domingo, 17 de julio de 2011

1Q84. Haruki Murakami



      "El primer recuerdo de Tengo era de cuando tenía un año y medio. Su madre se había quitado la blusa, había desanudado el lazo de la combinación blanca y daba el pecho a un hombre que no era su padre. Un bebé yacía en una cuna; probablemente fuera Tengo. Él se veía a sí mismo en tercera persona. Aunque quizá fuera su hermano gemelo... No, no lo era. Aquél debía de ser el propio Tengo, con un año y medio de edad. Lo sabía por intuición. El bebé estaba dormido, con los ojos cerrados, y podía oírse débilmente cómo respiraba.
Para Tengo, aquél era el primer recuerdo de su vida. Aquella escena de apenas diez segundos había quedado grabada con nitidez en las paredes de su mente. No había antes ni después.
El recuerdo estaba completamente solo, aislado, como un pináculo en una ciudad anegada por una gran riada, cuya cabeza asoma por encima de la superficie turbia del agua.
Cada vez que se le presentaba la oportunidad, Tengo preguntaba a las personas que lo rodeaban qué edad tenían en el primer recuerdo de sus vidas. La mayoría, cuatro o cinco años. Como muy pronto, tres años. Nadie solía recordar cosas de una edad más temprana. Era como si un niño debiera tener al menos tres años para poder presenciar y comprender, con cierta lógica, las situaciones que ocurrían a su alrededor.
En fases previas, todo se reflejaba como un caos incomprensible. El mundo era cenagoso como una papilla diluida, carecía de armazón y resultaba elusivo. Se escapaba por la ventana sin llegar a constituir un recuerdo en el cerebro.
Por supuesto, un lactante de un año y medio de edad no puede juzgar qué significa el hecho de que un hombre que no es su padre chupe los pezones de su madre. Eso es evidente.
Por lo tanto, si aquel recuerdo de Tengo fuera verdadero, la escena se le habría quedado grabada en la retina tal y como la vio, sin ser enjuiciada. Igual que una cámara que graba mecánicamente los cuerpos en la cinta de celuloide, amalgamando luz y sombra. Y a medida que la mente se desarrolla van analizándose paulatinamente las imágenes reservadas y fijadas y se les da un sentido. Pero ¿podría haber sucedido aquello en la realidad? ¿Es posible que tal imagen se almacene en el cerebro de un lactante?"
 
 
     Como mañana no estaré os dejo la reseña hoy. Y no es tarea fácil, esta vez me he metido con un libro complicado de un autor que a mi me resulta aún más complicado. Si alguien me preguntase si me gusta Murakami creo que no sabría que responder. Depende tanto del libro al que me refiera que me descoloca a la hora de crearme una opinión global sobre el autor, y eso hace que una y otra vez acuda a la librería a buscar su último título o aquél que me había dejado en el camino. Y me sigue pasando igual, así que supongo que lo seguiré leyendo fielmente.
      Es complicado el libro también, para empezar, son tres libros los que compondrían este 1Q84 y, aunque os parezca un libro extenso, sólo contiene dos de ellos. Eso supone que el desenlace será en otra ocasión, esperemos que pronto, dicho sea de paso. El título del libro equivaldría a 1984, así que lo primero que hacemos es pensar en George Orwell. Tranquilos, esa es la idea del autor. Es como un aviso de que estamos entrando en su mundo entre la ficción y la realidad, con guiños claros a la obra de Orwell.
 
 
      Nos cuenta una historia a través de dos personajes; Tengo, matemático y escritor de libros sin público, y Aomane, profesora de gimnasio con una segunda cara más oscura, asesina a sueldo. Una vez presentados, cada uno por su camino empiezan a dudar del mundo en que viven, van notando pequeños cambios que les hacen dudar del mundo, como si en lugar de estar en 1984 estuvieran en 1Q84. En cada caso el detonante es diferente, Tengo llega a esa conclusión a través de un encargo de su editor que lo conduce a un libro, La crisálida del aire, que puede no ser tan ficción.. y Aomane lo hará de forma mucho más directa cuando, en el trayecto hacia un encargo usa unas escaleras y empieza a fijarse en lo que la rodea.. Como siempre, Murakami no se queda simplemente en eso, sino que nos va componiendo un retrato completo y complejo de nuestros dos protagonistas que nos indica cómo han llegado al punto en el que les conocimos y hacia dónde se están dirigiendo aún sin saberlo. Los coloca como polos opuestos que no se repelen, ni se atraen tampoco, pero si que forman parte de lo mismo. Tal vez de esa crisálida.

      Dudé si sumergirme en este libro porque las críticas que había leído eran atroces, lo comparaban además con Millenium, Alicia en el país las maravillas y un sin fin de títulos más para acabar conviniendo, en la mayor parte de las ocasiones, que era un libro extremadamente comercial. No opino igual, me parece un trabajo tremendo el que hace en este libro que es, desde luego, para leer sin preconcepciones. Hay que dejarse confundir junto con los protagonistas, incluso sabiendo que existe Vanguardia, cuya aparición como organización religiosa irá transformando el libro.
Cuidado, es extenso, tanto que puede que os eche atrás, pero si lo comenzáis estaréis perdidos. Supongo que por eso puse el fragmento más largo esta vez, para que vislumbréis el embrujo al que somete al leerlo.

      Gracias

PD: Al mudarme hice trampa y cambié la fecha, por eso el inicio del post es así.


1 comentarios:

Anónimo dijo... [Responder]

adoro a murakami y, aunque me cuesta entender los principios, luego todo me parece de lo más fluído y "real", me gusta su medio-soñar, me es cómodo