve a cinco, ninguno tenía hijos, así que en el edificio siempre habría un relativo silencio. Más que nada, eso era lo que buscaba. Un fin silencioso para mi triste y ridícula vida."
Este libro, que para mí es una comedia, es uno es los ejemplos más claros de la merecida fama de Auster. Nos cuenta la vida de Nathan Glass, un jubilado que regresa a su Brooklyn natal para morir. Piensa, en lo que medie el tiempo entre su mudanza y su muerte escribir un libro a modo de crónica de las historias que se va encontrando en la calle. Y es, a través de estas historias y de los distintos personajes, en donde Auster se adentra para mostrarnos un Brooklyn totalmente diferente a lo esperado. Las personas que van entrando en la vida de Nathan, van modificando su forma de pensar y ver las cosas, se enamora, se hace amigo de un librero homosexual, el personaje más complejo del libro, apasionante el giro que nos deja ver.
Poco a poco, Nathan irá descubriendo que, ahora que se ha jubilado, ahora que ha superado un cáncer, ahora que pensaba que había vuelto a un lugar tranquilo... es cuando empieza a vivir.
Empecé diciendo que para mí es una comedia porque Auster se empeña en enseñarnos un mundo, unir un variopinto grupo de gente y enseñarlos a ver el lado bueno de las cosas, uniéndose en ese barrio y dando lugar a una novela ágil de leer que nos nos deja indiferentes y que sobrevive de forma magistral a ese momento en que el autor tiene que poner el broche a su creación, que, desde mitad de Brooklyn Follies tememos. Un libro que no deja indiferente, una buena forma de conocer a Auster para aquellos que aún no se han lanzado a leer algo suyo.
Gracias
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