viernes, 2 de septiembre de 2016
Brújula. Mathias Enard
"Somos dos fumadores de opio cada uno en una nube, sin ver nada fuera, solos, sin comprendernos jamás fumamos, catas agonizantes en un espejo, somos una imagen congelada a la que el tiempo confiere la ilusión del movimiento, un cristal de nueve deslizándose sobre una bola de escarcha cuyas complejas marañas no hay quien entienda, soy esa gota de agua condensada en el cristal de mi salón, una perla líquida que rueda y nada sabe del vapor que la engendró, ni menos todavía de los átomos que la componen y pronto servirán a otras moléculas, a otros cuerpos, a las nubes que tanto pesan esta noche sobre Viena."
El prestigio de un premio viene dado por los títulos que lo refrendan. Esa ley no escrita, es algo que no deberíamos perder jamás de vista ahora que está tan de moda ser críticos de todo, susceptibles a la sospecha, agnósticos casi de los galardones. Hoy traigo a mi estantería virtual, Brújula, el último Premio Goncourt.
Conocemos a Franz Ritter, protagonista, narrador, opiómano, enfermo terminal, musicólogo austriaco conocedor de esa Viena puerta de Oriente, insomne, erudito, nostálgico de vida y amor... Conocemos a Ritter y nos dejamos llevar por sus recuerdos que van tejidos por esas asociaciones que hace el cerebro cando viaja libremente hacia el interior de lo conocido y vivido por cada uno. Y descubrimos ciudades, amistades, amor y viajes en el interior de este extraordinario narrador.
El Goncourt, instituido por el escritor Edmond Goncourt como homenaje a su hermano Jules también escritor, se otorga por primera vez en diciembre de 1903. Dotado con 50 francos en un primer momento, apenas ha cambiado el montante de uno de los premios literarios más prestigiosos que, a fecha de hoy, otorga a su galardonado 10 euros y el respaldo de un prestigio que viene dado por la calidad de los premiados y no por el cheque que ingresan. Y así es como llegamos cada año a las librerías en su busca, con ilusión, casi con avidez. Quizás por eso me impacienté con el título de hoy, se me hizo larga la espera.
Veintisiete líneas son las que necesita Enard para enseñarnos que es un maestro escribiendo. Ni una más ni una menos. Y también que la mayor parte de esas reglas no escritas sobre como una frase larga puede ser un lastre durante una lectura, quedan borradas en función de las palabras empleadas en esa frase. Veintisiete: las líneas que ocupa la primera frase de Brújula y que nos dejan una magnífica muestra de todo lo que nos vamos a encontrar a lo largo de las cuatrocientas páginas que tiene la novela. Cuatrocientas páginas, y a partir de este momento aparco las cifras, en las que el autor nos propone un viaje privado que irá de Viena a Siria saltando entre vivencias y recuerdos, que no pierde en ningún momento, pese a que encontramos alguna traza de humor, ese tono solemne de discurso casi onírico que contagia la ensoñación al lector. Y digo esto porque es muy difícil no dejarse arrastrar por las ciudades y los nombres de nuestros compañeros de viaje, paladear a Mozart, Mendelson Balzac o Rimbaud en las palabras de Ritter. También es imposible no enamorarse del amor del protagonista al ir descubriendo a Sara, inteligente, brillante, al lado pero imposible, una noche, una palabra: Sara.
Podría ahora parecer, y sería un error, que estamos ante una novela de viajes, aunque sean pasados. Pero Brújula es más que eso, Enard nos deja un recuerdo nostálgico lleno de belleza que no viene mal recordar cuando escuchamos o leemos las noticias de un mundo que parece empeñado en fraccionarse. Convierte su libro en esa puerta que nos dice que fue Viena y nos permite asomarnos a ese mundo que no conocimos y sumarnos a la bruma nostálgica del narrador.
Hermosa en sus formas, no es una lectura ágil, eso hay que reconocerlo y se observa ya en el fragmento que abre la entrada. Pero ágil es un concepto muchas veces sobrevalorado a la hora de empezar una lectura, exactamente igual que denso suena casi a farrangoso cuando no ha de ser así. Brújula es una lectura densa por todo lo que el autor incluye, por la necesidad de pararnos en sus letras para fijar imágenes, recuerdos impostados posiblemente influenciados por la infancia del propio Enard.
Brújula es un libro que enamora en sus letras y en su tono. Tal vez no para todos los públicos y haya quien se pueda sentir abrumado, saturado incluso ante la avalancha de cosas que nos relata el autor. Pero a fin de cuentas, ¿qué vida no es una avalancha de sucesos en si misma si uno la recordara en una noche de insomnio?
Me ha gustado, lo he disfrutado, me sigo fiando del Goncourt. Y vosotros, ¿hay algún premio al que sigáis la pista?
Gracias.
"La existencia es un reflejo doloroso, un sueño de opiómano, un poema de Rumi cantado por Shahram Nazeri..."
Brújula
Mathias Enard
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27 comentarios:
El tema de los premios literarios es cuando menos espinoso. Uno que a mí me ha dado siempre buenos resultados es el Ramon Llull, que premia novelas catalanas que luego acaban traduciéndose al castellano. Por lo demás, me he llevado sorpresas gratas e ingratas con el Planeta o el Nadal. El que jamás me llena es el Nobel, se encuentra en las antípodas de mis gustos literarios. El Goncourt tampoco me llama especialmente, así que creo que con tu permiso dejaré pasar la novela de la que nos hablas hoy. No te me enfades.
Un besito.
Uys, este no me atrae nada.
Un beso ^^
Me queda claro que tengo que leer a este autor.Y los premios....pues tengo más claro de los que no me fío que los d confianza.
Un beso
Creo que ahora mismo está lectura no es para mí, no la disfrutaría
Besos
Buenos días, acabo de pedir Las chicas y Brújula, no he podido resistirme, me me da respeto lo de que no es para todos los públicos y que su lectura no es ágil, lo intentare meter en las mañanas de otoño en las que hay silencio en casa.Gracias por el descubrimiento.
Besos
Yo me fío más de tu criterio, y una vez más me has convencido. Gracias por la reseña.
un beso
No me ha llamado la atención esta novela aunque a tí te ha gustado mucho.Besicos
Hola! Ahora mismo no es el mejor libro para mi, así que lo voy a dejar pasar.
Yo normalmente huyo de los libros que se han llevado algún premio, no sé muy bien por qué, a mi no llegan a gustarme.
Besos!
Me dejas hecha un mar de dudas porque aunque me gusta lo que cuentas, me pregunto si estoy a la altura...
Besos.
Pues no sigo ninguno pero sí es cierto que algún Goncourt o como sea me ha gustado. Estoy de acuerdo contigo en que la agilidad lectora no es cualidad necesaria siempre para que sea ub buen libro, cada uno tiene su ritmo y la clave está en que sea el adecuado.
Besos
Por norma general no suelo leer premios. Me he llevado muchos chascos. Pero sí he leído casi todo de Moix. Besos.
No le sigo la pista a ningún premio, la verdad. Me da que éste se me va a hacer un poco lento. No sé si estoy en un momento como para libros tan profundos, con el sueño que arrastro por la vida. Besotes!!!
A veces, no me fio mucho de los premios.
Tomo nota de este título.
Un beso.
Llevaba meses esperando que publicaran este libro. Más allá del premio, creo que Mathias Enard es uno de los escritores europeos más interesantes del momento. Esta noche empezaré a leer Brújula. No creo que me decepcione.
uy me encanto la reseña de ley leo libro te mando un beso
Uy, que no había dicho nada, ayer leí la reseña. Está entre mis candidatos para esto de septiembre, aunque sea denso, ya iré preparada.
Los Goncourt me gusta leerlos y los de biblioteca breve de Seix barral o el que eligen los libreros. Supongo que lo relaciono con algún otro que me haya gustado antes y eso me da fe en el galardón. Aunque tampoco sigo todos los premios o ediciones, más que nada por no volverme loca (más).
Besos
Esta novela me parece imprescindible. Así de simple. En cuanto a los premios, España es donde más se dan, y me temo que la cantidad poco tiene que ver con la calidad. El Planeta lleva años siendo una broma de la literatura (el de Clara Sánchez fue el colmo en mi opinión). Hace poco leí el último Lara, un culebrón al estilo sobremesa. Los que nunca me han decepcionado son el Pulitzer, el Man Booker, el Goncourt precisamente, el Nike, el Angelus y Magnesia Litera. Hay un premio de la UE - European Union Prize for Literature- que se otorga cada año a autores de un tercio de los países miembros y que, no sé por qué, es totalmente desconocido en España. Este año se lo dieron a Jesús Carrasco, entre otros. Es una manera muy buena de conocer la literatura europea fuera de lo más vendido, o sea lo anglosajón, y de países pequeños como las repúblicas bálticas, Chipre o Malta.
besos
Es una de las novedades que más me llamaron la atención, así que cuando vaya a la librería le echaré un vistazo
Besos
Ahora mismo no podría leer algo así. Estoy con la vuelta de las vacaciones
¡Hola!
Realmente, creo que no me importaría leerlo. Veré si puedo darle una oportunidad más adelante.
Excelente reseña.
¡Nos leemos!☺
Parece que este va a pegar fuerte por lo que llevo visto hasta ahora. Me lo apunto aunque no soy muy de premios. A mí me da igual que ganen o no. Me atraen otras cosas. Besos
Creo que yo sería esos de los que se abrumarían. A medida que leía la reseña, pensaba en El amor en los tiempos del cólera, novela la cual detesté haber leído.
Y nunca le sigo la pista a ningún premio.
Saludos.
Sigo el Goncourt con confianza ciega, Las Benévolas, Nos vemos allá arriba, No Llorar, son algunos de los títulos que he leído últimamente premiados con este galardon.
Entonces, claramente, acabaré leyendo Brujula.
Muchas gracias
Me lo anoto con interrogantes. Yo no creo que se trate de ser críticos de todo, o agnósticos de los galardones, es sencillamente que hay casos muy descarados. En nuestro país no hace falta profundizar mucho, hasta algún editor ha hablado abiertamente de ello en Pág2. Un besote!
Fíjate que hay algunos premios de los que no soy especialmente fan, pero el Goncourt no es uno de esos casos =)
Besotes
Me llamó la atención desde que lo vi anunciado por la editorial, y tu reseña me confirma que sí, que sí, que quiero leerlo.
Besos
No puedo con las lecturas densas y lentas, en esta ocasión ni tan siquiera he podido terminar el fragmento inicial que nos has dejado. Va a ser que no es para mí.
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