lunes, 16 de junio de 2025

El caso de la víctima silenciada. Pierre Martin

 


     "En el periodo napoleónico, a un asesino le podían condonar la pena de muerte si, en el momento de cometer el crimen, había perdido la cabeza por culpa del mistral. Y si se engendraba un niño en una noche estrellada mientras el fuerte viento provenzal sacudía los postigos, la gente temía que pudiese nacer con retraso mental".

     El desembarco de Isabelle en Fragolín me resultó agradable (podéis ver la reseña aquí), tengo que decir que en gran parte por Apollinaire, por eso me traje a casa la segunda entrega. Hoy traigo a mi estantería virtual. El caso de la víctima silenciada.

      Para quienes no la conozcan Isabelle tenía un puesto importante en París, estaba de hecho a cargo de la seguridad del presidente. Tras un feo incidente que costó la vida a uno de sus hombres y que la dejó herida, se tomó un periodo de descanso en Fragolín, un lugar al que la une su infancia pero al que no ha regresado desde la muerte de sus padres siendo niña. Poco después de llegar, un amigo, y alto cargo del gobierno, le pide que dirija un caso, para lo que la otorgará el cargo de comisaria. Y así es como aparecen las rencillas con la policía local, con la nacional porque ella ha llegado de la nada, y aparece Apollinaire como el torpe ayudante que la envían para que la "desayude".
Y aún así, se quedó.
     En esta ocasión aparece un cadáver salvajemente mutilado que da a entender algo sexual. La comisaria será la encargada del caso, para lo que reclamará en este caso para siempre (gracias Isabelle), a Apollinaire y se ponen manos a la obra. Y sí, también aparece su amigo para solicitar un favor: que permita la envíen a un hombre que se encuentra bajo protección porque es testigo vital en un juicio importante. Y ella, por supuesto, acepta, lo que supone la llegada de un personaje muy particular y que parece difícil vaya a pasar desapercibido. Y con estos dos puntos, tenemos montado el argumento.

     Por supuesto en la novela hay más muertes, hay una investigación en la que irán apareciendo más vecinos, algunos la conocen de su infancia y otros no, y el caso se enroscará y se retorcerá mientras el huésped misterioso le complica la vida a la comisaria (una especie de galán trasnochado con aires de truhán simpático). Y para cuando uno se quiere dar cuenta, se ha terminado el libro como quien ha visto una película de sobremesa. Sin embargo hay que decir que pese a la ligereza la novela contiene una fuerte denuncia social respecto a las agresiones sexuales. Desde las mujeres que viven en poblaciones pequeñas y no denuncian para no ser señaladas, a la denominación de "sobón" que se escuchaba hace unos años normalizando un comportamiento que tiene de todo menos de normalidad. Porque el "ya sabes cómo es" suele cambiar dependiendo de la cercanía del culo que haya tocado. Además, y por si eso fuera poco, el autor deja que el lector decida y juzgue, componiendo de este modo una situación realista en la que se desdibujan los límites de la justicia y también, porque eso es la vida, los del castigo. ¿Quién te dice a ti que si crees que la justicia no hace nada y te la tomas tú por tu mano no va a pensar otra persona exactamente lo mismo del acto que has cometido? Como digo, es interesante. Sobre todo en el quiebro final, del que por supuesto no os hablaré.
     El resultado de todo esto es una novela ligera de esas destinadas a bolsa de playa o piscina porque mantienen el ritmo sin hacer pensar y se disfrutan entre sol y baño. 

     El caso de la víctima silenciada me ha parecido una historia entretenida y, como siempre digo, eso ya es muchísimo habida cuenta de con todo lo que un libro tiene que competir hoy en día.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

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